Los agotes.
"¡Cállate, agote! Tu opinión cuenta menos que la del perro. ¡No eres nadie!". Estas palabras, recogidas en un documento de 1597, reflejan el desprecio que se les tenía a los agotes.
Los agotes mayoritariamente, eran rubios, de piel blanquecina, con el lóbulo de las orejas pegado y de mal aliento; de pequeño tamaño, los expertos
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