Titulo: This Game
Autor/a:
OliverSxyFandom: SHINee
Personajes: Minho/Jonghyun (HoHyun)
Capítulo: 5 / 8 + Epílogo
Capítulos Anteriores:
1 /
2 /
3 /
4Comentario: Hola >_<... sé que me demoré mucho.... hehehe *siempre se demora*
Pero ya está D: ... por fin
chanaáaanan *musiquita*
El capitulo 5 D:
5.-
Porque simplemente no podía comprender, a pesar de que era algo tan completamente necesario.
Porque no entendía qué maldición llevaba encima. El por qué era su meta. El enterarse finalmente qué demonios había hecho para tener una suerte como la suya.
Una vida perfecta; una vida vacía.
Miró hacia afuera desde sus ventanales: su extenso jardín, su amplia piscina. Las bellas flores que adornaban todo. El panorama frío de un día de invierno, le daba a todo un toque espectacular. Platinado. Sublime. Perfecto.
Todo se veía tan perfecto. Tan ideal, tan envidiable.
De eso se trataba su vida. Así se tenía que ver todo: su familia era perfecta, sus calificaciones, su ropa, su comportamiento. Todo. Cada componente en sus días. Absolutamente todo.
…inclusive su novia.
Aquella, a la que había engañado frente a sus narices. Aquella, a la cual, había lastimado deliberadamente y no sentía ningún remordimiento por ello.
Ella. A ella. Y no le encontraba nada de malo. Sólo le había pagado con la misma moneda.
Engañarla.
Sonrió casi con satisfacción, pues engañar lo hacía imperfecto. Como todo lo que no pertenecía a su mundo. Como todo lo que siempre envidió detrás de su máscara de amabilidad. Como todo aquello que parecía estar vivo. Todo aquello que él no debía conocer.
Pero lo hizo.
Contra todo pronóstico, Choi Minho, descubrió algo. Y fue como si lo descubriera todo; descubrió que él estaba tan vivo como los demás. Tan imperfecto, tan humano. Por fin le encontraba un significado a la sangre de sus venas; al latir de su corazón. Por fin tanta reacción química tenía un trasfondo.
He ahí su gran descubrimiento. Su ese algo. Ese movedizo algo.
Había descubierto lo bien que se sentía sentir.
Lo mucho que otra persona le podía hacer sentir. Una persona, no sólo el basketball.
Cerró los ojos y aspiró con fuerza.
Sentir el todo, al máximo.
El corazón acelerándose, los parpados pesados, su respiración agitada. Sentir; sus brazos pesados, cosquilleo en el estómago, las piernas flaquear.
Poder oler. Oler nervios, oler ansias, oler pasión. Y volver a sentir, a percibir; labios ajenos chocando contra los propios. Narices rozándose, pieles haciendo fricción.
Poder sentir y vivir sintiendo. Que duela, que arda, que rompa, que guste. Todo lo que ello implicaba. Sentir.
Abrió los ojos fascinado.
Se aferraría a este mar de sensaciones nuevas. Como alguna vez, en el pasado se había aferrado al deseo de protección hacia Eunhye.
Se separó de los ventanales y se tiró con impulso sobre su cama.
Aún no entendía bien por qué su corazón no dejaba de golpetear emocionado, cada vez que pensaba en Jonghyun.
.-
Odiaba que su madre su pusiera paranoica. Siempre había sabido que la televisión puede por terminar con la vida de todas sus neuronas. Lo sabía porque su madre se lo había dicho millones de veces cuando era pequeño. Pero al parecer, ni ella escuchaba sus consejos.
No tenía idea en qué programa había oído que iba a haber una crisis de algo -el cual ella no fue capaz de especificar- . Pero el punto era que, eso la hizo preocuparse.
Y ahora se encontraban caminando hacia su casa, con dos cajas de víveres no perecibles, para el día que lo necesitaran.
Según ella, faltaba muy poco.
Jonghyun sólo bufaba hastiado acarreando las cosas, lamentando tener que ser él el que cargara con todo el peso. El peso de las estupideces de su madre.
Una cosa se removió en su interior.
El peso de las estupideces de su madre.
”Minho…”
Sus brazos parecieron perder fuerza. Los músculos le cosquillearon como si hubiese hecho deporte sin parar un día entero. Se sentía exhausto. Se detuvo, no podía con las cosas que llevaba.
Su madre, que iba unos pasos adelante se giró a mirarlo, extrañada. Se toparon sus ojos con los de ella. Los de ella, tan llenos de ese algo que llenaba a la gente de cariño hacia su persona. Ese algo que hacía que se sintiera completamente asqueado con su presencia. Ese algo, que a la vez, le hacía sentirse indiscutiblemente comprometido para con ella.
Odiaba sentir tanto. Odiaba no poder decidirse.
Tuvo un enorme deseo de botar las cosas y huir de ahí. Huir de ella y de todo. Ese tan conocido y fastidioso sentimiento, que casi no recordaba desde cuándo comenzó.
Casi.
-Hijo ¿Estás bien?
Pero su voz podía tanto. Podía mucho más de lo que nadie sabía, de lo que nadie jamás se enteraría. Una voz endulzada con la edad. Endulzada sin azúcar, con un simple sucedáneo. Otra máscara de falsedad en su vida. La máscara de su madre.
Jonghyun tragó con pesadez. Se sintió como si tuviese que tragar una piedra. Pero lo hizo. Trató de desconectar sus pensamientos.
-Sí, no pasa nada.
Tomó todo el peso con una fuerza que no supo de qué parte de su cuerpo sacó. Las levantó y comenzó a caminar.
Todo le daba vueltas. Le parecía que el día cambiaba de colores, a medida que daba un paso. Era dificultoso. Extrañamente molesto. Esas ganas de odiar, lo habían vuelto a perturbar.
“Enfócate, enfócate” se repetía. Pero era incapaz de eso.
Minho.
Sólo dos reglas.
Jamás involucrarse con alguien del equipo.
Primera regla rota.
Ya no sentía sus brazos, sus piernas avanzaban por inercia. No tenía idea si su madre iba a su lado o estaba a kilómetros de distancia. No le importaba. No quería saber nada de ella.
Tenía jaqueca.
Las estupideces de su madre.
Sólo dos reglas.
Nunca enredarse con alguien que tenga pareja.
Segunda regla rota.
Odiaba que le importara. Detestaba que le afectara. Le dolía la cabeza. Quería huir. Quería dormir. Retroceder el tiempo o tal vez adelantarlo.
No volvería a fallarse así.
No más. El encaprichamiento hormonal se tenía que terminar. Era ridículo. No era como si empezara a ser algo especial en la vida de Kim Jonghyun. No, eso nunca.
Maldeciría a su madre hasta siempre.
Adiós, Choi Minho.
.-
Caminaba presuroso por los pasillos de la escuela, rompiendo con la monotonía del marchar de los demás. Estaba apurado. Había estado toda la jornada buscando y nada. Nada. A primera hora, sus ojos, sólo se habían cruzado por unos instantes entre la multitud. Pero cuando había vuelto a buscar esa mirada, ya no estaba. La había perdido.
-Demonios- se mordió el labio.
Giró a la izquierda.
Un grupo que recién venía saliendo de clases se interpuso en su camino. Todo parecía querer impedir su cometido. El hecho de que fuera el receso del almuerzo, no ayudaba demasiado. Pero él no se rendiría. Esto no le iba a ganar. Nada lo haría.
Aguzó todos sus sentidos. Ninguno de los colores ni las formas eran las que esperaba ver. Olores, tampoco. Pero estaba seguro que con el olor a comida imperante en el aire, se le haría muy difícil descubrir aquel que esperaba.
Ese olor tan característico, que ya había podido apreciar en más de una ocasión. ¡Y qué agradable ocasión!
Sonrió.
Un grupo de personas ruidosas, lo sacó de su ensimismamiento. Tenía que concentrarse en su objetivo. Escuchaba todo tipo de cosas y en ellas no tenía interés alguno.
-¿En serio?
-…Creo que reprobé…
¿Qué rayos? Hablan muy fuerte.
-¡Amarilloooo…!
¿Por qué le gritaban en el oído? Estaba comenzando a irritarse.
Cambió el rumbo a la dirección contraria, esa gente no lo dejaba concentrarse. Gente molesta e inoportuna.
-¡Cuándo! ¿¡Con él!?
Con cada chillido femenino que escuchaba, Minho se sentía más seguro que la profesión ideal de las mujeres era Cheerleader. Eran expertas gritando.
Revolvió los ojos cambiando de pasillo.
-Sí, con Jonghyun oppa.
Minho se detuvo.
Ese nombre. Se sintió como ese rayito de sol que uno busca desesperadamente los días de frío. Rayito esperanzador. Tibio, confortable.
Se apoyó en la pared, aparentando despreocupación. Agachó la mirada y fingió buscar algo en su bolso. Las chicas, sin percatarse que tenían un interesado oyente, siguieron hablando.
Chillaron, gritaron y una hasta saltó.
Minho sintió unas ganas enormes de estamparlas en la pared para que se quedaran quietas, pero gracias a la vida, se caracterizaba por ser una persona 100% controlada.
O al menos un 99%. Porque cada vez que cierto ser, diminuto y mal hablado - con los labios más deseables que podía pensar- se le cruzaba…el control tendía a tomar un rumbo completamente desconocido, provocando que lo perdiera completamente.
Oh, sí. Siempre que estaba al lado de Kim Jonghyun era como si él mismo, dejara que su control se metiera en un bosque profundo y oscuro. Y así, le era imposible encontrarlo. El control extraviado.
Escuchó.
Observó.
…Las niñas se fueron.
Minho sintió algo raro en el estómago. Era como si este se le contrajera, seguido del resto de los músculos y finalmente, el corazón se le aceleraba. La necesidad de morderse los labios o apretar de alguna forma su cuerpo fue imperiosa. Era como una desesperada forma de auto controlarse, de darle a conocer a su cuerpo que él era el único que tenía poder sobre él.
Estaba emocionado; estaba molesto.
A veces, las mujeres hablaban demasiado.
"…y dicen que Jonghyun oppa besa muy bien."
Minho detestaba estar completamente de acuerdo.
Pero a veces, las mujeres y sus ridículos consejos podían llegar a ser muy útiles.
"...date importancia. No llegues y verás como luego te busca más."
-Ilusa-murmuró sonriendo.
.-
Jonghyun corría a toda velocidad por la duela.
Iban perdiendo. Y era su culpa.
Miró hacia atrás buscando a la persona que se había apoderado del balón: era de su equipo. Genial.
Agitó los brazos en el aire desesperado para que lo tomaran en cuenta. Hizo contacto visual con Taemin, puso sus manos en posición para recibir el balón y esperó.
El balón fue lanzado: a Lee Jinki.
-¡Mierda!-gritó frustrado, tomándose la nuca con las dos manos. Él había fallado; él debía solucionarlo.
Él era el único culpable de no saber separar las cosas. De no poder rendir en ese importarte partido.
El 14 del equipo contrario interceptó el balón de Taemin y corrió hacia su canasta. Jonghyun se dio cuenta de sus intenciones y movió las piernas a tal velocidad, que le pareció que sus músculos se quemaban. Pero eso era lo menos importante. Debía robar ese balón o perderían.
Quedaban sólo 4 minutos e iban abajo por 10 puntos. Aún se podían recuperar, pero el ritmo del partido iba demasiado rápido. Ante cualquier descuido perderían sus oportunidades.
En un pique de menos de cuatro segundos ya se encontraba a la altura del número 14. Se pegó a él, lo marcó. Sus pies se movían inquietos en el contaste intento de no perderle el paso. Sus ojos seguían el bote de la pelota con una concentración extraordinaria.
Presionó. Su pierna de adhirió a la del otro jugador. Su pecho se juntó a la espalda contraria y sus brazos se abrieron para impedir por completo una ofensiva por parte del enemigo.
El 14, desesperado por el bloqueo de Jonghyun, buscó el pase. Le dio bote al balón, casi rozando la línea de saque, alzó los brazos, haciendo el amago de querer lanzar y Jonghyun imitó sus pasos para impedirlo.
En un instante, el chico impulsó la pelota para el lanzamiento, pero en cuanto ésta abandonó sus manos, Jonghyun dio un gran salto, tomando el balón con las dos manos y conteniéndolo sobre su estómago para que nadie se lo robara. Dribló intentando avanzando nuevamente hacia el otro lado de la cancha. Lamentablemente, sólo alcanzó a moverse un poco, porque el 3 del otro equipo se cruzó en su camino, marcándolo de forma tan completa, como él lo había hecho anteriormente.
Trató de buscar a otro de su equipo para entregarle un pase certero, pero todos estaban ocupados tratando de desmarcarse.
El ambiente era tenso. Ni siquiera el público emitía ruido alguno. El único sonido que se escuchaba era el chirrido producido por la fricción de la suela de las zapatillas al frotarse con el suelo.
Jonghyun giró su cintura hacia la izquierda y el 3 lo imitó como si de un espejo se tratara.
Una gota de sudor recorrió su cara; sus ojos buscaban oportunidades.
Dio la espalda a las gradas y movilizó su pierna izquierda hacia atrás para alejarse un poco de la marca.
Una oportunidad.
Lanzó el balón hacia la única parte que podía: las piernas del otro jugador.
Resultado inmediato; el balón fuera. El público gritó y chilló fascinado.
Saque para su equipo.
Perfecto, el balón era suyo. Aún quedaba tiempo. Jonghyun se dio la pequeña oportunidad de sonreír y se situó en la línea de saque central. El árbitro le entregó la pelota.
Buscó entre los jugadores, realizando que seguían con el mismo problema anterior: no habían jugadores libres. Todos absolutamente cubiertos. La defensa del equipo contrincante era excelente.
Jonghyun se mordió los labios. No tenían tiempo.
El público murmuraba cosas incomprensibles para el Bling Bling en ese momento.
No podían perder.
”Eres el mejor. Tienes que ser el mejor…”
Cerró los ojos intentando mantener la calma. El reloj no se detenía.
-¡Aquí!
El cuerpo de Jonghyun reaccionó mucho antes que su raciocinio; por suerte para él. Porque en cuanto escuchó que le llamaban y sus ojos captaron difusamente los colores de su uniforme, hizo el pase sin pensarlo dos veces. Sin razonar que era a Minho a quien le había dado la pelota.
Por suerte, en ese momento, el deseo de ganar fue mayor a su miedo a no controlarse. El perder, volvía a ser uno de sus mayores temores. Junto con el miedo a ser él el culpable de la derrota.
Minho cogió el balón con gran agilidad y se dio paso empujando con los hombros. Había como una masa de jugadores que se cruzaban para impedirle su avance. Sus compañeros de equipo, en tanto, habían cambiado sus posiciones. Ahora eran ellos los que intentaban a toda costa, aplacar los movimientos del grupo rival.
Minho entró en la zona, sin embargo, un segundo más tarde le fue imposible acercarse más al arco. Estaba rodeado. Alzó los brazos haciendo un inútil intento de elevar el balón hacia el aro. Todavía estaba muy alejado de él.
Jonghyun observaba todo con los ojos desorbitados, corriendo de un lado a otro para desmarcarse. Juntando sus manos empujaba con sólo el peso de su cuerpo al jugador que lo marcaba, así lograba que este su tuviera que alejar un poco y sus cuerpos de despegaran.
Minho miró a Jonghyun. No lo pensó dos veces. En cuanto Jonghyun hubo alejándose nuevamente del chico que lo marcaba, Minho se aprovechó de su estatura, para luego, enviarle un pase alto a su compañero. En cuanto éste tuvo la dichosa esfera en su poder, no lo meditó. No tenían tiempo para ello.
Flexionó un poco sus piernas y brazos. Se impulsó. Disparó el balón desde la zona de los tres puntos. El balón, ya fuera de sus manos, hizo una parábola en el aire, que fue perfectamente apreciada por todas las personas presentes en el caluroso lugar. El balón ingresó en el agujero que a todos les causaba dolores de cabeza.
Los gritos y aplausos llenaron cada rincón del establecimiento.
Una canasta de tres puntos. A favor del equipo de Jonghyun.
Los compañeros de equipo, se acercaron emocionados y se palmotearon toda parte del cuerpo que pudieron. Estrecharon sus palmas con rudeza y con euforia. Aunque sólo habían sido 3 puntos y aún se encontraban abajo por siete, este pequeño triunfo, había avivado el deseo ferviente de ganar que se encontraba dentro de cada uno.
Minho se iba a acercar a Jonghyun para felicitarlo.
Sus miradas se toparon.
El mayor dio un respingo.
Sonó el silbato.
Jonghyun suspiró aliviado y repentinamente, sintió una ráfaga pasar a su lado. No tuvo tiempo de pensarlo demasiado, porque de un momento a otro, Kibum se encontraba interceptando un pase del otro el equipo y a su vez, realizando otro. A Lee Jinki. Éste último, sacando a la luz toda sus habilidades, empinó los brazos con suma elegancia y tiró el balón nuevamente hacia la canasta.
Otra de 3 puntos.
La multitud emocionada llenó cada rincón del lugar con sus gritos de euforia, con sus calurosos aplausos.
Taemin y Kibum corrieron por toda la cancha y se colgaron en el cuello de Jinki, mientras que Minho los abrazaba casi como si ya hubiesen ganado.
Jonghyun no quiso descuidarse y esperó a que el juego se reanudara. Sentía la esperanza correr por sus venas y eso no siempre era una buena señal. Porque siempre que eso pasaba, terminaba confiándose. Peligrosísimo.
...pero, ya sólo los superaban por cuatro puntos.
Sólo cuatro.
Restaban 2 minutos y 42 segundos.
Los ánimos del partido habían cambiado un poco. La ilusión creciente inundaba la cancha. La necesidad de luchar estaba más presente que los mismos jugadores. El público expectante aplaudía, dándole ánimo a los jugadores.
El balón estaba en posesión del otro equipo.
En una rápida maniobra, Kibum le arrebató el balón a su contrincante mientras el hacía el dribleo. Por miedo a que le hiciesen lo mismo, Kibum buscó rápidamente el pase.
Jinki estaba cubierto, todos lo estaban.
Súbitamente, vio que Minho se libró de la marca y alzó un brazo. Key hizo un pase. En ese momento, el número 14 se interpuso nuevamente en el camino de Minho cubriéndole la vista del balón, pero aún así lo alcanzó. Pero el 14 presionaba fuertemente. Necesitaba pasar el balón, sino lo perderían.
2 minutos.
-¡Pásamelo rápido, hyung!
Justo detrás de él: Lee Taemin. Se había desmarcado. Su velocidad siempre era impresionante. Tanto como la de Kibum.
Minho lanzó el balón haciéndolo rebotar, y no miró más a Taemin. Por el sonido del público, supo que Taemin se había apropiado de la pelota. Dirigió su vista hacia el aro esperando que Taemin se hubiese impuesto sobre los demás y pudiese encestar. Y así era.
En sólo cuestión de segundos Taemin saltó, clavándose sobre el tablero.
La gente casi no alcanzó a expresar su alegría y emoción, porque los jugadores inmediatamente empezaron con el contraataque. El número 14, nuevamente, le quitaba a Minho la posibilidad de mirar. Eso lo desesperaba.
Alcanzó a divisar que el balón estaba en manos de alguien de su equipo. Se movió a la izquierda, el 14 hizo lo mismo y de paso, enterró su codo en las costillas de Minho. Y este último, reaccionó sin pensar.
Lo empujó; el otro cayó al piso.
El silbato sonó.
Falta.
Jonghyun corrió a toda velocidad hacia el árbitro.
-¡No fue falta!- reclamaba sin sentido.
Minho nunca cometía faltas. El ánimo del equipo oscilaría y Jonghyun lo sabía. Se sentía frustrado, iracundo. No estaba haciendo nada bien. Sus movimientos era inexactos y dubitativos. Estaba casi seguro que, si no fuera por él, el equipo iría con más ventaja en el juego.
Oyó el silbato. El juego se reanudaba.
1 minuto 28 segundos.
Kibum volvió a robar el balón y se lo lanzó a Jinki. Este último hizo una impecable bandeja, dejando a todos sorprendidos.
Jonghyun se sentía fatal. Aún no había podido hacer algo útil por su equipo. Aunque se alegraba que ellos pudieran seguir adelante. Era sin él. Seguían adelante sin él.
Eso era molesto. Aunque ya iban empatados.
Jonghyun persiguió al 8. Un tipo alto, pero torpe. Lo malo era que corría muy rápido. Estaba gastando casi todas sus energías en marcarlo.
-Maldita sea...-murmuró reprimiendo su rabia.
El 8 lo miró de soslayo y recibió la pelota. Corrió rápidamente hacia el lado derecho de la cacha, despistando a Jonghyun y se dispuso a lanzar.
Jonghyun movió sus piernas a toda velocidad para impedir ese lanzamiento.
El chico flectó sus brazos preparando el lanzamiento y antes de que el balón fuera disparado, Jonghyun saltó alto y palmoteó descaradamente la mano de su rival.
Eso sí era una falta. Y todos lo notaron.
El silbato sólo fue una notificación de lo obvio.
Dos tiros libres. Para el equipo rival.
Jonghyun se mordió los labios, afligido.
Tenía que fallar. Ese tipo tenía que fallar. Si lograba encestar dos puntos más...
...No quería pensarlo. Sería su culpa. Aunque aún podía remediarlo.
Todavía, todavía.
.
El 8 tiró... y el balón entró limpiamente en la canasta.
1 minuto 14 segundos e iban abajo por sólo un punto.
Esperó ansioso el lanzamiento. Una gota de sudor cayó rápidamente desde su frente.
Estaba nervioso.
Siguió el movimiento parabólico de la pelota con los ojos. Había sido con demasiada fuerza. No entraría.
Corrió rápidamente hacia la canasta. Pero el balón entró.
Entró.
Contradiciendo sus pronósticos e hiriendo más su ego, entró.
Alguien le dio un pase y se apresuró driblando, a toda velocidad hacia el otro lado de la cancha, mas las energías le fallaban. Sus piernas se movían descoordinadas. Repentinamente, sintió como si todo a su alrededor se moviera muy rápidamente y él muy lento.
Alguien quiso bloquear su avance, sin embargo, él logró hacer una finta y seguir.
Pero eso significó mucho para su cuerpo y tropezó. Perdiendo el balón, en el proceso.
Una mujer le gritó algo desde las gradas. Tal vez fue demasiado hiriente, como para que sus oídos fueran capaces de entenderlo.
Se levantó, para aminorar la humillación que sentía con él mismo y trotó tras el balón. No pensando demasiado, no moviéndose demasiado.
No se sentía capaz.
Se hizo un eterno tiempo muerto en su interior. Sólo se movía por inercia, hacia donde los demás lo hacían. Pero no entendía nada de lo que sucedía. El tiempo pasaba y él era completamente ignorante al esfuerzo que hacían sus compañeros por defender su canasta y además, para tratar de recuperar ese punto que los estaba llevando a la derrota.
El público que apoyaba al otro equipo ya aplaudía. Todos los jugadores marcados e inmovilizados.
Quedaban sólo 4 segundos. Jonghyun se sentía incapaz de mover un músculo. Lo había dado todo; lo había arruinado todo.
-¡KIM JONGHYUN!-gritó a toda voz, el capitán del equipo.
El aludido -y todo el público- reaccionaron ante semejante llamado. Jonghyun se sintió como un idiota, pues por su absurda capacidad de desconcentrase, habían perdido el encuentro.
Miró a Lee Jinki con cara de desilusión.
El capitán sonreía.
El mayor le dio un bote a la pelota.
3 segundos.
Jonghyun abrió sus orbes a todo lo que ellas daban. Sintió como si le fueran a caer lágrimas, por tenerlas tan expuestas al aire.
-No puede ser...-alcanzó a murmurar, mientras todo pasaba.
La imponente voz de Lee Jinki había logrado desconcertar y desconcentrar a todo el gimnasio.
A todos, menos dos.
Porque nadie se percató en qué momento, la delgada, -y aparentemente- frágil figura de Lee Taemin se movió a toda velocidad por la duela, para luego atrapar ágilmente el silencioso pase que el capitán del equipo estaba guardando para él.
Lo de que sí fue consciente todo el mundo, fue cuando Taemin, quedando un segundo y medio para el final del partido, depositó con una increíble elegancia el balón sobre la canasta, provocando así que su equipo ganase con la diminuta y distinguible diferencia de un punto.
El silbato del árbitro sonó dando por finalizado el partido.
Jonghyun cayó sobre sus rodillas sin poder creerlo.
...habían ganado.
El público gritó eufórico, levantándose de sus butacas por la emoción. Los aplausos resonaban en los oídos de los jugadores en un eco completamente deseado y reconfortante.
-No seas patético, hyung-llamó Kibum, dándole unas palmaditas en los hombros para despertarlo.
-Sí...-concedió Jonghyun, aún aturdido, mirando a Kibum con los ojos brillantes.
-Ganamos... ¡anímate!
.-
Trató de serenarse, aunque eso era algo bastante complicado, porque hace un poco más de una hora había terminado un partido muy emocionante. Un partido en el cual, él no fue capaz de hacer mucho. La impotencia era tanta que necesitaba descargarse de alguna manera.
Se movía inquietamente. Caminaba unos cinco metros, se detenía, giraba y caminaba los mismos cinco metros en dirección contraria. No era que estuviese nervioso. No. Al menos, no sentía nada por lo que estaba a punto de hacer. Era cosa de rutina.
Era bueno. Era sano. Era lo que necesitaba.
Miró la hora nuevamente. Venía con retraso. Estúpida niñita.
-Demonios-se mordió el labio.
Examinó alrededor y se acercó con sigilo al cuarto de servicio. Lo abrió y metió la cabeza en él. Comprobó, nuevamente, que todo estaba en orden. Los instrumentos de limpieza estaban todos metódicamente ordenados en las repisas, las botellas de líquidos bien cerradas y lo más importante…
Presionó el interruptor.
…las luces no funcionaban.
Todo estaba listo para su encuentro fugaz con la niña. Ella no sabía que lo romántico no iba de la mano con Kim Jonghyun. La conversación y el cafecito antes de la acción, no eran parte de sus planes.
Sin embargo, todo lo que hacía parte de sus planes, poco a poco iba abandonando la situación y eso comenzaba a inquietar algo en su interior. En general no había contratiempos; no había retrasos.
Algo no estaba funcionando como quería.
-Eres muy…fácil.
Ni remotamente como esperaba.
No tuvo que reflexionar demasiado. Reconocía esa voz a la perfección. Aunque eso último no era algo que esperaba reconocer públicamente. Jamás.
Esa voz que no quería escuchar más.
Se quedó quieto. Su incapacidad para reaccionar en momentos así, le estaba empezando a fastidiar.
Y luego todo fue en cámara lenta.
A una lentitud inalcanzable. Inapelable. Porque en realidad todo sucedió en un parpadear.
“No puede ser.” Fue lo único que pasó por su cabeza, cuando realizó que algo le empujaba hacia adentro del cuarto de servicio. El impulso que lo llevó hasta donde ya no pudo apreciar la luz. Encerrado e incómodo. Ciego. En peligro.
¿Por qué todo tenía que hacérsele tan difícil?
¿Por qué?
¿Por qué el aliento húmedo de Choi Minho se posaba sobre su cuello?
¿Por qué así?
Tan repentino; tan rápido.
-Hola hyung…no jugaste tan mal...-susurró el más alto.
Con voz ronca. Con esa voz ronca; cargada de erotismo.
Jonghyun no se consideraba a sí mismo una persona débil, porque definitivamente no lo era. Tampoco era una persona que no tuviese fuerza de voluntad. No era una niñita débil. No iba a caer. No otra vez.
Pero era tan difícil.
-Quítate-ordenó cortante.
Minho no se inmutó. No se movió ni un milímetro, estaba decidido a quedarse bloqueando la entrada del cuartucho.
Estaba decidido a muchas cosas. Estaba extrañamente impaciente. Era como si su mente hubiese cambiado de rumbo, como si todo lo viera de una forma completamente diferente. La paciencia, definitivamente, estaba dejando de ser parte de su actuar. Y aunque le consternara ese repentino cambio, no le molestaba para nada.
Impetuoso.
Rodeó la cintura de Jonghyun con sus manos. Éste último dio un respingo y se alejó de inmediato.
-Suéltame, imbécil-reclamó retrocediendo.
Mas le fue imposible alejarse. Las dimensiones del pequeño cuarto se lo impedían. Haciendo que en su intento de huida, su espalda, colisionara inevitablemente con una de las repisas. Y Dolió, claro que sí. Pero eso no tuvo ningún peso en la situación. Su mente estaba muy preocupada buscando una solución al reciente problema. Sus ojos ciegos rastreaban desesperados alguna rendija, alguna luz que-literalmente- le diera la esperanza que podría escapar de ese pequeño lugar. Escapar ileso. Escapar sin que, ninguna de sus normas auto-impuestas, llegasen a ser rotas. Sin que su cordura fuese totalmente dopada por la droga que tenía enfrente. La cual, aunque no podía ver, podía percibir a la perfección.
Droga tentadora y peligrosa. Droga impecablemente adictiva.
Ambos jadearon.
La temperatura comenzaba a acrecentarse y eso no pasaba inadvertido para ninguno.
Una gota suicida de sudor cayó desde la frente de Minho, bajó por sus mejillas y murió en su mentón. Realmente hacía mucho calor.
Jonghyun había pasado muchas horas de su vida en esa pequeña habitación. Pero nunca había notado lo verdaderamente diminuta que era. Lo desesperante que podía llegar a ser, al momento de querer despegar tu cuerpo de la otra persona. Porque ¿Por qué querría despegar su cuerpo de la persona que le acompañaba en el cuarto de servicio?
-¿Cuál es tu manía de rehuirme?-habló serio el menor.
Una certeza: porque era Choi Minho.
-No sé de qué me hablas-discutió muy convencido el mayor.
Minho atacó nuevamente.
Acarició el torso de Jonghyun por encima de su ropa. Éste se tensó y sintió como una punzada de algo recorría su cuerpo, seguida de escalofríos.
Escalofríos para aliviar el calor, el sofoco. Lo que no podía ser. Ese gemido ahogado que amenazaba con salir. Ese impulso ridículo e irracional. Poseer y sentir. El maldito sentir.
Rechazó el tacto del más alto. Lo aventó nuevamente hacia la puerta.
-¡Que me sueltes!-exclamó Jonghyun, agitado-¿Qué parte … de esa frase… te cuesta tanto…. entender?-articuló con dificultad. Tenía la respiración entrecortada; los nervios alterados.
-La parte en que tú siempre terminas cediendo-se aventuró Minho.
Sabía que jugaba con pólvora. Sabía que era inflamable, que iba a explotar. Pero eso era precisamente lo que le hacía insistir. Esa explosión: Kim Jonghyun.
El más bajo reaccionó rápido. Tomó al Minho del collar de la camisa y con esa fuerza que nadie creería que tiene, lo elevó unos centímetros del suelo.
-Entiende, imbécil. ¡Tienes novia!-murmuró exaltado Jonghyun.
Apretó el agarre empujó con más fuerza al menor. Hizo que rebotara un poco contra la puerta.
Minho tosió por el golpe y Jonghyun lo soltó.
-Eso no pareció molestarte hace dos días- sonrió con sorna-Deja de fingir que eres difícil, hyung.
Jonghyun no alcanzó a actuar, cuando ya tenía sus labios sus tapados por otros ajenos. Una fogosa humedad inundaba su cara; violaba su intimidad. Era abrasadora y completamente embriagante. Provocaba a dejarse llevar nuevamente.
Cerró los labios, abrió la boca y Minho aprovechó esa baja de defensas. Tomó al más bajo por la cintura y la rodeó con fuerza. Lo levantó. El otro estiró uno de sus brazos por la repentina elevada.
Crash.
Botó unos frascos de la estantería.
El ruido fue multiplicado en el pequeño espacio. Desconcentrando a Jonghyun de su nueva pérdida de la realidad.
Tenía que hacer algo, rápido.
Mordió el labio superior del menor provocando que éste se quejara sobre sus labios.
La seguridad que invadió a Jonghyun en ese instante fue irrevocable. Ese era el momento. La voz de Minho era cada vez más erótica. Y todo su cuerpo estaba completamente de acuerdo con eso.
Besó con fuerza los labios de quién lo mantenía en el aire y aplicó tal fuerza en sus cuerpos que Minho se vio en la necesidad de girar. El menor, perdido en su éxtasis y satisfacción, sólo seguía las reglas mudas dictadas por el cuerpo de Jonghyun.
Minho necesitaba más roce. Más, más, más. Más del que le había dado. Estaba harto de querer y no obtener. Harto de que costara tanto. Acorraló al más bajo. La espalda de Jonghyun terminó pegada en la puerta.
Minho en su apuro, quiso desabrochar el pantalón de Jonghyun, pero los dedos torpes de la prisa causaron que arrancara el botón.
A Jonghyun le habría gustado reírse. Pero, como un milagro de la vida, pudo ver la situación de una forma más fría.
Aprovechó el shock de Minho y lo empujó lejos de su cuerpo, bajándose así, de la posición tan comprometedora en la que se encontraban.
Minho iba a impedir que Jonghyun se siguiera revelando. Pero la violencia tomó un rol muy importante en ese momento.
Una certera patada en la entrepierna.
Minho quedó inmovilizado. Fuera de combate.
Jonghyun abrió la puerta rápidamente, con manos brutas y sudorosas. Demasiada adrenalina. Excesiva testosterona.
No quiso mirar atrás.
Adiós, Choi Minho.
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Despertó mareado. Tenía esa desagradable sensación de pesadilla. Esa angustia tan conocida. La complejidad misma de un tormentoso dormir.
Al parecer, estaba perdiendo la práctica. Casi había olvidado lo que ir allí significaba. Pero ese lugar siempre le esperaba. Como si supiera que recaería. Que los errores se copian y se multiplican.
La cabeza le dolía; olía a vómito.
Miró a su alrededor y se sintió asqueado.
Recordó a lo lejos la música fuerte, el alcohol por doquier. Recordó palabras hirientes. Cientos de ellas, llenando su cabeza, colándose en su razón.
Había intentado borrarlas nuevamente, de la misma forma. Inútilmente. Había vuelto a caer. Vuelto a caminar dando tumbos, con los ojos cerrados. A sentir el olor del vicio; del cigarro, del alcohol, del sexo. En ese momento, había olido la perfección.
Seguía desparramado en el mismo sillón, en el que había acomodado a su turbada humanidad hacía unas horas atrás. Ya no sentía escalofríos. Sólo frío. El frío intenso del trasnoche. Del cuerpo cortado.
Movió sus piernas entumecidas por la inactividad y realizó que no estaba solo.
Como siempre, ese lugar estaba lleno. El piso lucía adornado de cuerpos inconscientes sobre él.
Descansaban tranquilos e ignorantes al mundo. Al mundo al cual Jonghyun sabía, debía volver ahora.
Ya no olía a perfección; olía al mismo infierno.
Olía a realidad.
Jonghyun tragó secamente y comenzó a caminar. Su mente trabajó nuevamente, sin tener ninguna contemplación. Los protagonistas de sus recuerdos molestaron intensamente con sólo dos fuertes componentes.
Ese mismo subterráneo y un balón. Las circunstancias inapropiadas, así como la compañía.
Recordó ese olor a alcohol, ese que no le agradaba, el cual no tenía nada que ver con festividades. Se nubló un poco su vista, pero lo inmediatamente lo vio todo con más claridad. Sólo tenía que subir a la superficie. Sólo eran unos largos peldaños. Unos cuantos metros.
"Es tan simple, que duele", se dijo.
Y quiso creer en ello. Y suspiró.
Empezaría por bañarse.
.-
-¿Aló?
-...
A lo lejos de oía un jadeo.
-¿Aló?-insistió, empezando a impacientarse. Era demasiado temprano como para aguantar bromas telefónicas.
-...ven-le dijo en un susurro cansado.
Se sentó en su cama sobresaltado.
-¿Qué?-cuestionó medio asustado.
-...sólo...ven.
Minho abrió los ojos, preocupado. Su voz sonaba demasiado...mal.
-¿Dónde? ¿Cuándo?
-Calle Sur, cerca del callejón...en dos horas.
Escuchó la línea muerta. Le había cortado.
Calle Sur. En esa calle siempre veía a los niños jugar cuando era más pequeño. En realidad, la calle no se llamaba así, pero todos en la escuela la conocían así, porque estaba al sur de éste. "El Sur de la felicidad" decían. Pero Minho discrepaba completamente de esa frase. Una de las cosas que más miserables hacían su existencia era ver a todos esos niños correr felices en ese pequeño parque de la "calle Sur", mientras que él, debía ir a una cantidad de reuniones sociales, que hasta el día de hoy, no les encontraba sentido alguno.
-En fin...
Suspiró y se puso de pie.
Se alistaría y para ir a la dichosa calle esa. Él lo necesitaba más que su solicitante.
.-
Como siempre la Calle Sur estaba llena de niños movilizandose para acudir al parquecito.
Deseó casi con urgencia ser un fumador o algo así. Quería tener algo en lo qué ocupar sus manos. Estaba ansioso y el hecho de tener que mirar a otros hacer las cosas que él siempre deseó, no era muy agradable. Los recuerdos no eran algo de lo que estuviese muy conforme.
-Llegas temprano, Choi Minho-dijo con voz firme.
-Tú también-comentó al ver a su interlocutor.
Se veía mucho mejor de lo que esperaba. Pensaba que algo malo le había pasado.
-Tenías muchas ganas de verme...¿eh, hyung?-bromeó Minho.
-No más de las tú tenías de verme a mí, Choi-contestó sonriendo Jonghyun, descolocando a su interlocutor en el proceso.
Tomó a Minho de la muñeca y los dirigió a ambos al callejón que se entraba a unos metros.
Los domingos, el callejón, siempre estaba vacío.
Sonrió de medio lado.
Capitulo 6