Fandom: Twilight
Título: Encendiendo hielo (4/5)
Personajes: Leah Clearwater, Esme Cullen, Carlisle Cullen
Notas mías: tercera parte del fic para
crack_and_roll . Futura relación Esme/Leah. De nuevo agradecimientos a mi amiga Nela por el beteo. La tercera parte puede leerse
aquí. Participa con 2481 palabras en el
quinesob . Le dedico esta parte a
gabilu que ha ido siguiendo la historia y comentandome lo que le parece, un beso!!
Carlisle empieza a cansarse de la situación. No es el hecho de que Esme salga de casa a hacer algo que le gusta. Son otras cosas. Ha cambiado desde entonces, aunque no sepa definir bien en qué. Tal vez es esa manera en que ahora cuestiona muchas cosas; la forma en que hace las cosas sin que él se entere.
Casi como si le diera igual lo que él pensara.
Y luego estaba eso de hablar tanto sobre Leah.
Carlisle no tiene nada contra la quileute, pero aquello empieza a ser excesivo. ¿Por qué su esposa siempre comenta lo que pensaría Leah al respecto? Parece que esa chica, que no tendría más de 21 años, se ha convertido en el referente de Esme en tan poco tiempo...
Ha hablado con Edward al respecto, y sus miedos se han confirmado. Leah Clearwater parece estar clavada en la mente de Esme como una segunda conciencia.
Cuando se lo comenta a Esme de modo casual, ella sonríe. No le da explicaciones de cómo una chica que parecía considerarlos su mayor desgracia se ha colado así en su mente. No se disculpa ni trata de cambiar.
Simplemente sonríe.
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Leah ya está acostumbrada a Esme, a su olor insidioso, su presencia diaria y sus comentarios positivos sobre la gente. Casi puede decir que se siente orgullosa de lo que la vampiro ha hecho hasta la fecha. Sabe que ella ha tenido parte en eso. Le gusta oírla hablar más segura, le gusta oír cada vez menos hablar de Carlisle.
Pero la amarga también. Esme no lo ha notado, o eso espera Leah, pero hay algo depresivo en todo eso. Ha logrado sacar adelante a una mujer vampiro, pero su propia vida es un desastre. No sabe lo que quiere, no sabe a dónde ir y sigue allí, mirando a Jacob y Nessie construir una vida que es la que ella quería. Su prima Emily está criando niños, y toda la manada parece seguir con su vida.
Todos menos ella.
Sin embargo, el día que la noticia del embarazo de Nessie llega, Leah no puede disimular más. Se ha enterado por Esme, Jacob no ha tenido la decencia de llamarla todavía. Cuando se lo dijo, el mundo había dado vuelta a su alrededor y había tenido que correr. Había vomitado y luego se había dejado caer de rodillas, humillada.
Esme sólo se había acercado y le había puesto una mano en el hombro. Leah quiso rechazarla, pero no tenía fuerzas de nada.
Simplemente no levantó la mirada, pero Esme nunca se fue.
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Esme nunca creyó que le pasaría, pero le pasa en ese momento. Su paciencia está agotada después de muchas tardes de soportar el mal genio de la quileute.
-¿Por qué mejor no te vas de La Push?
Leah la mira sorprendida. Nunca había escuchado a Esme hablar en un tono irritado, y mucho menos con ella. Por un momento olvida ser amargada y distante, como lleva las últimas semanas -¿o son meses ya?-, y se limita a mirarla con sorpresa. Esme resopla, y un poco de orgullo cruza la cara de Leah. ¿Tanto ha cambiado ya la mujer vampiro?
Sin embargo, el dolor lacerante en su pecho aparece de nuevo. Se incorpora y la fulmina con la mirada.
-¿Me estás echando?
-Yo no. Me gustaría que te quedes. - confiesa Esme - Pero no tienes vida desde hace 6 meses.
-Ni te dejo tener vida, ¿es eso? Nadie te ha pedido que estés aquí.
Están en el bosque, cerca del río, como siempre. Esme no va decirle que es cierto, que en su casa ya se han quejado de que lleva días extraña. Edward la ha llevado aparte porque ha notado lo preocupada que está por Leah. Carlisle le ha comentado que últimamente el mal humor de la quileute parece estarla contagiando.
Tal vez es verdad, porque si tuviera sangre en ese momento la sentiría bullir.
-Llevas semanas sin casi hablar… Meses. - dice Esme tratando de mantener la voz calmada, pero con más dificultad de la que es común en ella - Estás amargada, tratas mal a todos… Y aún así vengo.
-Vienes porque quieres - dice Leah dándole la espalda y cruzándose de brazos.
Esme se levanta. Siente sus hombros temblar; eso es nuevo. ¿Furia tal vez? Parece la palabra más adecuada.
-Creí todo lo que me dijiste los meses anteriores, ¿sabes?
Leah no tiene idea de qué está hablando, pero no va a preguntarle.
Sin embargo, Esme sigue, con ese tono calmado que le altera los nervios.
-Todo lo que dijiste sobre Carlisle y yo. No he podido parar de pensarlo, aunque me haya costado ocultarlo cuando Edward va a casa. Mi esposo lo ha notado; las cosas cambian, yo no dejo de pensar... Y él te culpa. No lo dice, pero te culpa, y he estado a punto de decirle que sí, que eres tú la que dice cosas que me ponen a pensar. Pero ahora estoy pensando cosas sobre ti.
-No me interesa - dice Leah bruscamente, aunque de nuevo el cosquilleo de orgullo late en ella.
-A mí tampoco me interesaba oírte criticar a mi esposo y lo hice. - camina hacia ella. Está justo detrás suyo - Lo que me parece increíble ahora es que después de todo lo que dijiste, seas tú la que está más atada a alguien que yo.
Leah se vuelve de golpe y le da una cachetada tan fuerte que la hace voltear la cabeza, mientras el sonido parece multiplicarse en el bosque. Esme sólo la mira a los ojos de nuevo.
-Vives atada a Jacob. No es por ser su beta; si quisieras, ya te hubieras ido. Nunca te lo ha impedido. Pero estás atada a Jacob, y a Sam, y a tu pasado.
-No voy a escuchar esto.- dice Leah, caminando hacia atrás, mientras el volumen de su voz se elevaba peligrosamente - No sabes de lo que hablas, ¡¡no sabes nada!!
-¡¡Tú tampoco sabes nada sobre matrimonio e igual te oí!! - el grito de Esme resonó en el bosque. Las dos se miraron asustadas por un momento.
Leah niega, se voltea y sin pararse a pensar en la ropa, se transforma y sale corriendo de allí, dispuesta a no volver.
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-¿Estás bien?
-Sí.
Carlisle no le cree, pero tampoco lo comprende. Cada vez le parece conocer menos a su mujer. Está acostada en la cama, dándole la espalda, con la mirada perdida. Lleva días así. Ni siquiera parece divertirse con la fotografía. Tampoco quiere hablar con él.
Cada día la sensación de que las cosas van mal lo golpea; y tiene miedo, porque nunca han estado mal. Eran un matrimonio perfecto, y no sabe qué puede ser lo que ha cambiado eso. Sólo sabe que ella ha cambiado.
No le gusta que lo haya hecho.
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Esme matricula el siguiente semestre, aunque no tiene a Leah para insistirle que lo haga. Es curioso que ahora Rosalie y Alice se interesan incluso por los cursos, como si aspiraran por primera vez a no repetir secundaria otra vez.
Es bueno ver cambios en la casa.
Ha visto a Leah varias veces en los últimos veces, pero no se han hablado. Es imposible obviar su fragancia cuando hace el perímetro, pero lo hace demasiado rápido, como si no quisiera quedarse demasiado. Es probable que no quiera.
Esme piensa que pocas veces se ha sentido tan frustrada. Aún sin hablar con ella, Leah la hace sentir cosas que nunca había sentido.
Ha tratado de hablarle un par de veces, pero Leah siempre la ve con frialdad y se aleja.
“No volverá” piensa Esme ese día, mientras toma fotos en el río en el que no ha vuelto a verla.
Duele, y es otra sensación nueva.
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Nessie no ha tenido un embarazo tan complicado como el de su madre. La niña que llevará el apellido Black nace una tarde de verano, y todos los Cullen acuden a conocerla. También han acudido Charlie y su esposa, y Seth.
Cuando Esme los ve llegar la busca, pero no viene con ellos.
Le pregunta a Seth por su hermana y él rehúye su mirada.
Leah ha dicho que no le han ordenado ir a conocer al pequeño fenómeno y no desea hacerlo.
Pero Esme no se enoja, ni parece ofendida. Seth se sorprende de la expresión de la mujer, tan llena de compasión. Sin decir más sale de la abarrotada sala donde todos felicitan a los dichosos padres.
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Sabe que no debe entrar a La Push, pero no duda un momento en hacerlo. No le es difícil encontrar la casa de los Clearwater, ya alguna vez le había preguntado a Seth la dirección. Encuentra la puerta abierta pero toca. Lo hace varias veces sin obtener respuesta, hasta que preocupada abre la puerta y entra despacio.
Tal vez Leah ni siquiera está en casa, probablemente no quiera ver a nadie. Pero Esme sabe que la necesita. Está segura. Se detiene indecisa sobre si es correcto pasar más allá de la sala, pero antes de decidirse la puerta de lo que parece el baño se abre y sale Leah. Tiene los ojos enrojecidos y la cara algo hinchada, y se queda paralizada cuando la ve allí de pie, en medio de su casa.
-¿Qué haces aquí? - pregunta bruscamente, aunque su voz tiembla y Esme lo nota.
-Vine a verte.
Leah sonríe con ironía.
-Deberías estar conociendo a tu… nieta. Ahí es el lugar feliz hoy.
-No vine buscando un lugar feliz - dice Esme deseando que su voz suene más segura.
-¿Entonces? - Leah la mira esperando, aunque le cuesta mantener la postura. No quiere ver a nadie.
No quiere nada.
-Creí que necesitarías una amiga.
El tono de Esme es dulce, pero a Leah le escoce en los oídos.
-No necesito a nadie.
Se gira y se aleja de ella, yendo hacia su cuarto. Esme sabe que lo correcto es irse, pero no puede hacerlo. No va a dejarla así.
La sigue, y para su sorpresa se encuentra entrando en el cuarto que ha dejado con la puerta entreabierta. Leah está de espaldas. Puede escuchar su respiración agitada, puede ver sus hombros temblar.
-La niña está bien. Nessie también. - empieza a informar con voz suave. Sabe que Leah no quiere oír del tema, pero debe hacerlo. Debe enfrentarlo.
-¿Quieres que diga que me alegro? - pregunta Leah con frialdad, sin volverse.
Esme se atreve a acercarse un poco más y susurra con dulzura.
-No. No me gustan las mentiras.
-¡¿Entonces qué quieres?! - Esme se sobresalta, a pesar de que se había propuesto no dejarse impresionar por los gritos y el mal humor de Leah - ¡¿Qué quieres que diga, Esme?!
-Quiero que aceptes lo que sucede, Leah. -mantiene el tono calmado, a pesar que tiene miedo de no saber lo que hace- Yo puedo entenderlo. Creo que lo entiendo, al menos en parte.
-¡Tú no entiendes nada! - grita Leah dándose la vuelta, avanzando hacia ella, tratando de hacerla retroceder - ¡Nada! ¡Has tenido una relación perfecta por un siglo!
Esme le pone una mano en el hombro para detenerla.
-También he tenido un vientre seco por más de cien años - susurra Esme, mirándola a los ojos.
Es cuando Leah se quiebra. Es cuando la golpea y la lanza fuera del cuarto y se gira, pero se da cuenta que no tiene fuerzas para huir de ahí ni para luchar más. Siente como su coraza se quiebra y no soporta más. Se deja caer en la cama y se estremece cuando los sollozos reprimidos no aguantan más el encierro.
Esme se levanta del suelo y se acerca despacio. Se queda en el marco de la puerta un momento, mientras siente su propio corazón resentir el sufrimiento de la quileute.
-Vete. - dice Leah entre sollozos, con la cara volteada hacia la pared, orgullosa incluso entonces - Déjame.
Entonces la mujer vampiro se acerca a la cama y dice una sencilla pero poderosa palabra.
-No.
Leah no puede hablar más. No puede ni quiere. Siente cuando Esme se sienta en la cama, y la mano que pone en su hombro, aunque es fría, resulta en una calidez que no ha esperado. La siente acariciar sus cabellos cortos, e incluso le parece oír que tararea alguna canción tranquila.
No es dueña de sí misma esa tarde. No puede detener el llanto que ha contenido por meses, por años. No sabe cuánto tiempo pasa antes de que Esme suba los pies a la cama, y no sabe cómo termina acostada tras ella, abrazándola con fuerza por la cintura, poniendo una mano en su vientre mientras deja que apoye la espalda en su pecho.
Nunca había notado lo fuertes y seguros que eran los finos brazos de Esme.
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Esme nunca había pasado fuera una noche que no fuera de caza, o por alguna razón muy especial. Bueno, esta ha sido una razón especial. La diferencia es que no ha avisado a Carlisle dónde estaría, y está volviendo a casa a las 8 de la mañana del día siguiente. No se había atrevido a soltar a Leah y salir a hacer una llamada, porque se temía que luego no la dejara volver. Se había quedado con ella, sin decir nada, solo sujetándola mientras lloraba de una manera que Esme no había creído posible. Luego la había sostenido mientras dormía, pues cuando se movía agitada, ella la estrechaba y parecía calmarse.
No había tenido corazón para dejarla.
Cuando llega a la casa Carlisle no le dice nada, pero no se ha ido todavía al hospital.
-Lo lamento. - dice ella al acercarse a saludarlo - No pensé que tomaría toda la noche.
Carlisle no la mira cuando le da el beso de buenos días.
-Espero que hayas tenido buena noche - es todo lo que dice. Esme lo conoce lo suficiente para saber que está enfadado, y bastante.
-Estuve donde Leah - confiesa de inmediato.
-Lo sé.
Él la mira a los ojos y frunce un poco la nariz. Esme se da cuenta entonces de que huele completamente a lobo. Se da cuenta también de que la idea no le agrada a su esposo para nada.
-Me necesitaba, Carlisle. Está muy mal.
-Nessie quería a su abuela allí.
Esme resiente el comentario. Abuela, cuando nunca ha nacido una criatura de su vientre. De repente recuerda los comentarios de Leah sobre su ficticia familia perfecta, que no es más que apariencias, y esa sensación novedosa de enojo que quema la boca de su estómago se hace presente de nuevo.
-Leah me necesitaba.
Se miran a los ojos sin decir nada, pero la tensión es fuerte. Finalmente Carlisle toma el maletín que tenía a su lado mientras esperaba y asiente.
-Olvidaba que últimamente Leah es lo que más importa.
Sale sin esperar respuesta por parte de su esposa.
Esme se da cuenta de que aunque ha sido un reproche muy claro, no le importa.
Ha estado donde tenía que estar.