Titulo: This Game
Autor/a:
OliverSxyFandom: SHINee
Personajes: Minho/Jonghyun (HoHyun)
Capítulo: 8 / 8 + Epílogo
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7Gran nota del final: Hola, querid@s, amad@s que me han leído. Hola a los que volvieron a leerme y gracias a aquellos que leyeron pero no volverán. Muchas gracias a tod@s, de hecho. Hoy, finalmente, después de un año y seis meses desde la última actualización y desde hace 3 años que empecé este fic (omgsh como pasa el tiempo ;_;), les traigo el very último capítulo de éste mi primer- y hasta el momento- único long fic. Quisiera aclarar que hacer como 2 años (sí, antes de la última actualización) ya tenía listísima la idea del final y sólo me faltaba completar ideas y redactar (como un 70% XD). Les digo ésto, porque a pesar de todo lo que pudieran pensar NO hice el final por hacerlo.Lo hice porque así era como me lo imaginaba y aunque pueda precer apurado (que es como me parecen siempre los finales de gente que actualiza después de mucho tiempo), no lo es. Lo que sí es que probablemente mi redacción puede estar horrenda, porque nunca ha sido perfecta y más encima hace MÁS de año y medio que no escribía. Pido perdón si no se sienten conformes con el final T_T... pero los finales son para dejar a la gente con sabor a poco XDDDD... al menos a mí, nunca me gustan, siempre tengo algo que criticar. Así que, adelante, lean critiquen (aunque me dolerá, háganlo XD) y si pueden disfruten. Muchas gracias por leerme. Gracias por el apoyo, por el intento de apurarme, por todo. Les amooo T_T En seeeerio. (esto me salió más largo que el capítulo XD) .
AH! y una última cosita. Les recomiendo leer ésto, después de haber releído los capítulos anteriores, porque este es el final pues... y es caca *odia los finales*, no tiene valor. *se indigna consigo misma*
8.-
La servidumbre le miró con una mezcla de sorpresa y miedo, y todos dejaron momentáneamente de realizar sus actividades inmediatamente luego de su ruidosa entrada. Pero no le interesó en lo más mínimo. Tenía demasiada energía, demasiada rabia, se sentía demasiado imposibilitado.
Ignoró sin delicadeza ni elegancia, las miradas que le perforaban la piel con preguntas, siguiendo su presurosa marcha hacia el despacho de quien sabía culpable de su reciente preocupación.
Esa preocupación que le martillaba en la cabeza, incansable y dolorosa; que le debilitaba los ojos, mas no la vista. Que le creaba culpa, oprimiéndole el pecho, ahogándole de angustia. Tensando más su cuerpo, aumentando más su velocidad.
Y entró en la habitación, nuevamente explosivo. Impetuoso, arrebatado. Con la rebeldía impresa en sus oscuras y decididas iris.
Su madre, luego del portazo que sucedió a su entrada, sólo alzó una ceja, y con su eterno manto de imperturbabilidad, cuestionó su presencia en su oficina. Impuso esa aura de absoluta soberana y lo miró con soberbia.
Y súbitamente, fue como si hubiesen apagado un interruptor.
Minho de pronto, sintió que su baño de energía, se había acabado y que la fuerza de la sublevación quería volver a su estado de incubación y fragilidad. Cuando abrió su boca, las palabras rehuyeron la confrontación y de sus labios, no salió más que una muerta y ahogada exhalación.
La mujer que se encontraba a unos metros en frente suyo, le pareció inalcanzable, enorme, invencible.
-¿Qué sucede, hijo?-exigió ella, con un pequeño, muy pequeño, timbre de impaciencia.
Minho, quien por un momento había olvidado hasta su nombre; la miró directo a los ojos, buscando una respuesta a eso que siquiera él sabía que quería. Unos ojos grandes y oscuros como los propios, le devolvieron el gesto de escrutinio, pero con un énfasis en la aspereza y no, en la condescendencia.
Mientras tragaba con una enorme dificultad, intentaba encontrar en sus recuerdos, aquello que le llevó a actuar tan irreflexivo.
-Minho-le llamó. Sin sutileza. Sin esa dulzura sobreactuada que siempre condimentaba sus palabras.
Y una chispa de color apareció en su cabeza. Tenía color y forma; tenía un nombre.
Jonghyun.
Kim Jonghyun.
Kim Jonghyun bajo él. Kim Jonghyun gritándole. Kim Jonghyun besándole. Kim Jonghyun rindiéndose ante sus caricias.
Kim Jonghyun riendo.
Kim Jonghyun gritando que su madre estaba en hospital.
Eso.
-Tú… no tienes corazón, ¿verdad?-soltó al fin. Aún acobardado, con la fuerza aún emergente.
Su madre lo miró con cautela, sin moverse. Como siempre, analizando fríamente su siguiente jugada, para acertar directamente en el blanco.
Pestañó una vez. Lento. Desesperantemente lento.
-¿Por qué lo hiciste? ¿Cómo te atreviste?-exigió con voz angustiada.
La mujer lo miró con calma. Pero no dijo nada.
-¡Mamá!-la apremió.
La mujer se irguió desde su asiento y lo miró con orgullo.
Él la observó decepcionado.
-¿Cómo puedes haber enviado a alguien al hospital? ¿Qué le hiciste?-atacó con la voz rasposa. No podía creer que ese ser lo había engendrado.
La mujer, que se preparaba para decir algo, se detuvo en seco y lo miró un poco desorientada.
-¿De qué estás hablado?-exigió modulando exageradamente.
Minho se movió incómodo y desvió la mirada.
-Sabes de qué hablo… la madre de… de él…
La señora Choi sonrió sutilmente; él se sintió mareado.
-¿Está en el hospital?-interrogó.
Minho asintió con la cabeza.
Y luego hubo un minuto de silencio.
Minho volvió a inquietarse.
-¿Qué fue lo que le hiciste? ¿Cómo puedes sonreír ante eso?-la increpó subiendo finalmente el tono de voz con una valentía de la que hasta él ignoraba su existencia.
Su madre levantó sus finas cejas unos milímetros demostrando su sorpresa ante el pequeño arranque indisciplina de su hijo.
-¿Por qué habría de hacer algo así?- preguntó con suavidad. Esa suavidad que rozaba con lo peligroso. -¿Has hecho algo indebido?
Se puso rígido aunque intentó que no fuera evidente. Recordó el último beso con su hyung. Vio que su madre lo escudriñaba disimuladamente y finalmente adivinó que no había forma que ella se hubiese enterado de eso.
-Claro que no-aseguró rápidamente y ella dejó de sonreír. Suspiró como con aburrimiento.
-Nunca mandaría a alguien al hospital. Qué falta de clase-soltó con indiferencia. -Debes dejar de ver telenovelas.
Minho le echó una mirada de desconfianza y de desprecio, pero ella como siempre, no se dio por aludida. Él exhaló con un dejo de alivio. Al parecer y para su fortuna, no había sido su culpa.
-Supongo que eso no va contigo-declaró al fin- perdona la intrusión.
Giró con premura para salir de ese cuarto. El aire que ahí se respiraba le hacía mal, esa mezcla de cigarrillo y perfume de lujo lo mareaban.
-Sin embargo…-dijo fuerte y claro la mujer haciendo que el joven detuviera su marcha-Pensé que venías por otra cosa…
-¿De qué hablas?-la interrogó con un mal presentimiento.
-Siéntate. Tenemos que hablar.
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-Permiso, voy al baño.
Salió de la habitación donde se encontraba su madre y corrió a toda velocidad.
Ya no lo aguantaba, no lo podría contener. Su estómago se tensaba con cada paso y las nauseas aumentaban sin piedad alguna. No podía mantenerse erguido; se aferraba a las paredes, que de pronto parecían ondular en su cuerpo. Todo quería salírsele por la boca.
Su estómago le pesaba, su boca estaba amarga, sudaba frío. Temblaba.
Al divisar la puerta, hizo un último esfuerzo en contener su estómago y la abrió apenas, para inmediatamente después, abalanzarse sobre el retrete.
Su estómago se contrajo con fuerza y pudo expulsar todo aquello que ya no podía sostener.
Sucumbió delirante ante ese pequeño placer del desahogo.
Respiró agitado, tratando de volver en sí.
Vació su angustia tan rápido, que pronto, no pareció real. Nada parecía serlo.
Sus brazos le temblaron reclamándole debilidad.
Tiró la cadena y procedió a lavarse la cara y las manos.
Y entonces su debilidad se transformó en alivio.
Sintió como los músculos de su cara, de su torso, de sus brazos, de sus piernas se soltaban con total libertad. Los ojos le cosquillearon con emoción.
Se dejó caer.
Inspiró profundo, mientras poco a poco, se iba llenando de una energía que lo hacia sentirse dichoso; y ese cosquilleo en los ojos no cesaba. Su corazón revitalizado, amenazaba con empezar con un nuevo ejercicio frenético, y de pronto quería sonreír.
Con un esfuerzo que distaba bastante de su edad y estado físico, se puso de pie nuevamente, y entonces se topó frente a frente con él. Pudo observar con inconformidad sus ojos hinchados, la frente sudada, las mejillas rojas y la nariz irritada, la mandíbula tiritante.
Analizó con tranquilidad su reflejo en el espejo: ya no se veía tan triste, ni tan cansado, ni sofocado. Sólo humano, sólo frágil.
Estaba tan indescriptiblemente feliz
Las piernas le cosquillaron anunciándole su momentánea renuncia. Perdió el equilibrio y cayó de golpe al piso de cerámicos del lúgubre baño de hospital.
Y sonrió.
Y esa sonrisa dio paso a una pequeña carcajada; y a otra y a otra y a muchas más.
Y rió como un loco, como un desquiciado. Su voz haciendo eco en la habitación, se le antojaba aún más graciosa cada vez que la oía, provocándole nuevamente un motivo para seguir desternillándose de la forma que lo hacía. Le dolió el estómago, la mandíbula y los oídos. Y sufrió la agonía de ese ataque de felicidad espontáneo.
Suspiró.
Con la sonrisa tatuada en el rostro, dejó que sus brazos cayeran en peso muerto.
Estaba tan aliviado. Tan patéticamente aliviado. Tan felizmente aliviado.
Cerró los ojos y no pudo evitar revivir lo que recientemente tanto miedo le había causado…
Entró a la pulcra y blanca habitación del hospital con aquello que era llamado -y muy justificadamente según él- “corazón en la boca”, pues sentía que ciertamente, éste se le escaparía de entre los labios en cuanto intentara pronunciar alguna palabra.
Con urgencia, buscó ubicar a la razón de su angustia. Ciertamente sentía que su cabeza se le iba a partir, pero para su alivio sus sentidos aún funcionaban satisfactoriamente.
No tardó demasiado en verla. En la esquina izquierda de la habitación, sobre una camilla, estaba ella dirigiéndole una mirada curiosa.
Jonghyun cerró los ojos con fuerza.
Estaba despierta.
Mierda, estaba despierta.
Gracias, gracias, gracias.
Lucía tan cansada como siempre, pero por algún motivo, la encontró bella. A pesar de su cabello enmarañado, pegado en el cuero cabelludo; las arrugas marcadas que denotaban el paso de los años; la piel seca maltratada por los pesares; las ojeras tatuadas en su piel, por el cansancio de su rutina, de su día a día. Era como si la viera por primera vez.
Su madre era definitivamente, una mujer hermosa.
-Ma… ¿mamá?-empezó con la voz temblorosa y ronca. Y de nuevo temió que su órgano vital escapara por su cavidad bucal.
Ella le devolvió una sonrisa a modo de respuesta.
-¿Qué… qué pasa?- elaboró él al fin. Hace apenas un día, él mismo se había encargado de pisotear esa cara que en ese momento le expresaba tanto amor. Sentía la culpa bullir en su sangre.
La mujer, que lo miraba con un aire de paciencia infinita, suspiró y cerró los ojos.
-Perdóname por no decirte nada…-empezó ella, mirándolo seriamente.
Jonghyun tragó saliva y la miró asustado. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Qué le iba a decir? ¿Por qué mierda le estaba pidiendo perdón? ¿Por qué ella y no él?
-Me diagnosticaron cáncer colorrectal hace algunos meses.
El chico sintió que le caía un bloque de concreto en la cabeza, quiso preguntar algo, pero las palabras no se concretaban en su cerebro.
Su madre, al verlo tan afligido, movió las manos en señal de negación.
-¡Pero no, no, querido!-aclaró, enérgica.
Jonghyun la miró impasible.
-Me iban a operar, es por eso que me vine a internar…- su interlocutor sintió que su lagrimal quería ceder-, pero al hacerme las últimas pruebas, se dieron cuenta que había un error en el diagnóstico.
Él arrugó el cejo y empezó a respirar fuerte. ¿Cuál era el puto error?
-Al parecer habían tenido muchos casos de este cáncer, y al nombrar mis síntomas y hacerme algunos exámenes, me diagnosticaron rápidamente el cáncer-comenzó su madre, atropellando las palabras-… pero hoy al hacerme el chequeo, se dieron cuenta que mi estado no podía de ser alguien con esos problemas, y pues… al parecer sólo eran males gástricos provocados por el estrés…
¿Cáncer? ¿No cáncer? ¿Estrés?
¿Qué?
La cara de Jonghyun se volvió prontamente un poema.
-¿No pretendías decirme que tenías cáncer?
Su madre inspiró. Sabía que iba a tener esa discusión en algún momento.
-No quería preocuparte antes de tiempo.
-¡Y cuándo sería el tiempo!-reclamó - ¿Cuándo te hubieses muerto?-reprochó con los ojos desorbitándose.
-No… no, hijo… hoy, cuando llegaras a casa…te dejé una carta aclarando todo…-se explicó la mujer con calma- yo… lo había preparado todo para que no tuvieras que preocuparte mientras estuviera en tratamiento…
De pronto, el chico recordó a su madre comprando mucha comida. De pronto recordó su palidez, las veces que pareció quererle decir algo. Recordó sus silencios.
Recordó la llamada cuando estaba en el gimnasio.
Sección de oncológica.
Todo muy bien planeado.
Pero el que no hubiese sido cáncer había sido suerte ¿Qué si hubiese sido de verdad grave? ¿Qué si la hubiera perdido?
-Podría haberte pasado algo grave…podrías haber muer-
-Jonghyun-cortó la madre. Con la voz dura y determinante -No soy tan débil como crees-aseveró-. Nunca pensé que esto iba a ir a mayores, por eso tampoco quise preocuparte.
Jonghyun abrió la boca, pero ésta no reprodujo sonido alguno.
Nuevamente pasaba lo mismo. Era como si la viese por primera vez: había tanta decisión en sus ojos, había tanta fuerza. ¿Siempre estuvo eso ahí? ¿Es que acaso él la había subestimado? ¿O es que ella estaba cambiando?
Esa mujer ahí, esa que veía por primera vez, esa…era su madre.
-Hijo-le llamó ella con suavidad.
Él atendió al llamado con inseguridad.
-¿Entonces…entonces estás bien?-pronunció él sin creérselo.
-Me temo que sí-se rió.
Él la miró con reproche, pero al verla tan extrañamente alegre, terminó por sonreír igualmente.
Se le acercó suavemente y la besó en la frente.
-Perdóname por todo-pidió con cautela.
Hyosun lo quedó mirando fijamente por un período que a su hijo se le hizo eterno.
-¿Qué?- increpó sintiéndose un poco azorado.
-¿Cuándo te volviste tan guapo y maduro hijo mío?-bromeó la mujer.
Jonghyun la miró con calidez; ya casi no tenía memoria de haberla oído bromear con soltura.
Probablemente, porque él mismo no se había dado el tiempo para escucharla.
Y fue como si de pronto todo el estrés que había sentido, pareciera estar desapareciendo.
Sin embargo, empezó a sentirse mareado.
-¡Jonghyun! ¡Estás verde!-exclamó la mujer haciendo un gesto de sostenerlo.
Pero él rechazó el contacto por instinto y se acercó a la entrada.
-Permiso-pronunció apenas, mientras se tapaba la boca y salía corriendo.
Quería vomitar.
.-
A eso de las 7 de la noche, cayó la lluvia con toda su fuerza y ahí fue cuando se arrepintió de haber vuelto a su casa caminando. Aún le faltaban dos cuadras y ya tenía hasta la ropa interior mojada.
Cuando entró al departamento, tuvo que quitarse casi todo en la entrada, para no estropear lo ordenado que éste estaba. Por primera vez, sentía que valoraba de verdad todo lo que había en su hogar, todo lo que su madre había puesto en ese hogar; tanto su amor como su esfuerzo.
Puso su ropa en la lavadora y se apresuró a la ducha. Esa noche cenaría solo, pues su mamá se quedaría en observación.
Suponía que le haría bien una noche de reflexión o algo por el estilo. El viento azotando las ventanas le decía que era la noche perfecta.
El agua caliente de la ducha cayendo sobre su cuerpo y masajeando sus músculos otrora tensos, le terminó de relajar el cuerpo. Sin embargo, sus pensamientos y pesares aún seguían presentes.
No era una maldita máquina, no había forma que tan velozmente se le acabara la angustia que había pasado ese día o que se olvidara los malos ratos que había vivido esas últimas semanas. Su cabeza seguía siendo una maraña de pensamientos contradictorios, confusos y molestos.
Cerró los ojos intentando ser envuelto por la tibieza de las gotas y se dejó llevar por la tranquilidad casi irreal del momento.
Cuando salió de la ducha, se dio cuenta que de hecho la temperatura había bajado considerablemente y corrió rápidamente a su habitación.
Podía oír la lluvia imponerse ferozmente en el exterior.
Sintió escalofríos mientras vestía su ropa interior.
Cuando se disponía a buscar algo más para ponerse, tocaron el timbre.
Jonghyun se sintió extrañado, pues no esperaba para nada tener visitas. Pero luego cayó en la cuenta que el día había sido mucho más dramático de lo que él mismo recordaba y muy probablemente, había alguien por ahí que en serio se había preocupado.
Volvieron a tocar el timbre.
Ya un poco ansioso por abrir la puerta, sólo se puso encima una bata azul y corrió a tomar el intercomunicador.
Dos semanas atrás, no se habría sorprendido para nada de escucharlo. Pero después de toda esa mierda, no se lo podía creer.
-¿Hyung?
No podía ser. ¿Otra vez? ¿Con qué piedra se había golpeado en la cabeza en esta ocasión? ¿No podían darle paz siquiera una noche?
Presionó el botón y abrió la puerta resignado; algo le decía que iba a terminar molesto esa noche.
Madito destino.
Maldito Choi Minho.
Este último, que también estaba calado hasta los huesos por el temporal que se desarrollaba afuera, entró dando pasos largos y seguros al edificio. Sentía que ya no tenía nada que perder, por lo tanto, sus pies lo habían guiado inevitablemente a la razón de su malestar.
Cuando llegó a la puerta de su hyung, lo encontró esperándole.
Estaba con poca ropa. Estaba mojado. Olía bien, muy bien.
Sus sensores adolecentes se activaron rápidamente y comenzaron a hacer un gran revuelo en su interior. Respiró profundamente con la necesidad de calmarse; tenía un propósito.
-Fui al hospital y una de las enfermeras me dijo que te habías vuelto a casa.-explicó en cuanto estuvieron frente a frente.
Jonghyun levantó una ceja. No le había preguntado. Aunque suponía que estaba bien haberle dicho eso, sino él mismo habría empezado a interrogarlo agresivamente.
De repente, recordó la extraña llamada que recibió de su dongsaeng cuando estaba en el hospital.
-¿Qué fue todo eso?-interrogó de súbito, haciendo un gesto que imitaba un teléfono.
Minho lo miró a los ojos con una expresión difícil de describir.
Esto volvió a frustrar al más bajo. Últimamente el menor de ambos había aprendido a mostrarse enigmático y le era muy complicado leer en su cara lo que estaba pasando por sus pensamientos. Todas sus conductas le parecían demasiado aleatorias e inconexas.
-¿Y?-presionó el mayor.
Minho suspiró.
-¿Puedo pasar?
Jonghyun lo miró receloso y luego se hizo a un lado, permitiéndole el acceso. Quería respuestas y era probable que no fuera muy adecuado conseguirlas afuera de su departamento.
-¿Quieres algo para secarte? Estás empapado.-ofreció el anfitrión dirigiéndose a buscar una toalla.
-No gracias. Esto será breve, hyung.-rechazó educadamente.
Jonghyun se sintió aturdido. Eso había sido una formalidad bastante…fría ¿verdad?
Se giró a ver a su invitado: estaba de pie al lado de uno de los sillones de la sala y miraba hacia afuera con un aire imperturbable.
La ventana se movía por el fuerte viento que corría afuera.
-Eh, Minho-llamó su atención- ¿qué es lo que pasa?
El aludido apartó su mirada de las gotas de lluvia que chocaban contra el vidrio y miró al mayor.
-Lamento haber desaparecido sin haberte dicho nada.
Jonghyun quedó paralizado.
¿Qué?
Su cuerpo pareció recordar nuevamente esas emociones de rabia, pena y confusión que había tenido cuando el otro había decidido evaporarse. Quería saberlo, siempre quiso hacerlo. Pero no tenía ninguna intención de preguntar.
-No es importante-cortó contradiciendo sus propios deseos.
¿Por qué ahora?
Sintió rencor. Sintió miedo de saber la verdad. ¿Por qué lo decía con esa voz tan… tan vacía?
-Mi familia tiene mucho poder, ¿sabes?-empezó nuevamente el más joven, llevando su mirada al piso, ignorando que el otro parecía no querer oirle- Mi madre puede ser muy convincente cuando quiere hagas algo.
Jonghyun entrecerró los ojos como si intentara ver mejor a ese hombre que parecía estar achicándose frente a él. Se acercó y se sentó en el sillón que estaba frente al del Minho. Vio cómo el vaho salía de entre sus labios ligeramente amoratados entre cada exhalación.
Estaba ahí después de todo. Estaba ahí, a pesar de todo.
Y él sí quería saber.
-¿Cómo te convenció?-preguntó con cuidado. Al parecer era un tema delicado. Más de lo que podría haber sospechado en un principio.
Minho se sintió débil por un momento. Los recuerdos lo llenaban de impotencia con excesiva frecuencia. Jonghyun notó el cambio de postura.
-Siéntate, Minho.
-Pero, voy a mojar el asiento.
Jonghyun se mofó con una mueca.
-Sólo siéntate-ordenó, mirando al otro fijamente. Esperaba oír qué era lo que lo había hecho actuar tan extraño, incluso si la sola mención del tema lo hacía sentirse inevitablemente irritado.
Minho tomó asiento y luego de dudar un poco, comenzó su relato. Habló sobre su ex novia, su despecho; las amenazas de su madre, los recuerdos de su infancia, sus miedos, sus aprensiones y la seguridad que ella terminaría lastimándolos si no se hacía lo que estaba planeado para él. También le contó sobre la conversación que habían tenido esa tarde, el miedo que tuvo al pensar que él había tenido la culpa por la hospitalización de su madre.
Le contó todo lo que pudo. Por un momento, quiso sumergirlo en su mundo, llevárselo consigo. Pero sabía que no era posible. Sabía que las cosas no iban por ese camino.
-Hasta nuestra amistad es imposible-concluyó con la voz rasposa.
Jonghyun no sabía bien qué decir.
Se sintió nuevamente aplastado por el chico que le hablaba. No había siquiera imaginado lo que el chico había vivido; él sólo se había encerrado en su propia miseria y en su ridícula egomaníaca autocompasión.
No podía imaginarse el miedo que Minho había tenido. ¿Una madre tan temible? ¿Una familia tan poderosa?
Todo eso estaba mucho más allá de lo que llegaba su comprensión, así que dejó escapar un pensamiento simple que cruzó por su cabeza.
-¿Y por qué habrías de decirle la verdad?
Minho sonrió con una expresión que distaba mucho de ser alegre.
-A ella no se le puede ocultar nada.
El menor miró hacia la ventana con su frustración estampada en la cara. Mordía fuerte, a apretaba sus manos con rabia.
Jonghyun se sintió mal por él, por ambos.
Se levantó de su lugar y se sentó al lado del más alto. Posó su mano izquierda en el hombro derecho del otro.
Minho dio un respingo y lo miró con sorpresa.
No estaba seguro de cuáles eran las mejores palabras para esa situación. Si el chico estaba tan asustado de su madre, debía ser alguien de temer y no se creía capaz de tentar su suerte así como así. Sin embargo, quería. Aunque no fuera capaz, aunque no tuviera la fuerza, quería.
Sintió de pronto que tal vez su juventud podría con todo eso. Que si querían, podían.
Apretó el hombro de su donsaeng.
-Siempre hay una forma de ocultar información, Minhoyah-soltó Jonghyun con un aire extrañamente más maduro, más seguro de sí.
Tan reconfortante.
Y el menor tuvo nuevamente esa necesidad de sumergir, de arrastrar a Jonghyun en su mundo. De hacerlo suyo.
Giró lentamente su cuerpo hacia su hyung y estiró su brazo. Nuevamente sentía ese olor que había encontrado tan atrayente cuando había llegado.
Con los nudillos de su mano derecha acarició el rostro de quien le consolaba con una mirada calma. Fue un roce tenue, como si el otro fuera una criatura que escaparía ante cualquier movimiento brusco.
Jonghyun cerró los ojos, entonces el más alto, estiró su mano acariciante y la posó en la parte posterior del cuello del otro, y como continuando un baile que se sabía de memoria, los impulsó a ambos a un nuevo encuentro de labios. El mayor abrió la boca para permitirle el acceso a aquélla que buscaba más contacto. El otro aspiró con fuerza, mientras movía sus labios sobre los otros.
Jonghyun respondió dispuesto, pasando sus manos a la nuca del otro y comenzando a acariciar cada poco de piel al que tenía acceso.
-Ya… verás… saldrás de ésta…-garantizó el mayor, entre besos, muy seguro de sí.
Minho, que jugueteaba con sus orejas, se detuvo en seco y lo miró muy seriamente.
-¿Qu-
-No, Jonghyunah. No saldré de ésta-declaró de súbito.
El Kim se separó de él de forma brusca.
-¿Por… por qué? -preguntó extrañado.
-Será imposible-aseguró con firmeza.
-¿Por qué dices eso? ¿Te vas a rendir?-interrogó empezando a cabrearse. Buscando una mirada que parecía más interesada en la alfombra que en sus ojos. - ¿Qué mierda estás haciendo si crees que no saldrás de ésta?
Pero de respuesta sólo hubo silencio.
-Hey, responde- insistió perdiendo la paciencia.
Minho levantó la cabeza y lo miró con resignación.
-Te agradezco que quieras intentarlo, pero ya todo está decidido.
-¡Explícate bien, quieres! ¿Por qué no puedes decir las cosas de una vez?
Minho trató de posar su mano en el hombro de su hyung con el fin de tranquilizarlo, pero el chico repelió su tacto inmediatamente.
-¿Me puedes explicar a qué viniste, Choi Minho?-exigió exasperado.
Minho suspiró con pesar e intentó nuevamente acercarse a su interlocutor, pero éste se puso de pie mirándolo con aprensión.
El menor juntó sus manos, resignado.
-Mi madre ya tiene todo listo. Mañana me retiro oficialmente del colegio. Me enviarán a la capital.
Jonghyun quedó estático ¿Tan de pronto? ¿Qué mierda? Las ideas no se le ordenaban en la cabeza. Minho se iba del colegio. Así de fácil. Se iba, al otro día, iba a dejarlo atrás a él y a todas sus memorias juntos.
¿Por qué tan repentino todo?
Escuchó explicaciones vagas, algo de la presión familiar. Oyó muchas veces la palabra nosotros en su monólogo. Pero le pareció tan muerta como todas las demás a lo largo de todo el discurso.
-¿A qué viniste, Choi Minho?- lo cortó de pronto.
Minho dejó de hablar y le dirigió una mirada solemne.
-¿A qué viniste, eh?-insistió- ¿A que te tuviera pena? ¿A relatarme tu triste historia? ¿A provocarme el mismo terror que tu sientes por tu madre?- exigía empezando a subir la voz-¿Ah? ¡Dime a qué vi-
-¡A despedirme! ¿No es obvio?
Jonghyun lo miró con desdén. ¿Obvio? ¿Qué tenía de obvio lo que de decía? ¿Qué, de todas las cosas que hacía y decía, tenía una mierda de obvio?
-No puedo creer que te hayas rendido tan fácilmente-susurró rencoroso.
-¡Hyung, en serio no hay nada, nada, que pueda hacer!-le explicaba desesperado.
Pero Jonghyun estaba enceguido. Ensordecido por la ira, por la decepción y por la ansiedad.
No podía creer que todo se iba a terminar así como así. Era todo su culpa, porque era un maldito pendejo cobarde.
Minho se levantó del sillón y siguió a Jonghyun quien le había dado la espalda, al momento de empezar a culparlo por toda la rabia que estaba sintiendo. Estiró su brazo para poder alcanzar el del más bajo, no obstante, en cuanto sus yemas hicieron contacto con la tela de la bata, el mayor se giró agresivamente, mirándolo con ojos encendidos de furia.
Continuación Capitulo 8