Título: The Winning Scenario
Autores:
virtualpersonal y
brimstonegold Traducción: asisigallo
Art:
inanna_maat Pairing: Sam/Dean, AU (en un mundo futuro de fantasía & no hermanos)
Fandom: SPN (AU) / BSG (original)
Ratings/Warnings: NC 17, bondage suave, hurt/comfort, non-con.
Summary: Disfrazado como un comerciante durante una misión de recopilación de información en una estación de juego y placer, el capitán Dean gana el gran premio. Sorprendido de saber que su premio incluye una noche de placer con un esclavo, está dispuesto a rechazar los servicios de este, hasta que se entera de que el esclavo es humano. De ninguna manera dejará a uno de su especie atrás, nunca. El esclavo sexual, Sam, tiene sus propios secretos. La tortura Cylon y el condicionamiento para hacer de él un producto apto para el comercio de esclavos, le han arrebatado la mitad de sus recuerdos, y le provocan pesadillas y problemas psicológicos. Si hubiera sabido que Dean era un piloto colonial, jamás se habría ido con él, y jamás se habría acercado siquiera a donde estaba destinado, la estrella de combate Galactica.
Enlace al fic original:
http://virtualpersonal.livejournal.com/241801.html Capítulo 1a,
Capítulo 1b,
Capítulo 2a,
Capítulo 2b,
Capítulo 3a,
Capítulo 3b,
Capítulo 4a,
Capítulo 4b,
Capítulo 5a,
Capítulo 5b,
Capítulo 6a,
Capítulo 6b,
Capítulo 7a,
Capítulo 7b,
Capítulo 8a,
Capítulo 8b,
Capítulo 9a,
Capítulo 9b,
Capítulo 10a,
Capítulo 10b,
Capítulo 11a,
Capítulo 11b,
Capítulo 12a,
Capítulo 12b,
Capítulo 13a,
Capítulo 13b,
CAPÍTULO 14 (Primera parte)
Dean usó el transmisor para hacer saber a Galáctica que estarían allí en tres centons, y lo decía en serio, a pesar de que la nave no estaba preparada para viajar a esa velocidad y se quejaba como si fuera a explotar en cualquier momento.
Dean miró a Sam y vio su expresión sombría. - Aguanta, llegaremos muy rápido, todo irá bien. - En el mismo momento en que terminaba la frase, las naves Cylon aparecieron en el cielo. - Hijos de…
A Sam pareció cortársele la respiración cuando vio los raiders. Iban a llegar hasta la nave, a rodearles, atraparles y llevarles hasta la Estrella Base. Recuperó su capacidad para respirar, pero lo hacía rápido, demasiado rápido, y empezó a hiperventilar.
Los vipers salían de Galáctica, dirigiéndose hacia la amenaza. Dean debería estar allí, con sus hombres. - Mírame, Sam. Sam, mírame, solo a mi. - Insistió Dean.
La Mirada de Dean estaba fija en aquellas naves, pero el tono autoritario le hizo volver la cabeza. Sabía obedecer órdenes, si no sería castigado. Miró al hombre, una parte de su mente no tenía ni idea de quién era, mientras que otra parte de él se aferraba al hecho de que era Dean, su protector, su amante, su… amo.
- No dejes que me cojan, - suspiró finalmente, consiguiendo controlar su respiración. - Por favor, amo, no dejes que me cojan otra vez, - suplicó Sin.
- No dejaré que nadie te coja. Eres mío, - dijo Dean cuando reconoció a Sin frente a él, sabiendo que aquello era lo que necesitaba oír. Deseó poder envolverle entre sus brazos, pero no podía, no con el enemigo tan cerca. - Uno punto dos centons y te dejaré en el sitio más seguro en el que puedes estar. No tengas miedo. Te lo prometo.
Acercándose a Galáctica, Dean empezó a pulsar la pantalla plana, haciendo que la nave se frenara, y transmitiendo los códigos que les permitirían pasar por el campo de protección del muelle de embarque.
Sam se mantuvo concentrado en Dean, tal y como él le había dicho, sin siquiera mirar lo cerca que estaban de nada. Solo un centon o dos y estaría a salvo. Su amo se lo había prometido, y él le creía. Tan pronto como la nave se posó en el muelle, Sam se soltó el cinturón y se puso en pie. Cuando Dean se levantó, le envolvió en un abrazo y le dio un beso corto pero intenso, y luego se apartó de él. - Vete. - Le dijo Sam. - Sálvales. Estaré esperando. Vuelve sano y salvo.
Miró cómo Dean echaba a correr y luego salió de la nave hacia su lugar seguro. Volvió al apartamento y cogió a Shadow en brazos, abrazándola contra su pecho, y se quedó dormido con las mejillas mojadas por las lágrimas, rezando a los Dioses de Kobol para que su amo volviera sano y salvo.
4 Centars más tarde
Sam abrió los ojos de repente y tomó una respiración profunda. Recorrió la habitación con su Mirada, casi entrando en pánico, intentando averiguar dónde estaba, qué le había despertado, por qué sentía los ojos hinchados como si hubiera estado llorando. Shadow estaba acurrucada a su lado y levantó la cabeza cuando se despertó. Sam se puso en pié y acarició su cabeza de forma ausente, mientras intentaba recordar lo sucedido. La alerta. La carrera en la nave de transporte. Los Cylons. Su memoria se hacía borrosa en ese punto. Se dio cuenta de que la alerta había terminado. Eso significaba que Dean estaría volviendo, aterrizando en el muelle… suponiendo que siguiera vivo. Tenía que estar vivo, maldita sea, tenía que estarlo. Sam salió por la puerta y corrió por los pasillos dirigiéndose directamente a la zona de aterrizaje.
Los vipers que volvían, entraban en el muelle de uno en uno, con los motores rugiendo hasta que se detenían. Los pilotos eran ayudados a salir, y las naves se retiraban dejando espacio para el próximo aterrizaje. Se oían informes de daños a través de los altavoces. Habían perdido un viper. Otro estaba seriamente dañado, y el personal esperaba en el muelle para apagar posibles incendios.
Como el escuadrón azul había sido el primero en salir, fueron los primeros en regresar. John aterrizó su viper en galáctica y sin necesidad de que le informaran, supo que aquel ataque iba a provocar consejos a los que iba a tener que asistir. Todavía no se había quitado el casco cuando escuchó los informes. Las víctimas eran del escuadrón rojo. Una vez hubo descendido de su nave, se apartó del camino de los técnicos y se quedó allí de pie, contando a medida que los vipers del escuadrón rojo empezaban a llegar
No estaba claro qué piloto había muerto y cuál corría el peligro de que su viper se desintegrara antes o durante el aterrizaje. John intentó averiguarlo, pero nadie sabía nada todavía. Si fuera al Puente, estaba seguro de que habría más información, pero no iba a… no podía marcharse. Tenía que estar allí. Tenía que saber.
Varios vipers más aterrizaron, y cada vez que un piloto se quitaba el casco, John estaba más preocupado. Las luces rojas de alarma empezaron a parpadear, indicando que la nave dañada se estaba aproximando. El personal se alejó del muelle y los vehículos robóticos con sistemas anti-incendios entraron en él. El sonido del motor del viper que entró en el muelle era ensordecedor, y un lado del fuselaje se convirtió en una bola de fuego cuando la nave aterrizó desviándose hacia un lado del muelle.
Una vez consiguieron apagar el fuego, sacaron al piloto y lo tumbaron en una camilla. Era Michael, y estaba a punto de perder el conocimiento. John estaba a punto de ir a hablar con él cuando la última nave entró en el muelle.
Al ver que era Dean el que saltaba del último viper, John se acercó a grandes zancadas y le dio un abrazo a su hijo y unas palmadas en la espalda. Apenas intercambiaron palabras, pero ayudó a su hijo a quitarse el casco, y tras asegurarse de que estaba bien, salió del muelle.
Dean se secó la cara con una mano y se dirigió hacia la camilla y le dio a Michael un apretón en el hombro. Entonces le informaron de que habría una reunión en el puente en un centar, Dean asintió con la cabeza, y salió del muelle, soltándose la chaqueta mientras se alejaba.
Sam se mantuvo en las sombras, observando, fuera del camino del personal, prácticamente conteniendo la respiración mientras veía aterrizar un viper detrás de otro. Era tan raro no saber los nombres de las jóvenes caras que veía bajar de cada nave. Su escuadrón ya no estaba. Él ya no era un capitán. Se preguntó por un momento si alguien de su escuadrón habría sobrevivido a la destrucción final, y en tal caso, dónde estarían en ese momento. Escuchó rumores de un viper perdido, uno del escuadrón rojo. Si era Dean… realmente no sabía lo que haría. Estaría perdido. ¿Cuándo se había convertido en alguien tan débil que necesitaba a otra persona para que le mantuviera en pie, para que le ayudara a superar cada centon, cada centar, cada día?
El día que se rindió ante los Cylons y sus torturas. ¿Volvería algún día a sentir que valía para algo? Quizá… quizá por eso necesitaba a Dean. Dean le hacía sentirse valioso, incluso querido. No necesariamente con un amor romántico, sino con un amor de amistad, de un alma gemela. Y más importante aún, Dean le hacía sentirse perdonado cuando ni siquiera él podía perdonarse a sí mismo.
Vio al viper dañado entrar en el muelle. Los daños eran importantes, pero si la nave se mantenía entera, el piloto probablemente podría salvarse. El viper aterrizó y el personal corrió a liberarle del fuselaje en llamas. Sam se estiró un poco para observar mejor. Era Michael. Probablemente tenía una conmoción, quizá incluso un par de huesos rotos tras un aterrizaje como aquel, pero cualquier aterrizaje del que podías salir vivo, aunque tuvieran que llevarte en una camilla, era un buen aterrizaje.
Otro viper aterrizó. Tan pronto como el piloto saltó de la nave, Sam supo inmediatamente que era Dean. Empezó a correr hacia él para abrazarle, dando gracias a los dioses porque Dean hubiera vuelto a casa a salvo, pero se quedó paralizado cuando vio a John, su ex-jefe, su mejor amigo. Observó el saludo familiar, el “bienvenido a casa”, el “buen trabajo”, todo eso fue dicho sin palabras. Había mirado aquellos ojos tantas veces, había sentido aquellas manos fuertes palmeándole la espalda. Pero ahora… ahora era Dean. Sam no era nada. No era más que una sombra, como las sombras en las que se escondía. Vio cómo Dean se acercaba a Mike. La preocupación, la forma en que los médicos se apresuraban, le decían que Michael estaba herido, pero que su vida no estaba en peligro. Quizá pudiera ir a visitar a Mike en uno o dos días y ver qué tal estaba.
John había dejado el muelle y Sam ya podía acercarse a Dean, pero… había tantos recuerdos, una mezcla de imágenes de sus días como capitán, parado en un muelle de aterrizaje, viendo cómo le arrebataban a uno de sus pilotos, sabiendo que uno de sus pilotos nunca iba a volver. Se deslizó otra vez en las sombras y se dirigió hacia el apartamento.
Durante el centar anterior a la reunión, Dean llamó a su apartamento. O bien Sam no estaba allí, o no contestó a su llamada. Quizá estaba tumbado en la cama en trance otra vez, o estaba en aquel rincón de Galáctica en el que se había quitado el collar. El primer instinto de Dean fue ir a buscarle, pero sus obligaciones se lo impidieron. Había que informar a la familia de la muerte del piloto, y quería ser él quien… sí, aquella no era precisamente la mejor parte de su trabajo. Apartó a un lado su propio dolor por haber perdido a un hombre, se ocuparía de eso más tarde. También tenía que reunirse con el capitán del escuadrón azul, comparar notas y prepararse para dar un informe conjunto. Estuvo a punto de llamar a seguridad para que comprobaran su apartamento, pero luego pensó en el efecto que eso podía causar a Sam. Sabía que Sin sentiría pánico ante un equipo de seguridad, y tenía claro que había visto a Sin en los ojos de Sam cuando se encontraron con los Cylons en el espacio.
Los Cylons conocían su localización. Eso no era bueno. Con gesto preocupado, se dirigió hacia la oficina del capitán Apolo.
Pocos centars después entró en su apartamento, y al ver a Sam en el sofá, dejó escapar un suspiro de alivio. Le saludó con la cabeza y se sentó en la silla que había frente a él, cogiendo el vaso de elixir que Sam obviamente había servido para él. Había otro frente a Sam, y la botella abierta estaba sobre la mesa de centro.
Dean tomó la mitad de un trago, cerrando los ojos mientras sentía el calor del licor bajar por su garganta. - Necesitaba esto. Gracias. ¿Estás bien? - Preguntó observando la cara de Sam. Parecía tranquilo. - Te he llamado, pero no has contestado.
- Sí. Supongo que no estaba aquí en ese momento. - Respondió Sam en voz baja sin mirar a Dean. Terminó lo que quedaba en su vaso y luego volvió a llenarlo de la botella medio vacía. Cogió un disco que había sobre la mesa y lo puso delante de Dean. - Lleva esto a tu comandante. Es todo lo que sé sobre los Cylons en esta región. Casi todo son cosas que me han contado. No puedo confirmar la veracidad de nada de eso, pero es lo que mis clientes me dijeron, o de lo que se jactaban. Los nombres de los planetas, sus localizaciones, su cultura básica, y si hacen tratos o no con los Cylons o si estarían dispuestos a hacerlos, esos son hechos ciertos. Tenía que saber esa información para satisfacer a mis clientes. También hay un código de transpondedor. Es de Bistronea. Ella era una de mis clientes. Tú jugaste contra ella en la partida en la que me ganaste. Es una felinoide, una matriarca que tiene mucha influencia y ninguna simpatía por los Cylons. Puede conseguir nueva información para vosotros si le decís que vais de parte de Sin.
Sam se quedó en silencio un momento mientras tomaba otro largo trago de su vaso. - Deberías haber hecho que te diera esto el día que me trajiste aquí. Quizá así no hubiera pasado esto. Sabía que Thiros buscaba más humanos, los Cylons les pagaron para que lo hicieran. Seguro que comprobaron todos los scaners a ver si habían conseguido captar tu señal genética, y descubrieron que eres humano. Esto es mi culpa. Si no me hubieras llevado contigo, probablemente no habrían venido a buscarte, y tu flota podría haber pasado desapercibida. - Sam se bebió el elixir que quedaba en su vaso y se puso en pie, lanzando el baso contra la pared del otro lado de la habitación, observando cómo se hacía añicos. Dio un paso hacia la puerta y luego se detuvo. Le había dicho a Dean que no iba a escapar. - Estaré en “La Mano de dios” si me quieres para algo, si tu comandante tiene alguna pregunta que hacerme. Soy muy bueno respondiendo preguntas, tengo mucha práctica.
Dean había estado asimilando toda la información, y se levantó sobresaltado cuando el vaso se estrelló contra la pared. - Sam. - Se acercó a él y le agarró del brazo, haciendo que le mirara. - Sam, si no hubieras accedido a venir conmigo, te habría noqueado, habría hecho lo que fuera para sacarte de allí. Esto no es culpa tuya ¿me oyes? - Hizo un gesto con la cabeza hacia el disco sobre la mesa. - Eso, gracias por eso. Nos ayudará a salir del área. Vamos a dividir a parte de la flota, a enviarlos por delante… las naves más rápidas. - Era un procedimiento estándar para cuando había peligro inminente de un ataque Cylon. Pasara lo que pasara, los humanos, al menos algunos humanos, sobrevivirán y seguirían su viaje para encontrar la tierra, la decimotercera colonia. Dean se humedeció los labios. - ¿Vienes conmigo?
Sam soltó un pequeño resoplido y desvió su mirada al suelo. Lo único que quería era ir a perderse en La Mano de Dios y esconderse de todo y de todos. Sabía que Dean iba a llevarle con el Comandante Adama. Mierda, ¿quién sabía lo que tenía en mente el comandante? a lo mejor llamaba a todos los pilotos a una reunión y hacía que Sam les diera una conferencia. John habría llamado a los capitanes y al coronel Alexis y habrían estudiado los informes. Sam no estaba seguro de no haberse olvidado nada, después de todo, solo había tenido un par de centars, y probablemente había detalles que se le ocurrirían más tarde, pero había incluido los hechos más importantes que podían ayudar a la estrategia de la flota. Pensándolo de Nuevo, se dio cuenta de que Sin había estado muy atento a la hora de recopilar información de todo tipo, incluida la referente a los Cylons. Sin siempre se decía a sí mismo que era para poder satisfacer mejor a sus clientes, pero ahora Sam se preguntaba si no era una parte de sí mismo mostrándose a través de Sin, el piloto de combate, ávido de cualquier información que pudiera conseguir sobre la región.
- Sí. - Dijo Sam finalmente. - Probablemente recuerdaré más cosas sobre la marcha, pero es es un boceto por ahora. Puedo dar muchos más detalles de cada cultura si quieres, pero no creo que necesites saber cosas como quién ganó la liga de campeones de navegación en la isla de Trinasa. La política si que podría ser útil, y también puedo hablar y leer un montón de idiomas. A Thiros no le gusta que los clientes tengan que usar sus languatrons durante el sexo si no hablan el lenguaje común. Además, el traductor a veces no recoge los matices, y eso puede ser un inconveniente durante el sexo.
Realmente, lo único que Dean escuchó fue el “si”. No lo esperaba en absoluto. Lo que esperaba era una pelea, o una negativa, igual que cuando Sam se había negado a ir al médico. Agarró a Sam de la camisa y tiró de él para envolverle en un abrazo, apoyando la barbilla sobre su hombro durante un momento. Aquel era el piloto de combate, el héroe del que había oído hablar tanto mientras crecía. Levantó la cabeza y pegó su boca a la de Sam, besándole. Se suponía que iba a ser un beso corto y suave. Un agradecimiento. Una muestra de la felicidad de Dean.
Sam se sorprendió por el gesto de Dean, por su abrazo, por el beso. Respondió al beso abriendo su boca, sintiendo como todos sus miedos y su culpa brotaban desde su interior, y se agarró a Dean con fuerza.
Una vez que sus lenguas se encontraron, el fuego recorrió el cuerpo de Dean, que empujó a Sam contra la puerta. Quizá fuera el estrés de los últimos centars, el dolor por la pérdida de un piloto, su preocupación por Michael… o quizá simplemente fuera la química, pero lo único que sabía Dean era que necesitaba aquello, en ese mismo instante. Se pegó al cuerpo fuerte y duro de Sam, sujetando su cara con una mano, moviendo su boca sobre la de Sam como si no fuera a haber un mañana.
La pasión de Dean encendió a Sam. Estaba tan jodidamente asustado. Asustado porque había estado a punto de perder a Dean, asustado de presentarse frente a un comandante para informarle, asustado de recibir otro castigo por no haber dado toda aquella valiosa información nada más llegar. De pronto le invadió el dolor por ver a John saludar a Dean como siempre había saludado a Sam, por no ver caras conocidas entre los pilotos de combate, por saber que había víctimas mortales y que los Cylons podían volver en cualquier momento y que Dean podía no tener tanta suerte esa vez.
Se besaron hasta quedarse sin aliento, sus manos recorriendo y acariciando el cuerpo del otro, calmando el dolor. Cuando finalmente se separaron en busca de aire, Sam miró a Dean a los ojos y vio el peso con el que estaba cargando, un peso que él conocía muy bien.
- Vamos. - Dijo Sam mientras pasaba sus dedos por el pelo de Dean suavemente en un esfuerzo por tranquilizarle. - El comandante ya ha esperado su informe durante bastante tiempo. Y después… pase lo que pase, voy a necesitar que me hagas el amor de verdad. Eso suponiendo que Sin no resucite si entro en pánico. Pero no creo que debamos presentarnos delante del comandante sudando y oliendo a sexo ¿verdad?
- Tío, eres un aguafiestas. - Dijo Dean sacudiendo la cabeza, citando de forma inconsciente a su padre, que encajaba mejor en la descripción pero había llamado eso a su amigo Sam muchas, muchas veces. - Sí, el informe primero, el sexo después. Y que no te de un ataque de pánico, no después de una promesa como esta. - Añadió Dean inclinándose y rozando sus caderas contra las de Sam para dejar claro de qué estaba hablando. Tras provocar un gemido por parte de Sam, se apartó y se dirigió a la mesa de centro para coger el disco, sin dejar de mirar a Sam en ningún momento. - Tienes cara de que te hayan estado comiendo la boca sin compasión. - Dijo aclarándose la garganta. Tenían una guerra en la que pensar.
- Lo mismo digo. - Dijo Sam arreglándose un poco el pelo y secándose la humedad de sus labios con un dedo. Le lanzó una sonrisa a Dean y se metió el dedo en la boca por un momento, encantado con la expresión que vio en la cara de Dean antes de sacarlo. - No soy un aguafiestas. John me jodió la diversión más veces de las que yo… - La voz de Sam se desvaneció y este apretó la mandíbula. - Sí, una guerra. Tú por delante, Capitán. - Dijo finalmente girándose y dirigiéndose hacia la puerta, sintiendo la mirada de Dean sobre él en todo momento. Mierda. No quería ir al puente, ni a la sala de guerra o a donde fuera que tuvieran que ir. Tenía más sentido que ellos estudiaran su información y luego le hicieran preguntas, pero sabía lo que iban a querer de él. El comandante iba a querer un informe verbal sobre las bases de los Cylons, puestos de espionaje, y cualquier tipo de operación que conociera del enemigo. Era la forma más eficiente de comunicar toda la información, y luego podrían estudiar su informe al detalle y acudir a él de nuevo para cualquier aclaración.
3 Centars más tarde
Sam se alegraba de haber vuelto al apartamento. Allí se sentía a salvo. Shadow pidió atención en cuanto llegaron, así que Sam pasó un rato tirándole la pelota de goma espuma, y jugando con la cuerda mientras el gatito la perseguía. Shadow era una buena distracción para apartar su mente de los últimos tres centars que había pasado en la sala de batallas, con el comandante Adama, el coronel Tigh y Dean. Usando la carta holográfica de estrellas, Sam había guiado a los tres hombres a través de los sectores, señalando los puntos en los que sabía que había Cylons, donde sospechaba que los había y donde estos tenían aliados. Señaló también los puntos en los que la flota podría encontrar ayuda de aquellos que no apreciaban a los Cylons, y le facilitó a Adama el código de contacto de Bistronea, diciéndole que él podía contactar con ella si lo deseaba.
Parecía como si hubiera pasado una eternidad en aquella habitación. Dean había tenido que sacarle de sus recuerdos a cada rato, cada vez que su mente intentaba desconectar. Recuerdos de haber sido interrogado por los Cylons, o por sus dueños, y recuerdos de momentos que había pasado en una habitación similar a aquella, informando al comandante John. Las imágenes se mezclaban con el presente y su mente se perdía por un momento, pero Dean había conseguido que no volviera a “transformarse” en Sin. A duras penas.
El comandante Adama tenía muchas más preguntas, pero le había dicho a Sam que se pondría en contacto una vez revisara el informe, pero aunque dejó marchar a Sam, le ordenó a Dean que se quedara con él, lo que no le hizo precisamente feliz. Estaba bastante alterado por todo el jodido asunto, y tener a Dean a su lado, siempre parecía ayudarle.
Sam pasó en su camino por el área médica, donde fue informado de que Michael seguía estable pero dormido, y que se esperaba una recuperación total del teniente, aunque tendría que seguir allí durante al menos una semana. Los médicos podían curar los huesos, y reducir los hematomas, pero los daños causados a los tejidos blandos eran difíciles de reparar, y necesitaban tiempo para terminar de curarse.
Shadow estaba contenta de verle, y Sam tenía que admitir, que el gatito que había comprado Sin le tranquilizaba en cierta manera. Sí, solo era un robot, pero actuaba como un gato, parecía un gato, y su tacto era igual al de un gato. Aunque Sam sabía que era solo programación, el gatito se había apegado a él, y parecía adorarle, y Sam realmente necesitaba algo tan simple como el amor incondicional de un animal.
Finalmente renunció a esperar a Dean y se obligó a comer algo ligero. Sabía que probablemente le vendría bien ir a hacer algo de ejercicio, pero simplemente no podía enfrentarse a otra gente en ese momento, a extraños. Aún peor, si la gente le reconocía como Sin, seguro que querían hablar con él, y él no quería. Definitivamente no quería hablar. Quería que Dean volviera, quería asegurarse de que el capitán cenaba algo, y luego… luego necesitaba sexo. Sexo duro, desesperado, devorador.
La puerta sonó y Sam levantó la mirada con el ceño fruncido. Maldita sea, quería que Dean volviera ya. Con un suspiro, se puso en pie para dirigirse a la puerta. Probablemente sería uno de los miembros del escuadrón de Dean. Más valía que no fuera una de sus chicas. En lo que a él concernía, Dean era suyo ahora, y no estaba dispuesto a compartirlo. Mentiría a la chica, o haría lo que hiciera falta para convencerla de que no volviera.
Abrió la puerta y su mirada color avellana se nubló por un instante. No esperaba ver a su ex comandante al otro lado de la puerta, y se quedó mirándole sorprendido.
El ojo izquierdo del comandante John tembló ligeramente, pero esa fue la única señal de sorpresa que mostró. - Sam. - Durante el silencio que siguió, aprovechó para estudiar a Sam. Era tal y como John le recordaba, solo que no tenía su sonrisa fácil, ni el brillo amable en sus ojos. - Hablemos. - Dijo en voz baja pero con la firmeza de todas las órdenes que había dado en su vidaaquel hombre que solía llamar amigo.
CAPÍTULO 14b