THE WINNING SCENARIO (5b/22) - TRADUCCIÓN

Apr 08, 2011 08:53




Título: The Winning Scenario
Autores: virtualpersonal  y brimstonegold 
Traducción: asisigallo
Art: inanna_maat
Pairing: Sam/Dean, AU (en un mundo futuro de fantasía & no hermanos)
Fandom: SPN (AU) / BSG (original)
Ratings/Warnings: NC 17, bondage suave, hurt/comfort, non-con.
Summary: Disfrazado como un comerciante durante una misión de recopilación de información en una estación de juego y placer, el capitán Dean gana el gran premio. Sorprendido de saber que su premio incluye una noche de placer con un esclavo, está dispuesto a rechazar los servicios de este, hasta que se entera de que el esclavo es humano. De ninguna manera dejará a uno de su especie atrás, nunca. El esclavo sexual, Sam, tiene sus propios secretos. La tortura Cylon y el condicionamiento para hacer de él un producto apto para el comercio de esclavos, le han arrebatado la mitad de sus recuerdos, y le provocan pesadillas y problemas psicológicos. Si hubiera sabido que Dean era un piloto colonial, jamás se habría ido con él, y jamás se habría acercado siquiera a donde estaba destinado, la estrella de combate Galactica.
Enlace al fic original: http://virtualpersonal.livejournal.com/241801.html

Capítulo 1a, Capítulo 1b, Capítulo 2a, Capítulo 2b, Capítulo 3a, Capítulo 3b, Capítulo 4a, Capítulo 4b, Capítulo 5a,


CAPÍTULO 5 (Segunda parte)

- Sé que estabas esperando que yo… Mira, tú y yo no vamos a volver a tener sexo ¿vale? No hasta que te hayas adaptado, y estés listo para ser libre otra vez. Recuerda, desde el principio, cuando nos conocimos, yo te dije que no quería tener sexo con un esclavo. El sexo forzado, no es lo mío, Sin. - No quería hundirle, y sabía que Sin pensaba que el sexo era lo que mejor sabía hacer, quizá lo único que sabía hacer. Era lo que le daba algún valor. - No me malinterpretes, no es porque no lo desee… que no te desee. Mierda… Me he dado una jodida ducha fría porque te deseo, mucho. Es solo que… vamos a ser amigos por ahora, solo amigos, porque no puedo usarte. No lo voy a hacer.

Sam no sabía qué decir. Se quedó sentado en silencio, rumiando las palabras de Dean. - En realidad no recuerdo gran cosa de… ¿Thiros? El entrenamiento hace desaparecer tus recuerdos cuando tienes un nuevo dueño. No estoy seguro de cuántos puedo recuperar, y no siempre tienen sentido. A veces hay momentos de lucidez, como con la película. Siempre iba a ver esas películas el día de su estreno, y siempre llevaba palomitas y dulces. El borrado de recuerdos, es para darle al nuevo dueño algo como un lienzo en blanco, para que haga con él lo que quiera, para que me hagas como tú quieres que sea. No tengo un “yo mismo” que pueda ser, Dean.

Sam cogió aire para darse fuerzas y continuó. - Sé que soy un esclavo sexual. Al menos, para eso me han entrenado. No recuerdo que me compraras, pero sé que soy tuyo. Sé que eres increíblemente sexy, más caliente que el desierto de Borellian, y sé que quiero hacer el amor contigo, y no tiene nada que ver con ser un esclavo sexual. No es un deber, es un deseo. - Miró a Dean un momento y añadió en voz baja. - Y si tú no quieres hacer el amor conmigo, está bien, pero si quieres, no me estás usando. Yo te deseo. - Dejó escapar un suspiro. - Creo que puede que haya una manera de devolverme a lo que era antes de que me compraras. Una clave o algo, porque a veces, la gente quiere lo que ya conoce, y por eso compran a un esclavo en particular. Pero no sé cuál es esa clave ni cómo encontrarla. Yo… yo supongo que desobedecí y por eso se activo el borrado de los recuerdos. No estoy muy seguro de cómo funciona. Sé que quiero hacerte feliz, eso es parte de mi entrenamiento, pero que no me desees, que no quieras hacer el amor conmigo, eso me entristece. Y según el entrenamiento, no debería sentir eso. Solo debería desear lo que tú quieres de mí.

Sam se humedeció los labios. - Estoy aterrorizado de pensar en salir de tu apartamento, y no sé por qué. Es algo… algo de mi pasado, que no tiene nada que ver con el entrenamiento. - Miró a Dean de forma suplicante. - No sé qué ser, Dean. No puedo ser alguien que no recuerdo. Y no puedo quedarme sentado sin hacer nada todo el día. Necesito que me des cosas que hacer, porque no tengo ni idea de qué hacer. Si quieres interpretar eso como que quiero servirte, que necesito esperarte parado, entonces lo siento, pero, - Sam se irguió y miró a Dean un tanto desafiante - creo que un Sin aburrido es una mala idea.

- Nos aseguraremos de que los médicos sepan todo eso. Ellos encontrarán una manera de encontrar ese… tú. - dijo Dean. ”Caliente como el desierto de Borellian” No, no, no. Eso no debería halagarle, su pulso no debería acelerarse al oír esas palabras, al ver el deseo en los ojos de Sin. Sabía que Sin le estaba diciendo la verdad sobre sus deseos, pero estaba igual de seguro de que no sería una situación sana. Hablaría con el psiquiatra… quizá.

Dean sonrió. - Un Sin aburrido es peligroso… apuesto a que sí. Y lo tendré en cuenta. No te voy a dejar tiempo para que te aburras. - Su mente ya estaba trabajando en ello. - Hoy puedes ver películas… - ¿No había dicho que solía ir a los estrenos de las películas de Daekon? Tenía que ser de alguno de los planetas exteriores para que estuvieran tan atrasados con la cartelera. ¡Él las había visto cuando era un niño! - Y puedes leer, o quizá ponerte al día con algo de historia si quieres. Luego tienes una cita para una revisión. Vendré a buscarte e iré contigo. - Aclaró rápidamente. - En los próximos días, habrá algunas personas que querrán hablar contigo. Intentaré que las conversaciones sean aquí, o iré contigo ¿vale? Ahora, ¿qué te parece si pides el desayuno? ¿Ves? Ya te estoy dando trabajo.

Sam no es que estuviera encantado con la idea de pasarse el día viendo películas, aunque tampoco le importaba ver un par de ellas. Y leer estaba bien, pero algo en la idea de leer historia le provocaba ganas de vomitar. En cuanto a la revisión, estaba acostumbrado a ser examinado por los médicos, así que no era una gran sorpresa. ¿Hablar con algunas personas? No. Tampoco estaba encantado con eso, más bien le asustaba un poco. Esperaba que Dean estuviera con él, pero sabía que el capitán tenía trabajo que hacer. Quizá pudiera convencer a Dean para que le llevara al gimnasio. Estaba acostumbrado a ir a menudo. No, mejor aún. Quizá Dean pudiera conseguirle unas pesas para hacer ejercicio en la habitación. Y el desayuno… esto también podía hacerlo. Presionó el botón para hacer el pedido.

- Desayuno, por favor. Dos raciones de tortas con miel y mantequilla, jendi ahumado y dos vasos de zumo de belie. - Miró a Dean. - ¿Está bien así? ¿Quieres café de la cocina o de la máquina?

- La máquina, es más rápido. - dijo Dean. - Si te agobias de estar aquí dentro, dímelo. Hay tiendas y restaurantes, bastantes, pero no tantos como en otras naves que están destinadas al entretenimiento. Tú solo dilo… y recuerda, aquí no eres un prisionero. Cuando estés listo, puedes salir a andar un poco. - Quería asegurarse de que la idea le entrara en la cabeza, aunque estaba claro que por muchas veces que le dijera a Sin que no era su esclavo… Sin volvía a la creencia de que sí lo era. Era el jodido entrenamiento. Tampoco era totalmente cierto que Sin fuera absolutamente libre para andar por ahí, no hasta que se aseguraran de que no era un espía Cylon, y Dean no tenía ninguna duda de que había guardias de seguridad vigilando por si Sin intentaba marcharse. Tenía que dejar bien claro que no debían ser vistos, que tenían que ser discretos. Además, si su instinto estaba equivocado, (cosa que no había pensado en ningún momento), dejar a Sin andar por la nave podía servir para que se descubriera, si hacía algo propio de un Cylon.

Cuando Sin le llevó su café, Dean tuvo que prometerse a sí mismo que al día siguiente lo haría él. A una parte de él le encantaba que le sirvieran. No era extraño en él que le pidiera a alguien que fuera a buscarle un trago, pero eso era diferente, y tenía que ser muy cuidadoso. - ¿Y qué hay de ti Sin? ¿Hay algo que quieras? ¿Que necesites?

- ¿Pesas? - preguntó Sam esperanzado. Luego pensó durante un centon mientras sorbía su café. - ¿Unos zapatos más consistentes? ¿Una cuenta en tu ordenador para poder guardar archivos y jugar? Recuerdo haber visto que hay naves agrícolas. ¿Las hay, verdad? ¿Podría… podría visitar una? Había un sitio en Thiros, un pequeño jardín, lo recuerdo, pero me gustaría ver… fingir… que estoy en un planeta. Un jardín grande. Árboles. Me gustaría mucho ver un par de árboles, ¿podría?

- Claro. Claro que puedes. - dijo Dean echando su cabeza hacia atrás y riendo. Era una risa de alivio. Casi había perdido la esperanza de que Sin pidiera algo por sí mismo, y aquello le hacía muy feliz. - Nada de eso es un problema. ¿Sabes por qué estaba en Thiros? Estaba buscando un lugar donde poder tomar tierra durante un tiempo. Eso significa que todavía lo estamos buscando, y cuando lo encontremos… estarás en un planeta. - Sentía pena por la mayoría de las personas recluidas en las naves. Al menos los que eran pilotos, tenían misiones que cumplir en los diversos planetas por los que pasaban.

Sam estaba muy contento de haber hecho reír a Dean. Era un alivio ver algo que no fuera frustración en sus ojos verdes y sexy.

- Thiros… allí es donde me compraste ¿verdad? Estoy intentando recordar, pero siempre que empiezo a recordar algo, duele, y se rompe como un cristal. Excepto con las cosas raras, como el jardín que recuerdo. Pero supongo que tampoco es tan raro, el jardín, era como un premio. Podíamos ir allí si lo hacíamos bien. Si no… - Sam sacudió la cabeza y no terminó la última frase.

- ¿No recuerdas Thiros? ¿Cómo nos conocimos? ¿Cómo nos… fuimos? - preguntó Dean alucinado y quizá un poco decepcionado. Los recuerdos de las cosas que había dicho, de cómo había actuado allí, podrían ayudar a Sin a entender lo que estaba pasando ahora, pero además de eso… había sido especial, aunque solo hubiera sido sexo.

Sam se encogió de hombros con expresión frustrada. - Solo algunos retazos. Recuerdo una bañera caliente y tu… tu mirada. Me contaste una historia. No la recuerdo, pero cuando pienso en ello, sé que me hizo sentir la persona más especial del universo. - Sam sonrió un poco. - Y recuerdo que casi hiciste que me corriera con solo mirarme cuando me contaste la historia. Recuerdo que tuvimos sexo, y recuerdo haber pensado que era la primera vez que disfrutaba del sexo, disfrutar de verdad. Recuerdo llevar puesto un vestido e ir totalmente maquillado para ti. Recuerdo haber jugado a las cartas contigo. Recuerdo estar bailando en el escenario. Recuerdo estar… cabeza abajo para ti. Y recuerdo que nunca había conocido a nadie que besara como tú. Excepto a mí, claro. - añadió maliciosamente. Pero luego suspiró. - También recuerdo estar en una nave y un botiquín lleno de vendas. Y recuerdo haber bebido ambrosa contigo y haberte dado de comer cosas deliciosas. Llegamos aquí y yo… yo… me escape de ti. ¡Eso es lo que pasó! Me escape, y por eso el collar me castigó y por eso todo se hizo un lío en mi cabeza. Y luego tú ibas a… a ejecutarme, por desobedecer, por intentar escaparme. Ni siquiera recuerdo por qué me escape. No volveré a escaparme, lo sabes ¿verdad? Lo juro, no intentaré escaparme otra vez.

La amplia sonrisa de Dean desapareció, y su mano se posó sobre la de Sin en la mesa, apretándola. - Sí, Sin no vas a escapar… no vas a volver a escapar. - asintió Dean. - Pero si lo haces… ¿me escuchas? Aunque lo hagas, no serás ejecutado. Eso no va a pasar, tú eres demasiado… demasiado valioso para eso, y no en el sentido en que tú crees. No tiene nada que ver con los cubits.

- No lo haré. Lo prometo. - dijo Sam, aunque no podía imaginar qué valor podía tener que no fueran los cubits.

En ese momento, alguien llamó a la puerta. Dean soltó la mano de Sin y luego dijo “adelante”. Un hombre entró con su desayuno y lo dejó sobre la mesa, saliendo después de la habitación. Dean miró a Sin a los ojos. - Me allegro de que recuerdos los… los besos… y la bañera… y, oh dioses… cabeza abajo… - Soltó un silbido al recordar las cosas que habían hecho. - No creo que pudiera soportar ser el único que lo recordara. - dijo sonriendo de nuevo.

Sam inclinó su cabeza. - Si te gustó, y a mí me gustó, y yo quiero volver a tener sexo contigo, ¿por qué tú no quieres? ¿Sabes? Hay más de una manera de tener sexo cabeza abajo.

- ¿Sí? ¿Cómo que…? Déjalo. - dijo finalmente apartando la idea con un gesto de la mano y abriendo una de las bandejas mientras miraba a Sin por debajo de sus largas pestañas. Pero su mente no pudo dejarlo, estaba imaginando distintas variaciones de sexo cabeza abajo, y… joder… se estaba poniendo duro otra vez. - Detrás de esa cara inocente… diablo… un jodido diablo.

- No has respondido a la pregunta. - señaló Sam pero consolándose al pensar que Dean había dicho que le gustaba, y que había tenido que darse una ducha fría esa mañana por su culpa. Bien. Si tenía que seducir a Dean para conseguir que tuviera sexo con él, podía hacerlo. También podía ver la mente de Dean dando vueltas a las posibilidades, y sonrió para sus adentros. A su amo le gustaban las posturas creativas durante el sexo. Fue como si esa afirmación hubiera provocado toda una avalancha de recuerdos, y de pronto se le ocurrieron todo tipo de posiciones.

- Oh, además de las pesas, ¿podría tener una barra para hacer flexiones? Solo una que se coloque sobre el marco de la puerta y se pueda quitar cuando no la esté usando. - Mantuvo la voz neutral, pero sabía exactamente a dónde acababa de ir la mente de Dean tras escuchar su petición, y era precisamente a donde él había querido enviarla.

Dean estaba a punto de contestar cuando de pronto se quedó sin voz. ¿No había comentado Sin algo sobre colgarse de barras, apoyarse en ellas, y…? Dejó escapar un suspiro y pinchó su comida con el tenedor, masticándola casi sin saborearla. Intentó no pensar en ello, lo intentó de verdad, pero su cuerpo le decía claramente lo estrepitoso que era su fracaso. Iba a tener que hacerse muy amigo de su mano derecha… muy amigo… y muy pronto.

Comieron en silencio durante un rato, y la mente de Sam volvió al tema anterior, a cuando había escapado. Odiaba estropear el momento, pero necesitaba saber.

- Michael tiene miedo de que vuelva a ponerme violento ¿verdad? Yo nunca te haría daño, no podría hacerte daño. Yo estaba… solo estaba asustado. ¿Herí a alguien de gravedad? No puedo recordar si lo hice. Pero sé que peleé con algunas personas. Recuerdo que cuando me estaban entrenando, pensaron en hacerme un gladiador en lugar de un esclavo sexual, por que peleaba muy bien, pero… - La mirada de Sam se perdió en la distancia. Estaba prohibido. No tenía permitido tocar ningún arma. Luego volvió a enfocarla y sonrió a Dean. - Dijeron que era demasiado bonito.

- ¿Dijeron eso? Yo diría que eres más… guapo que bonito. Y no te atrevas a decir que lo he dicho. - añadió lanzando una mirada amenazadora a Sin. - De cualquier forma, eso explica por qué hicieron falta tantos guardias para tranquilizarte. - Bueno, en realidad no lo explicaba del todo, todavía quedaba por saber dónde había estado Sin antes de ser convertido en esclavo. - Estarán bien. Algún hueso roto, algún diente, fracturas… - Se dio cuenta de que cuanto más hablaba peor lo estaba poniendo.

Guapo. Dean pensaba que era guapo. Sam sintió que su corazón daba un pequeño bote, pero hizo una mueca cuando Dean empezó a decirle lo que había hecho, aunque en realidad, desde su punto de vista, estaba luchando por su vida. - Por favor, diles que lo siento. Estaba desesperado por escapar. Espero que los médicos puedan arreglarlo todo ¿podrán? - Cuando Dean asintió, Sam dejó escapar un suspiro de alivio. - No soy de los que pelean, no físicamente al menos. No me gusta hacerlo a no ser que no tenga otra opción.

Su Mirada viajó por la habitación de Dean. - Tienes una habitación grande. Mi cuarto apenas tenía espacio para la cama una mesa y una silla. Era tan pequeña como… era pequeña- Sé que no quieres que te sirva, pero estoy acostumbrado a tener las cosas muy en orden, porque si no habría acabado sin espacio en aquella habitación tan pequeña. ¿Estaría bien si ordeno un poco? Es como… - y ahí Sam se puso colorado. - … una manía, no sé si me entiendes. Pero si te gustan las cosas desordenadas, no tocaré nada. - añadió rápidamente.

- Nunca he tenido ese tipo de manías, siempre he pensado que era cosa de chicas. De todas formas, no es que me guste desordenado, es que simplemente lo soy. - respondió un tanto inseguro por la idea de que alguien anduviera en sus cosas. - Vale, puedes tocar lo que quieras excepto mi escritorio… al menos hasta que yo le haya echado un vistazo. Creo que me había hecho a la idea de que tu cuarto sería mucho más grande que este. Algo más parecido a aquella suite… en la que no voy a pensar porque no quiero que me falte una talla en los pantalones cuando salga de aquí. - dijo levantando una mano para cortar cualquier comentario.

- Ser ordenado no es una cosa de chicas. - protestó Sam. - Siendo un piloto, pensé que te habrían entrenado para ser pulcro. - Una sonrisa burlona asomó a sus labios. - Supongo que ser capitán te da el privilegio de dispersar todas tus pertenencias por la habitación. Bien, tu escritorio está prohibido. - añadió poniéndose más serio. - No lo tocaré. Nuestros cuartos eran solo para recuperarnos y para estudiar. - dijo de pronto recordando las palabras de Dean y frunciendo el ceño mientras intentaba atravesar la nebulosa de su cerebro en busca de recuerdos. - Pero trabajábamos y nos entrenábamos en la sala de pesas, y aprendíamos nuevas técnicas para dar placer y buenos modales. Teníamos un pequeño baño en nuestro cuarto que ni siquiera tenía puerta, era solo para cuando estábamos heridos o enfermos, normalmente usábamos baños comunes.

Dean comió un poco más y luego lanzó una mirada interrogante al plato de Sin. - ¿Siempre comes como un ratón?

- No había comido en varios días. Todavía no puedo comer mucho sin empacharme, pero estaba acostumbrado a ingerir suficientes calorías para mi trabajo y para hacer ejercicio varios días a la semana. Tampoco he estado quemando calorías. - dijo mirando a Dean con una ceja levantada. - No me gustaría engordar a no ser que tú lo prefieras. Pero si quieres ayudarme a quemar calorías, estoy seguro de que mi apetito aumentará para ponerse al nivel de mis “otros apetitos”

- ¿Estás haciéndome pasar un mal rato de forma intencionada? - respondió Dean devolviéndole la mirada. - Quiero decir que, por si te interesa, estoy… empalmado, pero… aún así, no vamos a hacerlo. - Terminó su café y se puso en pie. - Volveré en tres centars para llevarte al médico. ¿Sabes cómo manejar el comunicador para hablar conmigo? - preguntó señalando el aparato en la pared.

Sam desplegó una sonrisa seductora. - Me interesa más de lo que imaginas. No he estado más de un día o dos sin tener sexo durante mucho tiempo. Y ahora ahí estás, increíble, caliente, delicioso… y diciéndome no. ¿No te doy pena ni te apiadas de mí? - dijo Sam esperando que Dean no le llamara al orden para que se comportara. Le obedecería, porque no tenía otra elección, pero no quería. Recordando la pregunta de Dean, asintió con la cabeza. - Sé cómo llamarte. Me mantendré productivo y estaré listo para cuando vengas dentro de tres centars. Estaría aún más listo si vinieras dentro de dos y tuviéramos un centar para matar el tiempo. - dijo a la vez que terminaba su desayuno. Dioses, estaba lleno.

- Sin… - gimió Dean mientras cogía su chaqueta. - Hazte amigo de tu mano derecha. - Y sin añadir más desapareció por la puerta, sabiendo que aquella conversación no tenía fin, y medio preocupado y medio excitado por ella. Caliente, increíble, delicioso… Realmente le había llamado todas esas cosas. Con una enorme sonrisa en su cara, avanzó por los pasillos de la nave, ignorando las miradas curiosas de aquellos que sabían que él no solía ir por ahí sonriendo como un idiota.



En cuanto Dean se marchó, Sam se dio una ducha rápida. Quería estar presentable para cuando volviera Dean. Esperaba que volviera con un centar de adelanto, pero sabía que no era probable que lo hiciera, así que empezó a ordenar y a limpiar. Era agradable estar haciendo algo útil. Hizo una mueca mirando las paredes vacías mientras limpiaba. No le gustaba, le recordaba demasiado al tiempo que estuvo allí, así que en cuanto Dean le diera una clave para usar el ordenador, iba a imprimir algunas fotos para colgarlas. Con todas las cosas que había olvidado, ¿por qué no podía olvidarles a ellos?

El capitán tenía algunos recuerdos interesantes desperdigados por las estanterías de la habitación, y Sam ya estaba pensando en la manera de ponerlos a la vista sin que fuera muy evidente. Nunca había decorado la habitación de otra persona antes, pero era algo con lo que entretenerse.

Tenía ya media habitación más o menos controlada, medio ordenada y sin polvo, cuando sonó el timbre de la puerta. Sam se mordió el labio un momento. Dean no iba a volver por lo menos en otro medio centar, y no estaba seguro de si quería que abriera la puerta. Finalmente, se acercó a la puerta y pulsó el botón de apertura. El teniente Michael estaba al otro lado.

Sam inclinó un poco la cabeza y bajó la mirada. - Hola teniente Michael. El capitán no está. Creo que volverá dentro de medio centar. ¿Puedo ayudarle?

- ¿A acabar en la tumba? Nop. - Respondió Michael intentando ver por encima del hombro del compañero de habitación de Dean. Había pasado por la oficina de Dean y no le había visto allí, y todavía no había recibido el calendario de entrenamiento de combate para la siguiente semana, lo cual era inusual. - ¿Dónde está? - Fijó sus ojos azules en el rostro de Sin, no del todo hostiles, pero definitivamente desconfiados.

- Lo siento por… complicarte la vida, teniente. A un esclavo solo se le quita el collar cuando se le va a ejecutar, y… y yo no quería ser ejecutado. - Cuando terminó de hablar, Sam levantó la mirada hacia los ojos azules. Decidió que eran de un tono de azul muy atractivo. - Fuiste muy amable por quedarte conmigo todo el tiempo intentando calmarme. Y gracias por entregarle la bolsa a Dean. Yo… le dije a mi amo que estaría dispuesto a servirte para compensarte por tu amabilidad. No creo que le pareció muy buena idea, pero si quieres, podrías preguntárselo a Dean tú mismo. Yo me sentiría honrado de ofrecerte un pago por tu amabilidad si consigues la aprobación de Dean. - Michael era bastante atractivo, y Sam decidió que disfrutaría sirviendo al teniente. Si Dean seguía rechazándole y si Michael estaba interesado… quizá podría preguntarle al capitán otra vez si podía visitar a Michael y ofrecerle sus servicios.

- No me lo agradezcas. Mi culo también estaba en juego. - respondió Mike con cierta brusquedad. - Tú te ofreciste a… ya me pagan bastante. - siguió luego bastante sorprendido por todo lo que Sam había dicho. - Así, que… ¿no sabes dónde está?

Sam negó con la cabeza. - No es asunto mío preguntar dónde va el capitán. Como he dicho, creo que volverá en medio centar. Tengo una cita con el médico y va a acompañarme… Dado que tú eres su teniente, y él me confió a ti, supongo que no se enfadará si te invito a pasar y esperar dentro. ¿Quieres un café?

- Claro. - Mike entró en la habitación todavía mirando a Sin. - Así que, ¿qué es todo eso de que Dean es tu amo? Siento reventar tu burbuja, chico, pero no creo que a Dean le vaya ese rollo. - La idea de Dean con otro hombre le daban ganas de reír. - Además, hay que tener en cuenta la ley… - de pronto se le ocurrió, que quizá debiera mantener la boca cerrada hasta oír la historia completa de Sin, y luego de boca de Dean.

Sam fue hacia la cocina, encendió la cafetera y sacó dos tazas. - Es complicado, - admitió mientras preparaba el café. - Sobre todo porque no recuerdo los detalles.

Mientras Sin se alejaba hacia la cocina, Mike no pudo evitar darse cuenta de su manera elegante de andar, casi como si cada paso estuviera calculado para hacerse notar, para que fuera fácil quedarse mirando. Mike deslizó su mirada por el culo perfecto de Sin, luego hacia arriba hasta sus anchos hombros, y finalmente apartó la vista. Un acompañante masculino entrenado… apostaba a que era bueno en la cama.

Sam se giro y se dio cuenta de que Mike recorría la habitación con la mirada. Una habitación en la que probablemente había estado cientos de veces. Eso seguramente significaba que Mike le había estado mirando a él y no quería que lo supiera. Eso le hizo sonreír. - Cuando un esclavo es vendido, sus recuerdos pueden ser más o menos borrados, como mínimo lo suficientemente borrados como para que el esclavo tenga dificultades para recordar a su dueño anterior y sus costumbres. Yo intenté escapar cuando la nave aterrizó, y eso activó el collar. Borró mi memoria. A veces me vienen algunas cosas a la memoria, y puede que al final sea capaz de recordarlas, o si Dean encuentra la clave, a lo mejor algún día podré recuperar mis recuerdos. Lo que no sé es por qué no le dijeron cuál es la palabra clave. Debieron decírsela cuando me compró.

Sam llenó las tazas con el café recién hecho, las llevó hasta la mesa y esperó a que Mike se sentara antes de hacerlo él. - Recuerdo que estuvo jugando por uno de los lotes y que ganó la partida. Yo era parte del lote. - Parecía que Mike no sabía que Dean se acostaba con hombres, así que Sam supuso que Dean no debía querer que lo supiera. - Tengo muchos talentos además de dar placer sexual, como los masajes, sé cantar y bailar, y soy bueno en muchos juegos.

Mike dejó la taza a un lado y escuchó, sorprendido al enterarse de la reciente pérdida de memoria de Sin. Eso era inesperado. Luego sonrió al escuchar la descripción que hizo Sin de sus talentos. Mike apostaría cualquier cosa a que una vez que estuviera asentado, Sin sería transferido a la Rising Star, la mejor nave de ocio y juego de la flota.

- Fue alojado en la mejor suite por una noche, con toda la comida y todos los servicios que quisiera. Es uno de los mejor lotes que se pueden ganar en Thiros. La suite tiene una hermosa vista de Castiel, el planeta a cuya órbita está geosincronizada la estación Thiros. Recuerdo que estuvimos hablando en el bar y que quería saber si yo era realmente humano. - Sam pensó por un momento. - Yo era el único humano en Thiros. Yo… yo no recuerdo ninguna subasta, ni el momento en que mi propiedad le fue transferida. Sé que era un esclavo sexual muy caro y muy conocido porque era único. Supongo que tuvo que pagar mucho dinero por mí. - Sam tomó un trago de su café y sacudió la cabeza. - Recuerdo estar sentado en las colchonetas de dormir en la nave de Dean, y que jugamos a las cartas para pasar el tiempo. Luego aterrizamos y… no recuerdo por qué escapé, pero lo hice, fui castigado, y pensé que me iban a ejecutar. Probablemente tú sabes mejor que yo lo que pasó entonces. Sé que peleé y herí a algunas personas. Lo siento si te golpeé o te herí. - Sam levantó la mirada buscando la de Mike. - Te oí hablando con Dean la otra noche. No soy peligroso. Lo juro. Solo estaba asustado.

- Eres peligroso cuando estás asustado. - dijo Michael sin pensar mucho sus palabras pero con simpatía. - Así que tendremos que intentar no asustarte. Yo también habría escapado si hubiera pensado que me iban a ejecutar - Tomó un sorbo de su café caliente y volvió a dejar la taza sobre la mesa. - Creo que deberías leer el informe de Dean. Eso te daría una idea clara de lo que pasó. Clara y precisa. Bastante precisa. - dijo sonriendo. - Ya sabes, lo que pasa fuera de la nave, queda fuera de la nave.

- Gracias por entenderlo. Y sí, me gustaría leer el informe. Le preguntaré a Dean por él. - Luego Sam se rió un poco. - Sí, lo que pasa en Thiros, se queda en Thiros. Entiendo eso muy bien.

Las puertas se abrieron y Dean entró en la habitación hablando en voz alta. - He llegado pronto y no, no es para tener sexo… ¿Michael? - Se quedó parado de repente, mirando a su primer teniente tomando café con su…su compañero de habitación.

- ¿Michael? Solo me llamas así cuando estás cabreado o nervioso, capitán. - dijo Mike sonriendo.

Sam se puso en pié como un resorte. - Espero que te parezca bien que le haya invitado a entrar. Estaba buscándote y sabía que ibas a volver pronto para buscarme. Supuse que como es tu primer teniente, y le confiaste mi cuidado cuando llegué, estaría bien ofrecerle un café. - Sam había supuesto demasiadas cosas, y no estaba seguro de que Dean no se fuera a enfadar con él. Había contestado a la puerta y había invitado a alguien a entrar. En realidad sabía que no tenía derecho a hacerlo, pero Dean parecía querer que fuera independiente y tomara decisiones por su cuenta.

- Relájate. - Dean pasó al lado de los dos hombres y cogió una taza para servirse café. - ¿Que…? Emmh… ¿De qué estabais hablando, chicos? - dijo mirando por encima de su hombro con una ceja levantada.

- De tus sexcapadas. - dijo Mike de forma casual.

- ¿Mis qué? - Dean escupió el café caliente sobre su mano y soltando un juramento se acercó a la mesa, haciendo una señal a Sin para que se sentara también.

- Tus escapadas, en la estación. Sin no recuerda demasiado. Vas a tener que dejarle leer el informe. - Sugirió Mike sonriendo.

- Ah… - Todavía un tanto suspicaz y preguntándose si sus sexcapadas realmente habían sido el tema de conversación, Dean buscó respuestas en la expresión de Sin, y finalmente decidió que no quería saberlo. - Parece que te has mantenido ocupado. - dijo dándose cuenta de que podía ver mucha “superficie” de la mesa y el escritorio.

Horrorizado por el desliz de su lengua, Sam miró boquiabierto a Mike. ¡Él no había dicho nada de que hubiera tenido sexo con Dean! Miró un tanto asustado a los dos hombres, y luego, al ver la expresión de Mike, llegó a la conclusión de que simplemente le estaba tomando el pelo, y dejó escapar un suspiro de alivio. - Sí, me gustaría leer el informe. - dijo Sam mientras miraba a Dean inocentemente. Al ver a Dean recorriendo con la mirada la habitación, y todo lo que todavía quedaba por ordenar, asintió con la cabeza. - Pero todavía me quedan muchas cosas por hacer. ¿Me conseguirás una clave para el ordenador esta noche? - preguntó esperanzado. No iba a poder imprimir ninguna foto si no conseguía entrar en el equipo.

- Sí. Me encargaré de eso. - Se le había olvidado por completo aunque lo había tenido en mente a primera hora. - Quieres leer mi informe. - Dean pensó en las discrepancias que Sin iba a encontrar, pero asintió con la cabeza. Bien. Mike puede enviarte una copia a tu cuenta, pero no lo imprimas.

- Menudo esclavista. - Al sentir las miradas de Dean y de Sin sobre él, Mike se encogió de hombros. - Lo siento, mala elección de palabras.

Dean sabía que Mike tenía una vena sarcástica, pero sí, había sido un desliz. - Está bien, es solo una frase hecha. - ¿No tienes trabajo que hacer?

Mike se terminó el café que le quedaba y se puso en pie. - Lo dicho, un esclavista. Aunque me ayudaría que me enviases el calendario de los entrenamientos de combate para la próxima semana. - Se dirigió hacia la puerta y se giró. - Y me he encontrado con tu padre, me ha pedido que te diga que hay una partida mañana.

Dean sacudió la cabeza dándose por enterado y vio cómo su amigo salía de la habitación. Luego volvió a mirar a Sin. - ¿Te sientes… mejor hoy?

Dean no fue el único que observó cómo Mike se marchaba. Sin había decidido que Mike le gustaba. Luego, volviéndose a centrar en Dean respondió. - Si te refieres a si se me ha pasado el efecto de los calmantes, sí. Mis recuerdos todavía están… - se encogió de hombros. - bloqueados. - Se acercó a Dean, pasó sus brazos alrededor de su cuello y tiró de él para besarle apasionadamente. Estaba claro que Dean quería tanto el beso como lo que este prometía, pero aún así, no lo admitió, y eso frustró a Sam. Finalmente, rompió el beso y miró a Dean a los ojos, murmurando en voz baja. - Pero recuerdo que nos divertimos mucho. - Luego, soltando a Dean, dio un paso atrás.

Dean no había podido remediarlo, había respondido. Dejó escapar un fuerte suspiro y se secó los labios con el pulgar mirando a Sin.

- Dijiste que no llegabas pronto por el sexo. - dijo Sam ladeando un poco la cabeza mientras estudiaba a Dean. - No lo entiendo. Seguro que pagaste mucho dinero por mí. Sabes que soy el mejor polvo que has tenido nunca. - Sonriendo a Dean, añadió. - Y creo que yo puedo decir lo mismo de ti. Mis recuerdos pueden estar jodidos, pero recuerdo lo suficiente. Eso lo sabes, ¿verdad? - Dean se aclaró la garganta pero no fue capaz de llevarle la contraria. En realidad, solo intentaba estar preparado para lo que fuera que aquel hombre fuera a lanzar sobre él. Sabía que tarde o temprano iba a pasar.

Pasando sus dedos por el pecho de Dean, Sam dijo, - Quieres que tome decisiones. Que elija. Te elijo a ti. ¿Por qué no puedes creerme? Si no te deseara, créeme que sería muy capaz de hacer que tú tampoco me desearas.

Dean bajó la mirada hacia la mano de Sin, y deseó no tener una memoria tan aguda que le permitiera recordar todas las formas en las que se habían tocado el uno al otro. Lo bueno que había sido. Sus músculos se tensaron, y casi a regañadientes, agarró la muñeca de Sin. - Te creo, de verdad que te creo. Estaba allí contigo. - dijo con la voz un poco más ronca de lo normal. Se lamió los labios. - Pero no puedo… No puedo dejarte tomar esa decisión hasta que estés listo para tomar otras, Sin. Hasta que te sientas libre, aquí. - dijo tocando el pecho de Sin. - Y aquí. - Añadió tocando su cabeza.

Luego dio un paso atrás. - ¿Sabes qué? Vas a ver a los médicos, tanto por tu estado físico como para comprobar tu estado mental, para que te ayuden a deshacerte de… esto. - Esta vez estiró su mano y tocó el collar que rodeaba la garganta de Sin. - Yo no soy médico, pero apuesto a que todos ellos te van a decir… que no es una buena idea que pase algo entre nosotros. No ahora. No estoy dispuesto a joder tu futuro solo porque quiera… - Bajó la mirada. - Bueno, eso significa que uno de nosotros, o los dos, tendrá que acostumbrarse a estar empalmado. Mucho. Todo el rato. - Se encogió de hombros he intentó reírse de ello.

Sam sujetó la mano de Dean en su collar. - ¿Has pensado alguna vez que tal vez, precisamente ahora, puedo necesitar a alguien que me quiera? ¿Qué puedo necesitar sentirme valorado? Tú me estás rechazando, todo mi entrenamiento grita que no te estoy complaciendo y provoca una oleada de miedo tan profunda dentro de mí, que ni siquiera puedo explicarlo. Quiero complacerte. Necesito complacerte. Pero por encima de eso, quiero… que me quieras. - Sam bajó la vista al suelo y soltó la mano de Dean. - Nuca he tenido a nadie que me quisiera. - dijo en voz baja. Cogió la taza de Mike y la llevó al reciclador. - Lo siento. Ni siquiera nos conocemos más que… estoy siendo… estoy un poco… asustado, supongo. Asustado de que me vendas, porque no quiero dejarte nunca. Prefiero ser tu esclavo toda la vida, que ser libre y que no estés aquí. - Sam sintió un golpe de calor en su cara. No recordaba la última vez que se había sonrojado. - Lo siento. Estoy siendo… estoy siendo un estúpido. Puedes tener a cualquiera. Y yo solo soy un extraño al que rescataste de Thiros porque soy humano. Y hablo demasiado.

- No eres estúpido. Solo… humano. - dijo Dean siguiéndole y envolviéndole en sus brazos por detrás, sujetándole cerca y apoyando su barbilla en el hombro de Sin. No sabía qué podía hacer con aquellos sentimientos encontrados. Sin estaba sufriendo por culpa de su entrenamiento, pero tenía que hablar con los médicos. - Tú me complaces, sabes que lo haces. ¿Quererte? ¿Tú me quieres? - Con el “trabajo” que había tenido Sin, tenía que conocer la diferencia entre sexo y amor, y tenía que saber que él no estaba enamorado. - La necesidad de encontrar el amor, es definitivamente un rasgo humano. Quizá ahora que estás lejos de… de aquel sitio, todos esos sentimientos están saliendo a la superficie. Solo tienes que aprender a entenderlos.

Sam cruzó sus brazos por encima de los de Dean y cerró los ojos, sumergiéndose en el abrazo. ¿Quería a Dean? ¿Cómo podría? Pero una parte de él susurró “sí”.

Dando un paso atrás, Dean hizo que sin se girara y le miró a los ojos, sujetando con una mano su cara. - Me importas, mucho. Por más de una razón. Quiero que… te encuentres a ti mismo. Necesito llegar al punto en el que… puedas tener a quien quieras. Entonces, ya veremos si me escoges a mí del fondo del tanque. - dijo con una risa auto-despectiva. - Creo que puedes tener algo mejor. Mucho mejor.

Inclinándose hacia el contacto de Dean, Sin sonrió al oír sus palabras, con la esperanza de que las estuviera diciendo en serio, y luego le sonrió de manera pícara. - Puedo tener a cualquiera. Y tú lo sabes. Pero aún así seguiré escogiéndote a ti, si me dejas. Y no estás en el fondo del tanque. O si lo estás, es solo porque puedes contener la respiración más que nadie y estar ahí abajo si quieres. Recuerdo que me gusto mucho cuando estabas en el fondo del “tanque”

Dean se atragantó. - Gracias… por ese recuerdo. ¿Te he mencionado que preferiría salir de aquí sin necesitar una talla más de pantalones? - Deslizó su mano hacia abajo y apretó el hombro de Sin. - Vamos, salgamos de aquí… antes de que me hagas quedar de mentiroso.

- Me encantaría hacerte quedar de mentiroso. - dijo Sam con una sonrisa, pero esta desapareció cuando miró a la puerta con cierto temor. - Creo que preferiría que tú fueras mi terapia. - suspiró resignado. - ¿Debería…? ¿Tengo que ocultar que tú y yo tuvimos sexo? ¿Quieres que lo mantenga en secreto?

- Apuesto a que podrías… - empezó a decir Dean, luego escuchó la última pregunta de Sam y se detuvo. - diles la verdad. No pueden decírselo a nadie. Además… quiero que hagas cualquier cosa que te ayude, y esconder cosas… eso no va a ayudarte. - Presionando el botón, Dean abrió la puerta y esperó solo en el exterior. - Sé cómo te estás sintiendo. Como me sentí yo con las orejas peludas que me pusiste en la estación, pero no te acuerdas de eso.

- ¿Orejas peludas? - preguntó Sam sacudiendo la cabeza. - Espero que ese recuerdo vuelva. Tiene que ser divertido. Ni siquiera voy a preguntar por qué te puse orejas peludas. No sabía que te gustaban los juegos de rol.

Dean observó la cara de Sin y su corazón se encogió al ver miedo en aquellos ojos normalmente osados y traviesos. - No es diferente de acompañarme por la estación Thiros, ahora es mi turno de acompañarte a ti. - dijo. - Estás a salvo. A salvo conmigo. - Cuando vio que Sin no se movía, añadió en tono de broma. - Te besaré cuando volvamos… o te miraré hasta que te corras… tú eliges.

CAPÍTULO 6a

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