Dean se revolvió en la cama. Estaba dormido, pero no era para nada un sueño reparador. En el sueño su hermano y él se habían enfadado por la última cacería y Dean había decidido ir a ducharse para calmarse un poco.
-Aparta de una vez y deja que termine de ducharme, Sam.
A pesar de saber que Dean estaba enfadado Sam no pudo evitar sonreír. Alzando las manos dio un par de pasos atrás para dejar que terminara de asearse, pero no apartó la vista de él.
Al principio Dean decidió ignorarlo hasta que encontró divertido el saber que tenía tanto poder sobre él. Cada uno de sus movimientos era seguido con ansia voraz.
La pastilla se deslizaba sobre sus muslos mientras dejaba bien a la vista su trasero. Aún sabiendo que él estaba tan cerca no pudo evitar sorprenderse al sentirlo pegado a su espalda cuando se unió a él. La piel de Sam se sentía fría y áspera la suya. De alguna forma extraña aquello le hizo sentir protegido.
La lengua de Sam lamió el hueco de su cuello arrancándole un gemido. La curva de su cuerpo se acoplaba al suyo como si fueran las piezas de un puzle. Sentía su calor, su fuerza y deseo pegados a él.
Sam lo arrinconó contra los azulejos mientras el chorro de agua continuaba cayendo sobre ellos.
-No debería dejar que te acercaras. -Habló Dean antes de contradecirse besando sus labios.
- ¿Aún estás enfadado?
Dean no dijo nada mientras sus manos comenzaban a quitar los pantalones de su hermano. Sam lo detuvo.
-Vamos Dean, ¿qué pasa?
- ¿Quieres discutir o hacerlo? -Lo desafió Dean. Sam le miró a los ojos hasta que Dean continuó hablado: -Si tan mal hago mi trabajo tal vez deberíamos ir cada uno por nuestro lado.
-Dean, eso…-Comenzó a decir, pero su hermano lo interrumpió
-Sé que eres mejor cazador de lo que nunca seré. Papá lo sabía, Sammy y yo…
El antebrazo de Sam se movió rápido y en segundos era el rubio quien se encontraba contra la pared y con el pecho presionado por aquel brazo.
- ¿Cuándo he dicho que lo hagas mal?
-A mi no me pareciste muy contento en la misión.
-Guárdate esas ideas estúpidas para quien quiera creérselas Sammy. Sí te exijo tanto es porque puedes hacerlo y porque nuestro trabajo es muy peligroso. ¿Lo entiendes? -Preguntó apretándolo aun más contra la pared.
-Tal vez…- Dean murmuró algo que Sam no llegó a oír y acercó más la oreja para escucharle. En el momento en el que estuvo cerca Dean le mordió juguetonamente. El agarre del antebrazo de Sam se aflojó mientras le abría las piernas, metiendo el muslo para separarlas. Sam atrapó sus labios y lo besó mordiéndolos al separarse. Ambos miraron a su alrededor en busca de algún sitio en el que poder estar cómodos cuando...
Dean se despertó de golpe sintiendo el corazón contra el pecho con tanta fuerza que pensó que le reventaría. Se cubrió la cabeza con las manos y contuvo unas terribles ansias de gritar. Todo… todo tenía que terminarse.
Se dio una ducha de agua fría y bebió el termo de café hasta no dejar nada. No quería volver a dormirse. Cada vez que cerraba los ojos lo único que recordaba eran los carnosos labios de Sam sobre los suyos y si conseguía dormir sólo tenía fantasías en las que se acostaban juntos. Cada noche se despertaba enredado en sus propias sabanas, sudado y empalmado pensando en sus caricias. Sí el problema al principio habían sido las arcadas que le venían con tan solo pensarlo ahora lo que sentía era pánico porque cada poro de su piel anhelaba su roce, sus atenciones, lo quería todo, cada centímetro.
Frente al lavabo, aún con la toalla alrededor de la cintura Dean se mojó el rostro con agua helada. Sentía calor, su piel ardía. No podía quitarse de la cabeza el último sueño.
Levantó la vista observando su reflejo sobre el cristal. ¿Estaba despierto? Quiso pensar que sí, pero sentía como si en aquel momento no estuviera solo. Casi podía ver a su hermano detrás de él apretando su cuerpo contra el lavabo hasta hacer que su erección le suplicara que lo dejara liberarse. Estaba duro, totalmente duro y dispuesto, pero ¿para qué?
Dean volvió a sentarse sobre la cama y se mordió los labios tratando de ahogar un gemido al sentir el roce de la toalla contra su erección. Retiró la toalla de su cuerpo y se recostó contra el colchón.
Lentamente su mano bajo instintivamente hacia su miembro. La otra sobre su cuello como si pudiera sentir el tacto de otra. Comenzó a acariciar su torso sintiendo como su corazón se aceleraba cada vez más y el calor invadía su cuerpo. ¿Por qué no podía dejar de pensar en él? Trató de recordar el rostro de Jo. Lo intentó, pero el cuerpo de su hermano llegaba a él con mayor claridad.
Cada punta de sus nervios parecía latir de placer. Sus labios se movieron, pero no se oyó nada. Los movimientos de su mano eran cada vez más rápidos. Su respiración entre cortada. Los pies estirados sintiendo cada espasmo de placer. ¿Si aquello no estaba bien como podía hacerle sentir así? Sus músculos se contrajeron sabiendo que no duraría mucho más. Con un último movimiento espasmódico se derrumbó sobre la cama relajándose al fin. Se sentía exhausto y muy culpable. Sus manos taparon sus ojos, pero no sus palabras y en un suspiro se le escapó el nombre de su hermano.
-Se acabó. -Murmuró aguantando las lágrimas. -Se acabó.
Ya no le quedaban fuerzas para luchar.
Prologo 1.Negación 2.Ira 3.Negociación 4.Depresión
5.Aceptación Epilogo