Bulma era valiente. Siempre lo había sido, de un modo rayano en la imprudencia.
Lejos de retroceder aterrorizada ante la vista de Vegeta irradiando cólera y poder, avanzó unos pasos hacia él, hasta quedar parada en el borde mismo del edificio, donde la parte de la estructura arrancada durante la batalla había dejado al descubierto cables
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