Para empezar, Frank y Alice.
Alice estaba radiante. Sus ojos azules desprendían un brillo especial, como si toda la luz del cielo se hubiera concentrado en ellos. Frank la veía avanzar, del brazo de su padre, por el pasadizo formado entre los bancos llenos de invitados. Hasta ese instante se había sentido nervioso, inquieto. Pero ver a Alice sólo
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