-¡¿Ma-Martina?!
Javiera no pudo retener el grito escandalizado al encontrarla tirada en el suelo, rodeada de ropa sucia y algún que otro papel de vaya saber qué (por unos papelitos brillantes y rosados, supo que esos eran chicles- y frituras-y el envoltorio de una caja de cervezas). Dejó caer sus hombros, tocándole el muslo con la punta de su bota
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