A hard rain is gonna fall (v)

Sep 20, 2012 23:55

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V. I’ve been ten thousand miles in the mouth of a graveyard
Lo último que recuerda es el rostro de Howard cubierto de sangre (“¡Tony, abre los ojos! ¡Tony!”) y el miedo cerrándole el pecho (o tal vez no es el miedo).

Lo demás son disparos, confusión, gente gritando cosas que no consigue escuchar sobre el zumbido en sus oídos. Hasta que el mundo se difumina y la oscuridad se cierra por completo.

*

- Capitán.

Steve frota el barro viscoso entre sus dedos, que se manchan de rojo. Traga saliva. Están a 30 minutos de Saigón. 30 malditos minutos.

- Steve,- dice Furia y Steve voltea por fin.- Tengo agentes sobre la pista. Te avisaré cuando tengamos noticias, pero por ahora no hay hada que puedas hacer.

La lluvia cae sobre la selva, que se extiende en todas las direcciones, borrando cualquier posible huella.

*

Solo tiene diecisiete. Diecisiete. ¿Qué estaba pensando cuando…? Por favor. Tony, por favor…

En la celda hay otro prisionero. Ho Yinsen, ni más ni menos.

- Tiene fragmentos en el pecho,- dice con un acento marcado.- Hay que estabilizarlos.

Howard asiente, pero no entiende. Treinta años de experiencia en ingeniería han abandonado su cerebro. Las palabras de Yinsen no significan nada. Una sola idea corre en círculos sin detenerse.

Esto es mi culpa. Es mi culpa. Tony, por favor. Por favor.

Yinsen le aprieta el brazo, hace un gesto de entendimiento y señala las herramientas que descansan sobre una de las mesas.

- Pinzas,- dice.

Howard se concentra en alcanzarle las pinzas.

*

El escudo llama demasiado la atención, así que lo deja. Pero no se molesta en disfrazarse, más allá de usar ropa de civil. Vietnam no es Europa. Ningún occidental tiene la posibilidad de hacerse pasar por otra cosa.

- Dije que te avisaría cuando tuviéramos noticias.

Nick, por supuesto, lo está esperando en la oscuridad del callejón.

Han pasado ocho horas. Ocho horas sin más pistas que la sangre derramada junto a los vehículos abandonados. Ocho horas sin pensar en otra cosa que en Howard y Tony desangrándose en la selva. Heridos. Torturados. Nick está loco si cree que puede quedarse sentado un segundo más.

- Yo haré lo mismo,- responde, y se pierde en las sombras de la ciudad.

*

Cuando abre los ojos, está en una choza. El techo de paja sobre su cabeza tiene algunas rendijas por las que se filtra el sol y el piso es de tierra afirmada bajo las mantas. No hay un músculo en el cuerpo que no le duela. Gime en protesta, porque no se siente con fuerzas para nada más.

- ¿Tony?

Tony está bastante seguro de que nunca ha oído tanta preocupación en la voz de Howard, ni tanto alivio. Es una mezcla extraña. Entonces recuerda su rostro cubierto de sangre junto al camino. Los disparos y los gritos. Mueve los ojos por la choza. Alza una mano despacio y se toca las vendas del pecho. Hay algo duro debajo, justo en el centro. El pánico se extiende desde su estómago y la palabra sale de sus labios tan instintivamente que nadie imaginaría que lleva diez años sin pronunciarla.

- ¿Papá?

- Shh…- dice Howard contra su sien.- Descansa. Vas a estar bien. Todo va a estar bien.

Tony cierra los ojos y finge que le cree.

*

Se recupera lentamente, pero se recupera. El reactor no es bonito y necesita recargarlo cada veinticuatro horas en el generador de kerosene del campamento, pero bajo las circunstancias, está más que agradecido.

- Haz todo lo que te digan,- le dice Howard cuando tiene fuerzas para levantarse. Como si hiciera falta.

Sus captores no son VC, sino burdos traficantes de armas. No hay intereses complejos de por medio, solo modelos de Industrias Stark que replicar y mejorar. Por primera vez en su vida, Tony piensa seriamente (y siente en cada latido) lo que pueden hacer las creaciones de su familia en las manos equivocadas. (Recuerda a un idiota rechazando su whisky en una fiesta. ¿Sabes lo que hace tu padre, verdad Tony?)

Howard tiene el muslo vendado y cojea bastante, pero Yinsen dice que tuvo suerte, que la bala no tocó el hueso y solo rozó la arteria. Es a lo que le llaman suerte estos días.

A veces sueña que Steve viene a rescatarlos. El rostro de Howard es más elocuente de lo que podrían ser sus palabras respecto a lo que piensa de esa esperanza. (Yinsen es un hombre muy respetado en la comunidad científica. Tony recuerda haber leído muchas de sus investigaciones sobre fuentes de energía. También recuerda haber leído que desapareció hace cuatro meses y nadie tiene idea de dónde puede estar.)

*

- ¿Wong Chu?

Steve asiente. Furia respira hondo y deja salir el aire.

- Pues estamos jodidos.

Wong Chu es un traficante de armas que el gobierno de los Estados Unidos lleva años buscando. Controla gran parte de la frontera y tiene campamentos por todas partes. Ninguno de sus hombres va a hablar y la pista más cercana para empezar a buscar a sus prisioneros es “en medio de la selva”.

- Tiene que estar del otro lado de la frontera. Es donde es más fuerte.

- Del otro lado de la frontera. ¿Qué vas a hacer? ¿Barrer Vietnam del Norte?

Nick no lo entiende. No podría. Steve lleva semanas intentando raspar algo útil de la superficie y lo único que ha conseguido es que un completo desconocido le diga que a su familia se la ha llevado un fantasma. Steve ya tiene suficientes fantasmas en su vida.

- Si es necesario.

*

Cuando los traficantes se dan cuenta de que Tony es tan capaz de construir una cabeza atómica como Howard, se acaba el descanso médico. Howard tiene que enmendar su consejo original.

- Haz todo lo que te pidan… pero no te apures.

Para entonces Tony se siente lo bastante mejor para rodar los ojos. Como si no se hubiera dado cuenta de que Howard lleva dos semanas sin terminar un prototipo que podría tener listo en dos días. El equipo no es adecuado. No encuentro el error. Necesito que traigan una pieza desde Hanoi. Por favor.

Lo malo es que sus captores tampoco tardan en darse cuenta. Es claro que no entienden nada de ingeniería, pero entienden de prisioneros que quieren dar largas. Dos veces se llevan a Howard y Tony se queda con Yinsen, recordando cada pelea estúpida y cada palabra hiriente, deseando oídos menos agudos y una imaginación menos activa.

Como Howard sigue demorando (¿por qué? ¿por qué sigues?), la tercera vez se llevan a Tony. El agua le quema los pulmones y cada choque eléctrico hace eco en el reactor por segundos que parecen horas, hasta que el vómito le sabe a sangre y tienen que arrastrarlo de vuelta a la choza porque sus piernas no responden.

Howard termina el prototipo la mañana siguiente.

*

La idea es de Howard, pero mucha de la teoría para crear los repulsores viene de Yinsen. Y Tony tampoco se arrepiente de la cantidad de investigación sobre energías alternativas que ha hecho en los últimos años.

Las primeras pruebas no son particularmente exitosas, pero al menos sus captores están contentos con el obvio poder destructivo del “nuevo prototipo”.

- Necesitamos controlarlo mejor,- dice Tony.

- Y protección,- dice Howard.- Necesitas protección.

Su respiración es pesada y cuando se apoya en la pierna mala pierde el equilibrio. Tony solo se da cuenta de lo caliente que está cuando intenta levantarlo.

*

- Sensores de calor,- dice Howard sin abrir los ojos.- Para que no puedan cogerlo desprevenido en la selva.

Yinsen asiente y sigue intentando limpiar la herida. Está negra y bota pus, pero no parece tan grande como para provocar esa fiebre, como para inflamar la pierna de esa manera. No es la herida, dice Yinsen. La infección es un síntoma, no la causa.

- Es algún tipo de veneno,- dice.- Puede que lo haya picado algo.

Howard le coge una mano (pegajosa, caliente) y abre los ojos.

- Pase lo que pase, tienes que salir de aquí.

Tony asiente, más asustado que convencido. Howard le aprieta la mano.

- Pase lo que pase, Tony. Promételo.

Tony traga saliva y asiente de nuevo.

*

A uno de los guardias le gusta la música extranjera. Van Morrison se cuela entre las rendijas de la choza, haciendo la noche todavía más surreal.

Y veré las barcas transbordadoras
Y se elevarán

- Tony…

- Aquí estoy,- responde Tony inmediatamente, cogiéndole la mano.

En un océano más azul
Contra el cielo del mañana

Es uno de sus (pocos) momentos de lucidez. Suelen llegar de noche.

- Agua.

Tony le acerca la taza y Howard bebe despacio.

- ¿Cómo va el traje?

- Avanzando.

Howard asiente.

- Tienes que salir de aquí,- repite.

- Tenemos que salir de aquí.

Howard se queda en silencio un largo rato. Tanto, que Tony piensa que ha vuelto a quedarse dormido. Pero cuando intenta soltarle la mano, Howard la aprieta con fuerza.

Y me tomarás fuertemente
En tus brazos de nuevo

- Eres más fuerte de lo que crees, Tony.- Y no recordaré siquiera que sentí el dolor...- Estás rodeado de gente que te quiere. Steve, Jarvis, Rhodey…- Caminaremos y hablaremos en jardines de bruma empapados de lluvia...- Solo necesitas salir de aquí.

Y nunca, nunca, nunca
Envejeceré tanto de nuevo

*

Oh dulzura, oh dulzura
Mi dulzura

Las notas de la radio abandonada se mezclan con el llamado de los insectos en la noche.

Y alzaré la mano
Hacia el cielo nocturno

La radio, las carpas, los restos del fuego. Todo está allí menos las personas.

Y contaré las estrellas
Que brillan en tus ojos

Otro maldito campamento fantasma. Es el tercero en esta ruta. Cada pista lo ha llevado al mismo callejón sin salida. Steve apaga la radio y revisa el perímetro en busca de algo que le dé una nueva dirección. Arriba, un trueno retumba sobre la selva. Tampoco sabe si obtendría respuestas, de encontrar a alguien. Wong Chu es un hombre desconfiado que solo le dice a sus hombres lo que necesitan saber. No es que ninguno de sus hombres hable, como creía Nick. Es que los pocos que hablan no tienen nada que decir.

Un nuevo relámpago ilumina la noche y entonces Steve lo ve, recortado en la luz. Un hombre con un martillo que controla la tormenta. El hombre lo observa con curiosidad.

- Te conozco,- dice con una voz que retumba como el trueno.

Steve asiente despacio.

- ¿Trabajas con los villanos que manipulan la tormenta?

- No,- dice, decidido a no dejarse intimidar.

El hombre lo observa.

- No,- decide finalmente.- También los combates.- Eso parece gustarle.- ¿Cuál es tu nombre, combatiente?

- St… Capitán América. Soy el Capitán América.

- Thor, hijo de Odín,- dice el extraño con seriedad. Un hombre con un martillo que controla la tormenta. Thor, hijo de Odín, da una mirada rápida a sus alrededores antes de concluir,- éste no es el lugar que buscamos, Capitán.

Y Steve piensa, ¿por qué no?

- En realidad busco a dos hombres. Tony Stark, un chico de diecisiete, y su padre, Howard. Piel blanca y cabello oscuro. Los tienen prisioneros, probablemente obligados a construir armas. Puede que estén heridos.

Thor, hijo de Odín, frunce el ceño.

- Los villanos que buscamos son sin duda malvados. No he visto a tus compañeros, Capitán América. Pero mantendré los ojos abiertos.

Dicho esto, alza el martillo y sale volando.

*

Howard muere a mediodía, tres días después de que empiece la fiebre. Los traficantes lo entierran en una tumba de piedras cerca del campamento. Tony no llora. Trabaja. Se pregunta si el reactor que brilla en su pecho, día y noche sin descanso, habrá matado su corazón para salvarle la vida. No siente dolor. No siente rabia. No siente nada.

*

Tienes que salir de aquí.

- Necesitas tiempo para ponerte el traje.

‘Tenemos’ que salir de aquí.

- No.

- Tony…- dice Yinsen, cansado. Sus ojos están hundidos y sus brazos son delgados, demasiado delgados. Yinsen es mayor, mucho mayor que Howard, y ya ha soportado demasiado.- Mi vida ha sido larga y productiva. Tú tienes aún mucho por hacer.

- No,- repite. Pero su protesta ha perdido fuerza y Yinsen lo sabe.

Pase lo que pase, tienes que salir de aquí.

*

La armadura es una fuerza más poderosa de lo que Tony mismo imaginaba. Las balas son apenas un eco sobre la coraza, las granadas un tropiezo en el camino. No hay protección que resista los repulsores en la palma de sus manos.

- Infrarrojo.

No hay selva que esconda a sus captores.

Pase lo que pase, Tony.

El cuerpo de Yinsen arde junto a la choza cuando los barriles de kerosene por fin explotan, desatando el infierno en la jungla. Tony dispara sin mirar atrás.

Pase lo que pase, Tony. Promételo.

*

- Capitán.

La voz suena directamente en su oído y Steve pega un salto antes de recordar el comunicador. Es un prototipo de Howard, una radio minúscula en su capucha, pero Steve no ha tenido oportunidad de acostumbrarse a ella. SHIELD mantiene silencio radial en casi todas sus misiones de campo. Es peligroso hacer sonidos inesperados cuando no sabes dónde están tus agentes.

- ¿Señor?

- Posición.

- 80 kilómetros al este de mi último reporte.

- Regresa hacia la frontera. Hay reportes de algo que podría interesarte.

Steve deja de respirar un segundo. Lo único que podría interesarle, y Nick lo sabe, es información sobre Tony y Howard. Lleva seis semanas caminando en círculos y se ha rehusado tres veces a abandonar la búsqueda. Sabe que está bordeando la insubordinación, pero no consigue que le importe.

- ¿Qué tipo de reportes?

Nick duda un momento. Pero los comunicadores son seguros, Howard lo explicó muchas veces.

- Un arma,- dice finalmente.- Suena a Stark. Y avanza con cuidado. Si los reportes son ciertos, no quieres estar cerca de esa cosa.

*

La lluvia cae y Tony abre la boca. Bebe el agua fresca, deja que le corra por el rostro y la coraza. Se niega a dejar el traje al alcance de alguien más, pero lo cierto es que pesa una tonelada y ya casi no le queda potencia. Se le ocurre que allí, bajo la lluvia, el traje tampoco va a durar mucho. Podría esconder las partes en el barro y nadie las encontraría hasta que fueran irrescatables...

El reactor brilla en el centro del pectoral.

Cierto.

Él tampoco va a durar mucho en esta selva, de todos modos.

Da un (pesado) paso más y se tropieza con una raíz. Es ridículo, porque el traje pesa una tonelada y debería haber levantado la raíz como una pluma. Pero claro, ya casi no le queda potencia. ¿Hasta qué profundidad crecen estas raíces?

- Identifícate, hombre de hierro.

Tony alza la vista lentamente. Hombre de hierro… no suena mal. Le pesa la cabeza y es raro, porque se quitó el casco hace horas. El hombre que lo observa desde una altura imposible (es más alto que Steve… nadie es más alto que Steve) también lleva armadura. Armadura, capa y un martillo enorme colgado de la cintura. No está mal. Pero si lo hubieran dejado elegir, hubiera preferido alucinar a Steve.

La alucinación sigue esperando una respuesta.

- Tony,- responde.- Tony Stark.

La alucinación sonríe.

- ¡Tony Stark! ¡El Capitán América te está buscando!- grita levantándolo del suelo. Steve. Sí, esa alucinación tiene más sentido.- ¿Te sientes bien, Tony Stark? Pareces débil. ¿Puedo ayudarte?

- ¿Tienes un tomacorriente?- pregunta con algo que intenta ser una sonrisa.

- ¿Un qué?

Por supuesto, sus propias alucinaciones no entienden sus bromas. Tony sacude la cabeza.

- Electricidad,- explica señalando el reactor.- Necesito recargarme.

La alucinación asiente como si fuera la petición más natural del mundo. Luego pone una mano sobre el reactor. Tony siente el golpe de electricidad en cada poro de su cuerpo antes de perder la conciencia.

*

El nivel de destrucción es sorprendente. Le recordaría un poco a la primera vez que vio a Thor, excepto que aquello era limpio y esto es un completo desastre. La lluvia ha calmado las llamas antes de amainar, pero algunos barriles todavía arden. Los cuerpos (o lo que queda de ellos) ya empiezan a pudrirse bajo el sol. Los restos de lo que parece haber sido un cargamento de armas yacen destripados por todas partes.

- ¡Capitán América!- retumba una voz conocida.- ¡Pensé que te encontraría aquí!

- ¿Thor?- pregunta Steve confundido. Thor desciende en medio del caos con algo enorme en brazos. Una especie de robot. No, no es un robot. La cabeza es humana. Es alguien en un traje de metal. Es…

- ¿Tony?- pregunta Steve en un susurro.

Se ve pálido como la nieve y extremadamente delgado a pesar de la armadura que lo cubre. Respira entre temblores, pero respira. A Steve le tiemblan las manos cuando empieza a buscar la manera de quitarle el traje.

Tony abre los ojos apenas.

- ¿Steve?

- ¡Tony! No te duermas. Mírame. ¿Cómo te quito esto?

- Steve…- susurra Tony y Steve siente que algo se le rompe dentro. Pero hay un momento para quebrarse y no es éste.

- La armadura, Tony. ¿Cómo te la quito?

La armadura es inmensa, claramente potente y está cubierta de pequeñas abolladuras. Justo del tamaño de una bala. La destrucción se cuela en la periferia de su mirada. Fue Tony, comprende. Tony hizo esto.

- Código de desactivación,- murmura Tony,- Alpha María 120526.- La armadura cae en pedazos por el suelo. Todas las piezas excepto la luz del centro, que está incrustada en su pecho (que está incrustada en su pecho), rodeada de cicatrices.

- Dios mío.- La expresión se le escapa de los labios, tan bajito que no está seguro de haberla pronunciado.

- El mago me dio un corazón nuevo,- dice Tony, intentando aligerar el momento. Y Steve sabe que no está ayudando, pero no consigue despegar los ojos del aparato. Toca las cicatrices con cuidado. Respira. Quiere saber. Pero hay preguntas más urgentes.

- ¿Dónde está Howard?

Dos segundos de silencio son suficientes para que alce la mirada. El rostro de Tony le dice lo demás.

*

Destruyen la armadura a insistencia de Tony, que se niega a mostrarle la tecnología a nadie. SHIELD llega poco después y hace preguntas que Tony responde con evasivas, el pecho cubierto por un impermeable del ejército y la mirada en blanco, hasta que Steve decide que “es suficiente” y lo saca de allí.

No se quiebra cuando lo encuentran, ni cuando destruyen la armadura, ni cuando le muestra a los agentes el lugar en que los traficantes enterraron a su padre, ni en las horas silenciosas de avance del convoy, ni cuando se quedan (finalmente) solos en la habitación del Hotel Caravelle. Pero cuando Steve intenta despedirse, Tony le coge una mano y Steve puede verlo en su mirada, el miedo a quedarse solo, a recordar solo, a cerrar los ojos. Así que se tumba a su lado en la oscuridad (sin decir una palabra, sin hacer una pregunta, la luz del reactor atravesando las sábanas blancas como un recordatorio de los siglos que han trascurrido desde la última vez que hicieron esto) hasta que el agotamiento vence y la respiración de Tony se calma.

*

SHIELD recupera el cuerpo de Howard y Steve se encarga del papeleo para llevarlo a casa. Cuando pregunta por la situación de Tony como menor huérfano, se da cuenta de que ya no lo es. El calor sofocante de abril se cierra sobre sus pulmones y Tony se ha convertido en un adulto, también ante la ley.

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