el nuevo año | latin hetalia | 446 palabras | chile/argentina
La primera vez que se abrazan, tiene el perfume de Martín.
Manuel es un recipiente vacío.
No habla. No piensa. No siente. No ve. No oye. No acaricia. No come. No duerme. A Manuel lo arrastran como una bolsa llena de estiércol, a la cama, al baño y una vez más a la cama. Le ponen la televisión, Manuel se ríe por las inyecciones y vuelve a no sentir, a no ver, a no vivir.
Nadie dice nada de los moretones, porque todos están preocupados en los suyos propios.
La única vez que Manuel pareció revivir, fue por ese Andate a la mierda pero jamás respondió, enseguida volvió a ser inyectado.
(Arthur una vez dijo que ganó una guerra, y lo felicitó por su ayuda con una palmada en la cabeza.
Jamás le dijo cuál guerra fue.)
Manuel vuelve a la vida en una cama y con el dulce aroma del té. Le pica la nariz, le duelen las extremidades y el cuerpo tiene una capa de sudor, el corazón latelate tan rápido como nunca antes. Una voz en la tele dice ya está y se levanta a vestirse.
Ya está.
La primera vez que está en una reunión, Manuel se quiere morir. Todos hablan muy alto, todos ríen, todos lo miran. Manuel siente los ojos, de diferentes tonalidades y fuerza, sobre sus manos sudadas y sus mejillas encendidas y su cabello mal peinado y en el color de su traje, el de su corbata y la forma en que lo combinó con sus zapatos. Olores, movimiento, vida, risas, voces, roces, todo, todo, todo es demasiado alto.
Y Martín se echa a reír.
(Manuel lo mira entre sus pestañas y siente que es la primera vez que lo ve en siglos. Y se pregunta si siempre fue tan atractivo, si su risa siempre hace tambalear el suelo como un terremoto y si ese era el perfume de siempre.
La última vez que Manuel sintió ese perfume, su nariz se hundía en su cuello y los brazos de Martín eran fuertes contra su espalda.)
Cuando sus ojos se encuentran, Manuel no sólo siente un hormigueo en las palmas de sus manos y el pecho, como la explosión de un volcán furioso. Un dolor agudo en su cabeza y en los costados de su cuerpo se intensifica en el momento en que Martín desvía su mirada rápidamente.
Manuel quiere pedirle perdón por no recordar.
La primera vez que hablan, Martín se va.
La primera vez que se tocan, Martín se aleja rápido.
La primera vez que están solos, Martín no lo mira.
La primera vez que lo llama por su nombre, Martín lo mira con tanta tristeza que a Manuel se le oprime el pecho y quiere llorar.
(La primera vez que se abrazan, ambos saben que el camino no será fácil.)