Título: El Führer de Oz
Fandom: Fullmetal Alchemist
Resumen: Realidad Alternativa. Para el resto, remitirse al título.
Raiting: PG.
Género: Humor, Parodia.
Beta Reader
veneotaqueen Capítulo primero Capítulo segundo Capítulo tercero Capítulo dedicado a los lectores.
IV
Pacientes y visita supieron que los quince minutos de gracia se habían terminado tan pronto como se abrió la puerta de la habitación.
-Fue un excelente final -comentó Fuery.
-No -dijo Mustang-, es el principio. Pero hablaremos de los detalles mañana. Havoc, ¿quién se encargará de la seguridad de esta habitación?
-Yo mismo, señor -respondió el aludido-, junto con Farman en el primer turno. Breda y Fuery se encargarán del segundo.
-¿Y la teniente Hawkeye?
-Mantendré bajo vigilancia al personal médico -dijo ella.
-Bien. Ahora salgan antes que la señorita enfermera pierda la paciencia.
-
A Winry, Al, y Mei se les asignaron habitaciones en el cuartel del este; dadas las circunstancias, no podían regresar al cuartel por cuestiones de seguridad. Sin embargo, poco después de ocho de la noche, Winry recordó que Den se había quedado allá. La perra no tenía la costumbre de permanecer encerrada en una jaula, y como había pasado ya muchas horas desde que su ama la dejó ahí, seguramente se sentiría abandonada. Preocupados, Winry y Al trataron de llamar la atención de quien estuviera a cargo en el cuartel, pero les dijeron que lo mejor sería esperar al día siguiente para traer al animal, aunque fuera sólo porque se necesitaba el permiso del coronel para admitirlo..
Winry estaba a punto de resignarse cuando Mei sugirió que fueran a buscarla ellos mismos.
-Pero sería peligroso...-comentó Al.
-Sé que me sentiría muy mal si tuviera que separarme de Xiao Mei -dijo Mei abrazando con fuerza al animalito dicromático, quien se apretó contra la mejilla de su ama.
-Pero...
-No creo que esas personas nos molesten si salimos hoy -continuó la niña-. Quedaron atrapadas bajo los escombros de la granja.
-...y la granja la están vigilando los soldados...-dijo Al-. Bien, yo iré por Den, ustedes esperen aquí.
Winry, Mei y Xiao Mei miraron al hombre de hoja de lata.
-Eh... yo... sólo... ah... Bien, vamos todos.
Salir del cuartel brincando la barda no representó gran problema. En cambio, pensaron tan pronto estuvieron afuera, entrar de vuelta con un perro del tamaño de Den, sí. Al propuso que la metieran dentro de su torso, lo cual era una solución práctica, asumiendo que Den se quedara quieta el tiempo suficiente. Por fortuna para el plan, la mascota de Winry había mostrado más de una vez una desarrollada capacidad para entender cuando las cosas eran serias (de verdad serias) y entonces obedecía sin chistar.
-
Winry no quería, pero no pudo evitar pensar en las repercusiones de la misión de rescate de esa tarde. De ser cierto todo lo que dijeron aquellos individuos que secuestraron al coronel, y el führer restaba involucrado en ese extraño plan (que no había quedado claro para nada en las explicaciones de Ed y Ling), entonces, el momento de su regreso a Resembool se había aplazado aún más. De pronto, la chica sintió la pesada mano de la armadura sobre su hombro.
-No te preocupes -dijo Al-. Mi hermano prometió que regresarás a casa, y él cumple todas sus promesas.
-Yo también ayudaré -dijo Mei, tomando la mano de Winry. Xiao Mei, por su parte, tomó uno de los dedos de Winry entre sus peludas garritas.
El nudo de la garganta de la chica apenas le permitió agradecer al enorme hombre de hojalata y a la pequeña niña, pero ellos parecieron entender; Mei sonreía y, Winry estaba segura, Al lo hacía también internamente.
-
Llegaron al hotel justo cuando el gerente estaba a punto de retirarse. Sonrió al verlos; era un hombre sensible y le disgustaba sobremanera ver sufrir a un animal tan noble como el que habían dejado bajo su custodia. Dicho esto, se apresuró a aclarar que, aunque sólo ellos tres habían regresado, les cobraría el precio completo por noche por todas las habitaciones que habían alquilado.
-También hemos venido a registrar la salida -dijo Al.
-Oh...-respondió el gerente-. En ese caso, enviaré al botones por el equipaje. Esperen unos momentos, por favor, prepararé su cuenta.
-Gracias -respondió Al.
-Aquí está el perro -dijo el empleado de la cicatriz, quien había ido por Den. La sostenía firmemente por una correa de cuero (obsequio del hotel, según dijo el gerente).
-Gra-gracias -murmuró Winry cuando tomó la correa, tratando de no mirar fijamente al hombre; esa cara cuadrada e inexpresiva le provocaba escalofríos.
-Ayuda a Yoki a bajar el equipaje de estos chicos -le ordenó el gerente.
El hombre de la cicatriz asintió y subió las escaleras.
Mientras el gerente hacía sumas y restas, y el hombre de la cicatriz colocaba junto a ellos las maletas, Winry le preguntó a Al si pensaba que lo que había sucedido alteraría la decisión de Ed de convertirse en Alquimista del Estado.
-Con lo testarudo que es -comenzó el hombre de hoja de lata-, en lo absoluto. Ed será Alquimista del Estado o moriremos todos.
-Eso es muy exagerado -dijo Mei.
-Oh, no -suspiró Al-. Una vez que mi hermano decide algo, hará todo lo posible e intentará lo imposible para conseguirlo.
-Nunca pensé que hubiera alguien peor que ese estúpido del Clan Ling -dijo Mei con las manos detrás de su nuca.
-Espero que Mustang ayude a Ed -dijo Winry-; después de todo, tuvo mucho que ver en su rescate.
-El coronel es un Alquimista del Estado, ¿cierto?-dijo Mei.
Al asintió.
-Lo llaman el Alquimista de Fuego. Yo también espero que lo ayude; parece una buena persona, y nos ahorrará muchos dolores de cabeza.
El gerente se acercó a ellos, su cuenta estaba lista.
-¿Dónde está Yoki?-preguntó al hombre de la cicatriz cuando Al desembolsaba el dinero. Tuvo que repetirlo un par de veces, ya que su empleado se había perdido en sus pensamientos.
-Está revisando las habitaciones para asegurarse que no quede nada -respondió este por fin.
-Bien -dijo el gerente-. Puedes retirarte ya. Lamento haberte retenido tanto tiempo.
-No -respondió el hombre de la cicatriz-, fue un placer.
-
De vuelta en sus habitaciones del cuartel, el pequeño grupo se felicitaba porque su plan había funcionado. Den estaba feliz de poder pasar tiempo con ellos, y de tener la posibilidad de dormir debajo de una cama. No obstante, Al no dejaba de mirar constantemente por la ventana.
-¿También te diste cuenta?-preguntó Mei de pronto.
-Tal vez sea sólo una coincidencia -murmuró el hombre de hojalata.
-¿Qué sucede?-preguntó Winry.
-El hombre de la cicatriz nos siguió todo el camino desde el hotel.
-Quizás sólo sea que su casa se encuentra de este lado de la ciudad -dijo Al.
-No lo sé -dijo la niña Mei-. Se sentía muy extraño.
Hubo unos momentos de silencio en los que Xiao Mei se acurrucó contra Mei y Den hizo lo propio con los pies de Winry.
-En cualquier caso, estamos a salvo aquí: hay soldados vigilando las veinticuatro horas -dijo Winry tratando que su voz sonara firme, pero había algo en aquel hombre que la ponía muy nerviosa sólo de recordarlo.
-Sí, aquí estamos a salvo -repitió Al.
Sin embargo, el hombre de hojalata se quedó haciendo guardia a la entrada de la habitación mientras las chicas compartían una cama durante la noche.
-
Winry, Mei, Al, Den (dentro de la armadura) y Xiao Mei fueron al hospital a primera hora de la mañana siguiente. No enfrentaron ningún contratiempo en el camino, pero tan pronto entrar a la recepción, Winry se detuvo de pronto y tomó el brazo de Al. Volteó hacia Mei y la interrogó con la mirada. La niña asintió: el hombre de la cicatriz aún los seguía.
Winry tragó saliva.
-¿Les diremos algo?-preguntó.
Al negó con la cabeza.
-No quiero preocuparlos en vano: no sabemos si el tipo sea peligroso. Además, dudo que se trate de algo que nosotros tres no podamos manejar.
-Tiene razón -dijo Mei.
-De acuerdo -accedió Winry tras reflexionar por un par de segundos.
Fueron recibidos con mucho entusiasmo, el cual fue correspondido, sobre todo por Den, cuyo primer acto oficial al salir del pecho del hombre de hojalata fue brincar sobre Ed. Al comentó que le sorprendía que Ed y Ling no se hubieran matado durante la noche. O que Lan Fan no hubiera matado a Ed por atentar contra Ling. O que Ed y Ling no hubieran matado al coronel, añadió el propio hombrecillo de paja en tono de mártir.
-Con lo pesado que es...
Mustang le lanzó una almohada al rostro.
-Tú querías ser un Alquimista del Estado, ¿verdad, Elric?-gruñó el coronel con un mal humor mal fingido.
-Nos darán de alta mañana por la mañana -anuncio Ling pretendiendo ignorar a los otros dos-. Entonces nos reuniremos para planear nuestro próximo movimiento.
-¿Nuestro qué?-preguntó Mei.
-Es peligroso decir más -susurró Mustang-. Hablaremos en su debido momento. Regresen al cuartel y quédense ahí hasta que los contactemos.
-Por ahora, Alphonse -intervino Ed en un tono muy serio que Winry no había escuchado antes-, cuida a Winry y a Mei.
-Cuenta conmigo, hermano -asintió solemnemente el hombre de hojalata.
-
-Al, ¿sigues creyendo que está bien que no les hayamos dicho nada?-preguntó Winry una vez que cruzaron las puertas del hospital.
-Sí -respondió Al-. Lo que también creo es que debemos enfrentar a este individuo lo antes posible, para quitárnoslo de encima -el hombre de hojalata se volteó hacia la esquina del edificio y preguntó en voz alta-: Así que, ¿qué es lo que quieres?
El hombre de la cicatriz abandonó su escondite con paso firme. No parecía contrariado por haber sido descubierto.
-Lo que yo quiero no tiene nada que ver con ustedes -dijo.
-Entonces, ¿por qué nos sigues?-preguntó Mei. Xiao Mei, sobre su hombro, también apuntó con uno de sus dedos al espía.
-Será mejor que no sepan más -insistió el hombre de la cicatriz.
Winry se dio cuenta que tanto Al como Mei (y Xiao Mei) se habían tensado ligeramente, como si se prepararan para pelear o para correr.
-Asumamos por un momento que no nos importa nuestro bienestar -dijo Al-. ¿Por qué nos sigues?
-No seas terco -advirtió el hombre de la cicatriz.
-Lo siento, pero he tenido un buen maestro -replicó Al en tono divertido.
Aunque la ironía de lo adecuado no le pasó desapercibida, Winry se preguntó si se atreverían a pelear frente al hospital. Pero el hombre de la cicatriz simplemente se dio la media vuelta.
-Ahora sé todo lo que quería saber -dijo-. Acepten el consejo y no se metan en mi camino. Una última cosa:-añadió antes de alejarse-: dile a tu hermano que abandone la idea de convertirse en Alquimista del Estado.
Al, Mei y Winry se miraron por un segundo antes de salir tras él, pero aquel hombre resultó ser demasiado rápido, y pronto perdieron su pista.
-¡Maldición!-exclamó Al golpeando la pared con un puño.
-Tiene que haber alguna manera de rastrearlo -dijo Mei cruzándose de brazos, al igual que el animalito dicromático.
-¡Den!-gritó Winry.
-¡Cierto! ¡Den!-Al abrió su pecho y sacó a la perra, la cual estaba a todas luces aturdida por las sacudidas que había sufrido durante la carrera.
-Lo siento, Den...-murmuró el hombre de hojalata a la vez que acariciaba la cabeza del animal.
-Den podría rastrear a ese tipo -dijo Winry.
-¿Tenemos algo con su olor?-preguntó Mei.
-¡La correa!-exclamaron los tres al unísono.
-La dejé en el cuartel -dijo Winry.
-No, aquí la tengo -dijo Al sacándola del mismo lugar donde había estado Den-. La traje por si acaso la necesitábamos.
Mientras Mei y Xiao Mei ayudaban a Al a colocar de nuevo la pieza frontal de su pecho, la perra olisqueaba la correa de cuero y Winry trataba de convencerla de buscar al hombre de la cicatriz,. Den no tardó en comprender lo que se requería de ella, así que corrió a rascar con una pata la espalda del hombre de hojalata, como si pidiera entrar de nuevo.
-¿Qué le pasa?-preguntó Al.
-Le teme a ese sujeto -suspiró Winry.
-Pobrecita -dijo Al. Mei y su mascota, esta última brincando al lomo de Den, la abrazaron.
-¿Qué hacemos ahora?-preguntó Winry.
-Bueno -dijo Al-, de cualquier forma ya nos lleva mucha ventaja, y prometí cuidar de ustedes, no pelear con desconocidos a mitad de la calle. Lo mejor será regresar al cuartel y contarles a los otros todo esto mañana cuando nos reunamos.
-Además, no parece alguien que pueda causarnos muchos problemas -asintió Mei.
-
Los enfermos fueron dados de alta (con todo y escoltas) de acuerdo a lo previsto. Los demás fueron notificados por Farman de que la reunión se llevaría a cabo a la hora del almuerzo en la oficina del coronel. Así, si alguien preguntaba, podrían decir que Hawkeye obligaba a Mustang a ponerse al día con el papeleo atrasado.
En esos momentos, Fuery se aseguraba de que no hubiera en el lugar ningún dispositivo de espionaje. Las puertas y ventanas estaban siendo aseguradas por dentro con alquimia para que no saliera ningún ruido, y por fuera serían vigiladas por soldados de confianza.
-Las precauciones son muy extremas -dijo Al.
-El asunto es grave -dijo Farman-. No queremos arriesgarnos.
-
Al medio día, cuando se reunió el grupo, los organizadores de la reunión tenían una expresión muy seria en el rostro, y estaban muy nerviosos. Winry se preguntó qué traerían entre manos, pero tendría que esperar: habían decidido que Al tomaría primero la palabra para contar lo que les sucedió con el hombre de la cicatriz. Después de todo, no era tan importante; o por lo menos necesitaban menos de seguridad para explicarlo.
Mustang agradeció la aportación: tener un loco siguiéndolos podría complicar las cosas, además de que él mismo podría salir lastimado. La orden fue de neutralizarlo tan pronto lo tuvieran a la vista. Por su parte, Ed no agradeció la sugerencia de olvidarse de ser un Alquimista del Estado; antes bien, hizo más firme su intención.
Una vez despachado ese asunto, pasaron a lo importante: Mustang quería averiguar cuál era el plan del que hablaron sus secuestradores, y asegurarse personalmente si de verdad el Führer estaba involucrado con ellos, en cuyo caso sería necesario proceder a medidas extremas.
-Será difícil conseguir pruebas, ya que "alguien" hizo explotar su escondite -dijo Al mirando de reojo a su hermano mayor, quien se desentendió del comentario rascándole las orejas a Den.
-Edward voló la granja -asintió la teniente Hawkeye-, pero queda la casa del centro.
-Havoc y yo pasamos la tarde de ayer ahí -dijo Breda-. Trajimos en esas cajas todo lo que pensamos que podría ser útil.
-La mayor parte de los documentos están en una especie de clave -dijo Havoc-. Parecen símbolos de alquimia, pero no sé nada de eso, así que no estoy seguro.
-Sí, son símbolos alquímicos -dijo Ed, que se había abalanzado sobre las cajas para revisar el contenido tan pronto le dieron carta libre-. Parecen estar al azar.
-Si siguen un patrón, es muy intrincado -dijo Mustang tras pasar unas hojas-. Nos tomará un tiempo descifrarlo.
Ese tiempo fue exactamente tres horas, gracias a Xiao Mei. El animalito dicromático "ayudaba" mirando algunas de las hojas mientras se rascaba la cabeza y luego las colocaba en el suelo al azar. O eso creyeron todos hasta que Al se dio cuenta que algunas eran la continuación de otras, y señaló que posiblemente se tratara de un rompecabezas. El descubrimiento fue celebrado con mucho regocijo, tras lo cual se procedió a buscar algún mensaje escondido.
-
Winry despertó bien entrada la madrugada. Se había quedado dormida en uno de los sillones que, junto con los escritorios, habían sido apilados a los costados de la oficina con la intención de utilizar el suelo para repartir las hojas de la casa del centro. Ed estaba recargado contra ese mismo sillón, hacia donde se encontraban los pies de la chica. Winry se inclinó sobre él y le preguntó si habían encontrado algo.
-El código está en función del significado simbólico del signo utilizado sumado a su contexto -respondió el hombrecillo de paja.
Winry parpadeó.
-Es decir que hay que tomar en cuenta lo que hay antes y lo que hay después -dijo Al.
-En otras palabras, lo que dice aquí cambia de acuerdo al orden en que se colocan las hojas -dijo Mustang.
-La mayor parte de las veces son sólo tonterías -comentó Ed-. Hace media hora descubrimos una receta de crema de zanahoria.
-No te preocupes -dijo Al cuando vio la cara preocupada de Winry-, encontraremos el mensaje correcto.
-La paciencia es una de las características más importantes de un científico -sentenció Ed.
-Con lo que automáticamente quedas negado para la ciencia, Ed -dijo Mustang como quien no quiere la cosa, sin despegar la nariz de lo que leía.
Winry y Al se limitaron a elevar un suspiro lleno de resignación filosófica. Por suerte, Ed sólo apretó los puños, gruñó y tomó con brusquedad una de las hojas del piso.
-¿Qué tal si no hay nada de importancia ahí?-preguntó Ling, quien recién se había acercado. Tenía sobre los hombros una especie de chal y en la mano sostenía un emparedado a medio comer-. No quiero ser pesimista, pero alguien tenía que mencionarlo.
-Tienes razón -dijo Mustang-. Es posible que no haya nada aquí y sólo estemos perdiendo el tiempo, pero es nuestra única pista, y no podemos ir a hablar con el führer.
-
-Señor, tiene que ir a hablar con el führer -dijo Hawkeye.
-¿Disculpe, teniente?
-Acabamos de recibir una llamada de Ciudad Central. El führer pidió que vaya usted a hablar con él personalmente.
-Genial -balbuceó el coronel en un tono de voz que contradecía esa palabra. Quizás era el cansancio (eran las diez de la mañana y no había dormido en toda la noche) o quizás era porque confrontar al führer sin pruebas era lo que menos querría hacer. O quizás era porque sabía que el resto de la pandilla querría acompañarlo a Central.
Mustang consideraba la idea de salir del cuartel de incógnito (estaba seguro de que había visto un cajón con bigotes postizos en algún lugar) cuando la puerta de su despacho se abrió de golpe. Era Ling; estaba muy tenso y tenía el ceño fruncido.
-¡Necesitamos ayuda con el control de daños!-exclamó.
Al momento, el coronel y la teniente primera salieron detrás de Ling hasta la bodega a la que se había trasladado el equipo de criptógrafos. Al llegar allá, Mustang sintió unas poderosísimas ganas de golpear la pared con su frente.
-¿Qué sucede?-preguntó Hawkeye tan pronto como vio hojas volando por todos lados, a Al sentado sobre Ed y a Winry amenazando a este último con un martillo.
-Descubrieron el mensaje oculto -dijo Ling.
Mustang se frotó la cara con una mano.
-¿Qué es lo que dice?-preguntó.
Al se rascó la sien antes de responder:
-Dice "gracias por participar, sigue intentando".
-¡Sé que fue Envy!-gritó el hombrecillo de paja-. ¡Déjame, Alphonse! ¡Iré a la granja, lo desenterraré y lo golpearé hasta que se arrepienta de haber nacido!
Al terminar de decir eso, Ed comenzó a morder la pierna metálica de su hermano menor.
-En otras palabras, estamos igual que al principio -dijo Ling.
-¿Están seguros que ese es el definitivo?-preguntó Mei-. Eran muchas hojas.
Al asintió.
-Hemos topado con una pared; no hay más combinaciones factibles de tener sentido.
-Teniente, ¿el führer especificó para qué me requiere?-preguntó Mustang tras cerrar la puerta de la bodega.
-No, señor -respondió Hawkeye.
-¿Lo mandó llamar el führer?-preguntó Ed en un cambio de ánimo que parecía ser cosa de magia.
-Lo acabo de decir, ¿no, Elric?
-¡Esta puede ser nuestra gran oportunidad!-dijo Ed.
-O una trampa mortal -dijo Al.
El hombrecillo de paja sonrió de oreja a oreja.
-En cualquier caso, el coronel tiene mucha suerte de que estemos aquí para ayudarlo -dijo, levantándose ahora que Al se había quitado de encima de él.
-Demasiada -replicó Mustang elevando una ceja.
-¿Cuándo nos vamos?-preguntó Ling.
-¿Nos?-preguntó Mustang.
-Tiene esa costumbre -dijo Ed en tono confidencial-. Lo que me recuerda, nosotros aún no hemos arreglado nuestros asuntos, ¿cierto, Winry?
-Es verdad, ¿ustedes qué querían?-preguntó Mustang.
-¡Le conté un mínimo de veinte veces cuando estábamos en el hospital!-gruñó Ed.
-Tantos cambios de humor en tan poco tiempo no son buenos -dijo Ling.
-El siguiente examen de Alquimista del Estado se llevará a cabo en seis semanas -dijo Hawkeye-, y el teniente segundo Breda está buscando el mapa de Amestris en este momento -la teniente se cuadró en un saludo militar-. Me tomé la libertad de adelantar sus asuntos, coronel.
-Gracias, teniente -respondió Mustang.
-¿Estamos seguros que no es la teniente la que manda en el cuartel?-preguntó Ed.
-Saldremos a las cuatro de la tarde -dijo Mustang, haciendo gala de suprema paciencia al ignorar el comentario del hombrecillo de paja-. Si no están listos a esa hora en punto, se quedarán aquí, ¿queda claro?
-¡Sí, señor!
-Bien.
El coronel se dio la media vuelta y salió de la bodega seguido de Hawkeye.
-¿Piensa usted que es buena idea llevarlos con nosotros, señor?-preguntó la teniente una vez que estuvieron en el corredor de vuelta a la oficina de Mustang.
-Es indispensable -respondió el aludido-; las circunstancias apuntan a que necesitaremos toda la ayuda que podamos obtener.
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