Primera parte
aquí.
Olivia sintió que ese breve momento en que había logrado recudir la distancia entre ellos de años luz a sólo kilómetros se había esfumado. Su primera tentativa había fallado y el miedo, el miedo a tener que marcharse de ese hotel sola y sin una respuesta que poder darle a Walter, el miedo a perder a Peter para siempre, activó un resorte que nadie había tocado desde que John Scott murió.
Siempre había sido una persona que guardaba las distancias, sobre todo después de lo sucedido con John. Después de años trabajando con Charlie no habían pasado de palmaditas en el hombro o apretones en un codo. Rara vez buscaba el contacto físico con nadie que no fuera Ella, y si acaso su hermana.
Sin embargo esa vez Olivia sentía la necesidad de acercarse a Peter. Por eso le siguió hasta la cama y se sentó a su lado. Había una distancia tan grande entre ellos que aunque sus rodillas estuvieran casi rozándose no sabía cómo salvarla.
-Sé que estás enfadado y lo entiendo.
A ella también le había costado un tiempo asimilar la noticia y perdonar a Walter cuando descubrió que de pequeña había experimentado con ella. No era la misma situación, ni tenía las mismas implicaciones, pero Olivia entendía hasta cierto punto lo que Peter sentía.
Sin embargo también sabía cuánto lo sentía Walter.
-Pero Walter…No duerme ni come desde que te has ido y está fumando algo a lo que él llama Brown Betty… Lo que quiero decir es que está preocupado por ti y te echa de menos.
Peter guardaba silencio. Ni siquiera la había mirado a la cara ni una vez desde que se había sentado a su lado. Continuaba con la cabeza gancha y los ojos azules clavados en el suelo. La única muestra que daba de reconocer su presencia era la mueca en la que se torcían sus labios cuando escuchaba el nombre de Walter.
Pasó tanto tiempo sin decir nada que Olivia pensó que no iba a responder.
-Siempre puede irse a un universo alternativo y secuestrar a otro Peter Bishop -dijo al fin con voz nasal y seca. Había un matiz de humo negro en su tono, como un chiste sin gracia, todo sarcasmo y rabia.
Los dos días que siguieron a la desaparición de Peter, Olivia trató de confortar a Walter asegurándole que lo encontraría y que las cosas se solucionarían, que él le perdonaría. Pero a medida que los días transcurrían sin rastro de él, Olivia empezó a decirle que estuviera donde estuviera, estaría bien, y le dejo las frases esperanzadoras a Astrid.
Tal vez la relación de Walter y Peter era demasiado frágil para soportar eso. Quizás Peter no podría perdonarle nunca, quizás Walter tenía razón en sus temores. Pero al menos debía darle la oportunidad de disculparse.
-Sé que tienes muchas preguntas -Olivia lo intentó de nuevo con tono conciliador -muchas dudas y resentimiento en tu interior… pero Walter tiene las respuestas. Quizás si hablaras con él…
-Si hablara con él qué, Olivia -Peter se puso en pie bruscamente y se enfrentó a su mirada. Olivia nunca le había visto tan furioso, tan dolido. Tan perdido -¿Me dará una explicación mágica de por qué me sacó de mi universo y me trajo al suyo? ¿De por qué me arrancó de mi verdadera familia, de mi verdadero lugar? ¿Es eso, eh? ¿Es que acaso hay algo que pueda justificar que me secuestrara y me mintiera durante años?
Olivia tragó saliva, sin parpadear. Su verdadera familia, su verdadero lugar. Recordó un momento tres semanas atrás, en su coche, cuando Peter le dijo que los tres, ella, Walter y él formaban algo así como una familia.
No era verdad. Peter estaba en su vida de prestado. En el fondo lo había sabido desde el día en que fue a buscarle a Irak y le trajo a Boston con mentiras. Lo había sabido desde que descubrió que era el Peter de la otra realidad. Pero no había querido aceptarlo.
Recordó una frase que a Rachel le gustaba decir, sobre todo desde que se había separado de su marido. “Si amas a alguien déjalo ir; si vuelve, siempre fue tuyo, si no, nunca lo fue”. Sabía que su hermana obtenía cierto consuelo de ese proverbio pero a Olivia no le decía nada. Siempre pensó que si amaba a alguien, no le dejaría irse tan fácilmente.
-No hay explicaciones mágicas -reconoció, poniéndose en pie -Pero, ¿no quieres saber lo que pasó? ¿Por qué lo hizo Walter? Buena o no, hay una razón.
Peter quería saberlo, Olivia podía leerlo en sus ojos azules rehuyéndola, en sus parpadeos apresurados e impacientes. Llegados a ese punto sabía que sólo había una cosa que podría traer a Peter de vuelta, incluso aunque no fuera para quedarse: respuestas.
Probablemente eso era lo que se había ido a buscar esa semana, demasiado cabezota, demasiado enfadado, para recurrir a la fuente de información primaria.
-Pareces saber mucho del tema -repuso Peter, a medias cauteloso, a medias enfadado con ella por tener más respuestas que él.
-Walter me lo ha contado todo -replicó Olivia con prudencia. Trató de sonar neutra, de no delatar su secreto. Si Peter descubría que ella también le había mentido, probablemente se negaría a escucharla y perdería el escaso terreno que había ganado en los últimos minutos.
Sin embargo, Peter le devolvió una mirada cargada de suspicacia, con el ceño fruncido y los labios tirantes, como si acabara de caer en la cuenta de algo.
-Dime una cosa, ¿cuándo fue eso: antes o después de que yo descubriera la verdad?
A menudo, cuando John vivía, cuando estaban juntos, él le preguntaba a Olivia en qué estaba pensando. Decía que tenía un rostro difícil de leer, que nunca podía adivinar que escondía tras la superficie, que era una mujer misteriosa. Sin embargo, con Peter se sentía tan trasparente como una gota de agua cristalina.
Por eso sabía que no tenía sentido mentir. Él lo notaría y no estaba dispuesto a soportar más mentiras.
-Antes -respondió con un hilo de voz y nunca le había costado tanto sostener la mirada de Peter. Le pesaba, como una carga invisible que tiraba de sus pupilas hacia abajo, pero Olivia se obligó a mantenerse firme. Se lo debía.
Peter negó con la cabeza, acompañando el gesto con una sonrisa de incredulidad. Se llevó las manos a la frente y las deslizó por su cabello antes de darle la espalda a Olivia y mascullar un “joder” entre dientes.
-Yo…lo siento, Peter.
Era cierto, lo sentía, lamentaba mucho haberle ocultado la verdad. Pero era sincera consigo misma y sabía que si volviera atrás, callaría de nuevo.
Escuchó un sonido deformado, casi cruel. Se dio cuenta de que era la risa de Peter, una risa carente de humor. Entonces se volvió hacia ella y por un instante Olivia creyó estar de nuevo frente al Peter infectado por el virus que la atacó. Pero después sólo quedó su Peter, un Peter que se sentía traicionado por ella también.
-Es gracioso, ¿sabes? -murmuró él-Estas últimas semanas creía que estabas distante y distraída por lo de aquel día, después de Jacksonville…pero era por esto, ¿verdad? Porque tú lo sabías.
Olivia buscó algo que decirle. Le había dejado creer que estaba asustada porque casi se habían besado en aquella ocasión cuando en realidad su conciencia no le daba un respiro por el secreto que estaba ocultándole.
-Dime, ¿quién más estaba al tanto? ¿Astrid? ¿Tal vez Broyles? -continuó él.
-Peter…
-No, venga, quiero saberlo. Creo que me lo merezco. ¿Todo el FBI? ¿Massive Dynamics?
-Solo Walter y yo, y ahora también Astrid y Broyles -reconoció Olivia con tono apagado.
-Genial.
Peter caminó hacia la ventana de la habitación y apoyó las manos en el alféizar como si estuviera planteándose el arrojarse por ella. Le daba la espalda a Olivia, con toda probabilidad intencionadamente. Era como si no soportara su simple visión.
Ella ni siquiera se atrevió a seguirle.
Lo más fácil habría sido irse. Peter no quería verla así que dudaba seriamente de poder convencerle de que volviera con ella a casa. Cualquier cosa que dijera podría empeorar las cosas, sin embargo sus remordimientos no superaban a su miedo, el miedo a irse por esa puerta y no volver a ver a Peter Bishop jamás.
Broyles le había ofrecido asignarle a la agente Jessup como compañera después de la muerte de Charlie, pero Olivia había rechazado la oferta. No quería otro compañero, tenía a Peter.
Perdió a John, perdió a Charlie, no iba a perderle también a él. Eso le dio la determinación suficiente para acercarse a Peter y ponerle una mano en el brazo.
-Peter.
Peter se giró hacia ella, pero se deshizo de su contacto apartando el brazo. Ni siquiera la miraba, sino que mantenía los ojos tercamente fijos en el suelo. Aunque lo tenía en frente, estaba tan lejos de ella que dolía.
No sabía cómo acortar esa distancia, pero necesitaba desesperadamente hacerlo. Así que despacio, como si se aproximara a un animal herido, Olivia alzó una mano hasta el rostro Peter. Notó su barba cosquilleándole en la palma y la forma de pómulo bajo el pulgar, y presionó suavemente para obligarle al alzar la mirada.
Los ojos de Peter impactaron con los suyos como un disparo, sacudiéndola de arriba abajo y dejándole el gusto a pólvora en la boca reseca, pero Olivia permaneció en su puesto, como un buen soldado. Que él no se apartara le supo a victoria, le dio esperanzas. Le hizo sentir que aún podía llegar hasta él si lo intentaba lo suficiente.
-Peter -sollozó.
Y cuando quiso darse cuenta, las lágrimas le humedecían las pestañas y sus labios buscaban los de Peter. Los encontró, resecos y blandos entre la barba, y se estrechó contra ellos, luchando por encontrar una respuesta. Pero Peter ni siquiera se movió, ni siquiera reaccionó cuando Olivia le sujetó el rostro con ambas manos y cerró los dedos sobre su barba. Permaneció inmóvil, como una estatua que Olivia no podía alterar hiciera lo que hiciera, como una roca contra la que las olas se estrellan y mueren sin cambiar nada.
Resignada, Olivia apretó los párpados y se quedó quieta, sin apartarse, pero sin continuar. Y entonces, como si le tomara el relevo, los labios de Peter se volvieron firmes y le devolvió el beso. Fue como si se hubiera estado conteniendo sólo para desatarse más fuerte: de pronto sus manos le rodeaban la cintura y sus labios atrapaban los suyos casi con rabia. La lengua entró en su boca con tanto ímpetu y se movió con tanta rapidez que Olivia casi se sintió mareada, pero aún así pronto le siguió el ritmo y devolvió la caricia con la misma intensidad.
Las respiraciones agitadas, casi violentas, llenaban los silencios que dejaban los latidos apresurados y el sonido húmedo de la fricción de sus labios. Las manos de Peter soltaron su cintura, primero una, luego la otra, sólo para pelear con su chaquetón oscuro, arrancándoselo casi a tirones de los brazos.
En el momento en que la prenda fue historia, Olivia notó un cambio en Peter, como si hubiera cambiado de opinión. Se volvió más lento, más suave y se apartó poco a poco de ella, el espacio justo para tomar aire.
-Olivia -susurró él contra su boca y su voz sonó casi como un lamento.
Pero ella no quiso escucharle y le deslizó las manos por el pecho, buscando el final de la camiseta.
-Olivia -repitió él. Esta vez sonó más serio, como una advertencia a regañadientes, y después se apartó definitivamente de su boca y le cogió las manos entre las suyas.
Ella le miró con interrogación, consciente de que el momento había pasado pero sin comprender por qué. Al menos Peter ya no la miraba como si estuviera terriblemente decepcionado, sino que había una pizca de comprensión en el vívido azul de sus ojos.
-No me lo contaste porque Walter te lo pidió, ¿verdad? -no había acusación en las palabras de Peter, sólo la intuición de estar en lo cierto, y de pronto Olivia se sintió incómoda, descubierta.
Liberó sus manos de las de Peter antes de responder.
-Al principio sí -reconoció -pero luego tomé la decisión de guardar silencio.
-¿Por qué? -insistió él.
Ahora el turno de Olivia de rehuir su mirada. Se pasó una mano por el pelo, recogiendo los mechones que se le habían soltado de la coleta tan sólo para ganar tiempo. Después, mirando fijamente las clavículas de Peter que dejaba a la luz su camiseta blanca, habló.
-Porque temía que desaparecieras si descubrías la verdad.
Había tenido el valor para ser sincera con él, pero eso no significaba que tuviera el valor para mirarle a la cara al hacerlo. Si de ella dependiera podría haberse pasado una eternidad mirando la dichosa moqueta gris que recubría cada centímetro de suelo como si fuese una bomba que debía desactivar.
Pero entonces, al cabo de unos segundos, sintió la mano de Peter en su cuello, sus dedos rodeándole la nuca y atrayéndola hacia él. De pronto estaba pegada a él, con la cabeza apoyada en su pecho y la barba de Peter raspándole en la frente.
Y de algún modo eso era mucho más íntimo que el beso.
Permanecieron así, sin decir nada, durante unos minutos más. Peter asimilando la información que acababa de recibir, Olivia sin atreverse a respirar demasiado fuerte y terminar como al principio de esa conversación. Hasta que finalmente, él suspiró.
-¿Puedes llevarme a casa? -dijo -Tengo que hablar con Walter.
Entonces sí, sus pulmones se llenaron del todo y Olivia se atrevió a sentir un alivio tan intenso que las piernas casi empezaron a temblarle.
Peter había dicho casa.
-Claro -replicó con una sonrisa tenue, como si él no hubiera hecho más que pedirle que le acercara a una cafetería para conseguirle batidos de fresa a Walter en un día cualquiera en sus vidas. Como si no hubiera accedido a regresar y al menos darle a su padre la oportunidad de explicarse por haberle raptado y traído a esta realidad. Como si no acabara de perdonarla por habérselo ocultado.
Se separaron, sin prisas, con calma. Olivia recogió su chaquetón del suelo y sacó las llaves del coche de su bolsillo, Peter guardó sus cosas en la bolsa de viaje que aún conservaba la etiqueta. Después, sin decir nada, los dos salieron de la habitación del Hotel Midtown.
Desde el otro lado de la calle, September observó a Olivia Dunham y Peter Bishop subirse al vehículo oscuro de la agente del FBI. Sólo cuando el coche arrancó y se incorporó al tráfico, perdiéndose al girar a la derecha en el primer cruce de la carretera desierta, sacó el comunicador de su bolsillo. Levantó la tapa y marcó el código indicado.
Tras unos segundos, escuchó línea al otro lado.
-Está hecho. El chico vuelve a casa -dijo.
¿Opiniones? ¿Tomates? :)))