Esta es la historia de una española y un chino que cayeron como compañeros de escritorio en una escuela de Tokio por casualidad y, apenas chapurreando el mismo idioma, en seis meses se hicieron más amigos que cochinos.
En realidad la historia es esa, resumida. Pero hoy casi lloramos los dos porque somos monguers perdidos.
La semana pasada me quejé de
(
Read more... )