Y, a veces, sólo basta que husbando regrese de salvar el mundo y me lleve a comer ramen -sin Narutos, por celos- y yap, todo parece en su lugar, todo parece posible y una es feliz, sumamente feliz.
[~noche~]No es cálida, tampoco tierna cuando me abraza y aun así me provoca una sonrisa, porque bien podría estar sola, lamentándome de mi destino y, en vez de ello, hay gente.
Claro, de poder haber elegido no habría sido ella.
La conozco de días, y no entiendo su manía de frotar su pulgar contra mi mejilla, como si deseara lustrarme el pómulo.
[Ugh.]Lo es, todo en él y en nuestra tempestuosa relación es real. Y no son tormentas de conflictos, celos y discrepancias, sino tormentas de incertidumbre, de despertar en Nueva York y amanecer en Vancouver, de nunca dormir por ir a ver las aureolas boreales y dormir días enteros en mullidas camas de hoteles cápsulas. Es aventura, es una vorágine de
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Es irónico que el momento de nuestra despedida sea ahora, no hace ocho años en aquél pastizal, no hace quince en aquél aeropuerto, sino, ahora. ( Otro camino. )