Cada mañana una avispa me avisaba de que los aguijones seguirán aquí cuando volviera. He huido al mar Báltico, cruzado en trenes Polonia de norte a este, de este a sur y de sur a centro. Varsovia es mi nueva novia. He sido allí un cristal rosado y destelleante que reflejaba la alegría de los mamíferos. He sido de este modo un alegre perezoso, una ( Read more... )

La ciudad te tira del cabello y te lo alborota. Mar y brisa son los brazos. El corazón golpea a ritmo de bachata. Vienen de fuera hordas de rostros pálidos, cuerpos de nata desesperados todo el invierno junto a la calefacción. Vienen a arder fugazmente en esta alegría. Venía yo con otras intenciones y he terminado ardiendo también. El caos urbano, ( Read more... )

No quiero líquido. No quiero lágrima. No quiero nube. Ni salivas ni sudores acumulados. No quiero río transparente precipitado por la pierna. No quiero pared de acuario. No quiero realidad licuada. No quiero esperanza liquidada. No quiero un mar de dudas. No quiero flotar ni bucear, ni nadar. No quiero el desagüe. No quiero susurros en la catarata ( Read more... )

Aún asfaltando el planeta, seguirían algunas persistentes hojitas encontrando ranuras por las que besarse con el sol. Así es cómo en las noches de sábado hacen la fotosíntesis nuestras pieles al calor de las discoballs. Brotan las semillas y florecemos, atravesadas por la luz y la música. Nos vamos empapando de fértiles licores y nos canta la vida ( Read more... )

Entretanto llega la próxima palabra con aguijón que todo lo envenene, convirtiendo las noches en charcos sin fin y los días en horas estancas, disfruto de unas vacaciones contigo. ¿Ves? Sabemos estar bien. Te has recobrado durmiendo sobre mí con las piernas en L. He olvidado al Dr. Jekyll y sus largas caladas. No importa ya tanto tropiezo, tanto ( Read more... )

Quisiera rebobinar al día del armarito. Decirte que estoy de acuerdo con plantar los venenos. Decirte que no te dejaré volverte loco solo, que nos volveremos locos los dos. Pero no se puede ir hacia atrás en busca de una locura compartida, ni ponerle una tirita a la herida del tiempo. Me duele el corazón cada vez que pulso una tecla. Sin embargo, ( Read more... )

Sobreviviendo en la ciudad amiga, con mi amiga y la novia de mi amiga. Sobreviviendo gracias a las dulces melenas, el interés por los azulejos de colores, el momento de ponerse rimmel, no usar los agujeros de las orejas para ornamentos ni para nada. Las amigas se toman de la mano y aconsejan sobre qué azúcares ingerir. Las amigas son diversión ( Read more... )

Dispuesta a cruzar la piel peninsular, esta alfombra entre océano y mar, aspiro a la fortaleza. Vamos a Oporto, un puñado de desconocidos y yo. Hay cierta alegría, pues se trata de una ciudad amiga y literata donde acuden investigadores amigos y literatos. Pero temo al atardecer junto al Atlántico por si es más duro conmigo que el anochecer ( Read more... )

El atardecer usa los tejados de tobogán y deja una estela oscura tras de sí. Tiembla mi pájaro rojo en su cofre de hueso. Hay un edificio muy alto desafiando a las gaviotas, apuntando al cielo como una ocurrencia pasada por LSD. Estuve en su planta 26 y tuve que agarrarme al cristal por si el mundo se volvía diagonal. Las flores de la terraza miran ( Read more... )

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Bueno, pasada por agua tras las tormentas de noviembre, toca secarse con la propia chispa vital y ponerse en pie. Es verdad que mis satélites han huido de su órbita. Nada está donde solía. Donde sonaba Bésame mucho, ahora suena La Chica de Ipanema. Cada ciudad toca su canción. Cada plaza se cruza de una manera.  Donde había mesas reunidas, ( Read more... )