Giro Inesperado 17

Mar 05, 2013 22:54

Ni me acordaba de que ya tenía material para ir publicando mientras seguía con la historia!
La verdad es que no tengo perdón, espero que sigáis leyendo esta historia, a la que tengo gran cariño a pesar de que las circunstancias de mi vida real me han sido desfavorables para escribir, lo siento.
Como siempre, gracias  a todos lo que han acompañado esta historia (y siguen haciéndolo), esto no sería lo mismo sin vosotros!




Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16

Nadie en la cárcel parecía recordar nada sobre el asunto de aquella fatídica redada. Solo después de un par de “acciones convincentes” por parte de Chin, lograron que uno de los presos les diese un nombre.
Los primos salieron con la sensación de que iban y venían de un lado a otro sin obtener ninguna respuesta.
-Como nos respondan con otra lista de nombres, te juro que les daré una paliza tan grande que se olvidarán de cómo se llaman ellos- gruñó Kono de mal humor.
Chin soltó una carcajada y abrió la puerta del coche.
-Te tomo la palabra, prima.
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-¿Seguir a Briggs? ¿Te has vuelto loca?- Danny se encontraba con Jennifer en su despacho, que ahora parecía vacío después de haber alojado a tanta gente en su interior.
-Alguien tenía que hacerlo, y tú estabas algo ocupado.
El detective emitió un bufido, ¿por qué sería que siempre acababa trabajando con gente testaruda?
-Pero era peligroso. No se trata de un marido infiel, ni de un empleado que roba un par de dólares al día de la caja. Se trataba de un SEAL, créeme si te digo que son gente muy minuciosa y obcecada.
-Tú fuiste capaz de despistarlo. Cuando llegabas tarde y me decías que habías tenido que dar un rodeo porque alguien te estaba siguiendo. Tenía que ser Briggs.
Danny sonrió.
-Pero eso fue porque me confié creyendo que Charlotte me había puesto un detective privado. ¡A mí! Estaba demasiado concentrado en indignarme como para pensar en cualquier otra cosa.
-Sigamos confiados, pues.
-Supongo que no harás caso a nada de lo que te diga. He creado un monstruo.
-Deja de ser tan melodramático y vamos a ver si Barry tiene algo.
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“-Ambos queremos lo mismo, aunque sea para fines diferentes- dijo la voz al otro lado de la línea telefónica- Comprendo su enfado, y le pido mis más sinceras disculpas pero, piénselo bien, podemos ser buenos aliados”
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Por fin habían dado con un nombre, y ahora, el soplón se encontraba entre dos terribles primos hawaiianos que habían pasado la mañana yendo de sospechoso en sospechoso y que se mostraban muy animados ante la perspectiva de encontrar una vía de salida a toda la frustración que eso les acarreaba.
Por eso, el pobre Jamie no había tardado en contarles que en aquella red de tráfico de drogas y armas había más defensores del bien implicados que propios maleantes.
No podía dar nombres, pues éstos nunca se mencionaban y siempre se manifestaban a través de unos intermediarios que jamás repetían intervención- y eso decía mucho de las ganas de anonimato de aquellos hombres- y cuyos nombres eran siempre falsos. El único que sabía quiénes era el cabecilla de la red, que, “casualmente”, había sido el primero en morir de un disparo a bocajarro en la cabeza.
Otro que quizá podía saberlo había sido, posiblemente, el propio Cooper, quien lamentablemente poco podía decir ya.
-¿Estamos igual que al principio?- se desesperó Kono. Su primo se encogió de hombros.
-Llevemos a Jamie con Danny a ver si a él se le ocurre algo.
Mientras el teniente de la policía de Honolulu conducía, la morena meditaba sobre el asunto que acudía a su mente varias veces al día desde hacía casi tres años.
Estaba convencida de que algo había ocurrido, algo más allá del hecho de que Steve se hubiese ido sin decir nada. Conocía a Danny lo suficiente como para saberlo, cada vez que su jefe hacía algo así, el rubio se sentía frustrado y enfadado, y se encargaba de que todo el mundo lo supiese.
Aquella última vez Danny había aparecido con ese aire triste antes de saber que Steve se había ido y luego… simplemente había guardado silencio.
Y eso, en el policía, estaba realmente mal.
Después de tanto tiempo trabajando juntos, no era un misterio que, cuando el rubio estaba realmente enfadado, dolido o enfermo, guardaba silencio. Dejando sus momentos más escandalosos para cuando se trataba de un mal menor.
Tampoco había que olvidar la cara del marine cuando vio aquella pistola en la cabeza de su compañero.
Estaba claro que había pasado algo ese día, aquel fin de semana había sido crítico en la vida de los dos hombres a los que consideraba familia.
Ahora, no hacía falta más confirmación que las miradas que Steve dirigía a Danny para hacerse una idea sobre quién había sido el que fastidió las cosas.
De corazón esperaba que se arreglasen, pues los echaba tremendamente de menos, pero, si Steve había hecho daño a Danny, primero tendría que vérselas con ella.
-¿Piensas bajar o vas a seguir en tu mundo paralelo mucho tiempo más?- Chin la miraba divertido desde el asiento del conductor.
-No de momento- contestó ella-. Tenemos trabajo que hacer.

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