Baekhyun cerró la puerta del coche y se colocó las gafas de sol con cuidado. Aquel sitio olía a podrido. Tosió un par de veces para intentar acostumbrarse pero era imposible. Odiaba ir a hacer visitas, eso era el trabajo de Chanyeol, pero la discusión que habían tenido aquella tarde provocó que el orejudo se negara a volver a echarle un cable en el tema del narcotráfico.
«O vienes conmigo, o te quedarás solo en este trabajo.»
Esas habían sido las palabras de su amante. El maldito sabía bien que se negaría a entrar por las buenas de nuevo en aquel espantoso lugar. No estaba loco, antes ya tenían suficiente material como para cazarle, pero ahora. Ahora podrían prenderle por años, incluso para siempre.
Baekhyun no había dejado el trabajo, no porque no pudiese sino porque esa era su vida, y ningún chalado con afán de protagonismo iba a quitarle su manera de vivir.
Caminó con la mano en el bolsillo agarrando la nueve milímetros por si algún adicto de mierda pretendía atacarle. Había ido hasta allí por algo más que trabajo. Sabía que podría encontrarle en ese lugar, y él se pondría de su lado. Apostaba toda su fortuna en que Yixing se negaría a volver a entrar.
Apartó con cuidado una bolsa en la que las moscas ya habían tomado un buen festín y que las ratas no tardarían en revisar por las sobras y subió un par de pisos más, agradeciendo que cuanto más arriba subía menos olía.
Odiaba la situación en la que había caído su amigo, pero no podía hacer nada más por él que visitarlo y llamarlo de vez en cuando. La última vez que intentó que razonase, el chino desapareció durante varias semanas, cosa que puso de los nervios al pequeño narco.
Respiró hondo y llamó a la puerta, por simple educación, ya que en aquel edificio de mala muerte las puertas no tenían cerradura. Escuchó voces en el interior del edificio y supo que Yixing tenía compañía. Cerró los ojos y apretó la mano contra la pistola.
-Yixing, soy yo, Baekhyun. -Esperó unos segundos-. Tenemos que hablar, sé que también has recibido esa carta.
Las personas que estaban en el interior se movieron, porque sintió el alboroto. Al cabo de un rato, un par de jóvenes y una chica medio desnuda salieron sonriendo y bromeando como si hubiesen pasado un rato estupendo allí dentro. Una mano apareció en la esquina de la puerta y esta se abrió por completo.
Los ojos oscuros de Yixing se clavaron en los sorprendidos de Baekhyun y le sonrió. Tenía enormes ojeras bajo los ojos y la piel todavía más pálida que de costumbre. Había adelgazado, a saber cuándo había sido la última vez que comió decentemente. Baekhyun suspiró y empujó a su amigo para entrar.
Observó que el interior del piso estaba casi en las mismas condiciones que las afueras, sucio, desordenado y con las suficientes pistas como para saber cuál era el tipo de vida que ahora Yixing frecuentaba. Sexo, y además drogas.
-Creo que necesito que te pongas algo de ropa.
Yixing sonrió y caminó despacio hasta el viejo armario sin puertas que había en el pequeño habitáculo que usaba como habitación. Salió con un pequeño pantalón de algodón puesto y se recostó en el sofá. Baekhyun continuaba en pie; sería una pena manchar su precioso traje de Alexandre Amosu con la mugre de la estancia.
-Ahora quiero que me escuches -ordenó el joven mientras el chino le miraba con dudosa atención-. PERSONA, no estoy dispuesto a volver a entrar en ese lugar. Y estoy seguro de que tú tampoco. Así que propongo que te duches, te vistas y me sigas. He contactado con alguien y necesito tu ayuda para que podamos librarnos de esto.
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