Título: The Winning Scenario
Autores:
virtualpersonal y
brimstonegold Traducción: asisigallo
Art:
inanna_maat Pairing: Sam/Dean, AU (en un mundo futuro de fantasía & no hermanos)
Fandom: SPN (AU) / BSG (original)
Ratings/Warnings: NC 17, bondage suave, hurt/comfort, non-con.
Summary: Disfrazado como un comerciante durante una misión de recopilación de información en una estación de juego y placer, el capitán Dean gana el gran premio. Sorprendido de saber que su premio incluye una noche de placer con un esclavo, está dispuesto a rechazar los servicios de este, hasta que se entera de que el esclavo es humano. De ninguna manera dejará a uno de su especie atrás, nunca. El esclavo sexual, Sam, tiene sus propios secretos. La tortura Cylon y el condicionamiento para hacer de él un producto apto para el comercio de esclavos, le han arrebatado la mitad de sus recuerdos, y le provocan pesadillas y problemas psicológicos. Si hubiera sabido que Dean era un piloto colonial, jamás se habría ido con él, y jamás se habría acercado siquiera a donde estaba destinado, la estrella de combate Galactica.
Enlace al fic original:
http://virtualpersonal.livejournal.com/241801.html Capítulo 1a,
Capítulo 1b,
Capítulo 2a,
Capítulo 2b,
Capítulo 3a,
Capítulo 3b,
Capítulo 4a,
Capítulo 4b,
Capítulo 5a,
Capítulo 5b,
CAPÍTULO 6 (Primera parte)
Dean observó la cara de Sin y su corazón se encogió al ver miedo en aquellos ojos normalmente osados y traviesos. - No es diferente de acompañarme por la estación Thiros, ahora es mi turno de acompañarte a ti. - dijo. - Estás a salvo. A salvo conmigo. - Cuando vio que Sin no se movía, añadió en tono de broma. - Te besaré cuando volvamos… o te miraré hasta que te corras… tú eliges.
Sam respiró hondo y salió por la puerta. - Quiero la tercera opción. Lo que yo elija.
Se dirigió inmediatamente hacia los ascensores. Cuando antes empezaran, antes podría volver a donde se sentía seguro y casi normal. Sentía las miradas sobre él mientras andaban por el pasillo, y se acercó más a Dean, buscando tranquilidad, aunque se quedó medio paso por detrás de él. Cada vez que veía un uniforme militar, su mirada caía al suelo y un sentimiento de culpabilidad se apoderaba de él. Nuevos flashes de recuerdos le asaltaron, y apretó la mandíbula, encerrándolos otra vez, renegando de ellos. Tenían que estar equivocados. Él solo era un esclavo sexual. Nada más.
Después de un rato, Dean ajustó sus pasos, obligando a Sin a andar a su lado. Intentó mantenerle separado de la gente, aunque no podía hacer nada para evitar las miradas curiosas. Mantuvo la conversación durante todo el camino, hablándole a Sin sobre la estrella de combate, sus niveles, algunos restringidos y otros no, y la localización de las tiendas. También le enseñó el pasillo que llevaba a su oficina.
- Tenemos algo de tiempo, ¿quieres ver las salas de los simulares de entrenamiento? No podemos permitirnos gastar mucho tylium, así que gran parte del entrenamiento de los cadetes se hace aquí, te sorprendería lo real que parece. - Dado que Sin había demostrado algunos conocimientos sobre las batallas antiguas, pensó que quizá estuviera interesado en verlo, así que se paró en la puerta de entrada.
Sam miró a la puerta. ¿Cadetes? ¿Aquello estaría lleno de cadetes? Había una parte de él que quería entrar y otra parte que tenía miedo de hacerlo. Miró a Dean y pudo ver en su expresión que tenía la esperanza de que estuviera interesado. Dean quería enseñarle una parte de él, el piloto de combate, quería ofrecerle a Sam una idea de lo que hacía. Después de un momento de duda, Sam asintió ligeramente con la cabeza.
Dean le hizo pasar primero, pero Sam inmediatamente dio un paso hacia un lado para quedar con la espalda apoyada contra la pared. Había cabinas en el suelo, y una simulación estaba en marcha. Observó cómo las pantallas mostraban las vistas de las diferentes cabinas y el movimiento de las estrellas. Avanzó lentamente, apartándose de la pared, como si estuviera en trance, pasando su mirada de una pantalla a otra. Los invasores Cylon aparecieron y él dio un paso atrás, conteniendo la respiración, mientras una oleada de miedo casi lo suficientemente fuerte como para hacerle salir de la habitación le recorría el cuerpo, provocándole un sudor frío. Pero las conversaciones de las radios le hicieron recomponerse, y su mirada se desvió a la estación de control, donde los pilotos de viper más veteranos y los entrenadores, dirigían la simulación. Luego su mirada volvió a las pantallas. Observó cómo el piloto de uno de los viper se apartaba del resto adelantándose un poco más.
- Te están arrastrando. Mantente con tu escuadrón. - murmuró Sam. - No. Te están posicionando para atraparte en un remolino. Sube, sube, ¡arriba ahora! - susurró. Vio como los Cylons iniciaban su ataque clásico en formación de remolino. Uno detrás de otro, girando abajo y arriba, acosando al viper con sus armas láser. - No, no puedes girarte, tienes que mantenerte, sígueles, rompe el remolino, - susurró mientras veía al cadete intentando encontrar una salida del ataque mortal. Sam apretó la mandíbula cuando la pantalla de simulación se quedó a oscuras para aquel cadete. Cerró los ojos y sacudió la cabeza. - Idiota. - susurró.
Su mirada se mantuvo fija en las pantallas, observando el resto de la batalla, mientras los pilotos que eran claramente más veteranos mantenían a los más inexpertos con ellos, evitando que cometieran el mismo error fatal que el primero. La simulación finalmente terminó y escuchó a un entrenador ordenando que se encendieran las luces. Saliendo de un estado casi de trance, se sobresaltó al ver a Dean junto a su hombro.
- Esto… esto ha sido interesante. Pero no quiero llegar tarde a la cita con el médico. - Mintió Sam entre dientes. Ahora tenía más ganas aún de volver a la seguridad de la habitación de Dean. - ¿No deberíamos irnos?
Dean se obligó a sí mismo a no hacer preguntas, no en ese momento. Quizá más tarde, pero al menos necesitaba informar de aquello para que investigaran el pasado de Sin. Su cerebro había sido manipulado, pero allí dentro, había alguien que sabía de batallas, y de cómo evitar las trampas de los Cylons, y era importante que descubrieran cómo había obtenido esos conocimientos, quién había debajo de esa persona en la que le habían convertido. - Claro. Vamos.
Cuando salieron al pasillo iluminado, Dean parpadeó. - Cuando volvamos, podemos ir a buscar unos zapatos, o botas. Y si te apetece, podemos comer fuera.
Las largas piernas de Sam le permitían seguir el ritmo de Dean sin ningún problema, y se alegraba de estar lejos de la sala de simulación. Se dio cuenta de que Dean le lanzaba miradas de reojo, y él no hacía más que patearse el culo a sí mismo. Nunca debió haber entrado en esa sala. Lo único que había conseguido era un montón de recuerdos dispersos y sentimientos horribles, y él no quería recordar nada de aquello. Sabía que esa noche iba a tener pesadillas. Quizá se tomara alguna de sus pastillas para dormir. Si tomaba las suficientes, al menos no recordaría los sueños por la mañana. Él era Sin. El esclavo número 69. Y eso era todo lo que quería ser.
- Me gustarían unas botas. - dijo finalmente Sam mirando a Dean. - ¿Pero no tienes que trabajar?
- He conseguido algo de tiempo libre por aquí y por allá, y también he alegado que eres mi responsabilidad. - Dijo Dean sonriendo, - así que puedo conseguir unos créditos estando contigo como si en realidad estuviera trabajando. - Llegaron al área médica y se dirigieron a una de las salas de conferencias. - Por lo que he entendido, va a haber un par de médicos para evaluarte.
Pulsó el timbre y la puerta se abrió. Cuando entraron, presentó a Sin a los médicos, Blankia, Mars y Scribus. Iba a sentarse con Sin cuando el Dr. Scribus le tocó en el hombro.
- Tendrá que marcharse, capitán. Nos gustaría que Sin se sintiera cómodo hablando con nosotros sobre cualquier cosa… y las cuestiones médicas no son para el público.
- No soy el público. - dijo Dean mirando a Sin. - ¿Quieres hacer esto solo, Sin? Lo que tú prefieras.
- Sam sintió que el pánico se apoderaba de él. Aquello se parecía demasiado a la nave del hospital psiquiátrico. Los olores, y las batas, y…no. Simplemente no. - Quiero que te quedes. - dijo agarrando con fuerza el brazo de Dean. - No quiero… no quiero estar aquí solo con ellos. - Lanzó una mirada a los médicos. - Después de que me llenaron de drogas y me ataron… no quiero. No confío en ustedes. Si Dean no se queda, yo tampoco. Él dijo que estaba bien que lo contara todo.
Sam se sentó en una silla tirando de Dean para que lo hiciera a su lado, luego cogió su mano como un niño buscando Consuelo. Respiró hondo. - Mi salud está bien. Ellos me mantenían al día con todas las vacunas y las revisiones. Si resultaba herido, ellos cuidaban de mí. Se aseguraban de que nunca tuviera cicatrices. Se aseguraban de que mi piel fuera perfecta. - Sam frunció el ceño un momento. - Creo que antes tenía cicatrices, y ellos me las quitaron. Mis recuerdos, ellos me entrenaron para que mis recuerdos se fueran de golpe, así que… así que no recuerdo nada en una línea temporal normal. - No iba a decirles que era porque se había escapado de Dean y el collar había frito su cerebro. - Tengo destellos de algunas cosas, especialmente si Dean dice algo para provocarlos. No tengo ningún problema de salud que yo sepa, trabajaba todo el día para estar atractivo para los clientes. - Un nuevo montón de recuerdos salió a la superficie. - Yo era… creo que era uno de sus esclavos más preciados. Era muy caro tenerme. El esclavo número 69. Ellos lo acortaron, me pusieron el nombre de Sin. Eso me hizo aún más popular. Todo el mundo quería a Sin.
Al principio, Dean se sorprendió cuando Sin le cogió la mano, pero mantuvo el contacto, sin importarle una mierda lo que pensaran los otros. Sinceramente, estaba empezando a disfrutar las expresiones de sus caras mientras Sin les decía cómo le habían mantenido con un buen aspecto y de dónde provenía su nombre, algo de lo que Dean no se había dado cuenta. Cuando pensó en ello, recordó a aquel bastardo de supervisor llamando a Sin “Número 69”. No se había dado cuenta de que Sin era un diminutivo del número.
- Ya veo, - asintió el Dr. Mars. - No es tan raro en algunas culturas, borrar la memoria de los esclavos para que no tengan deseos de escapar. No hay ningún lugar al que escapar si no recuerdas nada. Es extraño que escaparas. Creo que es una buena señal de que no tuvieron éxito a la hora de borrar del todo tus recuerdos y tu personalidad, deben estar escondidos en tu mente.
- Creo que también deberíamos analizar el collar. Podría haber algún código en él que pudiera darnos alguna pista.
- No. - Esta vez fue Dean el que habló. Y sabía que ellos pensaban que estaba interfiriendo. Y era cierto. - Quitarle el collar fue lo que empezó… - Miró a Sin un momento. - Está entrenado para creer que quitarle el collar significa que le van a ejecutar.
- Pero ya le hemos explicado…
- Lo sé, y yo también se lo he explicado, y él lo entiende, pero…
- Capitán, estamos hablando con Sin, no con usted, por favor.
Dean se calló y les hizo una señal para que continuaran.
Sam sacudió la cabeza y agarró con más fuerza la mano de Dean. - ¡No! - prácticamente gritó. - No quiero… - Sintió cómo casi empezaba a hiperventilar y se forzó a sí mismo a tranquilizarse antes de que lo hicieran ellos dándole algo y luego intentaran quitarle el collar.
- Dean dice que puedo quedarme el collar hasta que… hasta que no lo necesite más. - dijo con voz más tranquila. - No quiero estar solo. Quiero quedarme con Dean. - Vio las miradas de los médicos y sacudió la cabeza. - No porque le pertenezca. ¿Por qué nadie cree que pueda tener mis propios pensamientos? - dijo mirando a los médicos que le parecían demasiado arrogantes. - Sé que una parte de mí dice que tengo que estar con él. Que es mi dueño. Pero si no estuviera contento y no quisiera quedarme con él, ¿creéis que desperdiciaría la posibilidad de tener un nuevo dueño? Os aseguro que soy muy bueno consiguiendo lo que quiero de verdad. Quiero quedarme con él. Él me hace sentir seguro. Se preocupa por mí.
Desvió su mirada hacia Dean un momento y luego volvió a mirar a los médicos. - Estoy frustrado porque no quiere volver a tener sexo conmigo por culpa del collar. Besa mejor que nadie, y es muy bueno en la cama, y no es que hayamos estado mucho juntos en la cama, que yo pueda recordar. - Sonrió débilmente cuando algunos recuerdos de Thiros volvieron a su mente. - Sé que no recuerdo mucho del sexo que tuve en Thiros, pero sé que no significaba nada. Pero con Dean… volví a disfrutar de ello. Fue especial. Me hizo sentir… me hace sentir especial. - Inclinando un poco la cabeza cuando más recuerdos llenaron su mente, continuó hablando. - Todos apostaban por mí, me deseaban. Pero él no sabía que yo era el premio. Simplemente jugó para ganar. No tenía nada que ver conmigo, y creo que eso lo hizo mejor. Aunque la siguiente parte no la recordaba, la contó como suponía que debía haber pasado. - Luego, él me compró y me sacó de allí.
En ese momento, Dean deseaba no haber estado allí. En serio. Estaba mirando al suelo, pero agarrando la mano de Sin para tranquilizarle, recordándole que estaba allí con él y que todo iba a ir bien.
- Hay algo en este lugar que me asusta, la estrella de combate, los militares, pero no recuerdo el qué. Pasan cosas por mi cabeza que no tienen sentido, veo cosas, cosas físicas, que me son familiares, y luego veo otras que me desconciertan, porque no sé para qué son ni cómo funcionan. - Sam suspiró frustrado y murmuró. - Estoy balbuceando. Odio cuando balbuceo de esta manera.
- No te preocupes por eso, tú solo dinos cualquier cosa que te pase por la cabeza. Sacarlo de ahí es lo más importante. Podemos usar toda esa información para reconstruir tu vida y devolvértela. Pero necesitamos todas las partes del puzzle. - dijo el Dr. Mars. - Creo que podemos examinar el collar sin necesidad de quitártelo, quizá duplicarlo para tener algo con lo que trabajar.
Al ver que Sin se ponía tenso, Dean habló otra vez. - Me gustaría estar presente cuando lo examinen. - Todos los médicos asintieron con la cabeza, y luego Dean miró a Sin. - Sobre el tema militar, has dicho un par de cosas que me hacen pensar que hay algo en tu pasado. - Rápidamente resumió cómo Sin había sabido moverse sin dificultad en la nave en la que había llegado hasta Galáctica, y sus comentarios sobre los libros de estrategia de Dean, y las cosas que había murmurado mientras veía la simulación.
- Sin, ¿recuerdas dónde aprendiste esas cosas? Le preguntó la doctora Blankia dirigiéndole una sonrisa alentadora.
Las estrellas le rodeaban y el sonido de los motores vibraba a través de todo su cuerpo. Giró el mando y presionó la palanca, y la sensación de libertad le invadió. Luego llegó el frío, el frío que le hacía dormir. Tan frío que quemaba. El dolor y las luces brillantes, las preguntas y las exigencias. Preguntas en una pantalla de ordenador delante de él mientras hacía el examen final, libros que recordaba haber leído y que contenían las respuestas a aquellas preguntas. El plateado reluciente, la luz roja brillante, las preguntas, el dolor. El frío otra vez. Mucho frío. Mucho dolor. Iban a ir a buscarle. No le iban a abandonar. ÉL no les habría abandonado. No podría haberles dejado pudrirse allí. Así que luchó. Tuvo esperanza. Esperó y rezó… pero nunca llegaron. Nunca. Y finalmente, dolía tanto… Dolía demasiado, y él debería estar muerto. Suplicó que le mataran. Cuando no lo hicieron, finalmente se lo dijo. Les dijo todo. Solo para que terminara. Y porque sabía que ya nadie iba a ir a por él. Nunca iba a volver a casa. Ellos le enseñaron su vergüenza. Los incendios. El humo. Los cadáveres. Los mundos destruidos. Él les ayudó. Les dio lo que necesitaban para poder salvar su patético e inservible pellejo. Falló. Les falló a todos. Les mató a todos. Pero no todos… Ellos le despertaron del frío abrasador. Le hicieron preguntas sobre Galáctica. Sobre Pegasus. Sobre sus comandantes. Sus códigos. Sus debilidades. Sus puntos fuertes. Y él se lo dijo. Les dijo todo. Quizá mintió. A veces, piensa que lo hizo, pero el dolor, hacía tan difícil poder pensar. Tanto dolor…
Sam miró a los médicos con los ojos muy abiertos mientras los recuerdos se agolpaban en su mente, destrozándola aún más. No sabía cuándo había empezado a llorar. No sabía cuando había tirado de Dean escondiendo la cara en su hombro, llorando. Se aferró a Dean como si su vida dependiera de ello.
- No me abandones. No me olvides. - sollozaba en voz baja. - No me dejes allí.
- Sin, nadie te va a dejar. Escúchame, nadie va a abandonarte. Estoy aquí. - Rodeó a Sin con sus brazos y le dio unas palmadas en la espalda, con fuerza, asegurándose de que sabía que estaba justo allí, con él.
- Sin, ¿has recordado algo? - preguntó la doctora Blankia acercándose a él y tirando de uno de sus brazos.
- Por un momento, Dean sintió la necesidad de apartarla de un empujón. ¿Es que no se daba cuenta de que Sin necesitaba que le tranquilizaran? Luego, la razón se impuso a sus sentimientos y supo que Sin iba a tener que luchar contra aquello, contra sus recuerdos. Pero aquella… era su primera sesión… - Doctora.
- No. - dijo ella. - Tiene recuerdos fugaces. Tenemos que registrarlos cuando aparecen. - ¿Qué has recordado, Sin? - le preguntó esta vez separándole con más fuerza del capitán. - ¿Recuerdas tu nombre? ¿Tu verdadero nombre?
Sam no quería soltar a Dean, y necesitó de todo su control para no darle un puñetazo a aquella puta cuando les separó. Le lanzó una mirada enfurecida y se secó las lágrimas, luego su mirada recorrió la habitación tratando de entender dónde estaba, quiénes eran aquellas personas y por qué estaba allí. Se había visto arrastrado a un momento anterior a Thiros, y eso siempre le dejaba aturdido. Tirando del brazo para soltarse del agarre de la doctora, gruñó. - ¿Y quién ha dicho que lo hubiera olvidado? - La rabia era inapropiada para un esclavo, así que intentó calmarse. - Pero prefiero Sin. Ese es quien soy ahora. Quién era antes… no quiero recordarle y no quiero ser él.
Ladeando un poco la cabeza, Dean escuchó intentando ocultar su sorpresa.
La voz de Sam se volvió fría. - Él era débil, inútil, patético. No merece ser recordado. - Su mirada se volvió un tanto distante. - No, probablemente si que fue recordado. Por ser una basura inútil y traidora. Así que, ¿por qué iba a querer recordarle? Es mejor olvidar aquello. Solo… solo quiero que me devuelvan a como era cuando Dean me encontró. Que me hagan ser Sin otra vez, el Sin que le gusta a Dean, el que él quiere que sea. - Sam miró a Dean y le acarició suavemente la cara. - Sin merece ser recordado y querido. - dijo con voz casi suplicante. - ¿Verdad?
Dean abrió la boca, la volvió a cerrar y se levantó. - Creo que ha sido suficiente por un día. - Puso una mano en el hombro de Sin. - Quizá…
- Estoy de acuerdo. - Acercándose a uno de los ordenadores, el Dr. Scribus empezó a teclear. - Estableceremos una serie de citas individuales. Veremos cómo va y si es necesario barajar otras opciones más adelante.
Dean bajó la mirada al suelo. Sabía que el medico estaba hablando del suero de la verdad y de la terapia de regresión. El Dr. Scribus estaba allí para asegurarse de que Sin no era un traidor. Por supuesto que Sin mismo había dicho que lo era, pero un verdadero traidor a la raza humana, alguien como Baltar, nunca se descubriría a sí mismo. Sin había tenido un brote dramático, y tanto si era provocado por su entrenamiento, o por algo que hubiera ocurrido antes, tenían que lidiar con ello ahora.
- Muy bien. - dijo la doctora Blankia sonriendo a Sin. - Tengo una sesión de terapia de grupo para personas a las que les han alterado la mente, o les han lavado el cerebro… o como sea que quieras llamarlo. Te enviaré una invitación.
- Estará allí. - respondió Dean por Sin antes de que alguna excusa pudiera salir de su boca. - Vámonos.
Sam miró a todos los médicos y luego a Dean. Esos recuerdos realmente le habían descontrolado, y había dicho cosas que no debería haber dicho. Iban a descubrir… algo. Aquello que le hacía despertarse gritando por la noche, fuera lo que fuera. Eso le hizo desmoronarse, porque sabía, simplemente sabía, que él había contribuido a la casi destrucción de la raza humana. Aquel último montón de recuerdos, habían sacado a la superficie gran parte de su vida pasada, de su vida antes de Sin, y él se rebeló contra ellos. No los quería. No los quería en absoluto.
Sam se levantó de la silla y prácticamente huyó de la habitación, dejando a Dean atrás. Sabía lo que iban a hacer. Las mismas cosas que los… los… Cylons… le habían hecho. Meterse en su cabeza, hacerle decir cosas que no quería decir. No. No iba a volver a pasar por eso. Nunca. Corrió por el pasillo hasta llegar al ascensor y pulsó el botón del nivel donde estaba la habitación de Dean. Otras personas subieron al ascensor, y él se mantuvo pegado a la puerta, intentando no hiperventilar o empezar a llorar. Tan pronto como el ascensor se detuvo, salió corriendo y avanzó pegado a las paredes del pasillo, corriendo pero intentando no tocar a la gente. Llegó a la habitación de Dean y sintió que el alivio recorría su cuerpo. Allí estaría a salvo. Pero Dean no había programado en el pulsador la marca de su mano, ni le había dado el código. No iba a poder abrir la puerta.
Se deslizó hasta el suelo, doblando las rodillas contra su pecho y agachando la cabeza. Dean volvería a casa tarde o temprano. Esperaría allí a su dueño. Le había prometido que no iba a volver a escapar, y sin embargo lo había hecho. Dean iba a estar furioso con él, aunque al menos esta vez no había hecho daño a nadie.
Los guardias de seguridad siguieron a Sin, pero tal y como les habían ordenado, no se acercaron a él, así que cuando Dean giró en la última curva del pasillo hacia su habitación, ya sabía que Sin estaba allí. Pulsó el dispositivo de apertura y bajó la mirada hacia Sin. - ¿Qué voy a hacer contigo?
- Lo que quieras. Al fin y al cabo soy tuyo. - dijo Sam en voz baja mientras se ponía en pie. Entró en la habitación cuando Dean le hizo un gesto con la mano. - No quiero que anden jodiendo dentro de mi cabeza, Dean. No voy a dejar que lo hagan. Haré lo que sea necesario para no dejarles hacer eso, aunque me tenga que meter una pistola en la boca. Nadie va a volver a meterse en mi cabeza de esa manera otra vez. ¡Y no me salgas con la mierda de que están intentando ayudarme! - dijo volviéndose con la mirada enfurecida. - Quieren darme drogas y hacerme escaners, hipnosis o regresiones y toda esa mierda que hacen a los prisioneros de guerra. ¡Yo no te pedí que me compraras! Si crees que soy un criminal y solo me trajiste aquí para hacer que me arrestaran, ¡deja de tocarme los cojones!
- ¡Yo no te compré, maldita sea! Yo nunca compraría a nadie. No eres un jodido prisionero, no eres un esclavo… eres como cualquier otra persona aquí ¿vale? - Dean se pasó la mano por el pelo, sintiendo cómo la sangre latía en sus sienes. - Nada más y nada menos, solo uno de nosotros. ¿Y sabes qué? SÍ que estamos intentando ayudarte. ¿Crees que estás bien? Pues no lo estás. Tienes muy buen aspecto, y hablas un montón de idiomas, y sabes un montón de mierdas, pero no estás bien, Sin. Necesitas recomponerte, y puedes hacerlo. Yo te ayudaré… lo digo en serio, Sin. Haré lo que haga falta, pero tú también tienes que poner de tu parte.
- ¡Nunca he dicho que estuviera bien! - soltó Sam. - Sé que tengo jodida la cabeza. Recuerdo un montón de mierda y luego se vuelve a ir otra vez. ¡A veces la aparto yo mismo, porque no quiero recordar esas semanas o meses, mierda, yahrens en sus manos! ¡Los hijos de puta me sacaban del congelador cada vez que pensaban que podía serles de utilidad! Gracias a los dioses no recuerdo demasiado, y te aseguro que no quiero recordar nada de eso. - Sam miró a Dean desafiante. - Está bien, no soy un prisionero. No soy un… - De pronto se atragantó. El entrenamiento estalló dentro de él y sintió un dolor tan fuerte en su cabeza que casi le cegó. El collar no estaba funcionando, pero el fantasma del dolor que debería estar sintiendo, dolía igual. Prácticamente se balanceó sobre sus pies, y su respiración se volvió dificultosa y lenta, haciéndole jadear mientras su condicionamiento casi le hacía caer de rodillas. Inclinó la cabeza, y consiguió mantenerse en pie, solo porque recordó que a Dean no le gustaba que se arrodillara.
¡Eres un esclavo! ¡Siempre serás un esclavo! Lo único que vas a conocer en tu vida es ese collar alrededor de tu garganta, o la muerte. Si lo niegas, serás castigado severamente. Acepta lo que eres y respeta siempre a tu dueño. ¡Si quiere que te cortes el brazo, entonces te cortas el jodido brazo!
Las palabras de su entrenador se intercalaban con oleadas de un dolor indescriptible que emitía su collar al final de cada frase, hasta que finalmente, igual que todos los demás, Sam repitió todo lo que el entrenador estaba diciendo.
- Lo siento. Lo siento. Soy tuyo. Por favor, perdóname. - dijo Sam mansamente a pesar de que algo dentro de él gritaba furioso por su rendición.
- No. No voy a perdonarte por esto, por pedirme perdón. - dijo Dean acercándose a él rápidamente y sujetándole por los brazos. - ¿Pero por gritarme? ¿Por decirme lo que sientes de verdad? Eso está bien, no tengo nada que perdonarte. Así es como te quiero, así es como quiero que seas, Sin. Tus pensamientos reales, tus deseos reales, lo que necesitas. Quiero saberlo.
Sam le miró confundido, oyendo todavía las palabras de su entrenador resonando en su cabeza.
Dean no tenía ni idea de hasta qué punto le estaba entendiendo Sin. - Hazme un favor. Escribe todo lo que recuerdes. Protégelo con una contraseña si quieres, pero tenlo en alguna parte, para que cuando estés listo para compartirlo… esté ahí. ¿Puedes hacer eso? Por favor. - añadió mucho más suavemente.
Sam se quedó mirándole, con su cerebro todavía procesándolo todo. Finalmente, se humedeció los labios. - Si… si hago eso, ¿te asegurarás de que no me escaneen ni me den drogas? Iré a la mierda de terapia de grupo. Pero no me digas que soy libre para luego dejar que me traten como a un prisionero de guerra.
- Haré lo que pueda, Sin. Yo no dirijo esta nave. - dijo Dean. No quería mentirle y perder su confianza. - Tú eres libre. Si… si reciben órdenes de hacer eso, y tú no has hecho nada malo, entonces tienes derecho a negarte. Si te niegas… probablemente te dejarían en un planeta habitable. - Dean se mordió el labio. - No quiero que pase eso, pero es tu derecho. Tenías que saberlo. - dijo buscando la cara atractiva de Sin y conteniendo el aliento por miedo a la respuesta que pudiera obtener.
Sam dejó escapar una risa amarga y se giró. - Por supuesto. Así es como funciona la galaxia ¿no? Ni siquiera podría volver a Thiros porque podría obligarme a contarles lo que sé de Galáctica y de la flota, y venderle la información a los Cylon por un buen precio. Así que me dejáis en algún pequeño planeta perdido de la mano de los dioses. Espera, no. No podéis hacer eso, porque con este collar, es bastante seguro que alguien se iba a enterar de que soy un esclavo, y eso también os jodería. Si me quitáis el collar, tendré un colapso total. - Sam cerró los ojos y suspiró resignado. - Haz lo que quieras conmigo. Ya no importa. Perdí la fe y la esperanza en las personas hace muchos yahrens.
Se giró otra vez hacia Dean, con la mirada fría y vacía. - ¿Puedo por lo menos recuperar mi colgante y mi planta? ¿O he perdido el derecho sobre ellos como tu esclavo? - Levantó una mano para detener cualquier protesta de Dean. - Vale, tu responsabilidad. ¿Te parece bien esa palabra en lugar de la que empieza por “es”?
Hubo un largo silencio entre los dos antes de que Dean finalmente hablara. - Raro. Confiabas más en mí cuando eras un esclavo que ahora. No has podido perder toda la fe en la gente. Confiaste en mí lo suficiente como para escapar conmigo. ¿No me crees? Mira mi informe. Ahora tienes una cuenta en el ordenador, y una copia del informe en tu cuenta. - dijo señalando con su barbilla hacia el ordenador. - Traeré tu planta y tu colgante. Cualquier otra cosa que necesites, puedes pedirla. Ya tendrías tus zapatos si no te hubieras escapado. Dame uno de los que llevas puestos y te traeré un par ahora mismo. - Dean apretó la mandíbula con fuerza. Estaba intentando… de verdad… ser paciente. Pero tenía que salir de allí antes de perder la batalla.
- Tienes ojos bonitos. Siempre me pierden los ojos bonitos. - Dijo Sam - No desconfío de ti, Dean, yo solo sé… tú mismo lo has dicho. No puedes detenerles. Por muy capitán que seas. Y yo no es que haya generado mucha confianza sobre mis intenciones. Cualquiera que esté familiarizado con la esclavitud lo entenderá, pero la mayoría no. Sé que estás haciendo todo lo que puedes por mí. De verdad que lo sé. Sé que harás todo lo que puedas para evitar que violen mi mente. Pero no tengo fe en que ellos no lo consideren necesario para proteger a la flota. Estoy seguro de que es lo más inteligente. - Sam se acercó al ordenador y se sentó frente a él, y luego se quitó un zapato y se lo dio a Dean. - Son de la talla catorce. Así que escapé contigo, ¿eh? ¿Sabía entonces que eras un piloto de combate?
CAPÍTULO 6b