Pasan varios días, y la tristeza de Luhan se desvanece con lentitud gracias a la contagiosa alegría de Sehun. Durante un mes entero, ambos se regocijan con los efectos de las dos semanas que pasaron juntos, riéndose constantemente de los dulces recuerdos.
El museo en donde Luhan permaneció tercamente de pie frente a una obra de arte moderno en un vano intento por «entender lo que representa, porque honestamente parece un nugget de pollo». Aquel día cuando almorzaron en un restaurante tradicional, donde Sehun y Sehyun se comieron más de 400 Yuan de comida por su cuenta.
Aquella tarde cuando la madre y el hermano de Sehun fueron a algún lugar y Sehun no quiso ir, así que él y Luhan se quedaron en casa jugando videojuegos, como los geeks que son por dentro. Aquella tienda donde compraron una camiseta de su banda favorita. (Bueno, en realidad no es la favorita de Sehun, Luhan lo sabe. Pero también sabe que el joven la compró para complacerlo, y está agradecido por ello.)
Y como mil otras cosas más.
Luhan siente algo florecer dentro suyo nuevamente, una cosita que había olvidado hace mucho: el romanticismo. Mientras que creció acostumbrado al hecho de que el amor no es tan mágico y perfecto como dicen, que las relaciones a distancia no funcionan y que ver a alguien que te gusta no siempre te hace sentir mariposas, ahora comienza a creer en cosas tontas como las almas gemelas, la armonía y la pasión. El amor de Luhan extiende sus alas como una paloma y emprende vuelo.
Cuando vuelven a hablar sobre las próximas vacaciones, Sehun le dice con un guiño que debería ir comprando su boleto de avión. Luhan menciona un cuarto de hotel que va a rentar, pero el chico de cabello oscuro sacude su cabeza.
-Claro que no. Te quedarás en casa -dice. Luhan se sonroja con felicidad y le agradece mil veces, y a la señora Oh también.
Como un experto, visita varias páginas en modo de navegación privada para evitar pagar precios ridículos y, un par de horas más tarde, imprime su boleto electrónico con su caprichosa impresora que siempre mancha las esquinas de las hojas con pequeñas gotitas de tinta. Pero no tiene el suficiente dinero como para comprar una nueva (y no quiere tampoco). Le muestra el boleto a Sehun con orgullo, y se ponen tan impacientes que casi empiezan a saltar en sus respectivas sillas.
Las dos semanas que separan a Luhan de su viaje pasan terriblemente lento; reptan eternamente como si quisieran hacerlo morir de ansiedad. Incluso sabiendo que no funciona así, Luhan desea que sus vacaciones transcurran con la misma lentitud. Sin embargo, aprovecha esas dos semanas, tomándose su tiempo para empacar y elegir qué ropa llevar o no con él, para asegurarse de no olvidar nada, incluso cuando siempre se le olvida algo.
Pero igual lo intenta: su iPod, sus auriculares, su película favorita (que espera avergonzado que Sehun quiera ver con él), el trozo de tela agujereada que le gusta abrazar por las noches (no, claro que no, no es un hombre de veintiún años con un juguetito para abrazar); en resumen, cada cosa a la que se siente apegado.
Dos días antes de su despegue, Luhan se da cuenta de que no está para nada preparado; pero el tiempo, por supuesto, de pronto se acelera, y tiene que apresurarse para terminar de preparar su neceser. La noche antes de su vuelo, Luhan no duerme. Se queda girando en su cama, maldiciéndose porque tendrá ojeras y se verá horrible; está sudando un poco y seguramente su asiento quedará sucio; bostezará a cada rato…
Pero al menos, se levanta de la cama antes de que salga el sol y logra llegar al aeropuerto a horario. Bueno, un poco temprano. Pero cuatro horas, eso no es demasiado, ¿no? Luhan pasa sus doscientos cuarenta minutos holgazaneando en un cómodo asiento en medio de una gran sala, con sus manos en un vaso de limonada que perdió sus burbujas hace tiempo.
Su corazón se acelera dentro de su pecho cuando una tranquila y eléctrica voz anuncia por los altoparlantes que «todos los pasajeros del vuelo 3827 comenzarán el abordaje pronto». Con su pequeña mochila (dejó su maleta en la zona apropiada del aeropuerto hace mucho), se apresura hacia las compuertas, le muestra sus papeles a una mujer y, tras caminar ansiosamente por un largo corredor, se sube al avión.
El vuelo transcurre sin problemas, a pesar de que una molesta niñita estuvo la mayor parte del viaje quejándose y llamando a su madre con voz chillona. Con una apocalíptica ligera migraña, Luhan desciende del avión, espera hasta poder recuperar su valija y luego abandona el aeropuerto. Sehun se había ofrecido para irlo a recoger, pero él lo había rechazado cortésmente.
Llama a un taxi y le dice la dirección de Sehun. Resulta que está ubicada exactamente en el otro extremo de Seúl. El viaje será largo. Y la radio del taxi está transmitiendo música de piano, así que Luhan se duerme apenas dos minutos más tarde. El conductor lo despierta algo incómodo, habiendo ya bajado su valija del baúl. El rubio parpadea y le paga, avergonzado, y luego se voltea. Está en una calle tranquila.
Torpemente, levanta su maleta del pavimento (una de las rueditas ya no gira) y camina por la calle hasta encontrar el número doce. Mira hacia la casa de Sehun. Es bella, con paredes blancas y flores por aquí y por allá. Luhan no sabe bien qué hacer ahora. Incluso buscándolos, no encuentra ningún timbre o portero eléctrico, y no se atreve a abrir la elegante puerta negra.
Así que pasa el peso de un pie a otro incómodo, mirando hacia las ventanas de la casa y tratando de vislumbrar a alguien. Tras unos cinco minutos, sin embargo, la puerta frontal se abre y Sehun da unos pasos hacia afuera, caminando en puntas de pie para evitar ensuciar sus medias, ya que no está usando zapatos. Llega hasta Luhan con una sonrisa y frena justo frente a él. El mayor baja la vista, con sus mejillas sonrojándose intensamente.
Su corazón está latiendo con tanta fuerza que puede escucharlo sin problemas. Una vez más, Sehun está a su lado. Físicamente a su lado. Luhan siente una sensación extraña en el estómago, y por un segundo teme que vaya a vomitar porque todo su interior está sintiéndose extraño.
-Debiste haber entrado -dice Sehun suavemente. Luhan mantiene la cabeza gacha, y torpemente murmura algo de no saber, un timbre y flores.
Pero Sehun lo sujeta por el mentón y lo eleva con cuidado para darle un dulce beso. Luego se aparta y sonríe. Luhan se sonroja. Sehun permanece en silencio por un minuto, y luego toma un hondo aliento.
-Bienvenido a Corea. Espero que disfrutes tus vacaciones -dice con lentitud, orgulloso, en chino. El corazón de Luhan da un vuelco. Sehun acaba de hablar en su lengua natal y, honestamente, está haciendo que su corazón se derrita. Incluso aunque tenga un acento extraño, que le da a sus palabras la torpeza de un niño que se tropieza con una piedra, casi cae al suelo, consigue recuperar el equilibrio y comienza a correr nuevamente, estallando en risas.
Luhan sonríe, conteniendo unas lágrimas que habrían sido ridículas, y entierra su cabeza en la curva del cuello de Sehun.
-Xie Xie.
Beben una taza de té y comen con alegría una torta hecha por la madre de Sehun, mientras sonríen en silencio. El final de la tarde transcurre en calma, y juegan juegos de mesa en la habitación de Sehun. Ésta es bastante amplia, y es obvio que ha pasado horas también ordenándola. Tiene una cama con sábanas blancas ubicada en un rincón del cuarto, entre el calentador y la ventana. Le explica felizmente que han puesto un colchón extra para Luhan a su lado. Sí. Un suave, grueso y mullido colchón. Y una manta tibia.
Luego de cenar con Sehyun y la señora Oh, quien, tal como Luhan había cocinado una comida china, cocinó una comida coreana, van al baño uno luego del otro. Antes de regresar ambos al dormitorio, la señora Oh les dice que mañana irán a la ciudad si lo desean. Luhan sonríe. Conversa con Sehun, acostado en su «cama» en la oscuridad, escuchando el sonido de las risas del chico que se ven sofocadas por su almohada.
Sin embargo, cuando deciden que es hora de dormir, se da cuenta de que simplemente no puede. Sus ojos no se cierran y no siente cansancio. Así que permanece silencioso e inmóvil. Sehun está aparentemente dormido ya. Su respiración es audible pero delicada, como el sonido de olas en la distancia, llevado por el viento. Luhan lo escucha. Pasan los minutos. Sus ojos están fijos en el reloj fluorescente ubicado en la biblioteca de Sehun. Pasan una, dos horas. No se duerme. Se preocupa. Rueda en el colchón con nerviosismo. Solloza en silencio por un rato.
-¿Luhan? ¿Estás bien? -susurra Sehun, sonando preocupado. Su voz es aún más suave por su sueño. Luhan se muerde el labio.
-Sí… No. No puedo dormir -confiesa. Traga y se quedan en silencio por un par de segundos.
-¿Tienes frío o algo? -pregunta Sehun-. ¿Quieres otra manta?
-No, no, no te preocupes -le responde el muchacho rubio. De verdad no quiere molestarlo-. Tengo un poco de frío, sin embargo, sí -miente, con voz tímida. No siente nada de frío, pero espera que Sehun haga lo que quiere que haga…
Las sábanas emiten un suave sonido cuando Sehun las aparta y sale de su cama. Se agacha y busca a tientas el colchón de Luhan. Cuando lo encuentra, levanta la manta y se desliza dentro, justo contra Luhan. Éste sufre un mini infarto. Sehun está tibio. Ahora siente mucho calor, pero se siente tan agradable que no se atreve a moverse. Sehun es mucho más atrevido que él, piensa.
Tímidamente, se acurruca contra el más joven.
-¿Estás mejor ahora? -pregunta Sehun lentamente. Luhan asiente.
-Gracias -murmura. Cierra los ojos en paz. No se duerme enseguida por arte de magia, pero habría sido una lástima si pasaba porque no habría podido disfrutar totalmente de Sehun envolviéndolo con sus brazos o abrazándolo fuerte. Pero cuando finalmente siente que sus pensamientos se vuelven extraños y confusos, le da la bienvenida al sueño con los brazos abiertos.
El corazón de Sehun está latiendo muy cerca de él.
Cuando Luhan abre los ojos varias horas más tarde, el reloj muestra que son las nueve de la mañana. A través de la ventana, un diminuto rayo de luz se filtró en la habitación. Mira alrededor, y entonces se da cuenta de que Sehun ya no lo está sujetando. Porque mientras que Luhan está acostado cómodamente en medio del colchón, Sehun está desparramado en el suelo, durmiendo profundamente.
Luhan contiene una risita cuando imagina que Sehun seguramente se ha caído del colchón y rodado por el suelo sin siquiera despertarse. Seguramente quiso dejarle todo el lugar a Luhan. Ante ello, el rubio siente la urgencia de unírsele y volverse a dormir en el suelo también.
Pero, como si la mirada de Luhan fuera suficiente como para despertarlo, la respiración de Sehun se vuelve irregular y murmura un par de palabras incoherentes antes de parpadear con pereza. Mientras se estira y mira alrededor, sorprendido de no estar en una cama sino en el piso de madera, Luhan lo observa. Hasta que Sehun levanta la vista. Aparentemente, no se había esperado que él estuviera despierto también, porque sus ojos se ensanchan. Durante uno o dos minutos, permanecen callados. Luego el más joven sonríe.
-¿Pudiste dormir? -pregunta en voz baja. Luhan asiente, ovillándose bajo la tibia manta.
-Estás en el suelo -susurra, incluso siendo bastante obvio. Sehun suelta una risita.
-Sí.
-¿Puedes volverte a subir, por favor? -pregunta Luhan con timidez. Sehun ríe y se sube al colchón, antes de deslizarse nuevamente bajo la manta. Luhan baja la mirada pero se sonroja cuando Sehun lo abraza. Entierra su nariz en su camiseta, inhalando la suave esencia del chico. Quiere embotellarla para tenerla por siempre. Torpemente enreda su pierna derecha en la cintura de Sehun, y cierra sus ojos.
Sin embargo, la puerta de la habitación se abre de pronto en ese momento, y Sehyun ingresa con despreocupación. Cuando va hacia la ventana bajo las conmocionadas miradas de Sehun y Luhan y abre las cortinas, bosteza con pereza.
-Hora de que se levanten, pequeños… agh -dice, contemplándolos por un milisegundo-. Asco, asco, asco, espero que no estén desnudos bajo la manta porque mamá se enfadará tanto, oh Dios estarán en problemas, bueno adiós.
Y se va. Cuando Luhan levanta la vista hacia Sehun, se pregunta quién de los dos tendrá las mejillas más rojas.
-Lo siento mucho -murmura el más joven, luciendo increíblemente avergonzado de su propio hermano. Luhan se queda callado por un minuto y luego habla.
-Está bien. De todos modos tiene razón, no deberíamos dormir en la misma cama -murmura.
-No, no la tiene -replica Sehun, abrazándolo de pronto. El corazón de Luhan da un vuelco-. No estamos haciendo nada malo, ¿o sí? -Parece tener algo de pánico. -Ni siquiera estamos desnudos. Y… ¿y qué si lo estuviéramos? No estamos teniendo sexo, ¿no? ¡No estamos teniéndolo! Si lo estuviéramos, yo… yo… no lo estamos, y de todos modos tengo diecisiete… oh por Dios, esto no está bien; no… no estamos teniendo sexo, ¿no?
-No lo sé, tú dime. ¿Lo estamos? -susurra Luhan contra su pecho.
-No. No lo… estamos. -dice Sehun con voz baja tras un minuto.
-Está bien entonces -responde Luhan, cerrando los ojos-. ¿No?
-Sí. Está bien.
Se levantan toda una hora más tarde para desayunar. No hablan mucho mientras comen, pero la señora Oh llena el silencio con un montón de ofertas y propuestas y planes y cosas que podrían hacer durante los próximos días. Luhan sonríe con cortesía.
En realidad, tiene tanto miedo de molestar a alguien que no se atreve a pedir café en vez de té, que no se atreve a decir que odia los cereales (se come todo el tazón porque a Sehun parecen gustarle), que no se atreve a beber más de un vaso de jugo de manzana, a poner mermelada de frambuesa en su tostada o a comer con la lentitud que siempre come. Todos están felices. Y aparentemente, Sehyun no le dijo nada a su madre. Todo está en calma ese día.
Sehun y Luhan pasan la tarde en el parque Namsan y beben té de burbujas. Es la primera vez que lo prueba. Lo primero que piensa es que es demasiado dulce. Pero de a poco se acostumbra, y descubre que el sabor del taro está bueno. Sin embargo, las perlas son raras, y tras tragarse cuatro, se da cuenta que lo hacen querer vomitar. Deja la mitad en el vaso y se pregunta si la próxima vez podrá pedir un té sin perlas.
Sehun le enseña algunas bellas zonas de Seúl, y regresan felices a casa. La señora Oh ya está cocinando la cena. Resuena dubstep por el lugar, proviniendo de la habitación de Sehyun.
-¡Bájalo! -grita Sehun.
-¡Muérete! -replica su hermano mayor. Luhan sonríe. Aquella noche, otra vez, Luhan quiere dormir con Sehun. Pero en esa ocasión duerme él en la cama del chico. Es un poco más amplia. Y desde entonces, lo hacen cada noche. Por supuesto que fingen cuando la señora Oh les da las buenas noches, y se acuestan en camas diferentes. Pero tan pronto como ella cierra la puerta, Luhan se baja de su colchón y se une a Sehun bajo las sábanas.
Es lo que lo hace la persona más feliz del mundo. Se duerme en brazos de Sehun y puede sentir su pecho subiendo y bajando lentamente con su respiración. Oye sus latidos. Siente la calidez.
A Luhan le gusta Seúl. Le encanta. Tal vez no lo ame tanto como a Beijing, pero igual. Es una gran ciudad. Honestamente, había creído que lo único interesante que habría durante las vacaciones sería Sehun, pero a pesar de que normalmente prefiere quedarse en casa en vez de ir a visitar lugares, está un poco triste de abandonar Corea. Sin embargo, está mil veces más triste por abandonar a Sehun.
Para poder pasar un poco más de tiempo Sehun y él antes de tener que separarse, Luhan se despide de la señora Oh y de Sehyun primero, les agradece por milésima vez, y luego Sehun y él caminan dentro del aeropuerto, uno al lado del otro, en silencio. Antes de que Luhan se dirija a las puertas de embarque, se detienen. Extrañamente, se siente un poco menos triste que la última vez. Tal vez porque se está acostumbrando. O tal vez porque es él quien se está yendo, y no Sehun. Es diferente.
Pero unas lágrimas perladas ruedan por sus mejillas cuando Sehun le dice «nos vemos pronto». No se verán pronto. No podrán continuar pasando dos semanas en el país del otro durante el resto de las vacaciones; es imposible. Por supuesto que les gustaría. Pero viajar en avión es horriblemente caro, y además la señora Oh y Sehyun no aceptarían. Así que eso es lo más espantoso: no han planeado todavía cuándo se volverán a ver.
Sehun extiende un brazo hacia el rostro de Luhan y le acaricia el cabello, luego su mejilla, su cuello y su hombro. Intercambian un beso, y Luhan desea que fuera un poquito menos incómodo porque la otra mano de Sehun está dudando entre posarse sobre su espalda o más abajo, y está definitivamente demasiado abajo como para ser simplemente un abrazo más, pero Luhan percibe aquella ligera torpeza del chico de cabello oscuro cuando sus dedos tiemblan un poco al sujetarse al cuello de su camiseta. Se siente más como el toque de un niño, como si Sehun fuera sólo un pequeño chico tocando a su madre por todas partes sin modestia, sólo con inocente curiosidad.
Luhan se deja llevar. Estrecha el abrazo que le da a Sehun y entierra su rostro en el recodo de su cuello. Inhala. Sehun presiona sus cuerpos juntos con algo más de fuerza, y el mayor piensa por un segundo que debería apartarse porque, cuanto más cerca estén y cuanto más tiempo se abracen, más difícil será la separación.
Con amarga resignación, besa a Sehun torpemente una última vez y luego lo empuja con coraje. Pero los brazos de Sehun están sujetos a su cintura, manteniendo sus mitades inferiores pegadas. Luhan empuja un poco más fuerte, pero débilmente, y baja la vista hacia el suelo.
Éste está sucio. Miles de personas seguramente han caminado por allí incontables veces desde que el aeropuerto fue construido. También dijeron adiós, u hola. Sonrieron, lloraron, posiblemente. Tal vez también besaron. Pero algo es seguro: debió haber otras dos personas cuya separación haya sido más dolorosa que la de Sehun y él. Tal vez jamás se iban a volver a ver. Así que Luhan deja de revolcarse en su tristeza y su miseria. Empuja a Sehun con un poco más de convicción, incluso cuando lo único que quiere es escapar del aeropuerto y quedarse en Seúl por siempre. Con él.
Sehun lo abraza con más fuerza en respuesta. Un susurro escapa de los labios de Luhan:
-Déjame ir. -Lucha un poco, llorando en silencio. Intenta retroceder, pero Sehun se lo impide. Luhan comienza a sentir miedo. Intenta separarse de Sehun, pero los brazos del muchacho son demasiado fuertes. -¡Déjame ir!
-No -dice Sehun. Luhan entra en pánico y lo empuja con fuerza. Sehun se aferra a él por un largo rato, pero cuando el rubio se lleva una mano a la boca para acallar un sollozo consternado, porque literalmente están comenzando a luchar cuando ambos quieren lo mismo, comprende y lo suelta. Sin embargo, sus dedos rozan la mano de Luhan con delicada tristeza antes de, finalmente, romper todo contacto físico. -Te dejo ir -dice Sehun con evidente amargura. Luhan siente su corazón romperse.
-No es que me quiera ir… Sehun…
-Después de todo, no puedo retenerte más tiempo, ¿no? Puedes irte ya -responde Sehun mirando al suelo. Tal vez está pensando lo mismo que Luhan pensaba hacía un minuto-. Anda, perderás tu vuelo -añade, molesto. Luhan permanece callado; la tristeza lo dejó sin palabras. Sehun jamás se había enojado con él antes-. ¡Anda! -Casi grita el más joven-. ¡Ve!
Luhan avanza y le toma el rostro para unir sus labios en un profundo y apasionado beso, con las saladas lágrimas cayendo desde su cara hacia la de Sehun. Su mano derecha abandona la mejilla del muchacho, y le aprieta el hombro con fuerza. Sehun no se mueve un ápice. En silencio, Luhan se separa un centímetro, jadeando, por un momento. Sujeta la camiseta de Sehun con tanta fuerza que está seguro de que la va a deformar.
Luego lo suelta y corre tan rápidamente como puede.
Luhan pasa todo el viaje maldiciéndose y tratando de no llorar frente a las otras personas, y cuando regresa a su casa a las nueve de la noche, se tira en la cama. La ha extrañado. También su gorda almohada y su colchón, que huele como él, como su aroma propio. Estira un brazo y tantea buscando su mochila. Cuando finalmente la encuentra, abre el pequeño bolsillo lateral y toma su pequeño retazo de tela. Lo hociquea con alivio infantil y cierra los ojos. Está cansado. Sin siquiera notarlo, se duerme en silencio.
Se despierta recién cuatro horas más tarde, en medio de la noche. Se sienta derecho y mira alrededor. Todo está a oscuras. Luhan se pasa una mano por el cabello, y luego se toca la frente. Está muy caliente y transpirada. Suspirando, el rubio se pone de pie y camina hacia el baño. Con demasiada pereza como para encender las luces, posa su mano en la pared para encontrar el camino. Abre el agua helada, tan helada como cuando se siente con mucho calor en verano. Sin embargo, un minuto más tarde comienza a tiritar, así que la calienta y se queda de pie con la cabeza en el muro, y luego se sienta en el cubículo embaldosado. Cierra los ojos.
Todo da vueltas. Le duele la cabeza. Comienza a dormirse bajo el agua, con los brazos rodeando sus rodillas. No le envió un mensaje a Sehun para hacerle saber que llegó. Pero Sehun… estaba enojado con él. Luhan no puede creer que pelearan antes de separarse. «¡Anda! ¡Ve!» Cálidas lágrimas se mezclan con el agua caliente. Luhan se queda en la ducha hasta que su piel comienza a arrugarse y, luego de eso, se duerme pesadamente en su cama hasta la próxima tarde.
Pasa su ritual de diecisiete segundos notando la horrible migraña que lo despierta. Afortunadamente, el Doliprane está al alcance de su mano. Luhan se levanta y se sienta cinco segundos más tarde frente a la computadora. Sehun no está online. Luhan está decepcionado. Pero cerca de una hora más tarde, recibe un mensaje.
Puedo llamarte?
Luhan le responde con un conciso sí, e instantáneamente, bip bip. Acepta la llamada y sonríe cuando Sehun aparece en pantalla.
-Hola… -dice el más joven con voz baja, sonando triste. Luhan asiente en silencio-. Escucha, lo siento mucho… -continúa, y Luhan jura que hay lágrimas en sus ojos-. No pretendía gritarte así. No quise asustarte… No tengo idea de qué pasó, sólo… entré en pánico cuando me empujaste, y… lo siento, Luhan… -finaliza con tristeza.
Luhan le enseña una pequeña sonrisa.
-Sí, estaba asustado. Pero no quería irme. Te empujé porque, si me quedaba más tiempo, jamás me habría ido -susurra-. Me alegra que no estés enojado conmigo, sin embargo.
-Jamás lo estuve -responde Sehun. Luhan ríe con amargura-. De acuerdo… tal vez perdí un poco el control -concede. Sonríen por un minuto-. Luhan, creo que estás enfermo -dice el muchacho de cabello oscuro de pronto, con demasiada suavidad como para que sea un chiste.
-¿Qu-qué? -pregunta él.
-D-de verdad creo que estás enfermo -repite, sonando preocupado-. Deberías verte al espejo…
Ligeramente herido por eso, Luhan se pone de pie, dando un respingo cuando su fuerte migraña se vuelve más dolorosa. Camina hacia el espejo lentamente y se detiene. Y comprende de qué hablaba Sehun. Su cara está completamente pálida, excepto por sus mejillas, que están teñidas de un vívido rojo. Sus ojos están inyectados de sangre, más o menos del mismo color, y tiene unas ojeras tan negras que sus rojos globos parecieran estar hundidos en dos agujeros negros.
Luhan parpadea. Su frente está perlada de sudor. De hecho, sólo ver su reflejo le hace sentir náuseas. Luhan se lava las manos con agua helada y vuelve a la PC. Se sienta y estira un brazo hacia la webcam.
-¿Qué haces? -pregunta Sehun justo a tiempo.
-La apago, luzco horrible -dice Luhan sombríamente, o al menos intenta que así suene. Sólo sale como un débil quejido.
-Luhan, no luces horrible… luces enfermo, eso es todo. Aún te ves hermoso para mí, ¿sabes? -añade con una pequeña sonrisa. Luhan ríe, pero suena ronco-. Probablemente sea por la ventilación del avión -dice.
-Sí, tienes razón.
-Debes dormir un rato, Luhan.
-Pero quiero hablar contigo… -gruñe éste.
-Hey. -Sehun sonríe. -Pareces un zombi.
-¿¡Cómo te atreves!? -exclama Luhan. Sehun estalla en risas, y juraría que su migraña disminuyó su fuerza-. Estoy bien -miente.
-Luhan.
-… sí, sí, me voy a la cama. -Suspira. -Bueno, adi…
-Luhan.
Luhan pone sus cansados ojos en blanco lentamente, hacia la imagen de Sehun en la pantalla.
-¿Qué…?
-Te amo. Mucho.
Luhan deja de moverse y respira lentamente por un par de minutos. Sehun le sonríe con cariño. Suspirando con calma, se frota un lado de la cabeza con sus dedos índice y medio antes de devolverle la sonrisa.
-También te amo, Sehun -dice con tanta delicadeza como puede. Sehun parece feliz.
Luhan apaga la webcam.
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