Autor: yvarlcris
Título: Giro inesperado
Fandom: Hawaii 5.0
Pareja: Steve/Danny
Categoría: Angst
Advertencias/Spoilers: Slash/Ninguno… Bueno... salvo las muertes de algunos personajes secundarios
Resumen: Steve y Danny tienen que afrontar adversidades y parece que nunca podrán ser felices. ¿Lo conseguirán? SLASH
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen, si fuesen mío, esta serie dejaría de ser para todos los públicos y Steve y Danny serían incapaces de tener sus manos quietas… Seguro que hacían exámenes más que exhaustivos de las escenas del crimen (y los de la científica estarían hartos de encontrarse con su ADN por todas partes)
Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Había querido gritar, patalear, romper algo, golpear lo que fuese y un montón de cosas más, pero Charles estaba delante y no podía permitirse bajar la guardia una vez más. Además, esa mirada de Steve le desarmaba por completo.
No era justo. Nada en su vida era justo. La gente entraba y salía de su vida como si ésta no les importase lo más mínimo, como si él fuese una persona de paso, alguien con quien estar mientras no había nada mejor.
Tal vez era culpa suya, tenía que serlo cuando todas sus historias amorosas acababan igual.
Posiblemente se entregase demasiado, o a lo mejor pedía demasiado a los demás. ¿Tan difícil era para la gente amarlo? ¿Tan duro resultaba sentir algo por alguien como él?
Ahora estaba solo, en su habitación. Grace estaba en el colegio y Charlotte había decidido salir a dar un paseo mientras Charles estaba en la guardería. Se suponía que Danny debería estar trabajando en el caso, pero no tenía fuerzas, sólo sentía de nuevo que su mundo se rompía, que su corazón le dolía porque nunca nadie le había amado con la intensidad con la que él amaba.
El timbre sonó de nuevo. Con un gruñido se incorporó a abrir.
-¿Jenny?
-Oh, cielos… Danny, ¿qué ha pasado?- preguntó la joven abrazando a su jefe.
Éste, por primera vez en mucho tiempo, se dejó consolar
-Tenemos que irnos- dijo Danny en cuanto se hubo serenado un poco. Jennifer le dirigió una mirada compasiva.
-Si quieres puedo ir yo.
-No, ya he tenido mi momento de autocompasión y hay trabajo que hacer. El Sargento Collins arriesga mucho con esto y no creo que logremos convencerle para hacerlo en otro momento. Voy un momento a…- señaló el baño con expresión todavía avergonzada por haberse permitido ese momento de debilidad. Su compañera asintió. Mientras el rubio se lavaba la cara, la joven se dedicó a pensar en lo que acababa de ocurrir. Encontrarse a su jefe en aquel estado le había causado una fuerte impresión, era casi como cuando ves derrumbarse a tus padres o a un hermano mayor por primera vez. Algo que te deja en estado de shock, porque estás acostumbrado a que ellos sean los fuertes, sonriéndote con ternura y diciéndote palabras de ánimo cuando te quejas de tus compañeros de clase en la Universidad.
Jennifer supo que odiaba a ese tal Mcgarrett desde ese preciso instante.
░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░
-¿Seguro que Cooper se identificó?
El Sargento Collins miró a su alrededor con cautela antes de responder con un gesto de la cabeza apenas perceptible. Sabía que era peligroso hablar de aquello, pero era necesario, la muerte de Pete no debía permanecer impune.
-Habrá que buscar una forma de demostrarlo- meditó Danny jugueteando distraídamente con un sobrecito de azúcar vacío. No quedaba apenas rastro del hombre roto de hacía unas horas, escondido como estaba bajo la máscara de la profesionalidad.
-Bueno… su placa desapareció.
-¿Cree que quien lo ejecutó se la llevó?- se escandalizó Jennifer.
-Es una buena manera de ocultar pruebas- le aclaró el rubio sopesando aquella posibilidad-. Si Cooper no llevaba su placa consigo, no pudo demostrar que era un infiltrado, con lo que su muerte sería perfectamente comprensible.
-¿No pudo simplemente haberla dejado en otro lugar? No parece muy inteligente llevar tu placa si estás infiltrado en una banda de traficantes. Te expones a que te descubran.- Sentenció la muchacha. A su lado, Danny sonreía con ese aire paternal que Jennifer había aprendido a adorar.
-Ese día era el fin de la operación. Se llevaría a cabo la redada y había muchos policías implicados que podían no reconocerlo. Sin embargo aparecieron ellos antes. Yo llegué de los primeros, me metí en la furgoneta de vigilancia y de pronto salieron de la nada, descolgándose del techo e irrumpiendo desde sitios insospechables. Era como ver una jodida película de acción. Pero era real.
Danny sabía perfectamente a lo que se refería Collins.
-Y vio a Pete sacar la placa- completó.
-Lo vimos Boyle, Lonelay y yo. Pero nos dijeron que nuestra vista nos había engañado. Que la confusión del momento nos jugó una mala pasada. Se llevaron las cintas de vigilancia y nos “recomendaron” no hablar más del tema.
░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░
Steve no pudo evitar que su corazón latiese esperanzado. Que Danny le hubiese escuchado y le hubiese pedido tiempo para pensar había resultado ser más de lo que había esperado y se sentía aliviado. Sabía que aún había mucho que hacer, que, desde luego, no merecía el perdón de su amigo, pero al menos, esta vez, no le había golpeado y se había dignado a hablar con él. Probablemente aquello tuviese más que ver con la presencia del pequeño Charles que con otra cosa, pero no dejaba de ser un avance.
Caminó por puro placer por las calles de San Francisco, recordando los viejos tiempos y dándose cuenta de que no se había sentido tan vivo en mucho tiempo.
Sin embargo, sabía que estaba pidiendo demasiado. Que no había palabras para excusar el daño que había causado, que había herido profundamente a Danny y que era un cabrón egoísta por pretender que el rubio le perdonase. Sus emociones cambiaban a un ritmo vertiginoso, tan pronto quería reír, como quería llorar. Sentía como una pena enorme le embargaba al recordar cómo había abandonado a Danny y, al momento, recordaba que éste la había prometido que hablarían y sonreía aliviado y feliz. Esa inestabilidad le estaba poniendo nervioso, nunca le había ocurrido nada parecido. Ni siquiera la muerte de su padre, al otro lado del teléfono, había causado aquella pérdida absoluta de control de sus emociones. Sí, Steve Mcgarrett estaba aterrado desde el día en que Daniel Williams había entrado en su vida.
Le asustaba aquella dependencia como nada lo había asustado jamás. La sola idea de que el rubio se marchase, de no volver a verlo, le provocaba una especie de ataque de pánico que le impedía respirar.
Si Danny le hubiese hecho lo que él le hizo, no lo hubiese superado.
Jamás.
De pronto tuvo la certeza de que no tenía derecho a que el rubio le perdonase
░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░
Charlotte sentía que Danny estaba a punto de ceder. Al fin y al cabo, llevaba mucho tiempo sin una mujer en su vida. De acuerdo, había sido muy rastrero usar al crío para obtener información, pero ese niño era un libro abierto y no veía nada malo en que la “tía Charlotte” quisiese saber si papi salía por ahí con alguna mujer.
El niño sólo mencionó a la secretaria del detective, pero, por lo que había podido observar, se trataba de una relación de trabajo y posiblemente una buena amistad.
Además, siempre podía usar el recurso de los niños. Su abogado era uno de los mejores en kilómetros a la redonda y no le costaría convencer al juez si ponía esa mirada de mujer desolada que solo quiere en bienestar de sus adorables parientes.
Dinero y Danny, esas eran sus aspiraciones actuales, y el rubio estaba desesperado por conservar a los niños.
Sin duda, una presa fácil.
Conocía un internado carísimo y bastante lejos.
Buscó en su maleta uno de los modelos más provocativos que tenía, de esos con muy poca tela y poco espacio para la imaginación. Esa noche sería perfecta, Charles estaba durmiendo bajo los cuidados de la niñera- al fin y al cabo ella había ido a ver si los niños estaban bien, no a cuidar de ellos-, y Grace había conseguido el permiso de su padre para ir a dormir a casa de una amiga. Por supuesto que el detective lo había hecho para evitar otra explosión adolescente de su hija como la que había tenido lugar a la hora de la comida.
La madurez de la que Grace hacía gala a veces, se compensaba en ocasiones con arranques de ese tipo que Danny intentaba tolerar porque sabía que la niña necesitaba a una madre con la que tratar determinados temas, a pesar de que contaba con las frecuentes llamadas a tía Kono y de los largos mails que las dos intercambiaban.
No es que Danny consintiese a su hija, en absoluto, simplemente intentaba que su genio no aflorase en esos momentos e intentaba razonar con su hija para evitar un mal mayor. A veces la niña entraba en razón, otras veces tenía que castigarla sin salir o sin teléfono móvil durante una temporada.
Esta vez, el objeto de la furia de la pequeña había sido Charlotte, por supuesto y, aunque el rubio, en el fondo, hubiese querido aplaudir a su monito, decidió que lo más razonable sería obligarla a disculparse con la condición de que le permitiría ir a casa de Lucy, su nueva amiga inseparable y cuya familia había superado la minuciosa investigación del rubio- aunque esto mejor que no lo supiese nadie más-.
Al oír el timbre, Charlotte hizo un gesto de disgusto. La niñera, harta de los modales de la mujer, había decidido hacerse la sorda obligando a la señorita Edwards a “ensuciarse las manos” abriendo la puerta.
░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░░
Steve no pudo evitar poner cara de sorpresa al ver a aquella mujer. Alta, en su treintena, rubia- teñida, por supuesto- y tremendamente voluptuosa. Carraspeó incómodo al darse cuenta de que se había quedado mirando.
-Buenas tardes. Estaba buscando a Daniel Williams. Porque vive aquí, ¿verdad?- preguntó echándose a un lado para comprobar el número y verificar que no se había equivocado de casa.
-Sí. Pero ahora no está. ¿Quiere que le de algún recado?
El Comandante estudiaba a la mujer con algo que más tarde identificaría como celos. ¿Qué hacía esa ahí? O más bien, ¿qué hacía Danny con alguien así? Esa mujer era todo lo contrario al tipo del detective, ¿acaso tanto había cambiado el rubio en esos años? La mujer arqueó las cejos, esperando una respuesta.
-¿Dónde puedo encontrarlo?
-Supongo que en la oficina- contestó ella. Luego le dio la dirección y observó cómo el marine se marchaba con expresión ausente y sin despedirse.
Charlotte se encogió de hombros y cerró la puerta mientras se quejaba de los malos modales de la gente de aquel lugar.
Mientras descendía las escaleras, el moreno decidió que no iría a la oficina. Sentía cómo la rabia crecía en su interior. ¿Por qué Danny no le había dicho que había rehecho su vida? Claro estaba que el rubio no tenía que rendirle cuentas a nadie, y mucho menos a él. Él había sido el idiota en esa historia y, si alguien tenía derecho a pasar página, ese era Williams.
No estaba seguro de si la furia que sentía iba dirigida a la mujer, a Danny o a sí mismo, así que decidió volver a la base. Un par de horas con el saco del gimnasio le iban a venir de perlas.
Volvió a encontrarse a un malhumorado Briggs, que se quejaba nuevamente de su última misión mientras lanzaba la carpeta con la información que se había convertido en su fiel compañera durante todos aquellos días. Todavía protestando, se encaminó a las duchas.
La curiosidad le pudo y decidió echar una ojeada.
Lo que vio hizo que la sangre se le congelase en las venas.