Fandom: Inkworld
Título: Mañana
Personajes: Dedo Polvoriento/Resa
Notas mías: escrito para
akelos_cry en el meme de los 10 pedidos. Espero que te guste!! Spoilers solamente de Corazón de Tinta, con referencia algunos elementos mencionados en Sangre de tinta. Absolutamente nada de Muerte de tinta. Ubicado antes de los acontecimientos del primer libro.
La oscuridad era su refugio. Dedo Polvoriendo se movía sigiloso por el pueblo de Capricornio y se colaba en las habitaciones de las criadas cada noche. Sin dar un paso en falso, sin prender una sola cerilla, sin dejar un rastro que pudieran seguir. Todas las noches llegaba hasta ella, y al momento de estar a su lado, el inevitable sentimiento de culpa le cosquilleaba en el pecho, y tenía que usar su palabra favorita para alejarlo.
“Mañana” pensaba, dejando a un lado la idea de que sabía realmente quién era y dónde estaban aquellos por quienes suspiraba.
No podía renunciar al consuelo que ella era, no era justo que Lengua de Brujo recuperara su mundo y él perdiera lo único que había encontrado para él en este.
La oscuridad era su amiga, y los rodeaba, escondiéndolos, a pesar de que cuando estaba a su lado y prendían una vela, todo parecía tener una luz especial. Dedo Polvoriento le murmuraba palabras que sólo él conocía a las llamas, quienes bailaban felices de iluminar el clandestino encuentro.
“Le hablas al fuego como un amante devoto” había escrito una vez Resa en el papel para él.
Aún le parecía imposible que hubiera aprendido a leer. Pero en ese mundo todo era irreal, una mezcla de fantasías y pesadillas interminables. En medio de todo eso se sentía en un refugio cuando se encerraba en aquella habitación, y las ágiles manos de Resa se movían sobre el papel, dibujaban realidades en el aire y trazaban líneas imaginarias en su piel.
Era tan fina, tan delicada, tan especial, que a Dedo Polvoriento le costaba admitir que pertenecía a este mundo y no al palacio de Umbra. La intensa nostalgia de Resa por el mundo que había dejado entre las páginas del libro, era la de alguien que había conocido a las hadas y vagado por el Bosque Impenetrable.
Tal vez por eso se negaba a decirle la verdad, o en salir a buscar a Lengua de Brujo para aliviar su dolor. Porque Resa podía ser de este mundo, pero pertenecía al otro. ¡Lengua de Brujo la había regalado, la había enviado allí, y éste era ahora su lugar! A su lado, recostada en su pecho, recordando juntos a los juglares, las fiestas en la ciudad de Umbra, las hadas azules, las ondinas y los elfos de fuego. Con esa sonrisa que hacía palidecer el fuego y una mirada de nostalgia que le recordaba a la suya propia.
“Mañana le diré” pensaba mientras ella delineaba sus cicatrices con la punta de sus dedos, endurecidos de tanto trabajar bajo las órdenes de la Urraca pero siempre con un tacto delicado. Ella sonreía y él la besaba, suave, lento, como si tuviera todo el tiempo del mundo y en sus labios pudiera estar un poco más cerca del lugar que tanto añoraba. “Mañana” se repetía, y luego dejaba de pensar.
En el fondo, Dedo Polvoriento sabía que nunca le diría. Podrían acusarlo de cobarde y egoísta, pero sabía que en realidad no podía seguir resistiendo este mundo sin ella.