xvi.
Jongin está a la mitad de una explicación del sistema pulmonar para Kyungsoo cuando el estallido llega.
No os preocupéis, que no es nada triste ni malo, pero conmociona hasta a las células rojas de la médula ósea de Jongin cuando Kyungsoo de pronto golpea sus palmas, se retuerce y sale de la cama.
Oh rayos, ¿tal vez sufre del síndrome de intestino activo? ¿Kyungsoo tiene que ir al baño? Jongin puede darle unos minutos si eso es lo que necesita.
Pero una y otra vez, como ha dictado el destino, el paciente enfermo procede a demostrar que las ideas tontas de Jongin están erradas, desnudándose y lanzando las ropas del hospital en un solitario rincón del cuarto.
-¡Oh por Dios, hyung! -Dios no lo permita, ¡Jongin no quiere un striptease cuando está a la mitad de una descripción de los alvéolos!
((Quiere decir que sí quiere un striptease de Kyungsoo, ¡pero no uno tan repentino como ese! Necesita algo de tiempo para elevar sus hormonas y ponerse de ánimos para un momento de pasión sexy.))
-¡Ah, Do Kyungsoo, ¿qué carajo estás haciendo?! -prácticamente grita cuando el hombre se quita hábilmente la aguja intravenosa de su muñeca.
-Vamos a ir-anuncia él mirando a un casi histérico Jongin, mientras toma un conjunto de ropa limpia y se viste- a conseguir más números.
……
¿Qué carajo?
Hay un dicho que dice algo como que los valores a los que la gente se aferra con más obstinación bajo condiciones desfavorables son los valores que fueron la causa de sus mayores triunfos. Las palabras sabias de Jared Diamond resuenan continuamente en la conciencia de Jongin mientras esperan el siguiente autobús de enlace que tenga programado pasar frente a las puertas del hospital.
El hospital no es para nada como la prisión (incluso aunque Kyungsoo discrepe), pero Jongin cree que escabullirse fuera de allí y huir de la cárcel son crímenes igualmente graves que tendrán consecuencias muy severas cuando los descubran y/o si los descubren.
Aquello es una violación de la ética médica. Como futuro doctor de Corea, Jongin no puede creer que esté cometiendo lo que parece ser el crimen más importante de toda la historia médica.
Condiciones desfavorables, en efecto. ¿¡Acaso Kyungsoo era un estudiante notable que faltaba a clases cuando tenía ganas y aún así le iba genial en todos sus exámenes en la preparatoria!?
-Hyung, ¿¡estás seguro sobre esto!? -El estudiante de medicina casi chilla cuando el rugido ensordecedor del motor del autobús les perfora los tímpanos en pedazos al detenerse frente a la multitud.
Y tal vez sí le reventó los tímpanos a Kyungsoo, porque éste ni siquiera le lanza una mirada a Jongin antes de abordar el vehículo y escoger un asiento junto a la turbia ventana. Como el patito perdido que es, Jongin camina como uno pasando junto a los pasajeros burlones y mosqueados, e intenta sentarse junto a su hyung antes de que algún ahjussi pervertido lo haga primero y trate de manosearlo. Inaceptable, Jongin jamás lo permitiría.
Mío, asegura mentalmente mientras observa y asusta a los pobres y descuidados ahjussis subiéndose al autobús.
-Podrías haberme esperado -Medio se queja cuando deja caer su trasero en el asiento junto a su novio.
-Habrías terminado alcanzándome.
-Pfff. Si algún pervertido te toqueteaba el trasero no habría estado a tiempo de salvarte.
Una sonrisa tímida es todo lo que se necesita para finalizar la conversación. Con un tambaleo, el autobús avanza y el hospital desaparece pronto de vista. Jongin se pregunta lo que Taeyeon noona dirá cuando descubra que el bulto bajo la sábana es sólo la almohada apestosa de un paciente vecino adherida a una largamente abandonada pero a veces útil peluca. Probablemente chillará, o tal vez se mantendrá serena y los maldecirá a ambos hasta las profundidades del infierno; las reacciones que Jongin puede imaginar están en extremos opuestos, y honestamente sólo quiere dejar de pensar tanto y ahorrarse la migraña inminente y simplemente disfrutar y aceptar el momento de locura de Kyungsoo.
-Se siente como si nos estuviéramos fugando. -Kyungsoo da una risita de pronto. Jongin entierra con rapidez la cara entre sus palmas.
-Dios -murmura.
-Eres Jongmeo -Kyungsoo ignora la expresión shockeada del rostro de su novio y continúa como si nada, eufórico por la adrenalina- y yo soy Kyunglieta. O si no te gusta, tú puedes ser Jonglieta y yo Kyungmeo. Sería agradable poder llevar los pantalones en la relación de vez en cuando.
-Cielos, hyung -se queja el más joven-, detente.
-Esta será nuestra propia versión de la tragedia romántica más grande de Shakespeare; ¡será una historia de amor tan épica que el mundo enloquecerá!
-Kyungsoo.
-¿Sí, Jongin?
-Sabes que te amo querido, pero por favor, detente. Las ahjummas ya nos están mirando raro.
-Oh. Ups.
Kyungsoo los lleva hasta Muak-dong, donde el vecindario es tranquilo y el único sonido audible es el débil rugido de los motores sonando unas calles más allá.
Jongin no sabe por qué se sorprende cuando trotan por la pendiente que lleva hasta Inwangsa. Probablemente porque aún no comprende la conexión entre ir a los templos y obtener más de los ‘números’ de los que Kyungsoo habla. A menos que………
-Kyungsoo.
-¿Sí, Jongin? -responde él, algo falto de aliento. Jongin se pregunta si deberían detenerse y descansar, porque Kyungsoo luce como si fuera a colapsar en cualquier momento.
-Deberíamos parar y tomar un descanso.
-De acuerdo.
Y como Jongin es el mejor novio del mundo que nadie excepto Kyungsoo puede tener, corre cuesta abajo hasta la tienda más cercana que puede hallar (la cual no está nada cerca) y compra dos botellas de agua antes de correr hacia arriba de nuevo, donde Kyungsoo espera por su puntual regreso.
Su rostro tan pálido asusta a Jongin. Oh, cuánto desearía él que aquellas mejillas estuvieran teñidas de rosado, tal como solían estarlo la primera vez que se conocieron.
-¿Estás bien?
Dios, ¿qué pregunta hace? Por supuesto que Kyungsoo no está bien.
Pero los humanos están entre los seres más resistentes de la Tierra, sólo superados por las cucarachas. Nos mentimos a nosotros mismos en un patético intento de convencer al resto y a nosotros de que estamos bien, y de que no está bien no estar bien. Es realmente triste, piensa Jongin cuando Kyungsoo lucha contra rápidos y sofocantes alientos para formar las palabras que quiere expresar.
No sabe por cuánto tiempo están acuclillados al otro lado del camino, refugiados del sol ardiente en el porche de casas desconocidas. Pero para cuando Kyungsoo siente que ya está lo suficientemente bien como para continuar marchando cuesta arriba por la colina, Jongin envuelve su cintura con un brazo para ayudarlo a llegar a su destino.
Kyungsoo no se encoge ni ofrece resistencia. Así de serias están las cosas, piensa Jongin mientras mira al hombre a su lado, quien se negaba a recibir ayuda para ir al baño o a cualquier otra parte en el hospital. Hay un dejo de desespero y determinación por llegar a la cima del templo, y Jongin se asegurará de que Kyungsoo lo consiga y logre lo que necesite hacer.
-Hemos llegado. -El más bajo se regocija, aliviado. Jongin no lo culpa; si fuera él, estaría llorando lágrimas de alegría y alivio también.
-Dos velas, por favor -le piden a la ahjumma del mostrador tan amablemente como pueden.
-De acuerdo, llenen este formulario primero.
El consenso general es que las ahjummas son curiosas por naturaleza, evolucionadas de ser unas jóvenes y modestas señoritas al comienzo del matrimonio a ser aterradoras dragonas que escupen fuego para cuando alcanzan la jubilación. Por lo tanto, no les sorprende que la ahjumma les lance una mirada recelosa y crítica y les pregunte por sus orígenes.
-¿Se saltaron las clases sólo para venir aquí?
Ambas cabezas se levantan, con expresiones idénticas de desconcierto en cada bello rostro.
-No, no lo hicimos. Estamos en vacaciones de verano.
Satisfecha, ahjumma-ssi secretamente considera casar uno de ellos con su aún muy disponible nieta; preferentemente el más alto: tiene más carne y daría buenos y saludables espermas para un saludable bisnieto. El más bajo luce muy pálido, muy enfermucho.
SOY GAY, grita el subconsciente de Jongin cuando detecta aquellos pensamientos invasivos y peligrosos que ahjumma-ssi dirige hacia él. ¡Vete!, defiende.
-Listo.
-De acuerdo. Por favor, tomen sus velas camino al vestíbulo del altar. Que su día esté lleno de bendiciones.
-Gracias.
Cuando ahjumma-ssi está ya fuera de su alcance auditivo, Kyungsoo recae en incontrolables ataques de risas.
-¿Viste la forma en la que la ahjumma te miraba, Jongin?
-No. ¿Por qué? ¿Tengo algo en el rostro? -Jongin se pasa un dedo por su inmaculada piel de bronce en busca de manchas y suciedad.
Pero Kyungsoo hoy se comporta como una zorra reservada, así que sacude su cabeza y se ríe como una colegiala tonta durante todo el camino hacia el vestíbulo del altar, donde el Gran Iluminado se encuentra sentado en su divino altar, contemplando a los mortales y restándoles puntos de riqueza o aumentando sus barras de prosperidad cuando le da la real gana.
Y rezan por un tiempo muy largo, el más largo que Jongin jamás haya pasado rezando. No es por naturaleza una persona religiosa; la única ocasión en la que junta sus manos y ofrece su corazón a los seres divinos es durante aquellos preciosos minutos que tiene libres antes de un examen, o los minutos que tiene para lidiar con las inoportunas crisis de la vida, tales como un Joonmyun enfurecido o un Luhan borracho sueltos por ahí.
En unos pocos segundos, Jongin termina, pero Kyungsoo no. Los ojos de este último siguen cerrados, y Jongin tiene una urgencia repentina de abrírselos sólo para comprobar que su novio sigue vivo y respira.
Lo asusta que, en aquel recinto de serenidad y paz lleno con infinitas cantidades de fe humana, está Kyungsoo, que reza tan intensamente que opaca a todos los monjes del templo hasta que no son más que los restos de una débil nebulosa. Jongin quiere saber qué es lo que Kyungsoo no puede contarle, los secretos que tiene ocultos en las profundidades de su corazón.
Y así, más tarde, cuando finalmente regresan y endurecen sus almas, preparándolas para una fuerte y merecida reprimenda de parte de todas las enfermeras, Jongin recoge el coraje de su jardín de curiosidad y le formula las preguntas de las que ha querido obtener respuesta desde el comienzo de su fuga.
-¿Por qué rezaste, Kyungsoo?
-¿Mmm?
-Te pregunté que por qué rezaste.
-Oh. Por más números. -Kyungsoo levanta la vista hacia él y sonríe. Jongin no sabe si es una sonrisa triste o una despreocupada. Últimamente las cosas se vienen poniendo borrosas y no puede diferenciar la verdad de las mentiras. La realidad a veces se desvanece, junto con Kyungsoo.
-De acuerdo Kyungsoo, te ruego me digas qué son exactamente estos números a los que te refieres. Por favor no me digas que has estado haciendo apuestas con las enfermeras porque encontraré a la que te haya persuadido para jugar y la desollaré viva.
-Pfff, la fe que me tienes es decepcionante. Sabes que no hago apuestas.
-Sí, y también estoy al tanto de que eres tú quien les cuenta todos mis recuerdos vergonzosos de la infancia a las noonas cada mañana, antes de que yo llegue al hospital.
-Me atrapaste.
-En efecto.
-No me arrepiento.
-Pues deberías.
-Es que eres tan divertido y tierno cuando te molestas. Luhan me visitará de nuevo para contarme más.
-Carajo. Ya le daré a ese bastardo.
-Cómo te atreves. ¿Me estás engañando a mis espaldas? ¡Deberías estar dándome a mí!
-Oh por Dios Kyungsoo, por todo lo que es sagrado, DETENTE.
Quiere quitar aquella mirada engreída de la cara del desgraciado, preferentemente con pañuelos de baja calidad o vaselina. Jongin jamás habría esperado que ese día llegara, nop, ni en su vida entera se habría imaginado que el todopoderoso Kim Jongin perdería una discusión con Do Kyungsoo. ¡Blasfemia!
-Deja de hacer puchero.
Y una mierda que Jongin va a parar.
-Jongin.
Psh.
-Jonginnnnnnnnnnn.
Jongin es un hombre con la dignidad de un león. No caerá con trucos tan baratos.
-Jongin-ahhhhhh.
Lalalalalalalalalalalalalala…
-Bbuing bbuing.
Nop nop nop nop nop nop nop…
-No me hagas besarte aquí, en público.
… nop nop n… un momento, eso suena como una muy buena idea.
-Bésame entonces. Te reto.
Kyungsoo pone sus grandes, grandes ojos en blanco. Jongin puede ver con claridad sus globos oculares rodando en las cuencas, y rayos, sí que consigue el efecto de producir molestia en el otro. Pero Jongin es impenitente. Continúa sonriendo y espera por su recompensa mientras están de pie bajo el sol del atardecer, esperando a que llegue el siguiente autobús.
-Sabes que bromeaba.
-Beso.
-Eres todo un bebé -murmura Kyungsoo.
-Bo bo.
-Bebé grandulón.
Jongin señala sus labios fruncidos y siente la urgente necesidad de hacer ruidos de besos.
Kyungsoo suspira, derrotado. Se pone en puntas de pie con presteza y le da a su quejumbroso novio un rápido beso en la mejilla.
Dicho novio hace otro puchero. Kyungsoo se pregunta por qué. Es tan exigente, diablos.
-¿Sólo en la mejilla?
-Sólo en la mejilla.
-Tacaño.
-Codicioso.
-Te odio.
-También te amo, gracias.
Eso es todo, Jongin ha tenido suficiente de la tacañería de su novio y sus promesas rotas; se da media vuelta y decide no hablarle a Kyungsoo por cinco segundos.
Uno, dos, tres…
Y entonces, algo pesado hace presión contra su espalda. Desde atrás, Kyungsoo abraza a Jongin por la cintura y posa la frente en sus amplios y ejercitados hombros. El hielo alrededor de su corazón se derrite y todo lo que queda es una sustancia babosa y viscosa tirada en el suelo.
Kyungsoo dice algo, pero el rugido ensordecedor del autobús se lleva las palabras. Jongin se da vuelta para aclararlas pero Kyungsoo ya está caminando, listo para subir al vehículo. Y cuando capta la amenaza de ser abandonado, el tema se cierra y se deja olvidado.
Jongin nunca le pide que se lo repita.
De todos modos no tuvo oportunidad de hacerlo.
xvii.
Algún día moriré y
todo esto
se habrá
ido.
-Cuéntame un cuento para dormir, Jongin.
-¿Qué? De acuerdo, ehm, había una vez…
-¿Había una vez? ¿Quién eres, Jongin, Hans Christian Andersen? ¿El tercer hermano Grimm?
-Shh, paciencia joven saltamontes, déjame terminar.
-Esto va a estar tan bueno.
-¿Quieres oírlo o no?
-De acuerdo, de acuerdo, continúa.
-Había una vez dos hombres que se encontraron en una cafetería. Se enamoraron. Fin.
-Eso es… triste.
-¿Por qué? ¿Kyungsoo? Kyungsoo hyung…
-Sólo me dices hyung cuando quieres algo.
Sí, quiero algo. Quiero que te quedes.
-Hyung, no llores.
xviii.
No te das cuenta de los huecos que deja una persona hasta que caes por ellos.
-Neal Shusterman, «The Dark Side Of Nowhere»
El peso de Kyungsoo, junto con su salud, merma significativamente día a día, hasta que los rollitos que Jongin ama tanto se han ido por completo, escapando hacia un lugar miserable llamado Cancervania. Jongin se da cuenta de eso un día por la tarde, cuando están sintiéndose aventureros y experimentando cuán alto llegan los picos de los latidos del corazón de Kyungsoo en el cardiógrafo con cada toque suave en sus lugares sensibles.
Jongin trabaja rítmicamente con cada bip del ECG, sus dedos recorriendo las líneas hundidas del pálido rostro de Kyungsoo. Descubre que éste está increíblemente más calmado de lo que aparenta, laxo, y disfrutando más de lo que Jongin creyó que disfrutaría. Probablemente sea efecto de la tonelada de morfina que acaba de recibir.
Bajo las luces tenues de la habitación, Jongin captura unos labios suaves y púrpuras con los suyos. También captura el corazón de Kyungsoo y lo acaricia tan gentil y tiernamente como puede.
Ambos se hunden más y más profundo en el momento, hasta que todo lo que Jongin puede oír son los latidos de Kyungsoo sincronizados con los suyos: lentos, regulares, vivos.
-Voy a extrañar mucho esto.
El grabador en la mente de Jongin se activa y guarda aquello en su memoria. Archivado en el almacenamiento eterno, tendrá que conformarse con eso en los días que pase sin Kyungsoo…
Carajo.
-¿J-Jongin?
Retrocede y mira al paciente frente a él. De pronto, las grietas se hacen visibles otra vez, las máscaras se están despegando por los bordes y Jongin puede ver la verdad devastadora tras la tranquilidad.
-¿Jongin? -intenta Kyungsoo nuevamente, estirando los brazos para poner sus manos en las mejillas de su novio.
Es horrible. Jongin puede sentir las falanges de Kyungsoo contra su piel, y carajo, está tan frío. La visión de una clavícula protuberante bajo la pálida piel no ayuda a calmar el descontrol al que está dirigiéndose en espiral.
-Jongin, ¿qué pasa?
Carajo. No puede hacerlo. A la mierda el estoicismo; Jongin se pone de pie velozmente y se precipita fuera de la habitación tan rápido como puede.
Los pasillos desiertos no están mucho mejor; el silencio enervante le crispa los nervios y aumenta su estado de estrés y alarma y le envía escalofríos por la espalda. El lugar ya está lo suficientemente frío, y cuando Jongin cree que no se puede enfriar más, su hipotálamo decide joderlo y demostrarle lo contrario.
-Carajo. -Respira y lo repite hasta que la voz de Kyungsoo rompe la cadena y lo fuerza a voltearse.
-Jongin.
Kyungsoo, el pequeño, pequeño Kyungsoo, tan pequeño y roto y vuelto a pegar con cantidades enormes de quimioterapia y analgésicos, está caminando, está tambaleándose hacia él. Kyungsoo ha ido perdiendo sus habilidades motrices últimamente y hubo días en los que no caminó para nada. Aún así, ahí está él, con sus pies descalzos tropezando por las baldosas heladas del suelo, en un intento por correr tras el hombre que ama.
A Jongin le duele tanto que lo mata el saber que Kyungsoo no quiere ser abandonado nunca más, el pensar que Kyungsoo realmente creyó que Jongin lo iba a abandonar.
Tal vez en el pasado, en sus vidas pasadas, se conocieron. Tal vez fueron amantes también, tal vez en ese mundo Jongin persiguió sus sueños de ser bailarín en vez de obedecer los deseos de sus padres y sus expectativas de una carrera médica exitosa; tal vez Jongin se chocó contra Kyungsoo en un día de lluvia; tal vez Kyungsoo estuvo demasiado nervioso como para responder, pero el destino los volvió a unir de todos modos y vivieron felices por siempre.
¿Qué tal si Kyungsoo nunca murió en aquel mundo? ¿Y si en vez de morir hubiera tan sólo contraído otra enfermedad o minusvalía que le hubiera permitido vivir y amar? Habrían pasado sus vidas juntos, sin duda; habrían vivido y reido y amado y explorado cada rincón de ese mundo juntos; se habrían acurrucado en su propia casa en vez de hacerlo en frías e incómodas habitaciones de hospital; habrían admirado exquisitas obras de arte en museos de renombre mundial en vez de examinar el número de cicatrices que el tratamiento de quimioterapia deja tras cada inyección. Habrían tenido un futuro, pero en este mundo no lo tienen.
Kyungsoo no va a estar alrededor de Jongin para fastidiarlo y patear su trasero para que se ponga a trabajar en su tarea. Cada día, más y más de sus células mutan, y un pedacito de él se pierde hacia la fatalidad.
Kyungsoo no va a sobrevivir por mucho tiempo más.
Kyungsoo…
-Ven aquí -dice Kyungsoo con suavidad, con sus brazos extendidos tanto como le es posible, como si fuera para contener y sujetar la cantidad de amor que sienten el uno por el otro. Tonto Kyungsoo, su amor es mucho más grande que eso. Abarca fronteras y fronteras de praderas interminables, pasando por el universo infinito; el tiempo no puede medir a cuánto renunciaría Jongin sólo por poder darle un poco más de tiempo a Kyungsoo.
Sin embargo, Jongin ve el mensaje tras esas dos palabras. No es justo, piensa mientras trota hacia el tembloroso hombre y lo envuelve firmemente con toda la tibieza que es capaz de proveer.
No me abandones.
No es justo.
-Lamento que hayas tenido que enamorarte de alguien como yo.
No es justo.
-No te abandonaré. Jamás.
… Kyungsoo está muriendo.
xix.
Sabes que te amo tanto; te amo lo suficiente como para dejarte ir.
La última vez que Jongin habla con Kyungsoo, este último está acostado en su cama, con su goteo intravenoso colgando de un lado mientras que Jongin sólo se sienta junto a la cama, mirándolo.
Kungsoo está silencioso; su pecho sube y baja con cada profundo y pesado respiro entrando y saliendo por sus fosas nasales. Jongin puede ver que está demasiado cansado; sus párpados se agitan y luchan por permanecer levantados mientras las células-T de su cuerpo pelean para mantenerlo vivo.
Es triste, depresivo, saber que apenas está aguantando y luchando sólo gracias las estúpidas reacciones involuntarias, y no por su propio deseo.
Lamento que hayas tenido que enamorarte de alguien como yo.
Estúpido Kyungsoo. Eternamente tonto, incluso si no aguantará mucho más.
Apuñalándose el corazón y respirando hondo, Jongin se aclara la garganta y toma las manos de Kyungsoo. Instantáneamente, unas pestañas oscuras se agitan y unas pupilas sin fondo se fijan en su rostro.
-El asunto es -Jongin traga- que no importa cuán enfermo estés, cuán culpable te sientas ahora; no me importa para nada. En este instante te puedo decir con alegría que te amo tanto que diré que sí: sí a encontrarme contigo, sí a salir y a tildar cada una de las opciones de tu lista de cosas para hacer antes de morir, sí a abrazarte y a tomarte de las manos y a besarte y a amarte, sí a todo. Kyungsoo, ni siquiera me preguntes si me arrepiento de amarte, y nunca me pidas disculpas por nada. Esto, nosotros sentados y pasando tiempo juntos, ya es suficiente. Para ser sincero, si tuviera la oportunidad de volver en el tiempo y presentarme al encuentro para nuestro estudio de pacientes por primera vez, aun sabiendo lo que pasaría, iría de todas maneras, Kyungsoo. Tomaría cada puta oportunidad que surgiera para verte, para tocarte, para comprenderte. Lo haría todo otra vez. Y aún te amaré.
-Jongin…
-Es suficiente, Kyungsoo. Te amo, está bien; nunca lamenté el haber pasado tiempo contigo, ni siquiera una vez. -Kyungsoo luce tan triste, tan cansado, que duele. Ver el goteo de quimioterapia en sus venas para mantenerlo vivo y lastimarlo a la vez es más de lo que Jongin puede soportar; ¿qué más, Kyungsoo? -Necesitas detener este dolor atroz que está destruyéndote desde adentro; está bien, Kyungsoo. Está bien.
-Dejarás de amarme algún día. Me habré ido y ya ni siquiera me recordarás.
Jongin sacude su cabeza, acariciando con su pulgar el dorso de la mano de su novio, hecha puro hueso y con las venas hinchadas de tantas agujas de quimioterapia inyectadas en su piel tan fina como el papel. Kyungsoo gira su rostro hacia otro lado, donde Jongin no puede verlo bien, pero el brillo de la luz reluciendo y reflejando el sol de la tarde le hace saber que las lágrimas están cayendo por su rostro.
Kyungsoo está cansado. Jongin lo sabe. Sabe lo que hay oculto tras las profundidades más hondas, en el rincón más oscuro del corazón de Kyungsoo: anhelo, y la oportunidad de ser libre.
Por lo tanto, Jongin prepara y esponja las alas de Kyungsoo. Lo guía hasta el rincón más alejado del mundo al que podrá caminar para acompañarlo en su momento final…
-Está bien -repite Kyungsoo, con la voz suave y a punto de romper en llanto.
… y le desea un viaje seguro y agradable, y le dice que nunca mire hacia atrás, y que está bien. Está bien irse, está bien que Jongin esté solo; siempre estará bien. Tiene que estarlo.
-Te amo…
-Dentro de un año ya no lo harás.
-… así que ve, sé libre.
xx.
Pero el tiempo es como el océano: sólo puedes tomar un poquito en tus manos.
-Josh Pyke
Nada particularmente bueno ocurre a partir de entonces. O las cosas se mantienen igual, o empeoran. Al principio, fue la pérdida del apetito; luego, la regurgitación, seguido por la fatiga. Kyungsoo termina siendo confinado a su habitación todo el día.
Eso inició quejas por dolores de espalda e incomodidad pero, con el tiempo, estos últimos desaparecieron también. Jongin comienza a notar la ausencia de la voz de Kyungsoo rebotando por las paredes de la habitación un día, cuando fue recibido por un muchacho durmiente. Su voz suave se mimetiza con el fondo, y pronto ambos se quedan allí en silencio por largos períodos de tiempo hasta que un día, como todo lo demás, las palabras mueren por completo.
Hoy no es la excepción. La sesión de quimioterapia de Kyungsoo terminó hace una hora, y el muchacho está en un estado de semi consciencia, con sus ojos medio abiertos y los hombros flojos, muy ebrio de morfina y analgésicos fuertes, y Jongin comprende que, por mucho que se quede hablando él solo, sus barras de productividad no van a aumentar de todas formas.
Así que se sienta y sostiene la pequeña mano de Kyungsoo. Ignora la visión de las venas dañadas asomándose por las mangas, y tiernamente acaricia en círculos el dorso de su palma. Parece calmarlo; las cejas de Kyungsoo van dejando de estar fruncidas y Jongin nota que, muy lentamente, sus hombros se van hundiendo hacia el colchón.
Tomándolo como una buena señal, Jongin continúa acariciando aquella piel tan descascarada y fina como el papel con su pulgar, hasta perder la noción del tiempo. Cada momento pasado con Kyungsoo se siente como una eternidad, y Jongin está agradecido por aquel falso sentido momentáneo de serenidad y seguridad; hey, tal vez las cosas mejoren y los milagros existan y seres celestiales alguna vez caminaron sobre el agua y tal.
Con gentileza, presiona dos dedos contra la muñeca de su novio y siente su pulso. Es tan débil.
A veces se olvida de que Kyungsoo está muriendo.
Esperanza; traza las letras en su seca palma sin vida. Vida. Amor. Una descarga de emociones intensas se genera en la base de su garganta hasta que lo sofocan y lo ahogan en un mar de lágrimas sin derramar.
Suenan tres golpecitos en la puerta y Jongin sabe que la hora de las visitas se ha acabado. Es el modo que tiene Taeyeon noona de recordarle cortésmente que debería regresar a su hogar y descansar para volver a ver a Kyungsoo al otro día.
¿Pero dónde está su hogar? Jongin quiere que Kyungsoo lo sea. Más que ninguna otra cosa, en los lugares de su corazón aún sin descubrir, Jongin, a pesar de haberle dicho adiós apenas la noche anterior, desea en secreto que Kyungsoo se quede.
-Regresaré mañana -asegura para ellos dos. Kyungsoo no responde. Parece haberse dormido. (Parece haberse ido.)
Nos vemos, piensa mientras se para (tambaleándose; sus pies están dormidos después de haber estado sentado todo el día) y arrastra los pies hacia la puerta, incómodo. De pronto, un tirón en su camiseta lo detiene en el lugar.
Es Kyungsoo, acostado en la cama y con un brazo ligeramente levantado para sujetar la camiseta de Jongin. No lo está viendo, sin embargo; sus ojos están medio dormidos y sus párpados amenazan con cerrarse y cesar toda forma de comunicación entre ellos.
-Kyungsoo hyung. -Jongin sofoca un sollozo. Los dedos se aferran con más fuerza a la tela de su ropa, y le toma a Jongin todo lo que tiene para permanecer calmado como el hombre que supuestamente es y caminar de vuelta hacia el hombre recostado en la cama.
Aquel cascarón vacío… Jongin se inclina y le toma el rostro a Kyungsoo para mirarlo. Si busca apropiadamente, aún puede hallar una chispa de vida resplandeciendo en algún lugar de las profundidades de aquellos ojos vidriosos. Para Jongin, Kyungsoo, tan muerto como lo puedan estar sus ojos en ese instante, parece encontrarse en algún lugar muy lejano, un lugar donde no hay ningún Jongin, un lugar que sólo él conoce.
-Te amo -susurra con pasión antes de inclinarse hacia adelante y juntar sus labios.
Si Kyungsoo se olvida, allí estará Jongin para recordárselo.
xxi.
Vivir es lo más raro del mundo. La mayoría de la gente existe, eso es todo.
-Oscar Wilde
Do Kyungsoo muere siete horas más tarde. Solo. A las seis y media, cuando aún no amanece.
Deja tras él cicatrices y una gran cantidad de emociones indescriptibles con las que Jongin tiene que lidiar como secuela. Se retuerce de dolor, llora de tristeza y está perdido en el vacío.
Kyungsoo es el fenómeno que ha cambiado su mundo, y su ausencia sólo hace que su corazón se comprima hasta que sus conductos lagrimales se secan por sobreproducción de lágrimas. Incluso entonces, sus músculos cardíacos se contraen con un ritmo irregular, succionándole el aliento hasta que siente como si el mundo hubiera dejado de girar y se hubiera salido de su eje.
No hay palabras importantes tras su fallecimiento; Kyungsoo sólo deja detrás una familia que nunca llorará su muerte y un dolor anhelante y permanente en el corazón de Jongin.
Kyungsoo se ha ido, pero continuará existiendo en la mente, el corazón y el alma de Jongin. Kyungsoo dijo una vez que, mientras vive, la gente está muriendo. Pero ahora Jongin quiere decirle, incluso aunque lo esté haciendo una vida tarde, que los humanos nunca mueren. Morir es dejar de existir. Pero cuando mueres, desapareces, y el vacío que creas en la vida de la gente que te amó tanto es prueba de tu existencia. Así que, incluso aunque la gente envejece, no muere; es recordada.
Jongin quiere decirle a Kyungsoo que vivirá por siempre y que, cuando se le una, entonces su eternidad va a comenzar en un mundo de perfección y brillantez, donde el clima está siempre ideal y nadie debe quedarse parado bajo la lluvia esperando por un perdón por el que nunca debería haber rogado en primer lugar.
Jongin va a extrañar a Kyungsoo hasta que se vuelvan a encontrar. Pero por ahora, vivirá su vida recordándolo, recogiendo los pedazos de su corazón y volviéndolos a pegar para poder seguir viviendo y buscando a un chico que se ha ido a un lugar muy lejano antes que él.
Hasta que se vuelvan a encontrar.
Si he de morir antes que tú
Cuando
despiertes de la muerte
te encontrarás
en mis brazos
y yo estaré
besándote,
y
yo
estaré llorando.
-Richard Brautigan
Y estarán bien.
Verán días
de sol y campos verdes extendiéndose por horizontes interminables.
Estarán en el tren,
viajando hacia todas partes y hacia ningún lugar.
Jongin con sus libros de medicina sobre el regazo y Kyungsoo inclinándose para señalar fotos y partes del
cuerpo humano.
Vivirán,
disfrutarán y se amarán tan profundamente,
que la muerte no los separará.
El tiempo no les dificultará amarse ni viajar para alcanzar y conectar sus corazones;
el de Jongin: fuerte, firme y latiendo uniformemente;
el de Kyungsoo: frágil, apenas funcionando pero aún resistiendo.
Vivirán por siempre en las estrellas,
estén muriendo o no.
Le toma millones y billones de años a una nebulosa moribunda el desaparecer por completo de la existencia y desvanecerse de la superficie
del universo.
No son suficientes
pero tendrán que conformarse.
Se han amado
y siempre lo harán.
Ese es el efecto Kyungsoo.
uno |
dos |
tres |
cuatro | cinco |
epílogo |
índice