Fandom: Twilight
Título: Encendiendo hielo (3/5)
Personajes: Leah Clearwater, Esme Cullen, Carlisle Cullen
Notas mías: tercera parte del fic para
crack_and_roll . Futura relación Esme/Leah. De nuevo agradecimientos a mi amiga Nela por el beteo. La segunda parte puede leerse
aqui.
Leah se sobresalta cuando ve el flash entre la espesura, pero al acercarse sólo encuentra a Esme fotografiando el curso del río. La mujer le sonríe, y la fotografía, para su desagrado. Gruñe, pues está en su forma de lobo, y se esconde entre la maleza para transformarse.
-Más te vale deshacerte de esa foto - masculla saliendo de entre los arbustos.
-Creo que ha quedado realmente bien. - señala Esme - Eres una loba muy bella.
En un primer momento, Leah no sabe qué decir. Si su piel no fuera tan morena probablemente se habría sonrojado.
-Lo dices sólo para que te perdone la foto.
Esme sonríe un poco mientras fotografía unas flores en la orilla.
-Tienes buen porte, un pelaje muy cuidado, una expresión fiera y unos ojos inteligentes. Un gran ejemplar. No me extraña que seas una beta. Lo llevas en la sangre.
En esta ocasión Leah no puede evitar mostrarse algo incómoda.
-Sabes… La loba y yo somos… la misma.
Esme la mira a los ojos y se da cuenta de su turbación.
-Oh… No quise incomodarte. Eres muy guapa también, pero no quise...
-No, claro que no. - la corta Leah, reprimiendo una sonrisa y haciendo un gesto de alto con las manos. Prefiere cambiar el tema - ¿Sigues con la fotografía como un hobby?
-No. - Esme se agacha para examinar unos hongos antes de enfocarlos en el lente - Es mi asignación de esta semana.
-¿Sigues con los cursos?
Leah está genuinamente sorprendida. Esme lo nota, y no puede evitar sonreír. Esa extraña sensación parecida al orgullo que ha brotado en ella en esos días se acentúa.
-Esta es mi segunda semana. ¿Tú que tal?
La quileute no quiere hablar de ella. No tiene por qué hacerlo con una de ellos además. Da una respuesta breve, que no invita a preguntar más.
-Todavía buscando. Entonces… ¿Carlisle…?
No sabe por qué le interesa el tema. Tal vez es sólo curiosidad. Esme suspira y se voltea para verla.
-Aprenderá a vivir con esto. - levanta la cámara hacia ella y Leah se levanta de golpe.
-Hazlo de nuevo y… - Esme se queda esperando la amenaza, y Leah se corta de nuevo. - … sólo no lo hagas.
Esme asiente y retira la cámara.
-¿Realmente creías que dejaría el curso, verdad?
Leah resopla.
-Sí.
-Gracias por convencerme de no hacerlo.
-¿Yo? No hice nada - se apresura a asegurar, como si no quisiera verse involucrada con nada relacionado con ellos.
Esme sonríe. ¡No tiene idea de todo lo que hizo!
-Hiciste suficiente.
De repente se detiene, pensativa. Leah siente que lo mejor sería irse, pero parece que va a decir algo importante, aunque, ¿desde cuándo es importante lo que diga un frío?
-Todos me han tratado siempre como… si fuera a quebrarme. Tú no lo haces.
Leah arquea las cejas.
-No hay nada de extraordinario en eso. Sé que si intento quebrarte podrías hacer polvo mi esqueleto. Aunque no te recomiendo intentarlo: sé dar la lucha.
-No me cabe duda - Esme sonríe, y Leah se pregunta desde cuándo le interesa hacer a un frío sonreír. - Debo seguir río abajo. ¿Vas en esa dirección?
Leah se encoge de hombros. ¿Por qué no?
Mientras la sigue piensa con amargura que debe sentirse realmente sola para aceptar la compañía de un frío.
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Ese día, cuando Esme llega a casa, le espera una sorpresa. Carlisle la recibe con una sonrisa y la lleva con los ojos tapados al sótano de la casa; o a lo que era un sótano, y ahora tiene todo el equipo necesario para el revelado profesional.
Se queda sin palabras, y se deja besar por su marido mientras termina de reaccionar.
-Así podrás revelar en casa, no tendrás que depender de estar en el centro universitario.
Carlisle parece muy satisfecho de sí mismo. Esme ve sus ojos brillantes de orgullo y le besa de nuevo.
-Gracias cariño - dice con suavidad, para luego alejarse a ver todo el equipo nuevo. Una cálida sensación de felicidad la embarga. Carlisle ha aceptado su nueva faceta.
La próxima vez que ve a Leah en el bosque le cuenta. La quileute arquea las cejas y comenta.
-Vaya, una buena forma de mantenerte en casa… Siempre va un paso delante de ti.
A Esme no le gusta su tono.
-Lo dices como si mi marido me quisiera encarcelar.
Leah sonríe con malicia.
-No, no es de ese tipo. Sólo le gusta tener todo bajo control y hacer las cosas por ti, ¿no?
Esme no responde, pero sabe que es cierto: Carlisle siempre se ha hecho cargo de todo, a ella nunca le ha molestado, ¿por qué hacerlo si es todo por su propio bien?
Pero la manera en que Leah lo dice le hace pensar diferente, y por un momento desea ser ella quien consiga sus cosas.
Detesta que Leah le haga esas cosas. Y odia detestar algo de la gente; siempre trata de ver lo mejor en todos.
La quileute, por su parte, se voltea, mientras se pregunta por qué incordia a Esme con esas cosas.
Después de todo, a ella le gustaría tener quién se preocupara y quisiera hacer cosas por ella.
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La próxima vez que Carlisle llega a casa y Esme no está, inmediatamente busca el calendario que ha puesto ella en la cocina con las fechas de sus giras. Ese día no figura entre ellas. ¿Dónde puede estar?
Le pregunta a Alice, quien está en la sala leyendo y escuchando música en su mp4. Esta se encoge de hombros y le dice que no ha vuelto.
Llega minutos después, sonriendo nuevamente. Carlisle ha empezado a notar que su sonrisa en los últimos tiempos es diferente. Siempre ha sido una mujer con una dulce expresión de alegría, pero no sabe por qué, ahora no es igual. Algo está cambiando, y no está seguro de sentirse cómodo con eso.
-¿Dónde estabas? - pregunta tras darle un suave beso de bienvenida.
-Revelando en el estudio del campus.
Él la mira fijamente, dudando de si ha escuchado bien.
-¿Revelando? Tienes todo el equipo aquí...
-Sí, lo sé - Esme lo mira extrañada - Pero eso no significa que no pueda quedarme a practicar técnicas de revelado con mis compañeros, ¿cierto? Me parece más prudente que traerlos a casa.
Su voz sigue siendo suave y dulce, pero tiene la misma decisión que cuando le habla de lo mejor para su próxima casa, del tipo de vajilla que hay que comprar o de las cosas nuevas que hay que comprarle a alguno de los chicos.
-Eso nos has dicho siempre a nosotros - Alice se acerca con su paso ligero, besa a Esme en la mejilla y le pregunta por sus fotos.
Orgullosa, enseña el resultado de su trabajo de los últimos días. Alice se entusiasma con las fotos del río, y Carlisle señala lo buenas que son. Es la chica la que reconoce a Leah, en la foto de una hermosa loba a la orilla del agua cristalina, saliendo de entre la maleza.
-¿Ahora posa para ti? - pregunta Alice divertida - Creí que nos detestaba.
Esme sonríe. A veces siente que eso ha cambiado, al menos con ella.
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-Quiero fotografiar la playa de La Push.
Leah se vuelve sobresaltada.
-¿Qué?
-Para mi próxima asignación - aclara Esme - Es el segundo proyecto, naturaleza. Sería un gran lugar.
-Nunca has estado en la playa de La Push. - señala Leah - Está prohibido. El tratado.
Esme baja la vista.
-Lo sé, sólo pensé…
La quileute resopla.
-Que el tratado ahora es una broma. - sonríe con un deje de tristeza imposible de ignorar - Todo ahora es una maldita broma.
-Pensé que si iba contigo no habría problema.
-¿Conmigo? - Leah escucha la palabra rebotar en sus oídos - ¿Qué te hace pensar que yo te llevaría a La Push?
Esme sólo la mira con los ojos llenos de una confianza que no cree merecer. ¿Desde cuándo es ella alguien a quien recurrir?
-No quiero ponerte en un compromiso. Supongo que no querrás problemas con Sam ni con Jacob... Lo entiendo. Debí pensarlo mejor.
No quiere problemas ni con Sam ni con Jacob… Los dos nombres resuenan aún con más fuerza. ¿Acaso no son ellos quienes hicieron del tratado y la existencia de los lobos una total burla conviviendo con los fríos?
-Podemos ir esta tarde. - dice Leah - Pero si tratas de atacar a alguien, te las verás conmigo.
Las dos sonríen levemente con una complicidad que ninguna sabía que existía.
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Leah está sentada entre las piedras, contemplando el mar, y cómo Esme se mueve por la playa fotografiando el suave mecer de las olas, las formas dejadas en la arena, los pájaros que se acercan a la costa y los pequeños cangrejos de mar que corren por la orilla.
Parece haber nacido para ello. Tiene una manera de moverse graciosa, como si dejara que la naturaleza la guiara hacia su próxima foto. Se ve feliz haciéndolo. Tiene un brillo diferente al que Leah ha visto en otras ocasiones cuando ha estado en casa de los fríos.
La playa está desierta. La quileute ha calculado bien la hora en que podrían ir, poco antes del atardecer, cuando las familias se encuentran tomando el refrigerio de la tarde, y los niños apenas regresan de la escuela. Le ha advertido que tendrán que irse rápido, no quiere problemas si otros quileutes la encuentran allí. Además, el sol sale por momentos y los brillos en su piel asustarían a cualquiera.
A Leah le causan gracia. Le parece una forma muy discreta de ser una criatura oscura, brillar como si llevara escarcha en una discoteca.
Esme se acerca a ella, parece satisfecha.
-Este lugar es hermoso.
-Lo es. - acepta Leah con orgullo - Siempre lo ha sido.
-Supongo que vas a extrañarlo mucho - Esme se sienta a su lado mientras abre su bolso para guardar sus cosas.
-¿Extrañarlo?
-Cuando te vayas.
Leah mira el horizonte fijamente. Sí, planea irse. No sabe cuándo, o a dónde, o a hacer qué. Pero tendrá que irse un día. Lo ha dicho muchas veces, tratando de asimilarlo ella misma.
-La gente no suele creer que lo digo en serio. - comenta sin mirarla - Todos piensan que nunca me iré.
Esme tampoco la mira, siente que debe respetar su espacio.
-Creo que eres el tipo de persona que al final hace lo que quiere.
-Si bueno, los últimos años lo he demostrado. - declara con amargura.
-Te irás cuando sepas lo que quieres. - dice Esme con tono tranquilo - Siempre estás tan segura de ti misma… Podrás hacer lo que quieras. No creo que nada pueda detenerte. No por siempre.
Leah sonríe con nostalgia. Jacob puede detenerla. Podría usar su sangre alpha, prohibirle marchar. Pero no lo hará. Desde el primer día le dijo que era libre de irse, y a veces sospecha que desde que tiene a Nessie le daría igual tener una manada o no.
La Push no necesita una manada ya. La amenaza ha pasado, la mayor parte de lobos están imprimados y pronto se reproducirán. No falta nada para que cada uno empiece a decidir no transformarse más y seguir adelante.
De repente se da cuenta de que ha olvidado que Esme está ahí.
-Algún día me iré - reafirma - Aunque no sé dónde todavía.
-El mundo es muy grande - comenta su acompañante.
-Lo dice alguien que pasa sus años inmortales encerrada en casa - dice con cierto deje de burla Leah.
Esme sonríe.
-He viajado.
-¿De verdad?
La mujer vampiro ve una chispa de interés en los ojos de Leah que no aparece con frecuencia. Le habla de sus viajes por Estados Unidos y Europa, principalmente. Ella presta atención. No hay expresiones de admiración o de envidia, sólo una atenta escucha, mientras su mirada se pierde de nuevo en el horizonte.
-¿Sólo has estado ahí? - pregunta finalmente.
Esme asiente, conteniendo un suspiro.
-Sí, generalmente nos instalamos en algún lugar por periodos largos, como acá.
Leah suspira por ella.
-Si tuviera su edad habría viajado por todo el mundo ya.
Esme niega.
-No depende sólo de mí.
Leah se gira a verla.
-Los otros salen todo el tiempo.
-Carlisle no viaja mucho, por el trabajo.
-¿Pero tú?
La mirada de Leah es insistente, taladra su mente clavando ideas que no quiere tener. Porque no quiere. No.
Una sonrisa pícara aparece en el rostro de Leah y la desconcierta, cuando la quileute se incorpora y le dice con los ojos brillantes:
-Sólo imagínalo. Después de casi cien años de seguir a Carlisle y quedarte a la sombra mientras él hace su trabajo, viajan y él se queda a la sombra mientras tú fotografías los más exóticos y extraños lugares del mundo. Él se queda en casa haciendo de ama de casa perfecta y tú traes locos a los nativos de cada lugar.
Esme ríe. Leah también lo hace y en ese momento las dos se dan cuenta de lo surrealista que es la situación. Vampiresa y loba, riendo en las tierras prohibidas para la primera por el tratado con el pueblo de la segunda.
Dejan de reír poco a poco, como si no debieran estarlo haciendo pero fuera difícil evitarlo.
-Eso nunca pasaría… - dice Esme - No pasaría.
Finalmente Leah pregunta, acabando con la sonrisa de ambas.
-¿No te gustaría ir sola?
-¿Sola? No podría Leah… He pasado toda mi vida con él. Al menos toda la que me importa.
-Pero... ¿No te gustaría tomar decisiones por ti misma?
Esme parece meditar la respuesta.
-Hace mucho tiempo elegí no hacerlo.
Leah resopla. No sabe por qué aquello le molesta tanto.
-¿Realmente tuviste opción?
Es una buena pregunta. No puede esperar a oír la respuesta, porque oyen gente aproximarse. Terminan de recoger y se alejan en silencio, las dos pensando.
Esme piensa si tuvo opción. Tras una vida llena de miserias había despertado a la inmortalidad en un terrible destino, pero Carlisle había sido la mano que le había sacado adelante. Él la transformó y era todo lo que ella tenía en el mundo. Fue quien le enseñó como vivir su nueva condición, el hombro en el cual llorar sus penas y la luz en medio de tanta tiniebla... Sin él no habría tenido nada.
No, tal vez no había tenido opción.
Leah piensa en qué habría pasado con ella si hubiera tenido la opción. Su boda con Sam, una oportunidad con Jacob… ¿habría dado el paso? ¿Diría como Esme ahora que no podría estar sola?
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