Todo el mundo conocía el mal genio del mejor doctor que ahora mismo tenía el Princeton en plantilla. Todos, quien más y quien menos, había sufrido en compañía de este irreverente médico. Ni siquiera Cuddy era la excepción que confirma la regla, es más, Cuddy era la personificación de esa regla en sí. En consecuencia, la decana tenía ciertas reglas
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