Es la única conclusión a la que he llegado.
No tiene mucho sentido deslindarse de la obligación -que tanto costó en el pasado a todos, y que especialmente a las mujeres les costó muchísimo adquirir- para después lamentar con amargura el que las cosas no funcionen.
Hay que votar, carambas.
Yo ya lo hice, y ahora estoy monitoreando reacciones por radio
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