Título: Everyland
Autor: aisisgallo
Género: J2 AU
Capítulos : 23 + Epílogo
Pairings: Jared/Jensen ; Chris/Steve
Clasificación: NR-17
Palabras: 51.000 +/-
Resumen: El mundo de Jensen se ha hundido tras una tragedia que no está siendo capaz de superar. Y de pronto ocurre algo que le lleva a un lugar más allá del mundo real. Pero ¿es solo su imaginación quien le lleva hasta allí, o es algo más?
Capítulo 1,
Capítulo 2,
Capítulo3,
Capítulo 4,
Capítulo 5,
CAPÍTULO 6
Jensen no se podía creer lo que estaba viendo. Había salido del bar siguiendo a Zester, y nada más cruzar la puerta, miró hacia el horizonte, donde el hombre estaba señalando, y se quedó allí de pie, paralizado y con la boca abierta como un auténtico imbécil.
Siguiendo la calle principal del pueblo con la mirada y aproximadamente medio kilómetro más allá de donde este terminaba, se veía el linde del bosque en el que Jensen había despertado la noche anterior. Desde detrás de los árboles, surgía una inmensa escalera de piedra que se elevaba hacia el cielo, hasta llegar al borde de una roca gigantesca que flotaba en el aire como si fuera una pequeña isla voladora. Se sostenía en el aire como si no pesara nada en absoluto, y mientras que su parte inferior era pura roca terminada en una punta que señalaba hacia abajo, la parte superior era una explanada con una ligera pendiente en la que se podía apreciar vegetación diversa y un pueblo que ocupaba prácticamente toda la superficie de la roca.
- Ese de ahí arriba es Rhunnin, el quinto islote. - dijo Zester señalando a la inmensa roca que flotaba frente a ellos en el cielo. - Es uno de los islotes más pequeños, demasiadas cosas en muy poco espacio para mi gusto. Aunque allí se puede encontrar todo lo que uno pueda desear, yo prefiero vivir aquí en Khormik, cada vez que voy ahí arriba, siento como si me ahogara.
Por fin, Jensen fue capaz de reaccionar y de poner su cerebro en funcionamiento otra vez. Sin apartar la mirada de Rhunnin, Jensen señaló hacia el pueblo y preguntó, - ¿Ese es el quinto islote?
- Sí, y el nuestro es el cuarto…
- Eso… eso quiere decir…
- Que tiene un largo recorrido por hacer hasta llegar a su destino.
Jensen tragó saliva y luego se dio la vuelta hacia el bar. - Creo que necesito una copa.
Una vez dentro del bar, Jensen volvió a sentarse en la mesa que habían ocupado antes Zester y él, y pidió una copa. - Algo fuerte, por favor. Creo que lo voy a necesitar.
Zester se sentó a su lado una vez más y le miró fijamente durante un momento.
- ¿Qué? - preguntó Jensen algo irritado. Se estaba cansando de que aquel hombre le observara como a un bicho de laboratorio.
- N-Nada señor. Solo… me preguntaba si está usted listo para iniciar el viaje.
- ¿Ahora?
- Bueno, cuanto antes empiece, antes llegará a su destino.
- Sí, claro. - Zester tenía razón. Nada le ataba a aquel pueblo, en realidad debería estar deseando salir de allí, y sin embargo… sí que algo le ataba, algo le tenía allí sentado sin decidirse a iniciar el camino. - Necesitaré algunas cosas. - dijo Jensen intentando ganar algo de tiempo. Tenía que descubrir qué era aquella extraña sensación.
- Claro señor Ackles. Puede pedir todo lo que quiera, nosotros estaremos gustosos de suministrarle todo aquello que necesite para el viaje.
- Bien, necesito… ropa… y comida… y dinero, y… ¿medio de transporte?
La cara que puso Zester en ese punto, le dejó claro a Jensen que en Everyland todos se movían a pie, cosa que por otra parte no era de extrañar, eran islotes pequeños comunicados por escaleras, no es que un carro o un coche fueran a ser de demasiada utilidad.
- Y necesito esa copa. - Terminó Jensen soltando un fuerte suspiro.
Rhaima, que estaba junto a la mesa escuchando la conversación, se giró hacia la barra. - ¡¡DYEL!! ¡Maldito inútil! ¿Acaso no has oído al señor Ackles? ¿Dónde está su bebida?
Jensen vio cómo el chico se encogía al oír los gritos de Rhaima, y apresuradamente sacaba un vaso y una botella de licor. Salió de detrás de la barra corriendo y poco antes de llegar a la mesa, tropezó con la túnica que llevaba puesta y cayó al suelo rompiendo el vaso que llevaba en su mano enguantada.
Rhaima parecía que iba a explotar en cualquier momento, empezó a gritar al chico, llamándole inútil, basura, estorbo, mientras le golpeaba con el pie para que se levantara del suelo.
Jensen sintió que le hervía la sangre, se agarró con fuerza a la mesa intentando evitar lanzarse contra aquella mujer y liarse a golpes con ella. - ¡QUIERO QUE VENGA CONMIGO!
Tanto Rhaima como Zester se volvieron hacia Jensen con los ojos como platos. Jensen necesitó un momento para asimilar lo que su boca, juraría que por voluntad propia, acababa de decir, y tras un par de segundos de indecisión, se irguió y mirando a Zester con determinación dijo - Quiero que el chico venga conmigo, necesito a mi lado a alguien que conozca este mundo, que me ayude con las costumbres y todo eso.
- ¿Dyel? - preguntó Rhaima en tono sarcástico. - Créame señor Ackles, no creo que Dyel vaya a serle de gran ayuda, este chico no vale para nada. Seguro que hay gente más válida…
- Quiero a Dyel. Estoy seguro de que podrá ayudarme en lo que vaya a necesitar.
Rhaima lanzó una mirada hacia Zester y este asintió con la cabeza y luego se giró hacia Jensen otra vez. - Está bien señor Ackles, si quiere que sea Dyel quien le acompañe, así será. Mandaré a alguien para que haga todos los preparativos necesarios.
Jensen sintió que se le quitaba un peso de encima, de pronto esa sensación de que algo le ataba a aquel pueblo había desaparecido. Ahora sí que quería marcharse de allí cuanto antes, y encontrar la forma de volver a su casa.
Salieron del pueblo a primera hora de la tarde, cargados con dos mochilas llenas de ropa y comida, y con un buen fajo de billetes en el bolsillo de Jensen, cortesía de Zester y sus amigos. Además, Zester le entregó a Jensen una bolsa de cuero en la que iba guardada una copia del “Gran libro de los antiguos”, en el que podría encontrar valiosa información para su viaje.
Jensen tomó la calle principal del pueblo en dirección al linde del bosque, con la mirada fija en Rhunnin en el horizonte, y Dyel le siguió unos pasos por detrás sin decir nada.
Cuando llegaron a la altura de los primeros árboles, Jensen se giró para comprobar que Dyel le seguía, y se quitó la mochila de la espalda. - Dyel, ven un momento.
- Jared.
- ¿Qué?
- Que me llamo Jared, señor. - dijo el chico en un susurro bajando la mirada al suelo.
- Pero… pero todos te llaman Dyel en el pueblo.
- Sí. - Jensen apenas pudo oír la contestación.
- ¿Por qué?
- Ellos… - Jared desvió la mirada hacia otro lado, como si estuviera avergonzado. - Ellos siempre me han llamado así, señor.
- ¿Pero por qué? ¿Qué significa?
- Dyel… es una palabra de la lengua antigua, se utiliza para las cosas… repugnantes. - La última palabra fue apenas un susurro, si Jensen no hubiera estado tan pendiente de lo que decía no le habría oído.
- ¡¿Qué?! Dy… Jared, no entiendo por qué alguien podría llamarte así. Dios, no eres…
- Sí lo soy, señor. Usted en realidad no sabe….
- ¿Qué es lo que no sé Jared? Por mucho que te escondas, yo he visto tu cara ¿recuerdas? Y desde luego que esa palabra es la última que usaría para describirte.
Jared se quedó callado con la mirada fija en el suelo, y tras observarle durante un rato, Jensen soltó un suspiro. - Está bien, no voy a discutir esto contigo ahora Jared. Pero me gustaría que me hicieras un favor.
La capucha que cubría la cabeza de Jared se elevó un poco cuando este levantó la cabeza para mirar a Jensen. - ¿Un favor?
- Sí Jared. Sería un gran favor para mí.
- Cla-claro señor, solo tiene que decir lo que quiere que haga. Para eso he venido ¿no?
- No Jared, no has venido para hacer todo lo que yo te diga, has venido porque quería que me acompañaras. No te estoy ordenando nada, solo te estoy pidiendo un favor.
Jared se removió inquieto en el sitio, dejando claro que no estaba acostumbrado a que le pidieran las cosas por favor. - ¿Qué favor? - dijo de forma tímida.
- Me gustaría que te quitaras la capucha, Jared. Ya he visto tu cara, y te aseguro que no me voy a asustar de ella, más bien todo lo contrario. Me gustaría poder verte la cara cuando hablo contigo.
Jared dudó durante un momento, y finalmente, levantó su mano lentamente hasta su cabeza, y poco a poco retiró la capucha que le cubría, manteniendo la cabeza agachada un momento, luego alzó la mirada poco a poco hasta encontrarse con la cara de Jensen.
Jensen le sonrió. - Bien. Eso está mucho mejor. No me gusta demasiado hablar con un trozo de tela. Gracias Jared.
Jared se sonrojó y volvió a bajar la mirada al suelo. - De nada, señor.
Era un comienzo. Jensen estaba seguro de que debía haber mucho más para que Jared se ocultara de aquella manera, no solo el hecho de que la gente le llamara así, pero no quería forzar las cosas. Iban a tener tiempo de sobra para hablar de ello, y estaba decidido a hacer que Jared saliera de aquel caparazón en el que aparentemente vivía.
Cruzaron el bosque en silencio, cada uno sumido en sus pensamientos, y cuando por fin alcanzaron el final de la zona de árboles y salieron a campo abierto, a Jensen se le cortó la respiración por la imagen que se encontró delante.
El islote en el que estaban terminaba abruptamente a unos cincuenta metros de donde se encontraban, de forma que frente a ellos, no había más que un espacio abierto, un cielo que ocupaba todo lo que su vista abarcaba, tanto hacia arriba como hacia abajo.
Justo frente a ellos, estaba el inicio de la inmensa escalera que se alzaba hacia el cielo. Tenía unos treinta metros de ancho, y los escalones eran de poca altura y muy profundos. Jensen calculó que en cada escalón tendría que dar al menos tres pasos hasta llegar al siguiente.
- ¿Cuántos escalones calculas que hay? - preguntó mientras recorría las escaleras con la mirada colocando su mano en la frente a modo de visera.
- 4.825. - dijo Jared sin dudar.
Jensen se giró hacia él con cara de horror. - ¡Joder! ¿Tenemos que subir casi cinco mil escalones?
- Sí. Al menos si quiere ir a Rhunnin, señor. - contestó Jared con una pequeña sonrisa que provocó una sensación cálida en el estómago de Jensen. - ¿Puedo hacerle una pregunta, señor?
- Claro Jared, las que quieras.
- ¿A dónde vamos exactamente?
- ¿No te ha dicho nada Rhaima?
- No. Solo que tenía que acompañarle.
Jared sacudió la cabeza con incredulidad. Esa mujer ni siquiera había tenido el detalle de decirle a Jared en lo que se estaba metiendo. Cosa que por otra parte no le extrañaba, después de ver cómo le trataba en el bar.
- Vamos al octavo islote.
Jared frunció el ceño y luego apartó la mirada de Jensen sin decir nada.
- Jared. ¿Pasa algo?
- Yo… verá, señor. - Jared se rascó la nuca nervioso, como si no se atreviera a hablar.
- Vamos Jared, puedes decir lo que quieras.
- Bueno, es que… ¿al octavo islote?
- Sí.
- Es que… eso es imposible, señor.
- ¿Por qué? - le preguntó Jensen extrañado.
- Porque en Everyland solo hay siete islotes, señor.
CAPÍTULO 7.