Título: Manhattan
Autora: guiomar_992
Fandom: QAF
Reto de abril: Abril aguas mil
Rating: TP
Género: Lluvioso
Advertencia: Post 513. Es la continuación de los retos anteriores
Franela y
BritinDisclaimer: Los Cowlip dicen que Brian y Justin son suyos. Pues tienen uno en Pitts y el otro en Manhattan, a ver si consiguen juntarlos para llevárselos.
Nota: Estos días he perdido la inspiración y el calendario, así que cuando
minerva_1 no miraba le he quitado el suyo -ese con el que se orienta para llegar la primera a todas las actividades- para poder cumplir con el reto aunque sea bajo mínimos. Es abril. No se hable más.
MANHATTAN
Llovía en Manhattan.
Era un abril especialmente lluvioso y Justin no podía sentirse más que identificado con las lágrimas del cielo. Bollera. Así no iría a ninguna parte. La lluvia era un fenómeno atmosférico que limpiaba las calles y dejaba el ambiente limpio y nítido. Y punto. ¿Por qué, pues, tanta melancolía?
- Me cambiaste.
- No lo hice, Brian.
- Durante cinco años intentaste que me convirtiera en la pareja perfecta que creaste en tu mente.
- Eso es cierto. Lo intenté durante cinco años y lo conseguí. Pero no me gustó, Brian. Ni a tí tampoco. En realidad no cambiaste. Estabas asustado después de la bomba, temías perderme y decidiste darme lo que te reclamaba. Y no funcionó.
- Cuando te dí lo que querías me dejaste.
- Ni me lo dabas de verdad, ni era lo que yo deseaba aunque creyera lo contrario, ni te dejé.
- ¿Cómo llamas irte a vivir a New York, Justin?
- Lo llamo 'irme a vivir a New York'. Nunca te dejé, Brian. Nunca te he dejado.
- Ahora vives otra vez en Manhattan.
- Sí.
- ¿Por qué?
- No lo sé. Dímelo tú.
- Me cambiaste. Me estaba convirtiendo a los ojos de los demás en un caricatura de lo que fui.
- ¿Desde cuando te importan las miradas ajenas? ¿Desde cuando les das el poder de coaccionar tu libertad de elección? No te cambié. Tú decidiste dejar salir lo que habías reprimido.
- Soy Brian Kinney, no un maridito jugando a las casitas.
- Eres Brian Kinney. Mi pareja. Y tú y yo hemos jugado a muchas cosas pero nunca a casitas. Joder, tienes tan interiorizado el papel que no puedes permitirte aceptar que te gusta nuestra vida en Britin. Una vida que nunca será convencional porque tú y yo no lo somos, por mucho que hagamos lo mismo que el resto de mortales que comparten un proyecto de futuro. Tú y yo, Brian, tenemos chispa incluso rebozando los muslitos de pollo para la cena de Gus.
- No me gustaba que me gustara.
- Ya lo sé.
- ¿Lo sabes?
- Te veía rascarle las orejas a Brandon cuando creías que no te miraba. Te veía jugar con Gato a escondidas. Incluso Winston te...
- Es suficiente, Sunshine, ahora me conviertes en el cuidador de un zoológico.
- Al parecer no doy una. Malinterpretas todo lo que digo.
- No te malinterpreto. Me molesta porque aciertas de pleno.
- ¿Acierto?
- Me da miedo ser feliz, Justin. En Britin era feliz. Y te aseguro que las únicas orejas que me interesa rascar son las tuyas. He intentado engañarme a mi mismo pensando que disfrutar de un hogar parecido a los que tanto envidié de niño era una traición a mi filosofía de vida. Tenía que cargarle las culpas a alguien por encontrarme acorralado entre lo que sentía de verdad y lo que supuestamente debía sentir para mantener mi reputación. Y te tocó a tí.
- No estabas enfadado conmigo.
- No.
- Estabas enfadado contigo.
- Y ahora es tarde.
- No es tarde, Brian, sólo es tiempo, ¿recuerdas?
- Es una de las frases más estúpidas que he dicho en mi vida. Es tarde. Cuidate, Sunshine.
- ¡No te vayas, Brian! ¡¡¡Brian!!!
- ¡¡¡Briaaaaan!!!
Justin se despertó empapado en sudor y todavía con el nombre de Brian en los labios.
La lluvia repicaba en las ventanas y marcaba surcos de agua en los cristales. Las malditas lágrimas del cielo, pensó Justin, como si no fuera suficiente con las mías.
Con algunas pequeñas variantes, el sueño se repetía cada noche y lo estaba volviendo loco. Ya no sabía si era un sueño, una premonición o en verdad había hablado con Brian y no recordaba donde ni cuando.
Pero no.
Brian estaba en Pittsburgh y él en Manhattan, separados por un abismo de incomunicación. Sin embargo, acababa de decidir que había sido el último sueño. No volvería a soñar con Brian, hablaría con Brian. No permitiría que el abismo siguiera ensanchándose. Iba a cruzarlo, con puente o con alfombra voladora, ya lo creo que sí, aunque fuera a costa de caer los dos a lo más profundo en el empeño. Pero si caían, lo harían juntos.
- No voy a soltarte, Brian, no voy a soltarte.
Una ducha rápida, la compra del billete de avión por Internet, el anorak impermeable, ¿es que nunca iba a parar de llover?, la cartera, las llaves y...
Justin miró la hora en el reloj. No solía recibir visitas a las cinco de la mañana, ni a otras horas tampoco desde que decidió hacerse ermitaño en medio de la multitud, pero el timbre del apartamento estaba sonando.
Sólo una persona, sólo una, podía estar al otro lado de la puerta.
Necesitaba creerlo.
Brian.
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