Bonaventura

Apr 30, 2011 14:49

Bonaventura Ubach (Barcelona, 1879-Montserrat, 1960) era un cura que residía en la abadia de Montserrat en Barcelona, donde los propios nazis buscaron el Santo Grial. Este monje fue todo un aventurero como su nombre indica y por eso se le ha bautizado en Cataluña como el Indiana Jones catalán.

A principios del siglo XX, Oriente Próximo era meta de viajeros curiosos, arqueólogos, buscadores de petróleo y aventureros de todo tipo. Entre este flujo de occidentales, Bonaventura Ubach, de quien se acaba de publicar su inédito Dietari d’un viatge per les regions de l’Iraq., importante por su texto y por las más de 300 fotos que lo ilustran, realizadas por este Indiana Jones benedictino, sin látigo ni pistola, emprendió grandes aventuras.




El objetivo intelectual y religioso de Ubach era comentar los libros que forman la Biblia, cuya traducción al catalán iniciaría, basándose en los descubrimientos del momento. Aspiraba también a crear un museo oriental en Montserrat, tarea en la que desarrolló gran habilidad mercantil. El monje llegó por primera vez a Oriente, a Jerusalén, en 1906, cuando tenía 27 años. Además de aprender árabe y siríaco, en cuatro años viajó por toda Palestina, Asia Menor, Tesalia, Grecia y buena parte de Egipto. Eran los escenarios bíblicos del Éxodo, de los reyes, los profetas y de los rebeldes macabeos, de la vida de Jesús y de los viajes de San Pablo.
Al benedictino le faltaba recorrer, cómo él mismo escribió, el «teatro de las primeras civilizaciones de la humanidad, contemplar el cuadro de los 11 primeros capítulos del Génesis».

La ocasión se presentó en 1922. El 2 de julio, Ubach salió del puerto italiano de Brindisi en un vapor con un billete de cuarta, de puente y sin comida. Ubach visitó Akerkuf, las ruinas de Babilonia; la tumba del profeta Ezequiel custodiada por árabes y judíos; las excavaciones de Ur, patria de Abraham, donde departió con el arqueólogo Woolley. Descendió por el Tigris hasta Susa y volvió por Basora. Fue a Kirkurk y a Erbil, en el Kurdistán, hasta la ciudad de Nínive y los monasterios caldeos de los alrededores, el santuario de los adoradores del diablo (con quienes mantuvo incluso, una estrecha convivencia) y la tumba del profeta Nahum. ...

Este geógrafo de la Biblia describe lugares y gentes, costumbres y ritos religiosos, ya sean cristianos, musulmanes o de cultos escasamente conocidos y cierra su dietario con estas palabras: «Adiós, encantador Oriente, donde tanto he gozado y también padecido durante los 15 meses que me han sido concedidos para extraer ciencia y mendigarte una pequeña parte de tus tesoros. ¿Te volveré a ver? Alá karim!»”

El monje pasó 30 años en Oriente. Regresó a Montserrat en 1951, donde siguió celebrando los oficios religiosos con el rito siríaco.


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