Dec 07, 2016 01:24
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Sobreviviendo en la ciudad amiga, con mi amiga y la novia de mi amiga. Sobreviviendo gracias a las dulces melenas, el interés por los azulejos de colores, el momento de ponerse rimmel, no usar los agujeros de las orejas para ornamentos ni para nada. Las amigas se toman de la mano y aconsejan sobre qué azúcares ingerir. Las amigas son diversión colorida, vino Porto y más vino en el bar siguiente. Ser amiga es sonreírse con los labios rosados y la cara imberbe, besarse las mejillas fuerte, aprentarse en el abrazo hasta notar el pecho cálido. He sobrevivido y sobreviviré cuando el tiempo se ralentice de nuevo y las horas sean carreteras para las que nunca hay suficiente gasolina. Las amigas reían y ríen subvirtiendo la hostilidad patrocinada por las grandes marcas. No hay marcas para mis amigas. No hay reyes para mis amigas. No hay pies mordidos, no hay un respeto excesivo por nada ni una admiración innecesaria por nada. No hay título nobiliario, no hay desprecio por la autenticidad, no hay cinismo del malo. Las amigas se miran como enamoradas, las amigas se niegan a disimular. Leen y saben porque quieren saber, hay como un desafío en sus frentes. Yo quiero desafiar con ellas, que mi bondad no le corte el cordón umbilicar a mi inteligencia, cualquiera que sea su tamaño. Yo quiero ser libre con ellas. Quiero esa facilidad para deshacer problemas y comprender contradicciones. Quiero a mis amigas, que tanto hacen por el mundo sólo con caminar por él.