Su amante que, como todo Hogwarts, había escuchado el rumor esparcido por Romilda Vane, y en sus delirios infantiles lo había creído, enfurecido, por algunos segundos. Pero la furia había desvanecido tan rápido como los toques que dejaba en la piel de Harry.
El mismo amante que no era muy fan de los tatuajes. No lo comentaba, y Harry tampoco
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