Hetalia; Hasta que por la ventana suba el sol | Argentina/Chile [3/?]

Oct 31, 2011 15:57

En el cuál, Javiera es una mecánica con carácter, Martín un cliente frecuente que siempre ensucia y, aún así, Javiera se siente culpable por sólo ser capaz de darle una mano de mentira.

Javiera pasó el cepillo sobre su cabello, pero no podía acostumbrarse a tenerlo corto. Soltó un suspiro, mirando de soslayo a las puntas que se retorcían para arriba y que no podía alisarlas con nada.

(Era imposible no pensar en Martín retorciendo los mechones largos entre sus dedos y hacerle bucles que se deshacían al tocarle la espalda. Recordaba a Martín besándole la nuca, partiendo los largos mechones por la mitad y deslizar su boca por su espalda desnuda; abrazarla fuerte, tan fuerte contra su pecho y decirle en el oído
-Javi, Javi, me encanta tu pelo, Javi.)

Pero sabe que perder una mano por su culpa no es lo mismo que cortarse el cabello. Martín tenía que empezar todo de nuevo; aprender a controlar la fuerza, a tomar un vaso con agua, a mover las hojas de los libros sin romperlos, a llevar la cuchara a su boca sin que se cayera, a acariciarla sin lastimarla. A tener un sueño sin poder cumplirse.

Javiera miró el espejo, vio a Martín dormir con una mano sobre su torso y la otra estirándose a lo largo de la cama. Tenía los cabellos revueltos, seguramente el muy idiota estaba baboseando sus sábanas, y, demás, estaba soñando que comía el bistec más grande de su vida. Intentó sonreír un poquito, porque ese era Martín.

El que le levantaba la falda de cuando pequeños, el que le tiraba de los cabellos al jugar, el que le pedía todo el tiempo que fuera su novia en su adolescencia, el que la enamoró llevándole una flor a su ventana todos los días, el que la abrazó fuerte cuando su madre murió, el que le regalaba libros de lógica e ingeniería sólo porque pensó que le gustaría a ella, el que la besaba a escondidas de su padre en el taller, el que le tocaba debajo de la falda cuando iba a comer a su casa, el que le hacía el amor de forma tan dulce. El que lo era todo para ella.

-¿Javiera? -La voz ronca, dormida de Martín, le hizo soltar un respingo y se volteó a verlo, levantándose rápidamente de la silla y se arrodilló en la cama-. ¿Qué… qué pasa?

-¿Te duele la mano? -preguntó rápidamente, buscando la muñeca y mirándola con atención, doblando los dedos uno por uno. Pero entonces Martín la apartó rápidamente.

-¿Podés dejar de actuar como si lo único que te importa es mi mano? -preguntó con el ceño fruncido-. Y no, mi mano está perfecta. Sólo te quería devuelta en la cama.

Javiera apretó los labios, aguantándose las ganas de decirle, de decirle que cómo no quería que se preocupara por su mano, si lo que menos quería era que no pudiera dormir porque le dolía. Que no pudiera hacerle el amor porque temía que la lastimara solo por tocarla. ¿Cómo no podía importarle?

Martín la abrazó desde los hombros con un brazo, pegándola a su pecho desnudo y caliente, sonrojándola en la nariz como un acto reflejo. Pero Javiera no dijo nada, sólo devolvió el abrazar con fuerza y se aguantó el lloroso, tragando las lágrimas con todas sus fuerzas.

-Te quiero.

Esa fue la primera noche en que Javiera se lo dijo.

-Martín, Martín, Martín.

Y lo apretaba tan fuerte contra ella, tan fuerte como si quisiera fundirse.

-Yo también a vos, Javi.

Martín la recostó en la cama, comenzando a jugar con los mechones que se retorcían sobre sus dedos y Javiera sonrió suavecito.

(También era la primera noche en que la culpa desapareció.)

pa: argentina/chile, pe: argentina, type: longfic, c: martín, pe: chile, advertencia: romance, !fanfics, c: javiera, t: hasta que por la ventana suba el sol, au: steampunk, advertencia: universo alternativo

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