Título: The Winning Scenario
Autores:
virtualpersonal y
brimstonegold Traducción: asisigallo
Art:
inanna_maat Pairing: Sam/Dean, AU (en un mundo futuro de fantasía & no hermanos)
Fandom: SPN (AU) / BSG (original)
Ratings/Warnings: NC 17, bondage suave, hurt/comfort, non-con.
Summary: Disfrazado como un comerciante durante una misión de recopilación de información en una estación de juego y placer, el capitán Dean gana el gran premio. Sorprendido de saber que su premio incluye una noche de placer con un esclavo, está dispuesto a rechazar los servicios de este, hasta que se entera de que el esclavo es humano. De ninguna manera dejará a uno de su especie atrás, nunca. El esclavo sexual, Sam, tiene sus propios secretos. La tortura Cylon y el condicionamiento para hacer de él un producto apto para el comercio de esclavos, le han arrebatado la mitad de sus recuerdos, y le provocan pesadillas y problemas psicológicos. Si hubiera sabido que Dean era un piloto colonial, jamás se habría ido con él, y jamás se habría acercado siquiera a donde estaba destinado, la estrella de combate Galactica.
Enlace al fic original:
http://virtualpersonal.livejournal.com/241801.html Capítulo 1a,
Capítulo 1b,
Capítulo 2a,
Capítulo 2b,
Capítulo 3a,
Capítulo 3b,
Capítulo 4a,
Capítulo 4b,
Capítulo 5a,
Capítulo 5b,
Capítulo 6a,
Capítulo 6b,
Capítulo 7a,
Capítulo 7b,
Capítulo 8a,
Capítulo 8b,
Capítulo 9a,
Capítulo 9b,
Capítulo 10a,
CAPÍTULO 10 (Segunda parte)
Al llegar al ascensor, Sam se colocó en el fondo de este, asegurándose de que Dean se quedara delante de él con un simple “Por favor”.
No voy a discutir. - respondió Dean, no satisfecho, pero tampoco tan tenso como antes. Las puertas se abrieron y siguieron por los pasillos hasta llegar al apartamento. En cuanto la puerta se abrió en respuesta a las órdenes de Dean, Sam entró rápidamente y sintió que la tensión prácticamente se evaporaba de su cuerpo. Se sentó en la silla junto a la mesa, rodeándose el cuerpo con los brazos, como si de pronto todo lo ocurrido volviera a su cabeza. - La ambrosa está debajo de la cama.
Dean miró fijamente a Sam y luego parpadeó. Era como si le hubiera dado una orden. Una buena señal, pensó mientras se dirigía a la habitación a por la bebida.
Una bola de pelo prácticamente se lanzó sobre el regazo de Sam maullando y haciendo cabriolas felizmente. Sam se sobresaltó un momento, y luego cogió el gato y lo sostuvo contra su pecho, sonriendo al escuchar su ronroneo.
Poco después, Dean estaba sentado en el sofá, junto a Sam, con dos vasos llenos. - Toma. Bebida “de verdad” - bromeó intentando aligerar la tensión de Sam. Al menos el gato parecía estar ayudando en eso. Tomó un sorbo de su vaso y observó a Sam hasta que este hizo lo mismo, y luego habló en voz baja. - ¿Hay algo que quieras decirme? O… si quieres puedo empezar a hablar yo y puedes interrumpirme cuando quieras. Lo qué tú prefieras que haga Sam… Sin… eh… tú. - La broma no hizo mucho efecto, pero lo estaba intentando.
- Prefiero Sin. Y en realidad no tengo nada que decir. Ya lo has oído. A no ser que quieras la historia con más detalles. - dijo Sam acariciando el gato y bebiendo ambrosa. Esta era de verdad, y estaba saboreando cada trago.
- No. No quiero nada que tú no quieras darme. - Respondió Dean. De pronto, un recuerdo le golpeó y volvió a mirar a Sam. - Nos conocimos una vez ¿sabes? Creo que yo tenía unos cinco o seis años. Recuerdo que ibas con uniforme y… me revolviste el pelo y me diste… era un pin de una nave de combate. - Parpadeó recordando el momento. - Pero probablemente no lo recuerdes. - Aunque la mente de Sam no hubiera estado destrozada, estaba seguro que conocer a un niño pequeño no le habría impresionado con veintitantos años que tenía entonces.
Sam pensó por un momento y asintió con la cabeza. - Lo recuerdo. Tenías los ojos más grandes que un niño puede tener. Genial, ahora me siento como un pedófilo. - dijo sonriendo ligeramente.
Dean le miró alucinado. Abrió la boca para hablar y luego la volvió a cerrar. Luego tomó un trago todavía mirando a Sam. - Puedo llamarte papi o… puedes olvidarte de mí, no quisiera que te sintieras… sucio. - Después de haberse sobrepuesto, Dean estaba haciendo su propia broma.
Sam casi soltó una carcajada al ver la expresión de Dean, pero con lo que dijo después, se ganó una mirada asesina. - Llámame papi y el “abuelo” Sam te hará llorar. Una y otra vez.
- El abuelo Sam. El abuelo Sammy… - Dean sopesó las opciones. - Tendremos que probarlo durante un tiempo.
- Te follaré con la lengua delante de tu padre. - Le amenazó Sam.
- Abuelo. - Dean levantó una mano en señal de rendición, pero miró a Sam detenidamente. - Estaba increíblemente calmado y alegre, como si nada hubiera pasado. - Ignorarlo no va a ayudarte ¿sabes? - dijo terminando la ambrosa que quedaba en su vaso y dejándolo sobre la mesa. - Mañana va a llegar de todas formas.
Sam miró a Dean un momento, sin saber cómo contestar a aquello. Finalmente, dijo en voz baja. - El mañana siempre me asusta. Mañana los Cylon podrían torturarme. Mañana los Cylon podrían volver a congelarme, quizá durante décadas, quizá para siempre. Mañana podría terminar con uno de mis clientes sádicos. Ya te lo he dicho. Presente. Solo el presente. Es la única forma de que pueda mantenerme cuerdo. Es la única forma de que no me meta una pistola en la boca y me vuele los jodidos sesos. - Soltó un pequeño resoplido. - Y no es que me hayan dado la oportunidad alguna vez, si no… lo habría hecho.
- Echaría de menos tus jodidos sesos. - Dijo Dean inclinándose hacia Sam y rodeándole con sus brazos. - De verdad. - Insistió, acariciando la espalda de Sam y besándole la frente mientras Sam finalmente se relajaba apoyado en él, al menos externamente. - Mañana, nada va a hacerte daño. Mañana, yo iré a trabajar, luego volveré, comeremos, y te llevaré al médico. Creo que tendrás muchas más cosas que decir… de las que hablar. Y luego tú y yo volveremos aquí, igual que lo hemos hecho hoy. - Los médicos le habían dicho a Sin… Sam, que necesitaba una rutina. Estaba claro que había cometido un error llevándole fuera y enfrentándole a una nueva situación.
Sam suspiró en los brazos de Dean. Quería creer. De verdad que quería. - Claro Dean. - dijo como siempre que no creía pero sentía que debía estar de acuerdo. Si al menos el collar le dejara suicidarse… - Todo estará bien.
- Vale, entonces… ¿qué piensas tú que va a pasar mañana? - preguntó Dean con un suspiro. - Yo te he dicho mi verdad, dime tú la tuya. - No sabía cómo podía llegar a Sam, quizá no podía ser con palabras, quizá era el momento de demostrárselo. Quizá era la única opción.
- Como has dicho, tú irás a trabajar, luego volverás. Iremos al médico. Les diré lo que quieren oír. Luego volveremos y tú volverás a tu oficina. Y luego volverás. - dijo Sam. Se apartó de Dean y terminó la ambrosa que le quedaba mientras acariciaba al gato que estaba acurrucado a su lado.
Dean observó a Sam durante un rato y luego cogió la botella y volvió a llenar los dos vasos. Después de que Sam hubo bebido un sorbo, puso una mano sobre su muslo. - ¿Cómo puedo ayudarte a creer que eso es cierto?
Sam pasó su mano por el pelo de Dean. - Cuando no haya una multitud en la puerta. Cuando los guardias no estén esperando para llevarme. Yo no… no pueden encerrarme otra vez, Dean. Por favor, solo… entiéndelo.
- Si hay una multitud, Sam, será para celebrar que estás aquí. - dijo Dean humedeciéndose los labios. - ¿Sabes que estás en los libros de historia? Si recuerdo bien mis libros del instituto, tú estabas en la parte de los héroes. No… déjame hablar, déjame decirte solo una cosa. Puedes decidir por ti mismo si quieres creer lo que te diga o no. - volvió a humedecerse los labios. - ¿Sabes cuánto es el máximo que un humano ha sido capaz de soportar la tortura Cylon? Quiero decir, antes de que tú fueras capturado. Cinco días. ¿Sabes cuál es el record después de que tú fueras capturado sin incluirte a ti? Ocho días. Sin… Sam, ¿sabes cuánto tiempo aguantaste tú? Catorce jodidos días. El tiempo suficiente para evacuar las colonias exteriores. El tiempo suficiente para que la flota saliera al espacio y bloqueara el paso a otros mundos habitados. El tiempo suficiente para poder cambiar los códigos, y para que la gente se diera cuenta de que los Cylons podían atacar de nuevo y llegar a sus colonias natales, que la… que la guerra se estaba convirtiendo en algo mucho más poderoso. Algunos lo entendieron, pero la mayoría, todavía no podían aceptar que algún día podía haber un intento de destrucción total por parte de los Cylons. La operación Cylon para exterminar a la humanidad llegó 20 yahrens después de la captura de Sam del clan Wesson. Ese es el ataque conocido como la destrucción final.
Dean sabía que Sam podía rechazar todo aquello, pero era la simple y llana verdad. - Mañana, puedes buscar lo que he dicho en el ordenador. Busca tu nombre.
Sam levantó su mirada hacia Dean. - Mi nombre es Sin. - dijo. - Y si busco mi nombre, pondrá que soy un nuevo esclavo sexual recién llegado. - Sam dio varios sorbos a la ambrosa y la saboreó un momento. Sin. Solo quería ser Sin. - Sam está muerto. Se ha perdido. Se ha quedado atrás y es lo mejor. Sam era débil, patético, y estaba roto. Sin… Sin puede ser feliz. Puede amar a alguien. Puede tener sexo increíble y disfrutar cada instante de él. Puede sonreír y reír y tener un gato. Sin puede aprender a no tener miedo, puede curarse. - Dijo suplicándole a Dean con la mirada. - Por favor, déjame ser Sin. Déjame ser tuyo.
Dean se acercó y cogió la mano de Sam. - Sin es genial, es divertido, es sexy, es… una máquina de crear problemas. - Dijo sonriendo. - Pero no está completo, no sin Sam. Cuando encuentre a su Sam interior, entonces estará en paz… y entero. Quiero que estés entero y cómodo en tu piel. Puedes ser los dos, Sin y Sam… tú puedes.
- Pero… yo no quiero volver a ser Sam nunca más. - dijo Sam en voz baja. - Puedo estar completo como Sin. Te juro que puedo. - Sam apretó la mano de Dean. Sentía que el miedo se apoderaba de él. Todavía estaba seguro de que los guardias estarían llamando a la puerta en cualquier momento, buscando a Sam. Pero Sin podía estar a salvo de ellos.
- Hablaremos de ello con los médicos ¿vale? Ahora… has tenido un shock. Yo… yo no sé muy bien qué hacer con eso tampoco. Dejemos que los profesionales lo manejen. Ahora… ahora tú estás a salvo, conmigo. Yo me preocupo por ti… mucho, y nada va a hacerte daño. Lo prometo. - Dijo Dean con la voz ronca por la emoción que le provocaba el miedo que veía y sentía en Sam.
Sam asintió lentamente. Tenía sentido, y si Dean decía que iba a protegerle, lo haría. Le había rescatado de Thiros. Le había rescatado del psiquiátrico. Había cuidado de él y le había protegido hasta ahora. - Te creo. - Dijo con voz suave, apoyándose en Dean y dando otro sorbo a su ambrosa. - No te olvides que me has prometido un buen elixir cuando terminemos esta botella. - Le recordó a Dean. Quería beber esa noche. Beber mucho. Beber lo suficiente para poder olvidarlo todo durante un tiempo.
Dean se rió. - Si su alteza. Espero que esté a su nivel. - Hizo todo lo posible para que las cosas parecieran normales, aunque estaba claro que no lo eran. Finalmente, se quedaron en silencio y bebieron. Habían terminado la ambrosa, y el elixir estaba en las últimas, y entonces Dean dio por terminada la noche. - Hora de ir a dormir, vamos Si… Sa… tú.
Ayudó a Sam a levantarse, aunque él tampoco tenía demasiada estabilidad, y los dos fueron a trompicones hacia el dormitorio quitándose algo de ropa. - Buenas noches. - murmuró empujando a Sam hacia su cama y luego dejándose caer en la suya, sin camiseta, pero sin molestarse en quitarse los pantalones. La mañana siguiente no iba a ser nada agradable.
Sam se tambaleó hacia su cama y luego vio la pequeña bola de pelo. Shadow había perdido toda la esperanza de que Sam jugara con él, y había vuelto a la habitación para tumbarse hecho una pelota sobre la almohada de Sam. Sam miró al gato, balanceándose sobre sus pies. No quería molestar al pequeñín, que parecía totalmente feliz allí acurrucado. Se giró y se tambaleó hacia la cama de Dean, dejándose caer a su lado. No había estado tan borracho en… yahrens. En Thiros no le dejaban emborracharse así, le habrían dado alguna droga para mantenerle sobrio. No se le había ocurrido pensar que allí no las tenía. Resaca. Probablemente se iba a levantar con una resaca, y eso casi le hizo reír. Sí, muy humano.
Dean gimió. - Tienes tu propia cama. - ¿Es que había hecho que la llevara a su apartamento para nada? Sintió el cuerpo de Sam acurrucándose detrás de él, y se rindió. - Mañana… en la tuya… - murmuró recostándose hacia atrás buscando el calor de Sam, porque estaban encima de las mantas.
- Mmhhmm - murmuró Sam en el cuello de Dean mientras rodeaba con su brazo la cintura del piloto y tiraba de él para acercarle más.
Tenía mucho frío. Estaba completamente vestido, pero incluso con la camisa de manga larga y la capa oscura, todavía tenía frío. ¿Por qué estaba esperando él solo en aquella habitación? Ni siquiera tenía una silla. Escuchó una risa al otro lado de la puerta y sonrió. ¡Johnny! Golpeó la puerta y cuando esta no se abrió gritó. - ¡John! ¡Vamos John, déjame salir de aquí! ¡Me estoy jodiendo de frío aquí dentro!
La puerta se abrió. - ¡Por fin! - dijo Sam, y el comandante John apareció en la puerta con su uniforme azul, y un Cylon a cada lado.
- Capitán, ¿qué coño estás haciendo? - Le gritó John.
Sam le miró sorprendido y confundido. ¿Qué estaban haciendo allí los Cylons? ¿Por qué estaba su comandante con esos monstruos? - Esperándole comandante. - dijo Sam.
Una mueca se dibujó en la cara de John. - ¿Por qué iba yo a quererte de vuelta, pequeño cobarde llorón? - Dio un paso adelante y le arrancó la capa, los indicadores de su rango e incluso la insignia de piloto y las tiró a un lado. - No mereces ensuciar ese uniforme. Quítatelo. Ahora.
Sam empezó a hacer lo que el comandante le había dicho, y entonces Marchielle se colocó junto a John y le susurró algo al oído. John asintió. - Está bien. ¿Por qué no te desnudas de la manera adecuada, esclavo?
De pronto, estaba en Thiros, bailando mientras se quitaba la ropa. Los Cylons y Marchielle le miraban, mientras John se reía de él con algunos de sus amigos, señalándole. Una vez que se hubo desnudado por completo, se encontró en medio de una habitación, con los brazos estirados y Marchielle detrás de él, golpeando su espalda con el látigo láser una y otra vez, mientras los Cylons le exigían que les dijera los códigos para anular las redes de defensa del planeta Sharonne en el anillo exterior. Vio a Dean de pie junto a John, hablando con él y riéndose.
- ¡Dean! ¡Ayúdame! ¡Por favor, Dean! - Suplicó mientras sentía el láser golpeando su espalda una y otra vez y los Cylons se volvían más exigentes. Luego le empujaron al tubo de criogenización, mientras los pilotos de combate seguían allí de pie, hablando y riéndose. - ¡Amo! - Gritó Sam. - Sálvame. No me abandones. ¡No me abandones, amo!
Los gritos y los movimientos despertaron a Dean. Le costó unos segundos despertarse lo suficiente para darse cuenta de que Sin… Sam, maldita sea… estaba soñando. Estaba teniendo una pesadilla. - Sam. - Usó su nombre real mientras se inclinaba sobre él y le sacudía el hombro. - Sam, estoy aquí. Despierta… es solo una pesadilla, estoy aquí contigo. - Al oírle utilizar la palabra “amo”, y sabiendo que le estaba llamando a él, le sacudió más fuerte, y luego se inclinó y le besó. - Estoy aquí, Sin… estoy aquí. - Dijo entre beso y beso, intentando sacarle del lugar en el que su mente le tenía atrapado.
Tan frío… tan jodidamente frío… pero unos labios cálidos rozaban los suyos… Ya no estaba en la cámara de criogenización solo.
No… ellos no pueden tenerte. - Suplicó Sam. - Él te dejará salir. John no te dejaría. Vete. - Sam empujó al pequeño Dean que veía pegado a él mientras le empujaba para que se alejara. - ¡Sálvate tú, por favor!
Pero el pequeño creció delante de sus propios ojos, convirtiéndose en un adolescente, luego vestía un uniforme de cadete, luego uno de piloto de combate, y finalmente el de capitán. Dean le acarició la cara y Sam negó con la cabeza. - Soy un monstruo, amo. Déjame. No merezco ser salvado. Yo les maté, les maté a todos.
De pronto estaban en una campa, con el cielo azul sobre sus cabezas. Cuerpos, retorcidos, quemados, rotos, descuartizados, estaban apilados a su alrededor. Columnas de espeso humo se elevaban a lo lejos. - Mi culpa. Yo hice esto. - Susurró Sam, sollozando mientras agarraba a Dean esperando que le diera la espalda asqueado y le dejara con los cadáveres.
- No eres un monstruo… ni de lejos. - Respondió Dean a las palabras dolidas, acariciando la cara de Sam, limpiándole las lágrimas. - No voy a dejarte en ninguna parte. No te dejé en Thiros, y no voy a dejarte en donde sea que estés dentro de tu cabeza, ¿me oyes Sin? ¿Puedes sentirme? - preguntó rodando para colocarse más encima de Sam, pegándose a él. - Esto es real, tú… yo… en la cama. Esto es real, no lo que estás viendo.
Dean no se fue. Dean le sujetaba, acariciaba su cara, pasaba los dedos por su pelo. Estaban otra vez en la suite en Thiros, pero podía oír a alguien golpeando la puerta mientras los muertos gritaban acusaciones contra él.
- Me odian, amo. Me odian por traicionarles. - Susurró, pero empezó a devolverle el beso a Dean de forma indecisa. - ¿Tú me odias, amo? Quiero que tú me quieras. Por favor, perdóname. Por favor… quiéreme, amo.
- No. No te odio, nadie te odia… nadie. - Dean le hablaba mientras seguía besándole una y otra vez, deslizando una mano debajo de su cabeza y levantándola mientras le besaba más fuerte, apretando su boca contra la de Sam. - No hay nada que perdonar, créeme cariño. - Repitió abriendo con su mano libre la camisa de Sin. - Dime que me crees.
La forma en la que Dean le besaba… no pudo evitar devolverle el beso. Podía sentir las manos de Dean sobre él, manos cálidas. ¿Nadie le odiaba? Pero él les había oído, gritando, pidiendo su sangre. Un sollozo subió hasta su garganta y las lágrimas empezaron a resbalar por su cara, mientras sus propias manos empezaban a acariciar el cuerpo de su amo.
- Yo les oigo. Me quieren muerto. Pero tú estás aquí. Tú no me vas a abandonar. No me dejes nunca…
El velo de la pesadilla empezó a levantarse, y Sam se encontró en los brazos de Dean. Abrió los ojos y a pesar de que estaba oscuro, pudo distinguir la cara de su amo. - Amo. - Dijo con un suspiro. Apretó a Dean contra él y selló su boca contra la del piloto, besándole de forma desesperada y llena de necesidad, mientras los horribles miedos que la pesadilla había levantado intentaban ahogarle.
Gimiendo, Dean empezó a follar la boca de Sam con su lengua, sabiendo por cada respuesta, por cada movimiento de su cuerpo bajo él, que aquello era exactamente lo que Sam necesitaba en ese momento. A la vez que hundía su lengua en la boca de su amante, saboreando el alcohol, saboreando a Sam, empujó sus caderas hacia abajo, embistiendo contra él, juntando sus entrepiernas. El calor inundó su sistema, y sus propias reacciones necesitadas le hicieron dudar de la pureza de sus intenciones. - Estoy aquí… aquí. - siguió repitiéndole a Sam.
Tanteó el pecho de Sam, sus hombros, sus brazos, y luego trazó el contorno de su cuerpo, las líneas de sus músculos a lo largo de sus costillas, su cintura. Deslizando una mano entre sus cuerpos, Dean empezó a soltar los pantalones de Sam. - Te necesito aquí. Vivo. No muerto, Sin. Vivo y conmigo.
- Vivo. - Murmuró Sam. - Tuyo. Siempre tuyo, amo. - Sam gimió, empujando contra el miembro duro de Dean hasta que sintió sus manos en sus pantalones. Estiró su mano y empezó a hacer lo mismo con los de Dean, incluso en su estado ebrio y desorientado, sus dedos sabían exactamente lo que tenían que hacer. Siguió besando a Dean, saboreando la punta de su lengua dentro y fuera de su boca mientras gemía. - Te quiero… dentro de mí… te quiero. - suplicó entre besos. Acarició la polla de Dean por encima de su ropa interior, poniéndole lo suficientemente duro como para que pudiera entrar dentro de él sin esperar más, y mientras, se retorció y se levantó para ayudar a quitarse los pantalones.
Respirando de forma entrecortada sobre la cara de Sam, Dean bajó los pantalones de los dos hasta las rodillas. Debería habérselos quitado del todo, pero realmente no podía, se encontró empujando contra la mano y el muslo de Sam, necesitando la presión de tal manera que no podía esperar. - ¿Estás…? - Apretó los ojos y gimió cuando Sam aumentó la presión de su mano, haciéndole necesitar cien veces más. - Sin, ¿estás aquí conmigo? - preguntó besando la garganta de Sam, agarrando su mandíbula y moviéndole para que le mirara. - ¿Me ves? ¿Cómo me llamo? ¿Cómo me llamo, cariño?
- Estoy aquí, amo. - Se esforzó por entender la terrible cascada de recuerdos que se mezclaban en su mente. - D-Dean. - dijo finalmente. - Dean.
Sam echo hacia atrás su cabeza mientras los labios de Dean besaban su garganta. - Nngghh. - gimió. - Tómame. Tómame ahora, Dean. - Suplicó.
Dean intentó posicionarse y luego soltó una maldición. - Mierda. - Los pantalones le estorbaban. - Gírate. - dijo levantándose un momento para dejar que Sam rodara sobre sí mismo y luego levantando la camisa de su espalda. Se colocó sobre él, con un brazo bajo el cuerpo de Sam, cruzando su pecho y sujetándole por el hombro, y empezó a besar su cuello mientras alineaba su polla con él. Cuando la punta presionó suavemente contra el agujero de Sam, Dean gimió. Ninguno de ellos podía esperar para dilatar a Sam, e incluso si se obligaba a sí mismo a hacerlo, la manera en que Sam estaba empujando con su culo hacia atrás… intentando meterle prisa, sabía que iba a ser imposible ir despacio.
Usando sus rodillas como apoyo, Dean empezó a empujar dentro de Sam, mordiéndose el labio interior mientras pasaba el estrecho aro de músculos y se encerraba en el calor de Sam. Su polla, latiendo de forma casi dolorosa, le hizo gemir contra la oreja de Sam. - Vamos a casa… a casa juntos. - Susurró sacando una parte de su polla y luego empujando sus caderas bruscamente, hundiéndose profundamente. Sam tenía que estar allí con él, viviendo el momento.
Nada más sentir la polla de Dean en su entrada, Sam relajó su esfínter, aunque sin lubricante iba a sentir algo de dolor de todas formas. Quería que doliera, quería que su amo lo sintiera todo, el placer de tomarle de esa manera, pero sin provocar ningún daño. Tenía demasiada experiencia para dejar que eso sucediera. Lo único que quería y necesitaba en ese momento, era sentir como Dean entraba en él. El aliento caliente de Dean contra su oreja, las palabras y promesas de un hogar… eso significaba estar a salvo… significaba amor.
Gimiendo y asintiendo con la cabeza, empujó hacia atrás con cada embestida de Dean, con su propia polla dura y preparada. Sentía la tensión y la necesidad de su amante, su amo, y todo su entrenamiento entró en juego. Apretó la polla de Dean, contrayendo sus músculos interiores cada vez que el piloto se enterraba profundamente. Cabalgó a Dean, pero alargando el momento, sintiendo el sudor en el pecho del piloto mientras se movía dentro y fuera. Su propia desesperación se reflejaba en su amante, y sus gemidos llenaban la habitación. Empujó más fuerte a Dean, y más rápido, hasta que supo que este estaba al límite. Entonces embistió con fuerza hacia atrás y apretó, sintiendo la recompensa del semen de Dean llenándole, a la vez que él también se corría en perfecta sincronía.
Gritando el nombre de Dean, Sam empujó contra él sin piedad, sin dejarle parar todavía, deseando sentirle por segunda vez, deseando oírle llegar a un Segundo orgasmo. Deseando llevar a su amante a casa.
Dean sintió una nueva oleada de calor intenso atravesándole, y con un grito de sorpresa, empezó a follar otra vez, empujando sus caderas con una sola idea en su mente, clavando sus dedos en Sam, sujetando sus cuerpos pegados el uno al otro. Con los ojos cerrados, de pronto Dean sintió que sus pelotas se tensaban otra vez. - Sin. - Jadeó, a la vez que su cuerpo se estremecía y se corría otra vez profundamente dentro de su amante, llenándole, gimiendo mientras Sam seguía apretando su polla ahora hipersensible. - Muchos trucos debajo de la manga… mucho… - murmuró contra el hombro de Sin, besándolo mientras esperaba que su cuerpo poco a poco volviera a recuperar el control.
Sam sonrió cuando consiguió que Dean se corriera por segunda vez, y su cuerpo respondió también. Con Dean encima, no sentía tanto frío, pero cuando el piloto finalmente salió de él, inmediatamente echo de menos la conexión íntima. Se giro en los brazos de Dean y le beso todavía rozando la desesperación. La pesadilla le había sacudido profundamente, y todavía estaba confundido, confuso sobre lo que era real y lo que no.
- Tú eres… eres mi amo, ¿verdad? - Susurró mirando a Dean a los ojos. - No solo un cliente. Estoy en tu casa. A salvo aquí contigo, ¿verdad, Dean? No te vas a marchar… tú quieres tenerme aquí.
Incluso a través de la nube que el alcohol y el sexo habían formado en su cerebro, las palabras de Sam sobresaltaron a Dean, y le hicieron darse cuenta de que debía pensar cuidadosamente la respuesta. Intentó sobreponerse, concentrado en la fuerza con la que Sam le estaba agarrando. - Yo… soy tu amo, tu amigo, tu amante. Soy lo que tú necesites que sea, Sin. Este es mi apartamento, y aquí estás a salvo. Quiero que estés aquí, te necesito aquí conmigo. Y nadie se va a marchar. - Besó a Sin apasionadamente, y luego se dejó caer sobre él, hundiendo la cara en su cuello. - Empújame si soy muy pesado.
- Nunca demasiado pesado. - Sam respiró en su oído y se aferró a él. Las palabras de Dean le habían aliviado y consolado. No estaba seguro de demasiadas cosas en ese momento, pero lo único que necesitaba saber, era que él era de Dean, y que Dean le quería con él. A pesar de que tenía miedo de que las pesadillas volvieran, apenas podía mantener los ojos abiertos, y rezó por que la presencia de Dean las mantuviera a raya.
Dean soltó un bufido, pero no fue capaz de responder nada inteligente. - Buenas noches, Sin. - Dejando que sus ojos se cerraran, Dean se quedó dormido al instante.
El maldito despertador estaba sonando, y por el volumen al que sonaba, Dean sabía que debía llevar un rato haciéndolo, cada vez más fuerte, hasta atravesar el muro de sueño y llegar a su cerebro. Gimiendo, estiró la mano hacia la mesilla y pulsó el botón de apagado. Entonces fue cuando se dio cuenta de qué… no, de quién estaba debajo de él. - Tienes tu propia cama. - Murmuró, sacudiendo la cabeza mientras rodaba hacia un lado. Pero el movimiento no fue tan sencillo como esperaba. Tenía los pantalones puestos, enredados a la altura de sus muslos.
Frunciendo el ceño, Dean se sentó y levantó las sábanas. Los pantalones de Sin también estaban a la altura de sus muslos. Era como si hubieran tenido sexo rápido, como si no pudieran esperar… - Joder. - gruñó intentando recordar.
La desaparición del calor y del peso sobre él, junto con el sonido de la alarma, despertaron a Sam de repente. Inmediatamente se dio cuenta de que tenía resaca. Una resaca. Hacía mucho tiempo desde que había tenido una, y se preguntó por qué no le habían dado los medicamentos para evitarla, si se suponía que tenía que volver pronto a trabajar. Abrió los ojos, y por un momento se quedó confundido. ¿Dónde estaba? Luego vio a Dean y una mezcla de recuerdos explotó en su mente. Pesadillas y realidad se mezclaban y no estaba seguro de lo que había pasado el día anterior. Entonces oyó la palabra molesta de Dean y dio un respingo.
- Sí, Dean. - Dijo obligándose a sentarse. Necesitaba ir a mear, pero si Dean quería sexo, Sam mantendría sus propias necesidades bajo control. Empezó a besar la parte trasera del cuello de Dean, mientras recorría con una mano su espalda y con la otra empezaba a acariciar su pecho, buscando y pezón y dibujando su contorno.
- ¿Sí, qué? - Nada más decirlo, Dean obtuvo su respuesta cuando Sin empezó a besarle y a acariciarle. Incluso con la resaca, sabía encontrar los lugares perfectos. - No, no… Sin. - Mientras le apartaba, de pronto todo volvió a su mente. Sam. Aquel hombre era Sam. El amigo de su padre.
Dean soltó un suspiro y se pasó una mano por la cara. - Lo siento, no me siento muy bien que digamos. Supongo que tú estás más acostumbrado a la ambrosa. - dijo, asumiendo que Sam se encontraba bien por su comportamiento juguetón.
- Estoy acostumbrado a beber, pero también estoy acostumbrado a usar frendalai. El frendalai elimina los síntomas de la Resaca. - dijo Sam confundido cuando Dean se alejó. - Si no te sientes bien, entonces… ¿no quieres follar como habías dicho? ¿Quieres que te pida café y el desayuno?
- Ehh, no… no te he dicho… solo estaba hablando en voz alta. Supongo que tengo que tener cuidado con lo que digo delante tuyo. - dijo Dean riéndose. - Ojalá tuviéramos ese… frendalai. Mi cabeza parece un tambor ahora mismo. - Dejó escapar otro suspiro y empezó a quitarse los pantalones, haciendo una mueca por los restos de su encuentro sexual. - Supongo que los dos estábamos borrachos. ¿Cómo te sientes?
- Tengo algo de frendalai. - Dijo Sam levantándose de la cama y tambaleándose un poco al quitarse los pantalones. Busco su bolsa en el armario y sacó de ella un bote de píldoras. Estaba seguro de que tenía algunas de frendalai con sus pastillas de dormir, porque el exceso de alcohol solía empeorar sus pesadillas. Sacó una pastilla amarilla para él y se la tragó sin agua, y luego le dio una a Dean. - Empezará a hacer efecto en unos cinco centons, y en quince cualquier síntoma de resaca habrá desaparecido., pero tienes que beber un par de vasos de agua tan pronto como tu estómago se asiente.
Después de darle a Dean la pastilla, se dirigió lentamente a la cocina y llenó dos vasos de agua para Dean y se los llevó. Mierda, de verdad que necesitaba ir a mear, y su espalda estaba toda pegajosa por el semen sobre el que había dormido toda la noche. Presionó el botón del comunicador. - Por favor, tráiganos el desayuno, tortitas con fruta fresca, manzanas, salchichas y zumo de kavi. - Tan pronto como hubo hecho el pedido, se dirigió rápidamente al baño y alivió su vejiga, bebió dos vasos de agua tal y como le había dicho a Dean que hiciera, y luego entró en la ducha para lavarse. Tenía que estar limpio para Dean, por si finalmente decidía que sí quería follar.
Sam se había vuelto loco pidiendo semejante desayuno. A Dean se le revolvió el estómago, y se tomó la pastilla con uno de los vasos de agua. Esperaba que funcionara, pero no creía que fuera suficiente para poderse tomar un desayuno completo. Eso sería un milagro.
Poco tiempo después, mientras Sam estaba todavía en la ducha, Dean consiguió su “milagro”. Salió de la cama y terminó de desnudarse. Luego dejó un mensaje grabado que se reproduciría automáticamente cuando llegara su desayuno, indicando que lo dejaran en la mesa de la cocina.
Silbando, llamó a la puerta del baño y entró. - ¿Hay sitio en la ducha para mí? - preguntó. - Estamos un poco… pringosos.
CAPÍTULO 11a