May 11, 2008 14:12
Como tengo tiempo y me aburro, postearé aquí también la tercera viñeta de la tabla, A hard day's night.
Ya no estaban. Ni Edward ni Bella. Ya no estaban ni tampoco estaban en un lugar mejor. Al contrario, estaba absolutamente segura de que ambos estaban destrozados. Que los dos se sentirían como si les hubieran arrancado una enorme parte del corazón y del cerebro, porque así se sentiría si perdiera a Jasper.
Jasper.
Se había quedado junto a ella en cada momento, la había acunado cuando necesitaba sus brazos fuertes y la había dejado sola cuando sabía que necesitaba su espacio. Sabía que si no lo tuviera allí se habría vuelto loca hacía tiempo. Porque aunque Jasper era su mitad, Edward siempre había sido como una parte más de su alma. Conectaban de forma especial, funcionaban en perfecta sincronía y en ese momento, con él lejos y torturado por sus temores, sentía como si una mano se le hubiese clavado en el pecho y se divirtiera estrujando y perforando su corazón, ese corazón que latía sin sangre, ese corazón que ella sabía vivo por mucho que le dijeran lo contrario.
Había sido un día duro, como tantos otros. Como todos los otros desde que abandonaran Forks. Veía desde su ventana retazos de cielo estrellado entre los espesos nubarrones. Esa noche era especialmente oscura, no había luna. Y en esos momentos ella se sentía como el espacio que ocupaba la luna en el cielo. Estaba allí, existía, ocupaba un hueco en el firmamento pero era como si no existiera. Estaba allí pero no era nada en comparación con cualquier otra de sus fases, en esos momentos se sentía una luna nueva.
Había sido un día duro y sentía el peso de una noche horrible acercándose a ella, preparado para ponerse sobre sus hombros hasta hundirla. Jasper entró sin decir nada en la habitación y se tumbó junto a ella en la cama, pasándole una mano por la cintura. Era irónico que a pesar de no poder dormir ni un instante tuvieran una cama de máxima calidad. Sintió los labios fríos sobre su nuca y los dedos trazando dibujos encima de su camiseta. Sabía que las horas venideras serían aun peores que las pasadas, y en esos instantes se permitía maldecir en su interior su condición vampírica. Deseaba dormir, deseaba desconectar su mente, dejar de pensar en mil cosas, aunque lo que realmente deseara fuera tener a Edward y a Bella junto a ella, sentados en una mesa del instituto mientras ella y su hermano fingían comer.
Giró sobre sí misma y miró a Jasper. Los ojos dorados la encontraron, cálidos.
-Estarán bien.
Alice no lo creía, no creía que ninguno de los dos estuviera bien. Pero se limitó a acurrucarse contra el pecho duro de Jasper, dejando que la cuidara una vez más.
-No me dejes sola esta noche.
La besó con dulzura en la frente.
-¿De verdad crees que alguna vez te dejo absolutamente sola?
Alice sonrió antes de notar como Jasper la tranquilizaba como el bálsamo sobre la piel quemada.
Venga, ¡un beso a todos!
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aburrimiento