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My Chemical Romance - Honey this mirror isn’t big enough for the two of us 15 - ¿Feliz cumpleaños?
Kyungsoo se saltó la escuela al día siguiente.
No es que él quisiera, pero tenía planes, unos especiales. Unos que lo incluían a él, un delantal, kilos de harina y azúcar y un libro de cocina abierto en la página de "Cómo hacer un pastel de cumpleaños."
Tan pronto sus padres se fueron al trabajo, corrió escaleras abajo hacia la cocina.
Se puso el delantal blanco de su madre y alrededor de la cintura hizo un pequeño nudo con los cordones detrás de su espalda. Era una costumbre para asegurarse de que nunca se iría. Juntó todas las cosas que necesitaría antes de voltear a ver el reloj, se supone que Jongin llegaría en unos minutos. Al menor no le molestaba para nada saltarse la escuela, además ahora tendría una razón legítima.
A menos que decir que hacer un pastel no fuera una razón suficiente para faltar a la escuela.
Estaba abriendo la bolsa de harina cuando escucho un golpe justo arriba de la cocina, seguro, Jongin acababa de hacer su gran entrada por la ventana.
De inmediato corrió hacia el frigorífico, debido que era metálico se podía reflejar en la puerta. Y se echó un vistazo para verse presentable. No podía recordar cuando había sido la última vez que se preocupó por su apariencia, pero con Jongin, ahora pasaba más tiempo frente al espejo. Así que sí, se sentía como una adolescente enferma de amor.
Entonces, intentó verse lo más casual posible y empezó a servir harina en un tazón, pretendiendo estar tan concentrado que nada lo distraía.
Jongin apareció detrás de él, sintiendo que la temperatura de su cuerpo aumentaba cada vez que se acercaba más y más. Se sentía como la tapa de un refresco que había sido agitado.
Jongin presionó un beso sorpresa por detrás de su cuello, lo que lo hizo chillar. La bolsa de harina casi cae al piso y una nube de harina logró flotar hacia sus rostros.
Y Jongin sacó su lengua para ver qué tan blanca se había puesto. "La harina no sabe cómo a flores, que decepción."
Kyungsoo levantó el delantal para quitarse toda la harina que pudo del rostro, pero Jongin intervino en medio del proceso y le ayudó.
"Lo estás haciendo muy duro." Se quejó el mayor cuando Jongin le enterraba el delantal en la mejilla apretándola.
"Aigoo." Jongin le dio una pasada más a su rostro. "Hacerlo duro es mi especialidad, eso ya deberías saberlo."
Entonces le dio una sonrisita insinuante, Kyungsoo sabía a dónde iba esto y un sonrojo subió por si espalda y cuello, pero antes de caer bajo los encantos de Jongin decidió concentrarse.
Así que arrancó una página del libro sobre cómo hacer crema pastelera y se la dio a Jongin, este comenzó a escanearla con los ojos y luego frunció el ceño.
"¿Quieres que haga esto? Yo no cocino."
"¿Puedes intentarlo?" Preguntó Kyungsoo. "Necesito terminar la mezcla del pastel, no tengo tiempo para eso."
Jongin abrió un gabinete y sacó un tazón para él. "No me grites si toda la mezcla que haga nos explota en la cara."
Kyungsoo bajó la cuchara con la que había estado mezclando. "¿Qué tal esto? Si haces una crema pastelera perfecta, yo te recompensaré."
El rostro de Jongin se iluminó, se inclinó sobre el mostrador, puso su barbilla sobre sus manos y parpadeó sus pestañas, Kyungsoo inconsciente soltó una risita.
“¿En serio? ¿Qué tipo de recompensa?”
Kyungsoo sonrió de nuevo. “Sabes a lo que me refiero.”
La sonrisita de Jongin se amplió y se dirigió al frigorífico para sacar las cosas que especificaba la hoja, Kyungsoo lo observó por el rabillo del ojo, asegurándose de que no estuviera perdiendo el tiempo.
Prepararon todo en silencio excepto por algún ruido ocasional de algo cayéndose o quejidos de molestia. Pues Jongin siempre gruñía cada que se manchaba la ropa debido a que no pidió un delantal.
Kyungsoo ya estaba metiendo el molde del pastel con la mezcla al horno, mientras que Jongin aún seguía batallando con la crema pastelera, ya fuera porque ponía mucho o muy poco de lo que necesitaba y el mayor se mordía el labio para evitar reírse.
Después de su octavo intento, Jongin soltó la batidora contra el mostrador y se cruzó de brazos. La sustancia en el tazón parecía más un montón de polvo que chocolate.
Kyungsoo alcanzó y se llevó la amenazadora creación. “Se ve mejor que tu último intento.”
Jongin gruñó y se sentó en la mesa de la cocina de los Do. “No puedo cocinar, cerebrito. Siempre como lo que sea que mis padres preparen y tu leche, por supuesto.”
“Ja Ja, muy gracioso.” Abrió el bote de basura y tiró el intento fallido de Jongin. “Al menos hiciste un esfuerzo.”
“¿Tengo puntos por eso?” preguntó.
“No tienes nada de nada.”
“¡Eso no es justo!” Gritó el menor, meneando sus brazos en el aire.
“¿Quién dijo que la vida es justa?” Preguntó. “¿Dónde está escrito?”
Jongin entrecerró sus ojos. “Eso lo sacaste de La princesa prometida.“
“¿Cómo lo sabes?”
“Leí ese libro.”
“¡¿Ya leíste dos libros?!” Jadeó Kyungsoo.
Jongin asintió y luego sonrió. “¿Tengo puntos por eso?”
Kyungsoo golpeteó su barbilla con los dedos pensándolo y Jongin levantó una ceja contemplándolo a sabiendas de la respuesta, sin atreverse a esperar más, tomó a Kyungsoo y lo puso sobre su regazo.
“Eres una maldita molestia,” espetó Jongin mientras sus dientes rasguñaban la quijada de Kyungsoo. “¿Cuándo te hiciste tan malvado?”
El bajito se encogió de hombros. “Supongo es por tu culpa.”
Jongin deshizo el nudo del delantal. “Yo no soy malvado.”
“Eres terrorífico.”
“¿En serio lo soy?” Sus manos se deslizaron debajo de la camisa de Kyungsoo tan pronto el delantal se encontró en el piso. “No creo ser malvado, más bien…”
"No," discutió Kyungsoo. "Eres terrible."
"Oh, deja de intentar ganar," levantó la camisa de Kyungsoo hasta que su pecho expuesto por completo. "No puedes ganar en algo que ya perdiste."
Kyungsoo dejó salir un gemido cuando la boca de Jongin rodeó uno de sus pezones, el mayor arrugó su rostro, se sostuvo de los hombros del menor y se estremeció cada que la lengua pasaba por la piel sensible.
Jongin se retiró y se deshizo de la camisa del mayor y éste se retorció cuando el menor envolvió sus brazos por su torso desnudo, la sensación de piel quemando a otra piel.
Jongin miró a Kyungsoo como un hombre de negocios mira a su dinero, con codicia. De pronto, el más bajo se sintió como un objeto, aunque pertenecerle a Jongin no parecía ser una cosa tan mala.
Entonces, Jongin envolvió las piernas del mayor sobre su cintura, antes de levantarse de la silla y Kyungsoo gritó con sorpresa cuando su espalda golpeó contra la mesa de la cocina y ésta crujió bajo su peso.
"¡No!" grito. "¡No en la cocina! ¡¿Estás loco?!"
Jongin empezó a quitarle los pantalones al mayor con despreocupación. "Como el sombrerero."
El mayor trató de alejarlo con golpes, no había manera en el infierno de que tuvieran sexo en la cocina, si llegaban a dejar algún rastro después de que terminaran, Kyungsoo tendría mucho que explicar.
El menor se movió entre sus piernas tan pronto le quitó los pantalones y bóxers, dejándolos caer al piso junto con el delantal y la camisa, la ropa de Jongin pronto se les unió a la fiesta en el piso y Kyungsoo se estremeció cuando la mano de Jongin pasó su mano al interior de sus muslos, acercándose con lentitud a su miembro flácido, casi como si lo molestara, el insoportable paso de tortuga realmente lo estaba sacando de quicio.
Los dedos de Jongin rozaron contra la punta, mientras tanto sus ojos siempre sobre el rostro de Kyungsoo y éste lo acercó más con sus piernas, causando que el líquido pre seminal de ambos chicos se mesclaran.
Jongin se quejó y trató de sujetar a Kyungsoo de la cintura. “Deja de moverte.”
“¿Por qué?” Kyungsoo sujetó con su mano ambos miembros e hizo que las puntas se rozaran, apretando sus dientes mientras lo hacía. “¿Crees que tienes el c-control?”
“¡Por Dios, cerebrito!” Jongin soltó al mayor y optó por enterrar sus uñas en la mesa. “¡Mierda!”
Kyungsoo se detuvo una vez su espalda inconscientemente se arqueó sobre la mesa y comenzó a tensarse, Jongin sujetó sus muñecas y las colocó contra la mesa.
“No vuelvas nunca a hacer eso.”
“¿Por qué no?” Preguntó el más bajo.
“Porque,” Gruñó Jongin. “te digo que no.”
Levantó las piernas del mayor sobre sus hombros, acomodándolo debajo de él y éste se estremeció cuando la punta húmeda de su pene por un momento rozó contra el pecho desnudo de Jongin.
Jongin metió un dedo en su propia boca, observando a Kyungsoo mientras succionaba su propio dedo y el mayor lo miró de vuelta, con la boca abierta dejando salir ligeros gemidos.
Jongin sonrió con el dedo en la boca, recordándole la primera vez que se conocieron y como Jongin le había sonreído mientras fumaba, ¿hace cuánto había sido? ¿Una semana? ¿Quizás dos?
Kyungsoo llegó a la conclusión de que no eran una pareja ordinaría con exactitud, eran un maldito desastre y la expresión diabólica de Jongin solo confirmaba este hecho.
Entonces el dedo se deslizó dentro de Kyungsoo sin aviso sacándolo de sus pensamientos y dejó salir un pequeño “eek” mientras el dedo se clavaba cada vez más profundo, llenándolo, hasta llegar al nudillo.
Jongin comenzó a frotar la punta de su dedo dentro del mayor, dejando salir fuerte gemidos, sus rodillas comenzaron a temblar una vez el intruso que invadía su espacio, abusaba de ese dulce punto, frotándolo también.
“Nghhhhh.” Kyungsoo apretó, tratando de retener el dedo del menor cerca de su próstata.
“¿Ansioso?” se burló Jongin. “Aguanta, no quiero lastimarte.”
“Ya hemos hecho esto d-demasiadas veces como para que m-me lastimes,” dijo entre jadeos. “Jongin, por favor…”
“¿Cuál es la palabra mágica?” el menor ladeó la cabeza, acariciando la mejilla de Kyungsoo con su mano libre.
El mayor rozó su piel contra la palma de Jongin como un gato queriendo dejar su esencia en su amo. “Te lo suplico.”
“Es algo mucho más vulgar que eso, cerebrito.”
“¡Kim Jongin!” Kyungsoo sujetó su muñeca y forzó el dedo para que presionara en su próstata. “¡Cógeme, maldita sea!”
“Pensé que habías dicho que no podíamos hacerlo en la cocina.” Sonrió Jongin.
“D-Deja de jugar,” respondió con tono amenazador. “Tómalo o déjalo.”
Jongin sacó su dedo y posicionó su miembro erecto en la entrada de Kyungsoo. “Lo tomaré, sino te importa.”
Kyungsoo se mordió la lengua para no gritar a todo pulmón una vez que Jongin comenzó a penetrarlo, su pecho subía y bajaba, no sabía si estaba jadeando de dolor o por la maravillosa sensación de su interior apretando el pene que lo estaba invadiendo.
La increíble estrechez y calidez hicieron que Jongin se detuviera para disfrutar de toda esa gloria mientras Kyungsoo se ajustaba a su tamaño y el menor se relajaba mientras disfrutaba lo apretado que estaba. Se mantuvieron así por un momento, el sonido del temporizador de la cocina y los suaves jadeos eran todo lo que se escuchaba, cada uno esperó por el “inicio”, sin saber quién comenzaría.
Jongin observó a Kyungsoo, el mayor lo había estado viendo en silencio desde hacía rato, esperando a que hiciera otro movimiento, pero por primera vez desde hace tiempo, Jongin no estaba por completo seguro de que es lo que debía hacer.
No es como si se hubiera olvidado cómo tener sexo, eso era algo tan familiar como la palma de su mano, solo que Jongin quería saber que era lo que hacía sentir bien a Kyungsoo sin lastimarlo.
Estaba tan acostumbrado a amoríos sin sentido que momentos como éste los consideraba sagrados, eran nuevos para él y mientras por lo general no le interesaba lo que le hiciera a su compañero de una noche, realmente le importaba cuando se trataba de Kyungsoo.
Y entonces se inclinó sobre él y lo besó con suavidad en sus labios, era la única cosa que se le ocurría en ese momento, tampoco había nada malo con eso y Kyungsoo suspiró en su boca.
Jongin se sacudió con gentileza dentro de él, casi como si pensara que lo iba a romper por la mitad, como a la porcelana y el mayor no hizo ningún movimiento para incrementar la velocidad, tampoco se quejaba por eso.
Era diferente y raro, pero a Kyungsoo le gustó, suave y lento, siempre una buena combinación.
El hecho de que Jongin se tomara más tiempo de lo usual haciendo esto, lo hizo sentir especial. Había un tipo diferente de esfuerzo en esto, uno que incluía alma y corazón, no solo el cuerpo.
Kyungsoo realmente deseó que hubieran empezado a hacerlo así desde hace tiempo.
Jongin solo aceleró cuando sintió que Kyungsoo estaba cerca del clímax, sus caderas se movían rápido pero no con violencia, de algún modo se las arregló para deslizar su pene de adentro hacia afuera con suavidad a pesar de la velocidad.
Y Kyungsoo estiró sus brazos para sostenerse de la orilla de la mesa cuando se vino, blanco fue todo lo que vio, como si plumas blancas u hojas de seda en blanco flotaran frente a sus ojos.
Antes de que el semen de Kyungsoo pudiera manchar lo que estuviera a su alrededor, Jongin lo levantó un poco y tomó la punta con su boca, la escena hizo que Kyungsoo se cubriera el rostro.
“¡Oh, Dios! ¡No hagas eso!”
Jongin tarareó en esa posición, haciendo que las vibraciones casi se enterraran en el miembro de Kyungsoo y este disparó en la boca del menor como una pistola de agua, las cálidas semillas recorrieron la garganta de Jongin y este se las tragó con felicidad.
El menor continuó con su propio clímax después de haber consumido el del otro, su semen humedeció la próstata del mayor haciéndolo gemir cuando el ardiente líquido chisporroteaba en su zona más agradable.
Cuando Jongin salió, Kyungsoo se sintió vacío. El relleno dentro de él se escurrió por su entrepierna y Jongin se las arregló para atrapar las gotas con su mano antes de que llegaran al piso.
Echó un vistazo al Kyungsoo en la mesa y asintió en aprobación. “No estuvo tan mal, ¿verdad? Y la cocina está limpia.”
Y entonces el temporizador sonó, Kyungsoo giró su mirada hacia el pequeño reloj. “Ya está listo el pastel.”
Jongin sentó a Kyungsoo. “Al igual que mi cordura.”
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Kyungsoo no esperaba que sus padres llegaran tan pronto.
Se sentó en la cama al escuchar el sonido de una puerta cerrarse y Jongin se recostó de lado sobre el colchón para ver el cuerpo desnudo del mayor caminar hacia la ventana.
Kyungsoo casi se arranca el cabello. ¡¿Por qué regresaron tan pronto?! Seguro, todo estaba listo para el cumpleaños de su madre, incluyendo su regalo, ¡pero no estaba del todo preparado!
Estaba… ¡Por Dios estaba desnudo, joder!
Kyungsoo cerró la ventana y las cortinas, mientras Jongin lo observaba divertido, por como corría por toda la habitación tratando de recoger toda la ropa que habían subido pero que no se habían puesto desde que se las quitaron en la cocina.
Y por un momento se detuvo para ver a Jongin. “¡Podría tener un poco de ayuda!”
“Estoy ayudando,” dijo Jongin, posando sus manos detrás de su cabeza. “Estoy viendo que hagas todo bien.”
Kyungsoo le lanzó la ropa. “¡Vístete, idiota!”
Jongin hizo como se le dijo, mientras Kyungsoo se metía en sus pantalones, brincando sobre una pierna hacia la puerta mientras se los subía. La cerró y puso seguro, nunca puedes estar seguro.
Jongin caminó hacia la ventana mientras se abrochaba la camisa y se asomaba un poco por las cortinas. “Parece que mis padres también vienen.”
El bajito corrió a su lado para asomarse. “Y van a traer… ¿ensalada?”
Jongin se encogió de hombros. “¿Qué puedo decir? Mis padres son comedores sanos, incluso en los cumpleaños.”
Kyungsoo mordió su labio inferior. “Supongo que vienen a celebrar con nosotros, qué considerados.”
“Quizás.” Jongin se inclinó y le dio una lamida al lóbulo de Kyungsoo. “Por otro lado, no te sorprendas cuando el regalo que le compré a tu madre supere al tuyo.”
Kyungsoo lo empujó. “Idiota.”
Corrieron escaleras abajo una vez lucieron apropiada y completamente vestidos. Kyungsoo fue a verificar si la existencia del pastel había sido descubierta.
Por suerte, sus padres habían ignorado la cocina y se habían pasado a la sala, dejó salir un suspiro de alivio y se llevó el pastel de la mesa de la cocina.
Jongin estiró un dedo para poder probar algo de la crema pastelera que Kyungsoo había preparado y esparcido sobre el pastel, pero el mayor le dio un manotazo.
“Hey, no hay crema pastelera para ti.”
“¿Qué es esto?” resopló Jongin. “¿Una maldita dictadura? ¿No puedo probar la crema pastelera?”
Kyungsoo solo le dio una sonrisa maliciosa y Jongin frunció el ceño.
“Bien,” dijo el menor. “A la próxima, te comeré.”
“Suena bien.”
Su insignificante conversación fue interrumpida por el sonido de carraspeo. La Sra. Do estaba parada en la entrada de la cocina, con la mano cubriendo su boca y estaba viendo con ojos bien abiertos al pastel.
Kyungsoo le dio una enorme sonrisa, Jongin se hizo a un lado observando la situación.
La Sra. Do aplaudió con sus manos y caminó hacia la mesa. “¡Oh! ¡Kyungsoo! ¡Es aún más hermoso que el del año pasado!”
Jongin levantó la mano. “Eso es porque le agregué mi propio toque de amor.”
Kyungsoo le lanzó una mirada que decía “¿me estás jodiendo?” y el menor sólo respondió con una sonrisa.
Los pasos del Sr. Do se escucharon corriendo escaleras abajo. Fue a abrir la puerta a los Kim mientras se acercaban a la entrada de la casa y Jongin dio unos pasos atrás cuando sus padres entraron.
La Sra. Kim corrió hacia la Sra. Do como si fueran hermanas que no se habían visto desde hace tiempo y sujetando sus hombros, la Sra. Kim le dio un beso en la mejilla.
“¡Feliz cumpleaños, cariño!”
El Sr. Kim se quitó su abrigo y de mala gana se lo dio al Sr. Do. “Te deseamos lo mejor.”
“Gracias,” la Sra. Do suspiró, sonriendo. “Todos son muy amables.”
Kyungsoo sonrió al ver a su madre sonreír, era una mejor expresión que la que había hecho cuando encontró el escondite de sus cigarros. El mundo, por un momento, tuvo sentido.
Comenzó a recordar todos los cumpleaños previos que había hecho especiales para su madre, siempre había invertido mucho tiempo en su madre, incluso más que su padre, después de todo, era gracias a ella que él había llegado al mundo.
La culpa por casi haber olvidado este día lo destrozaba, las preparaciones de último minuto que había hecho eran nada comprados con lo que pudo haber hecho si su cabeza hubiera estado en el lugar correcto.
Tenía que juntar todos los pedazos de su vida y echó un vistazo a la principal razón de su repentino cambio en sus rutinas diarias, casualmente recargado contra el frigorífico.
La Sra. Kim le pasó un sobre a la madre de Kyungsoo. “Para ti.”
“¡Oh! ¡No tenías que hacerlo!” la Sra. abrió el sobre.
Kyungsoo se asomó sobre el hombro de su madre. “¿Qué es?”
La Sra. Do jadeó de sorpresa. “¡Boletos para la opera! ¡De verdad no tenías que hacerlo! ¡Esto debió costarles una fortuna!”
“No es nada,” dijo el Sr. Kim. “Sabemos lo mucho que querías ver El fantasma de la Ópera.”
Kyungsoo agachó un poco la cabeza, su regalo no era tan espectacular como unos putos boletos para la ópera, esta era la primera vez que alguien lo superaba y la auto-decepción era extraña para él.
Pero él era su hijo, ¿no? Así que, lo que sea que hiciera sería lo más atractivo para ella, ¿no? Solo porque es su hijo, eso le daba privilegio de ser el más especial y el más apreciado.
Los celos son algo peligroso y estos se esparcían por Kyungsoo como fuego mientras observaba como los ojos de su madre brillaban por los boletos. Estaba demasiado molesto, por los Kim y por él mismo.
Regresó en sí cuando Jongin salió y entró de la cocina con una caja lisa y blanca. Y se la pasó a la Sra. Do con vergüenza, obviamente nervioso de que se lo lanzara a la cara.
“Para usted, Sra. Do.” Dijo con suavidad como si tratara de seducirla.
La Sra. Do lo miró sorprendida. “Oh, Gracias, Jongin.”
Se sentó en el sillón y abrió la caja, Kyungsoo sintió que su ojo izquierdo tenía un tic.
La Sra. Do volvió a aplaudir sus manos y miró a Jongin con incredulidad una vez quitó la tapa. Sus padres parecían igual de sorprendidos y Kyungsoo casi se arranca el cabello.
Jongin se encogió de hombros. “Un vestido, para la ópera. Me pareció que sería lo mejor.”
“¡Oh, Jongin, es encantador!” La Sra. Do sacó el vestido de la caja para tener una mejor vista de él. “¡Hermoso!”
El vestido rojo de noche, del mismo color que la motocicleta de Jongin, hizo enojar tanto a Kyungsoo que salió corriendo escaleras arriba hacia su cuarto, sus uñas arañando el barandal mientras subía.
Dio un portazo y se tiró en la cama, por primera vez durante un cumpleaños de su madre, su presencia fue tan notoria como la de una hormiga entre un montón de personas.
¡Dios, esto no debería de molestarlo! ¿Por qué estaba jugando con su mente? ¡¿Y qué si Jongin y su maldita familia lo hacían ver como el peor hijo del planeta?!
Kyungsoo cubrió su rostro, Jongin le había comprado un vestido caro (Dios sabe de dónde rayos habrá sacado el dinero) y sus padres boletos para la ópera ¿Qué había hecho Kyungsoo?
Un maldito álbum de recuerdos, Kyungsoo lo quitó de la mesita de noche y lo metió en uno de los cajones. Él era una decepción, malditos todos, malditos sean todos en el infierno.
Se levantó de su cama y caminó hacia su armario, rebuscó entre todas sus ropas en el fondo hasta que vio una bolsa de plástico muy familiar, brillando por la luz detrás de él. Kyungsoo la abrió y sacó la jeringa, las advertencias de Jongin sonaron en su cabeza por un momento y comenzó a considerar que no era tan buena idea como parecía.
Pero se arremangó una manga, como sea, necesitaba drogarse ahora. Las consecuencias más tarde.
Hizo una mueca cuando la aguja atravesó su piel y la enterró en su vena. El líquido de la jeringa se drenó mientras presionaba y no se detuvo hasta que cada gota desapareciera. Tan pronto la jeringa estuvo vacía, la lanzó contra el piso y se recostó en la cama de nuevo, acostado viendo al techo, esperando a que hiciera efecto.
Momentos después la puerta se abrió, pero Kyungsoo estaba tan enfocado en las consecuencias de la inyección como para notarlo, Jongin se paró frente a él con rostro serio y una ceja arqueada.
“Yah, cerebrito. ¿Por qué tan malhumorado?”
“Lárgate.” Murmuró Kyungsoo, con los ojos aun en el techo.
“¿Estás enojado por mi regalo?” Jongin se subió a la cama con él. “Tengo que impresionar a la madre de mi novio, es algo necesario ¿De qué otra manera ella estaría bien conmigo en tus pantalones cuando nos atrape?”
Acercó a Kyungsoo hacia él, su cabeza terminó en el pecho del menor, escuchando su latido, su ritmo comenzó a dormirlo.
“Cerebrito,” susurró Jongin, sobando la espalda de Kyungsoo. “Regresa abajo, es el cumpleaños de tu madre, debiste ver su rostro cuando te fuiste.”
“Como sea.”
“¿Cómo sea?” Jongin levantó su rostro por la barbilla. “Soo, te jodiste con la preparación de esto todo el día, faltaste a la escuela por eso.”
Vio al mayor a los ojos, estaban empezando a dilatarse y los de Jongin se agrandaron un poco. Kyungsoo desvió la mirada antes de que empezara a hacer preguntas.
“Regresemos,” demandó Jongin. “No es una sugerencia esta vez.”
“Es mi madre, Jongin,” espetó Kyungsoo. “Como sea, sólo… déjame solo.”
Se dio la vuelta en el abrazó de Jongin hasta darle la espalda.
Jongin se levantó de la cama, estaba extremadamente perplejo, sin embargo, respetaría los deseos de Kyungsoo. Si había alguna razón por la que quisiera estar solo, lo haría.
Mientras caminaba hacia la puerta, Jongin se asustó cuando escucho algo quebrarse bajo su pie. Lo levantó y su rostro se empalideció cuando vio la jeringa hecha pedazos, su cabeza giró rápido en dirección a Kyungsoo.
El mayor se quejó cuando Jongin de pronto sostuvo sus brazos y arremangó ambas mangas, cuando vio el moretón morado en su brazo izquierdo, la expresión del menor se puso furiosa.
“¿Qué fue lo que dije?” Jongin se subió arriba de Kyungsoo a pesar de que el mayor trataba de empujarlo. “¡¿Qué mierda fue lo que dije, Kyungsoo?!”
“¡No me importa!” Gritó el más bajo. “¡Quería hacerlo! ¡¿Qué te importa a ti?!”
Jongin sujetó ambas muñecas y las mantuvo así cuando Kyungsoo empezó a golpear su pecho. “Las drogas no son un juego, Kyungsoo.”
“¡Tú lo haces ver como un juego!”
“¡Tengo experiencia, idiota! ¡No puedes solo ir por ahí inhalando o inyectándote cualquier mierda! ¡Te matarás!”
“¿Y qué?” Lloró Kyungsoo. “Estoy seguro que la escuela entera me quiere muerto y Baekhyun y… Chanyeol.”
“Soy parte de la escuela,” respondió Jongin. “Y no te quiero muerto.”
Jongin arrancó la camisa de Kyungsoo con su mano libre, los botones volaron en diferentes direcciones, y el chico se retorció al ser controlado.
“Jamás besaría un cadáver, cerebrito. No importa qué tan hermoso sea.” Los labios de Jongin se engancharon con delicadeza en su cuello. “Así que es mejor que permanezcas vivo.”
Jongin soltó las muñecas de Kyungsoo para tener ambas manos libres, éstas vagaron por el pecho del mayor y se detuvieron sobre su cintura, Kyungsoo dejó de llorar segundos después.
“Tienes que entender, Kyungsoo,” dijo Jongin en su oído. “Seré un drogadicto, ebrio y toda esa mierda, pero aun soy humano. Si quieres ser como yo, santo cielo; no sé por qué quisieras serlo, no tienes por qué convertirte en un monstro.” Besó la frente del mayor. “Te amo, amo al cerebrito.”
Kyungsoo sonrió ante las palabras que había estado esperando escuchar desde hace una eternidad, hubiera dicho algo al respecto si la heroína de la jeringa no hubiera bajado su ritmo respiratorio a un estado cercano a la muerte.
Jongin vio, con ojos muy abiertos, cuando Kyungsoo se desmayaba en la cama, con el cuerpo frio.
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Fin
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Hahahaha no, no es verdad, solo jugaba.
Muchas gracias por la espera y al mismo tiempo lo siento hehehe. Tuve un pequeño accidente en el trabajo y me lastimé una mano - mal momento para lesionarse DX- entonces tarde más de lo normal en traducir (escribir con una mano apesta) pero aquí tienen c:
Por favor no lloren, que aún no pasa lo peor, guarden lagrimas para lo que sigue -llora al recordar todo T________T-
-Myr
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Capítulo 16 →
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