Fandom: Harry Potter
Título: Brasas
Autora: Anna Fugazzi
Clasificación: M
Resumen: Secuela de Voluntarios, escrita para la comunidad de hdsbeltane.
Resumen Capítulo:Ha pasado ya la conmoción por el accidente del estadio, pero no sabemos cómo ha quedado Alec. ¿Qué pasará entre Harry y Draco ahora que Fred ya ha aceptado los sentimientos de ambos? ¿Qué hará el resto de la familia Weasley?
Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 BRASAS
Capítulo 11: Marzo
N/A: ¡Hey! ¡Ya casi terminamos! En fin, ya conocen la jugada. Esto es Brasas, la secuela de Voluntarios (fic escrito para hds_beltane), que se supone tiene lugar entre el 2007 y el 2008, y está así de cerca de terminar en tiempo ;) las críticas constructivas son apreciadas. Unas gracias enormes a scrtkpr por ser mi beta.
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Fecha: 7 de Febrero
De: malfoyd@globalcafe.ie
Para: hjpotter@gringotts.wzr
Finalmente mañana darán de alta a Ben, y quiere visitar a Alec. ¿Puede ir?
Fecha: 7 de Febrero
De: hjpotter@gringotts.wzr
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Nos encantaría verlos. Pero unos cuantos primos Weasley van a estar aquí, y Demelza está de turno.
Fecha: 7 de Febrero
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¿De turno?
Fecha: 8 de Febrero
De: hjpotter@gringotts.wzr
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Percy hizo un horario para que Alec esté acompañado mientras se recupera. Incluso está coloreado. Hizo lo mismo cuando nació, teníamos en la casa a alguien casi las veinticuatro horas del día.
Fecha: 8 de Febrero
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Se oye perturbadoramente organizado. Y un poco mal.
Fecha: 8 de Febrero
De: hjpotter@gringotts.wzr
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Así es Percy.
Fecha: 10 de Febrero
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¿Lo pensaste?
Fecha: 10 de Febrero
De: malfoyd@globalcafe.ie
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Si, lo hice.
Sí.
Fecha: 13 de Marzo
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Está programado un ensayo extra para el sábado, es hasta la una.
Fecha: 13 de Marzo
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No teníamos planeado comenzar sino hasta la una. ¿Quieres que Ben se quede la noche del viernes?
Fecha: 14 de Marzo
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Es buena idea.
Fecha: 18 de Marzo
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Nos vemos el sábado.
¿Nervioso?
Fecha: 18 de Marzo
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Algo.
Fecha: 19 de Marzo
De: hjpotter@gringotts.wzr
Para: malfoyd@globalcafe.ie
Yo también.
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“Creí que Draco estaría aquí esta mañana,” dijo Alec haciendo a un lado una caja para comenzar a comer su desayuno.
“Vendrá hasta mas tarde,” dijo Harry, que andaba encima de su hijo mientras Ben comía. No podía contenerse de cortarle la salchicha en trozos pequeños y estarlo vigilando como un halcón, aunque cuando menos ya no contenía el aliento por temor a que Alec se fuera a ahogar cada vez que tomaba un trago.
Alec, feliz, no parecía percatarse de que lo tenía encima, y tampoco se molestaba. Harry sonrió cuando Alec le puso mermelada con cuidado a su tostada; le alisó el cabello y le enderezó los pequeños lentes que utilizaba ahora, la única posible consecuencia del daño que había sufrido por los hechizos. Los Sanadores se mostraban cautelosamente optimistas sobre que la vista de Alec eventualmente se iría corrigiendo sola. Mientras tanto, Alec veía bastante bien sin ellos, pero los necesitaba para ver detalles, tales como las notas en las partituras.
Podría haber sido mucho peor. Durante esos primeros días agonizantes en que Alec había permanecido mayormente inconsciente mientras los Sanadores trabajaban con él, temían que también le hubiera resultado afectada la audición. Harry seguía teniendo pesadillas al respecto.
Por extraño que parezca, el tiempo de recuperación de Alec resultó mucho más sencillo que el de Ben, a pesar de haber resultado más herido. A Alec no le importaba mucho no poder correr y jugar normalmente durante un par de semanas; por el otro lado, Ben, que habitualmente era un niño fácil de sobrellevar, había estado por momentos quejumbroso, llorón e irritable pues su descanso en cama obligatorio le evitaba hacer cosas divertidas. Draco y Kara habían tenido problemas con él, en especial porque había estado dos días más en el hospital que Alec.
“Quiero a mi pa’,” se enfurruñó, haciendo a un lado otra caja impaciente. “¿Por qué no puede estar aquí también?”
“Porque hoy trabaja,” dijo Harry paciente sirviéndole más jugo de calabaza. La distracción era lo que más le funcionaba, le había dicho Draco. “¿Si quieres ir a la fiesta? Habrá muchos niños con los que jugar.”
“Y el bebé también estará ahí,” dijo Alec. La cara de Ben se iluminó ligeramente. “¿Sabías que pronto habrá otro bebé? Lo dijo tío Percy.” De pronto Alec frunció la nariz. “¿También estará Michelle?”
“Es una fiesta de cumpleaños Weasley, Alec. Todo el mundo estará ahí,” le recordó Harry, obligándose a escucharse alegre ante la idea.
**
¿En dónde está todo el mundo?” preguntó Alec tan pronto como llegaron.
“Todos los niños están enfrente,” dijo Fred y Alec comenzó a correr.
“¡Alec! ¡No tan rápido!” exclamó Harry rápidamente e inmediatamente se mordió el labio. Alec estaba bien. No era como Ben que se esforzaba demasiado y terminaba con dolores de cabeza terribles.
“Ahora, Ben,” dijo Harry hincándose sobre una rodilla. “Tienes que portarte bien, ¿sí? Te he puesto un hechizo rastreador por si lo llegas a olvidar. Me llamará si te agitas demasiado. No queremos que tu pa’ se preocupe por ti, ¿verdad?”
Ben asintió, pero era obvio que su mente ya estaba lejos pues sus ojos ya estaban fijos en el jardín y daba brinquitos mientras Harry hablaba.
“Prométemelo - Ben, mírame.” Harry hizo una pausa. “¿Me prometes que intentarás recordarlo?”
“¡Lo prometo!”
“Ya vete, pues,” dijo Harry y Ben salió corriendo.
“Sí, te deseo suerte con eso,” dijo Fred entre risitas. “¿Apostamos cuándo se acabará el efecto del hechizo?”
“¡Harry!” exclamó Charlie sonriéndole al entregarle una cerveza. “Ha pasado tiempo.”
“Gracias. ¿Llegaste bien de Rumania?” preguntó Harry mientras abría la botella.
“Llegué esta mañana y me voy a quedar hasta el lunes.” Charlie le dio un trago grande a su cerveza al tiempo que observaba a los presentes. “Merlín, estos niños crecen más rápido cuando los ves una vez cada tres meses.”
“Parece ser que ya casi todo el mundo está aquí,” señaló Harry.
“A excepción de los niños del cumpleaños,” sonrió Hermione.
“¿Apostamos sobre qué habrán hecho esta vez?” preguntó Fred con un brillo divertido en los ojos.
“¿Habrán vuelto a afeitar a un gato?” preguntó Hermione.
“¿Se habrán metido en los fuegos artificiales de su tienda?” sugirió Ron.
“Habrán aparecido a una banshee,” dijo Percy
“Tienen cuatro años,” protestó su esposa.
“Son gemelos Weasley,” replicó Fred.
“¿Sabes?” dijo Anne, “no es amable de tu parte divertirte tanto cuando es George el que está lidiando con sus travesuras.”
“¿Porque George es un desplegado de comprensión cuando Michelle es la que está en problemas?”
“Cierto,” se rió Anne volteando hacia la chimenea cuando ésta se prendió y salió George por ella llevando a unos de sus hijos.
“¡Finalmente!” exclamó Charlie.
“¿Qué pasó esta vez?” preguntó Harry.
George puso los ojos en blanco al bajar a su hijo, luego se quitó del camino para que su esposa Demelza saliera con el otro gemelo y lo bajara también. Se enderezó mientras los niños salían corriendo.
“E-encontraron los s-suministros prototipo de Navidad,” dijo con una mueca.
“Oh, no,” gruñó Fred. “Dime que no fueron los -“
“Oh, sí. Los D-doce Días.”
“Había ocho vacas color malva mugiendo en nuestra sala,” dijo Demelza. “Y doncellas, lords, unas ‘damas’, unos malditos gaiteros, doce en total...”
“Todo el patio trasero es un río de caca de pájaro -“
“¡George!” le advirtió Molly.
“E-excremento de pájaros,” corrigió George. “M-me alegra que se vayan a quedar a dormir esta noche,” dijo animadamente y Harry pudo ver que Molly palidecía ligeramente. “Y además, s-saben que es su cumpleaños. Se están comportando especialmente imaginativos. Que te d-diviertas, mamá.” Le dio un beso en la mejilla con una sonrisa radiante.
**
“Y, ¿a qué hora termina Malfoy?” preguntó Bill un rato después mientras terminaban de reparar la lavavajillas encantada, a la que Arthur le había estado haciendo unos pequeños ajustes nuevamente. Se había enojado y había comenzado a decir unos insultos bastante ingeniosos y a comerse los platos justo antes de que llegaran los invitados.
“A la una,” contestó Harry removiendo el hechizo silenciador.
“¿Nervioso?” preguntó Bill al tiempo que se recargaba sobre la lavavajillas que ahora tarareaba feliz.
“¿No debería estarlo?”
“Todo va a salir bien,” le aseguró Bill. “Las protecciones son buenas, los dos las revisamos.”
“No me preocupan las protecciones,” dijo Harry. “Aunque, por cierto, fueron muy buena idea las que colocaste en su casa.”
“¿Se activaron?” preguntó Bill preocupado.
“Nada serio,” se apresuró a añadir Harry. “Un payaso que quiso romperle las ventanas. Al menos eso convenció a Draco de convertir su trabajo en un Secreto.” Se hizo a un lado cuando Demelza entró corriendo a la cocina llevando hacia el fregadero a un gemelo sin etiqueta y cubierto de chocolate.
“Sí,” dijo Bill. “Trabajar con los muggles... no es un buen lugar para estar desprotegido.”
“¿Le ha ido tan mal?” preguntó Demelza mientras le tallaba la cara al niño y George y Charlie entraban llevando a rastras al otro gemelo igualmente cubierto de chocolate. Harry se preguntó brevemente en dónde habrían encontrado chocolate, puesto que hasta donde él sabía, el pastel de cumpleaños estaba bien escondido. Lo más probable era que no quisiera saberlo.
“La mayor parte han sido tonterías,” le dijo a Demelza. “Cartas desagradables, unas cuantas personas han intentado escribir ‘Mortífago’ en su puerta. Algo que habría sorprendido enormemente a sus vecinos muggles. Pero siempre cabe la posibilidad de que haya alguien con una rencilla más seria.” Le sonrió. “Pero ha estado mucho mejor de lo que podría haber sido. Erm... nunca les di las gracias por lo que declararon al periódico.”
George y su esposa fruncieron el ceño ligeramente confundidos. “¿Por lo que...? ¡oh!” dijo Demelza. “¿En el artículo que se publicó una semana después del colapso del estadio?”
“Sí.” Ese artículo había sido publicado cuando los dos niños seguían muy enfermos y la reacción pública había sido muy dificultosa, pues los periódicos habían especulado sobre si Draco había o no destruido parte del estadio, a pesar de que los expertos dijeron que los hechizos para la mampostería habían sido mal hechos y que Draco no tenía nada que ver. Si no hubiera sido una estupidez, habría resultado divertido el desacuerdo que hubo entre las partes que decían que él había organizado todo el asunto y las que decían que había salvado las vidas de cincuenta extraños.
Afortunadamente, los artículos finalmente habían comenzado a disminuir. Había ayudado muchísimo el frente sólido del apoyo Weasley en todo el asunto.
“Recuérdame, ¿en cuál fue en el que salimos?” preguntó Demelza. “¿En el de El Chico Que Amó a un Mortífago o en el de El Hombre Misterioso de Harry Potter Revelado?”
“Son el m-mismo,” dijo George. “Creo que f-fue en el que investigaron su archivo de p-prisionero.”
“Oh, Bill me mandó una copia de ése,” dijo Charlie. “No estuvo tan mal. Cuando menos estuvo relativamente balanceado.”
Harry asintió, recordaba la expresión de la cara de Draco cuando vio, por primera vez, palabras de alabanza por sus acciones en el colapso del estadio. Gente que nunca lo había conocido, señaló que quizá el antiguo Mortífago ya había pagado su deuda con la sociedad y que lo deberían dejar en paz. No pudo evitar preguntarse que tanto habrían influido estas palabras para que Draco se le acercara como lo había hecho unas horas después, con mirada vacilante y una disculpa a medias por haberlo abandonado.
No dejó que Draco terminara de disculparse. No era necesario. En cambio, el beso que compartieron lo dijo todo y mucho más.
“Hablando de periódicos,” dijo Demelza sacando a Harry de unos recuerdos bastante placenteros, “tu papá me pidió que juntara algo de papel maché.” Dejó ir al pequeñín ya limpio.
“¿Papel qué?” preguntó George.
“Es una manualidad muggle. Se necesitan periódicos y pegamento para hacer esculturas. Tu papá quiere hacer el intento con los niños. Dijo que debería haber algo de papel detrás de la despensa - oh, Merlín.” Miró fijamente la pila de periódicos ligeramente más alta que ella, que se tambaleaban detrás de la puerta de la despensa.
“¿Por qué no usa un Encantamiento P-plástico?”
“Es cosa muggle,” dijo Demelza mientras George forcejeaba con su hijo ya casi limpio de chocolate. “Creo que espera que eso los distraiga y evite que ocasionen más caos.”
“¿Acaso no conoce a nuestros hijos?” preguntó con un suspiro de resignación mientras soltaba a su hijo e iba a juntar los periódicos.
“George, papá quiere - oh, ya te enteraste,” dijo Percy entrando en la cocina. “¿Necesitas ayuda?”
“Podrías i-intentar desanimar a papá. P-periódicos y pegamento, vaya una c-combinación ganadora.”
“Y es un pegamento muggle que papá consiguió en el pueblo,” dijo Percy. “Los hechizos para despegar no funcionan con él.”
“Oh, Merlín.”
“Le pregunté si estaba consciente de que tanto Michelle como tus hijos estaban aquí. Pareció creer que me estaba haciendo el chistoso.”
“Ya, mamá finalmente se volvió loca,” dijo Fred entrando también en la cocina. “Papá quiere hacer con los niños una artesanía para la que necesitan periódicos y pegamento, y mamá cree que será algo maravilloso.”
“Oh, mira, aquí está,” dijo Demelza blandiendo un periódico viejo. “El Hombre Misterioso de Potter.” Harry lo miró por encima de su hombro.
“¿Qué piensa de que el viudo de su hermana esté involucrado con un Mortífago?”
“Pienso que no es asunto suyo,” declaró George Weasley, “y quizá debería de apegarse a reportar sobre la gente que es una verdadera amenaza para los muggles, en vez de fijarse con un sujeto que les ha estado dando clases y trabajando con niños muggles durante cinco años.”
“Llevan juntos ocho meses, hace feliz a Harry, y ama al hijo de éste,” dijo Demelza Robbins-Weasley, su esposa. “Eso es lo único que necesito saber.”
“Y tenemos una gran venta en marcha. Tenemos unas cuantas líneas nuevas para el día de los niños en Abril -“
“Oh, maldición,” dijo Charlie y Harry alcanzó a ver una lechuza que volaba hacia la cocina con un sobre rojo en el pico segundos antes de que dejara caer el sobre y se fuera volando. Parpadeó sobresaltado cuando el sobre se desdobló solo frente a él y una voz chillona gritaba. “¡HARRY POTTER! ¡¿QUÉ ESTAS PENSANDO?! TE ACUESTAS CON UN MORTIFAGO, PERMITES QUE TU HIJO CREZCA CON-“
Percy apuntó la varita hacia el papel y éste se prendió en llamas.
“Gracias,” dijo Harry sonrojándose. Percy le dirigió una mirada sombría y salió con un brazo cargado de periódicos.
Fred hizo una mueca. “Algunos de los aquí presentes podrían simpatizar con - ¡Ay!” se talló la nuca en donde Bill acababa de darle un coscorrón. “¿Por qué diablos hiciste eso?”
“Ya madura,” dijo cortante Bill y luego le dio la espalda. Fred le hizo un gesto grosero a sus espaldas y le hizo a Harry una señal vaga a modo de disculpa antes de salir con otro brazo cargado de periódicos. “Sabía que se nos había olvidado algo,” le dijo Bill a Harry. “Las protecciones contra los vociferadores.”
“¿Cómo se te pudieron olvidar?” preguntó irritado Charlie.
“Es sencillo, compañero. Nos concentramos en lo peligroso o doloroso. Los vociferadores no entran en ninguna de las dos categorías, bueno, sólo para tus oídos.”
“Además,” dijo Harry, “casi todos llegan a nuestras casas o a nuestros lugares de trabajo. Ahí sí pusimos las protecciones.”
“¿No te preocupa todo esto?” preguntó Charlie.
“Hasta el momento sólo ha habido dos incidentes que podrían haber sido peligrosos si hubieran salido mal,” dijo Bill. “Por supuesto, estamos vigilando las cosas que sean deliberadamente peligrosas, pero hasta el momento no ha pasado nada. Creo que la mayor parte de las personas desquitaron su coraje escribiéndole cartas al editor.”
“También las ha habido buenas,” señaló Hermione. “Yo diría que mitad y mitad.”
“Al igual que en esta casa,” dijo Harry.
George echó un vistazo a la puerta por la que había salido su gemelo y asintió pensativo. “Está m-mejorando,” señaló. “Al menos está haciendo un e-esfuerzo.”
Harry se encogió de hombros. Suponía que tendría que conformarse con un ‘está mejorando’. Parpadeó cuando escuchó una ligera campanilla en el oído - oh, no. El encantamiento rastreo de Ben se había activado. Pero no mucho, de lo contrario le hubiera hecho el ruido de un claxon. Pero Ben se estaba agitando, y Harry corrió hacia donde lo jaló el encantamiento, su alarma aumentó cuando escuchó los gritos de Alec. Corrió hacia el jardín delantero y se detuvo en seco al ver a Ben y a Alec enfrentándose al niño de ocho años de Bill y a Michelle, la hija de Fred, con media docena de otros primos agrupados a su alrededor observando el enfrentamiento.
“¡Es un mortífago!” gritó Remy.
“¡No lo es!” gritó Alec con la cara casi tan roja como su cabello, y Harry se sorprendió. Su pequeño Alec, el tímido, estaba furioso y le gritaba a un niño mucho más grande. A su lado, Ben tenía la boca abierta y sus ojos avena grisáceos estaban muy abiertos y asustados.
“¡Mi papá dice que nadie deja nunca de ser mortífago!” exclamó Michelle con desprecio.
“¡Bueno, pues está equivocado!”
“¡Tu papá sigue siendo un estúpido mortífago!” le gritó Remy a Ben, y antes de que Harry pudiera reaccionar, Alec golpeó al otro niño, que por un momento se vio completamente sorprendido antes levantar la mano para regresarle el golpe a Alec - y luego Ben y Michelle comenzaron a moverse - y de pronto cerca de media docena de voces estaban gritando y hechizos paternales cruzaron el jardín volando.
¡Petrificus Totalus!
¡Gelium!
¡Silencio!
Harry contempló la escena congelada que tenía delante: Alec con el puño todavía levantado, Remy a medio movimiento hacia él, Ben y Michelle en posición para unírseles. Escuchó un gemido de desmayo y se volvió para ver a Molly sacudiendo la cabeza y a casi todos los demás adultos mirando fijamente a los niños congelados.
Bill tenía la cara roja de coraje al pasar a su lado, avanzando a grandes zancadas hacia su hijo. “Finite incantatem,” dijo, luego agarró a Remy por el brazo y lo sacudió. “¡No quiero volverte a escuchar decir nada parecido!” le gritó al niño espantado. Se volvió y prácticamente metió a Remy a rastras a la casa. “Tú y yo vamos a tener una larga plática sobre esto. ¡Y luego vas a disculparte con Ben! ¡Así no es como tratamos a los invitados en esta casa!”
Harry se dirigió rápidamente hacia Alec y Ben, los descongeló y los abrazó a ambos. Alec seguía temblando de coraje y el amuleto de Ben todavía sonaba en su oído.
“No debió haber dicho -“ comenzó a decir Alec con voz temblorosa y Harry asintió.
“Lo sé, Alec. No pasa nada, el papá de Remy va a hablar con él.” Por un momento consideró en sacar el tema del puñetazo que había lanzado Alec, pero decidió dejarlo para después. “¿Estás bien, Ben?”
Ben negó con la cabeza, tenía los ojos muy abiertos y la boca le temblaba ligeramente, y Alec le dio unas palmaditas mientras a Harry se le hundía el corazón. ¿Qué diablos podía decir? ¿Cómo podía arreglar esto...?
“Ben, cariño, no pasa nada, no te preocupes por ellos,” dijo Molly arrodillándose junto a ellos. Harry soltó el aire agradecido. Cuando Molly Weasley veía una lágrima, era una vista pavorosa tanto para adultos como para niños, pero Harry sabía de primera mano el tipo de alivio maternal que podía proporcionar.
“¡Odian a mi pa’!” exclamó Ben con un hilo de voz. “¡No quiero quedarme aquí!”
Molly lo abrazó. “Yo quiero que te quedes aquí. Y también lo quieren Alec, Jasón, el bebé Joshua, Harry...”
Harry se sentó mientras Molly acunaba a Ben y le murmuraba cosas tranquilamente, acariciándole el cabello para luego pararse abrazándolo.
“Vayamos a ver si los gemelitos ya lograron descubrir los pastelillos que escondí, ¿sí?” dijo y le extendió la mano a Alec, que se la sujetó. Entraron.
“... y mamá dice que va a crecer igual que su papá,” le llegó la voz molesta de Michelle, Harry se volteó y abrió la boca para decirle unas cuantas cosas -
“Te vas a disculpar con Ben en este preciso momento,” le dijo Fred con una voz peligrosamente tranquila. “Y luego irás por tu abrigo para irnos a casa.” Michelle lo miró boquiabierta. “Muévete. Ya.”
Michelle lo miró sin comprender, miró a su alrededor hacia las caras sombrías de los adultos que la rodeaban, presionó los labios y entró en la casa hecha una furia.
“¿Entonces ahora la vamos a castigar por decir lo que siente?” preguntó Anne fríamente.
Fred entrecerró los ojos. “¿No estás de acuerdo? Puede decirle las tonterías que quiera a un niño que no ha hecho nada malo, ¿y no hay problema?”
“¡No puedo hacer nada si está actuando por lo que cree y lo que siente!”
“Por lo que tú crees, querrás decir -”
“¿Y si llevamos esto al cobertizo de papá?” preguntó radiante George y sin molestarse en mirarlo ambos Desaparecieron.
“¿Qué diablos fue eso?” preguntó Charlie sin comprender.
George y Demelza intercambiaron una mirada. “Fred y Anne han... han tenido unos cuantos momentos interesantes,” dijo Demelza.
“Las cosas que me pierdo por estar en Rumania,” murmuró Charlie.
“Eh, no, creo que nosotros también nos las hemos perdido,” dijo Ron con el ceño fruncido. “¿Qué les pasa?”
“Ya no mucho. Ya están mucho mejor,” dijo Demelza. “Fue algo... interesante durante un tiempo.”
“¿Qué pasó?”
Demelza negó con la cabeza. “Tuvieron un... desacuerdo hace unos meses.” George se aclaró la garganta en tono de advertencia. “Eso es todo. Fue tan sólo... un desacuerdo privado.”
“¿Privado?” preguntó Hermione escéptica. “¿En esta familia?”
Ahora podían escuchar las voces elevadas de Fred y Anne por encima del cacareo de las gallinas en el jardín. “Oh, Merlín, allá van otra vez,” le dijo Demelza a George. “¿Crees que volveremos a tener compañía en nuestro sofá esta noche?”
“Espero que no,” suspiró George.
“Odio tener que decirlo,” comentó Ron, “pero es difícil sentir compasión por él con todo lo que ha estado diciendo desde siempre. Por fuerza tenía que regresar y pegarle directamente en la cara.”
“¿Sabes una cosa, Ron?” le dijo Demelza llanamente. “Tú pensaste las mismas cosas. Todos nosotros. Lo único es que Fred las dijo en voz alta muchas más veces.”
Ron abrió la boca pero Harry levantó una mano. “No, Ron.” Respiró profundo. “Quizá simplemente no debamos hablar más de esto. Ya ha habido suficientes resentimientos por ello como para que sigamos discutiéndolo todo el tiempo.” Y cerró la boca decidido y entró en la casa.
“Bien d-dicho, compañero,” comentó en voz baja George, y le dio una palmadita en la espalda cuando Harry pasó a su lado para ir a ver a los niños.
***
Continuación