Título: El Führer de Oz
Fandom: Fullmetal Alchemist
Resumen: Realidad Alternativa. Para el resto, remitirse al título.
Raiting: PG.
Género: Humor, Parodia.
Beta Reader
veneotaqueen ETA porque Lía me obligó sugirió que avisar era lo más honesto *juega con los dedos*: A pesar de que planée este fic para ser Gen, están apareciendo solitos, lo juro indicios de WinxEd. Y de LingxEd.
Capítulo primero Este capítulo está dedicado a los conejos perdidos en acción
II
La mañana del tercer día, tal como Al lo había dicho, encontraron un letrero a un lado de las vías del ferrocarril que señalaba la ruta hacia la entrada de Ciudad Central. El camino era ancho, cubierto de lozas de un color amarillo desgastado; los campos de los lados estaban cultivados, pero cuando pasaron, no vieron ni un alma trabajando en ellos. Por fin, casi una hora más tarde, apareció frente al grupo de viajeros la capital de Oz como una enorme masa rodeada por una altísima pared de ladrillo, pintada de un color verde aguamarina.
-Ya era hora-gimió Ling.
-Eso deberíamos decirlo Al y yo -replicó Ed; él y su hermano habían cargado a Ling en una camilla desde la tarde anterior; este último había declarado haberse luxado un tobillo cuando se vieron forzados a cruzar un río especialmente caudaloso porque el puente estaba roto. A primera vista no había parecido algo muy complicado: las piedras a lo ancho del río eran lo suficientemente grandes y cercanas como para brincar de una a otra.
Lo curioso era que Ling se había torcido el tobillo justamente algunos metros antes de llegar a la orilla. Levantaba sospechas, como bien lo había señalado Ed, pero Ling se veía tan genuinamente adolorido que terminó por convencer a Al y a Winry. Lan Fan no se había pronunciado al respecto, pero era obvio de parte de quién estaría.
-Nadie puede ser tan buen actor -le había dicho Winry al hombrecillo de paja, quien quedó convencido que lo más prudente era guardarse sus comentarios y buscar material para transmutar la mencionada camilla.
-
El camino de lozas amarillo desgastado desembocaba en una puerta de hierro de doble hoja, de aproximadamente cinco metros de ancho y casi tan alta como la muralla en la que estaba incrustada. En la hoja de la derecha había otra puerta que podría juzgarse como "normal", en cuyo centro se encontraba una pequeña ventana.
Del lado izquierdo de la puerta pequeña colgaba una cuerda conectada con el badajo de una campana. La lógica decía que al hacer sonar la campana se abriría la ventanilla y, posiblemente, después la puerta.
Al hizo sonar la campana. La ventana se abrió y se dejó ver una cabeza calva que parecía refulgir bajo la luz del sol.
-Buenas tardes, jóvenes -dijo-. Soy el mayor Alexander Louis Armstrong, encargado de la puerta principal de Ciudad Central. ¿En qué puedo ayudarles?
-Queremos ver al führer de Oz -respondieron todos al unísono.
El hombre abrió la puerta, con lo que reveló ser un soldado de espaldas anchas, enormes bíceps y fuertes piernas, cuya cabeza seguía refulgiendo.
-El führer es un hombre muy ocupado -dijo-, y muchísima gente espera hasta un mes para verlo. Aunque, si tuvieran un muy buen motivo, los ayudaría a avanzar en la fila -añadió el mayor al ver sus caras.
Al, Ed y Winry intercambiaron miradas. ¿Serían sus motivos lo suficientemente poderosos para llamar la atención del hombre que gobernaba el país? Lo cierto es que no se lo habían preguntado antes, pero ahora, ante una luz objetiva y analizando las circunstancias con toda sinceridad, tendrían que ir a formarse.
-Mi comitiva y yo necesitamos ver al führer de este país de manera urgente -escucharon de pronto la voz de Ling, quien se había acercado al mayor Armstrong con algo de desfachatez-. Estoy aquí en misión diplomática. Aquí están mis papeles -añadió entregando una caja abierta en cuyo interior asomaban unos pergaminos, que Lan Fan le acababa de entregar. El mayor los desenrolló y los estudió atentamente.
-Um... parecen estar en regla -dijo-. Sin embargo, no teníamos conocimiento...
-Estamos aquí en una misión de emergencia -dijo Ling.
El mayor Armstrong reflexionó por un momento y decidió permitirles la entrada hasta el cuartel general. Además, les asignó dos escoltas.
-
-¿No tenías lastimado el tobillo?-preguntó Ed al oído de Ling mientras el grupo caminaba hacia el automóvil que los llevaría al cuartel general.
-Señorita oficial, este individuo de paja no forma parte de mi comité -dijo el chico en el traje de león agitando el brazo en dirección a uno de sus escoltas.
-¡Eres un...!-comenzó Ed abriendo y cerrando los dedos en el aire, tan cerca del cuello de Ling como se atrevía con Lan Fan cerca.
-Debió ser difícil conseguir esos documentos falsos -comentó Winry en voz baja.
-¿Qué documentos falsos?-preguntó Ling.
-Los que entregaste al mayor en la entrada...
-No eran falsos -dijo Ling con una sonrisa de oreja a oreja.
-Entonces, ¿de verdad eres un diplomático?-preguntó Al.
-Nop -dijo Ling-; de hecho, nadie en mi país sabe que estoy aquí. Pero los documentos son legítimos.
-¿No podría meternos eso en problemas?-dijo Winry.
-Una comprobación tardaría semanas -dijo Ling-, y mientras tanto, creo que podré mover nuestros asuntos para que se resuelvan antes de que pase algo.
No pudieron seguir hablando debido a que ya estaban frente al auto. A pesar de ser un vehículo espacioso, tuvieron tantos problemas acomodándose que al final terminaron cambiando el automóvil por un camión. Menos decoroso, pero más cómodo. Incluso Den se mostró feliz de poder echarse estirada en medio del grupo.
-Escuchen -dijo Ling-, el orden en que hablaremos con el führer será por complejidad de...
-¿Quién te eligió como líder?-interrumpió Ed.
-Ya te dije que por la realeza no se vota -replicó Ling-. Decía, primero será Winry, luego ustedes dos y por último yo, porque mi asunto es muy complicado.
-Bien -gruñó Ed cruzándose de brazos mientras Al asentía.
-
Winry se sentía más relajada de lo que había estado en mucho tiempo. Hacía ya una semana que llegó a ese país; su abuela y sus amigos en Resembool estarían muy preocupados al no haber recibido noticias de ella. La misma Winry no quería pensar mucho en las circunstancias que la habían llevado hasta ahí, ni preguntarse qué daños había ocasionado el tornado. Pero pronto estaría de vuelta, o por lo menos eso esperaba; Amestris no podía estar demasiado lejos, tomando en cuenta el tiempo que le había costado llegar a Oz.
La chica alargó la pierna para rascar el lomo de Den con la punta de las botas rojas, lo que pareció gustarle a la perra, puesto que comentó a agitar la cola con vehemencia. Winry pensó que cuando estuviera de vuelta en casa extrañaría a sus nuevos amigos; por más extraños que fueran, cada uno había sido, a su manera, muy amable con ella. Se consoló con la idea de que podría mantener contacto mediante carta o teléfono. Después de todo, tenía que darle mantenimiento al brazo y a la pierna de Ed.
-
Les tomó casi diez minutos llegar al cuartel. Como la parte trasera del camión estaba cubierta por un toldo, fue poco lo que pudieron apreciar de la ciudad en ese momento, pero se dieron cuenta de que había mucha vida; gente de todas las edades pululaba por todos lados, la mayoría al parecer con negocios muy urgentes en un lugar muy lejano del lugar donde se encontraban en ese momento.
El cuartel era un edificio enorme, dividido en tres alas. Lo custodiaban solemnes soldados de sendas bayonetas al hombro. Tan pronto como Ling y su cohorte bajaron del camión, uno de ellos les preguntó sobre su asunto. Los papeles, por supuesto, funcionaron de maravilla y se les permitió la entrada a la antesala del mandatario prácticamente de inmediato (excepto por Den, quien debido a su calidad de mascota tuvo que esperar afuera).
En términos generales, reinaba la alegría entre el grupo, ya que pronto se encontrarían frente al escritorio del gobernante de Oz; sólo era cuestión de tener un poco de paciencia. Y, por supuesto, algo de buena suerte. Sin embargo, esto último se le había terminado a la comitiva del chico vestido de león.
Había en la antesala, también esperando a ser recibida, una niña acompañada por un curioso animalito a blanco y negro, el cual estaba echado sobre su cabeza. Tan pronto como ama y mascota vieron a Ling y a Lan Fan, el aire en el cuarto pareció solidificarse. De alguna manera, el escenario se oscureció, lo que permitió que saltaran a la vista las chispas enviadas a través del puente en que se había convertido esa mirada.
Aunque Ling se dio cuenta, no dejó de sonreír, como si no le diera la mayor importancia, lo cual hizo enojar más a la niña. No obstante, Lan Fan estaba tensa, con las manos cerca del cinturón donde guardaba sus cuchillos.
De manera instintiva, Winry, Ed y Al formaron un grupo compacto de espaldas contra la pared.
De pronto, la niña dio un corto brinco hacia el frente, y eso bastó para que comenzaran las agresividades. Tanto ella como Lan Fan comenzaron a gritarse en un idioma desconocido para Winry, y pequeños cuchillos volaban de un lado al otro de la habitación.
-¡Detenla!-exclamó Winry sacudiendo el brazo de Ling, pues el chico vestido de león no había tardado en unirse a los otros tres en su puesto de observación.
-¿Acaso quieres que muera?-preguntó Ling.
-¿Lan Fan te mataría por ordenarle que no peleé?-preguntó Ed.
-No; si detengo a Lan Fan, la niña del clan Chan es quien me matará.
-¿No puedes defenderte de una niña?-dijo Ed, y sonó como si la risa saliera directamente de su nariz.
Por primera vez desde que entraron a Ciudad Central, los labios de Ling se curvaron hacia abajo.
-Claro que puedo -dijo-, pero ¿para qué tengo un guardaespaldas si no va a hacer nada?
Winry se dio cuenta de que Ed se sentía tan satisfecho consigo mismo por haber logrado romper con la apariencia de calma eterna de Ling, que ni siquiera frunció el ceño cuando un cuchillo se clavó justo sobre su cabeza.
En ese momento, se abrió la puerta y salió el führer acompañado de otro oficial. La sola presencia del mandatario de Oz fue suficiente para que las combatientes se congelaran y le prestaran toda su atención. Los otros cuatro se apretaron más contra la pared.
-¿Qué sucede aquí?-preguntó. Aunque su tono fue amable, era palpable la amenaza que había detrás de sus palabras.
Pasaron unos segundos sin que nadie respondiera. Mas Ling pronto rehizo su sonrisa y se presentó con sus papeles por delante. Así, la único que sucedió fue que recibió la sugerencia de mantener a su gente en cintura.
A continuación, les fue permitido entrar a la oficina. La niña del animalito extraño aprovechó para colarse detrás de ellos, cosa que nadie le impidió.
El führer se sentó detrás de su escritorio, sonriendo detrás de su parche y debajo de su bigote. A pesar de que seguía imponiendo autoridad, esa expresión relajada le ayudó a Winry a calmarse antes de comenzar a hablar, ya que ella sería la primera en exponer su caso, tal y como habían acordado en el camión.
El führer desconocía dónde se encontraba Amestris, pero envió a uno de sus asistentes a buscar ese país en un mapa de la biblioteca. Mientras tanto, Ed habló sobre su necesidad de adquirir una licencia de Alquimista del Estado, a lo que el führer respondió con enviar a otro asistente por la lista de fechas de los exámenes. Le tocó entonces el turno a Ling, quien entregó un legajo que el gobernante leyó con la misma atención con la que había escuchado a los otros. Al terminar, el führer permaneció en silencio por un momento. Finalmente, pidió un par de días antes de pronunciarse definitivamente.
Entonces el führer se volvió hacia la niña, quien se presentó como Chan Mei. Ella, firme pero educadamente, pidió tierras para expandir el patrimonio de su clan. Sorprendió a Winry que pidiera justo la zona en donde habían conocido a Ling.
-Eso será aún más difícil-dijo el führer-, debido a que tu clan no pertenece al país de Oz. Además, hace poco recibimos un informe que el terreno ya había sido colonizado.
La pequeña Mei puso una cara tan compungida que Winry y Al elevaron ambos un gemido compasivo mientras que Ed le pegaba con la mano de madera en la nuca al chico en traje de león. Debido a las circunstancias, Lan Fan se contentó sólo con hacer un gesto de amenaza.
Cuando Ling recuperó el equilibrio dijo, muy sereno, que todo podía arreglarse y que se sometería a lo que fuera que el führer decidiera, aunque dejando entrever que le importaba más el asunto plasmado en los papeles que su bosque.
Regresó el oficial al que habían enviado a buscar el mapa con la noticia de que el único mapa en que se encontraba un país con un nombre similar a Amestris estaba en el cuartel del este. Después entró el enviado por las fechas de los exámenes y dijo que los encargados de programarlos aún no regresaban del cuartel del este ni habían enviado el reporte.
-Eso quiere decir que tendremos que ir al este -dijo Ed. Winry asintió.
-¡Sí, vamos!-dijo Ling. Ed se volvió hacia él y le dedicó una mirada no muy cordial que digamos.
-¿Tú a qué irías al este?-gruñó.
-A acompañarlos -dijo Ling, un tanto resentido-. Tengo un par de días libres antes que resuelvan mi caso y sin ustedes me voy a aburrir.
-¡Ya te dije que no soy tu payaso!-estalló el hombrecillo de paja.
-¡Hermano!-exclamó Al corriendo a detenerlo antes que el führer se enojara y los mandara encerrar a algún calabozo.
-¡Si él va -exclamó Mei señalando a Ling-, yo también voy!
El pequeño animalito dicromático, de pie sobre el hombro de la niña, también señaló y asintió con energía.
-En ese caso -dijo el führer, antes que nadie pudiera protestar, aún sonriente y con los dedos entrecruzados sobre el escritorio-, ordenaré que les proporcionen pases para que el coronel del este los reciban tan pronto como lleguen allá.
-
Pasaron la noche en un hotel merced del dinero que ganaron mediante un acto circense improvisado en medio de la Plaza Principal, y a la mañana siguiente se reemprendió el viaje. Había entre los miembros del grupo un poco más tensión que antes, pero Ling siguió cantando todo el camino. Ed dejó de quejarse después que se le ocurriera meter un poco de su propia paja en las orejas, a pesar de que Lan Fan estaba más ocupada vigilando a Chan Mei que en cuidar que el hombrecillo de paja se dirigiera inconvenientemente a su señor. Winry y Al, por su parte, hacían lo posible por servir de eje moral, disipando las amenazas de pleito tan pronto como estas se dejaban ver.
Mientras tanto, Den y Xiao Mei (que así se llamaba el animalito dicromático) habían hecho buenas migas, al punto que la primera permitía de muy buena gana que la segunda cabalgara sobre su lomo.
Durante el trayecto, uniendo fragmentos de conversaciones y monosílabos aparentemente inconexos, Winry descubrió que Mei y Ling eran medios hermanos, y que el problema que había entre ellos era, por supuesto, la sucesión de la herencia de su padre. Esto fue, por lo menos, suficiente para saber qué argumentos utilizar cuando las cosas parecían a punto de ponerse feas.
El viaje a la Ciudad del Este se realizó, pues, sin demasiadas complicaciones. El único incidente con el potencial de ser señalado como grave fue el intento de robo que sufrieron los viajeros una cierta noche, el cual al final se revirtió e hizo a la banda de ladrones jurar que enderezarían el camino a partir de ese mismo momento.
El dinero obtenido se repartió equitativamente entre los viajeros antropomorfos.
-
El cuartel de la Ciudad del Este tenía la misma estructura del Ciudad Central, pero era también notablemente más pequeño. Aunque no por eso los centinelas eran menos solemnes ni tenían menos bayonetas al hombro. Sin embargo, al pedir audiencia con el coronel del Este, se encontraron con que, aún con los pases del führer, aquel no se encontraba ahí por el momento.
-Pero habrá alguien más que pueda ayudarnos...-dijo Ed, de manera general, a los cuatro oficiales que los habían recibido.
-Bueno -respondió el más joven de ellos, ajustando sus lentes-, después de la última ocasión en la que alguien intentó robarse los resultados del examen de Alquimistas del Estado, todo se guarda bajo llave y no puede verse a menos que se tenga un permiso firmado por el coronel Mustang.
-Y el cuarto de cartografía está bajo la jurisdicción del departamento de tácticas militares, el cual también está restringido -dijo el más alto.
El grupo soltó un suspiro colectivo matizado por un par de gruñidos.
-¿Cuándo podremos ver al coronel?-preguntó Ed.
-La verdad, no lo sé...-respondió el oficial de los lentes.
-¿Qué pretexto utilizó para irse esta vez?-preguntó el oficial que tenía un cigarrillo en la boca, aunque lo hizo retóricamente.
-El coronel dijo que debía asegurarse personalmente de que las provisiones de la semana se consiguieran a buen precio -respondió el más alto.
-Ah, sí...
-Pero la teniente Hawkeye fue con él, por lo que es muy probable que sea cierto.
-El coronel tiene que estar aquí mañana a las ocho -dijo el cuarto oficial, uno cuyo vientre parecía estar un tanto fuera de los límites reglamentarios-, no pueden perderlo si vienen a esa hora.
-Bueno, gracias...-respondieron los viajeros antes de retirarse. Poco después encontraron una plaza donde compraron unos helados para aminorar las penas.
-Debe haber algún otro mapa en Oz que muestre tu país, Winry -dijo Ed.
-Es lo más lógico, a menos que haya una razón por la que no quieran que se sepa dónde está -dijo Al.
-O que exista en otra dimensión -señaló Ed tan serio que sólo podía ser broma.
-¿No hay una biblioteca pública por aquí para investigar? -preguntó Al-. Así no perderíamos la tarde del todo.
-Muchas gracias -intervino Winry apenada, agitando las manos-, pero no quisiera que se tomaran molestias innecesarias por mi culpa. Deberíamos aprovechar para descansar.
-Una tarde en la biblioteca para mí es descanso -gruño Ed sin despegar los ojos de su helado.
Al soltó una risita.
-Lo que mi hermano mayor quiere decir es...
-...que el hermano menor puede quedarse sin aceite por una semana si no guarda silencio -dijo Ed entre dientes, amenaza a la que Al respondió con otra risita.
-Si no van a la biblioteca, por lo menos podríamos buscar un buen restaurante -gimió Ling-. Me muero de hambre.
-Y cuándo no -apostilló Ed-. Con todo lo que comes, me extraña que no estés como un globo.
-Este metabolismo que tanto envidas viene de familia -dijo Ling.
-Creo que en este momento la comida tiene prioridad sobre el mapa -ofreció Winry. Al terminar la frase, los estómagos de ella misma, Lan Fan, Chan Mei, Xiao Mei y Den hicieron coro al de Ling.
-¿Alguien mencionó comida?-dijo de pronto una voz desconocida y ansiosa que les puso la piel de gallina.
-Tranquilo, Gluttony -dijo otra voz, pero esta era suave y decididamente sensual-, no es eso lo que nos interesa.
-Aw, Lust...
La pareja de recién llegados hacía un contraste muy extraño, uno era un hombre de baja estatura, calvo, todo él parecía estar compuesto de círculos, mientras que ella era una mujer muy hermosa, exuberante. Ambos vestían trajes de color negro, muy entallados.
-Escuchamos que buscan un mapa -dijo Lust.
-El mapa de un país llamado Amestris -soltó Ed sin pensárselo dos veces.
-Amestris, Amestris...-repitió Lust golpeando sus labios con un dedo-. Sé que lo he escuchado antes.
-¿De verdad?-preguntó Winry.
Lust asintió.
-Cada segundo que pasa estoy más segura. Inclusive, me parece que tenemos un mapa, ¿no es así, Gluttony?
Gluttony asintió con toda la gracia de un niño de tres años.
-¿Podríamos verlo?-preguntó Al.
-Supongo que sí -dijo Lust.
-¿A cambio de qué?-dijo Ling, muy serio de pronto.
A Lust pareció divertirle la reacción del chico en traje de león; sus hombros se estremecieron ligeramente antes de que respondiera:
-El precio está aún por ser decidido.
-Lo siento, pero Ling tiene razón -dijo Ed, ganándose miradas sorprendidas de todos, incluido el propio Ling-; el intercambio equivalente es una ley universal, y no me interesa entrar en un trato cuando no sé lo que arriesgo.
-Me parece respetable -dijo Lust encogiéndose de hombros.
-Tengo hambre, Lust...-Gluttony jaló la falda de la mujer; tenía una expresión desolada en el rostro y el dedo índice dentro de su boca.
-Yo también-gimió Ling, imitando a la perfección la cara de Gluttony.
-Disculpe, ¿conoce un buen lugar donde podamos comer algo?-le preguntó Winry a Lust.
-Sigan por aquella calle, está llena de restaurantes -respondió la mujer en tono de circunstancias-. Si cambian de opinión respecto al mapa, pueden encontrarnos por aquí a esta hora mañana.
Tras haber dicho esto, Lust se llevó a Gluttony por el lado contrario de la calle, prometiéndole que comería muy pronto.
-
A final de cuentas, ese día no fueron a ninguna biblioteca. Sólo comieron y se registraron en un hotel, en donde todos aquellos que podían hacerlo cayeron rendidos de buenas a primeras, cansados por haber caminado tanto los últimos días.
A la mañana siguiente, salieron rumbo al cuartel con el tiempo justo para llegar a la puerta de la oficina del coronel a las ocho en punto.
Mientras se arreglaban para salir, Ed sugirió que sólo se presentaran en el cuartel él y Winry, dejando a Al a cargo de los otros: no había necesidad para una movilización masiva si nadie más tenía un asunto que resolver con Mustang. Pero Ling se opuso rotundamente, dado que no tenía "ninguna necesidad de aburrirse toda la mañana." Este argumento llevó a otra discusión más de "¡cuántas veces tengo que decirte que no soy tu payaso!", la cual casi llega a las manos, y que por fortuna fue interrumpida por uno de los empleados del hotel, un hombre mal encarado, moreno, alto, con una enorme cicatriz en forma de cruz en el rostro, enviado especialmente por el gerente del hotel tras haber recibido algunas quejas de los otros huéspedes.
Así, la pobre Den fue la única que permaneció recluida en el hotel.
-
En esta segunda visita, encontraron al coronel Mustang en su puesto. Los esperaba, pues sus subordinados lo habían puesto sobre aviso.
-¿En qué puedo ayudarlos?-dijo, muy profesional.
Winry y Ed expusieron sus casos. Mustang asintió y le pidió al teniente segundo Havoc, el que parecía ser el fumador empedernido de los cuatro oficiales que los recibieron el día anterior, que les entregara las formas necesarias, que él firmaría tan pronto ellos las llenaran para concluir el trámite.
-Después de todo -dijo-, ya tienen el permiso del führer.
-De haber sabido que era tan fácil...-masculló Ed mientras escribía.
-No conozco mucho sobre el alfabeto que utilizan en este país -comentó Ling mirando por encima de la cabeza del hombrecillo de paja-, pero me parece que tu caligrafía no es muy buena...
-¡Cállate, Ling!
Al momento de hacer una pausa para reflexionar una respuesta, Winry escuchó que Havoc le susurraba algo al oficial de los lentes.
-Me parece muy extraño que se esté comportando tan diligente sin la teniente Hawkeye a la vista.
-A mí me parece que tienes muy poca fe en el coronel -respondió el segundo.
-Por cierto, ¿dónde está la teniente? Su turno también comenzaba a las ocho, y ella no tiene la costumbre de llegar tarde...
Justo en ese momento, se abrió de golpe la puerta de la oficina, dejando ver a una mujer joven, rubia, el cabello suelto, el uniforme azul desgarrado en algunos puntos, la sien surcada por un hilo de sangre seca. Ante el pasmo de todos, con un rápido movimiento la mujer levantó una pistola y disparó.
La bala se impactó justo en la frente del coronel, cuya silla cayó hacia atrás junto con él. El escritorio quedó manchado por gotas de sangre.
Siguiente capítulo