Título: Un par de minutos más (Parte I).
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Claim: Lambo (adolescente y adulto), Fran, I-Pin, Sawada Tsunayoshi y Gokudera Hayato ...Si me pongo a decir todas las que hinteé, no termino más (?).
Advertencias: Ubicado 20 años en el futuro en algunas escenas, y TYL en otras. Parte de la serie de viñetas
Aquellos que sobrevivieron. Increíblemente, sin angst. OoC y sosedad sí, tho.
Notas: |D Esta es la idea que iba a escribir, Lug. Me salió con más hints de los que esperaba :'D. *¿Huye?*.
Oh. Oh. ¿A qué entidad divina o demoníaca había insultado sin darse cuenta para tener tanta mala suerte? ¿O tal vez había pasado demasiado tiempo con Tsuna? Debía haber una explicación para que su vida fuera tan desastrosa.
Cerró los ojos y como pudo se pasó una mano por el cabello en un gesto de frustración. No que eso fuera a cambiar demasiado, en realidad. Estaba en una habitación completamente a oscuras y no lograba distinguir ni siquiera una simple sombra. Sólo sabía que estaba en una cama, cubierto por una fina sábana…
…Y que no estaba solo allí.
Tragó saliva, sintiendo como se le formaba un nudo en el estómago. Eso era por lo que maldecía su suerte en primer lugar. Casi nunca, desde su adolescencia, había usado la bazooka de noche (y motivos no le faltaban), pero definitivamente no había imaginado que se encontraría siendo abrazado por la cintura por… alguien apenas la segunda vez que usaba el arma a esas horas.
¿Y quién demonios podía ser? No lograba ver absolutamente nada, y fuera quien fuese, no se había despertado ni siquiera por el sonido de la bazooka, lo cual era sencillamente anormal. ¿Quién podía tener un sueño tan profundo?
Estaba comenzando a considerar la idea de sacudir un poco a quien fuera su, ehem, “acompañante” para despertarle, cuando un fuerte estruendo detuvo todos sus pensamientos. Inconcientemente se abrazó más a la persona que estaba con él en la cama, soltando un nada masculino “eeek” ante el sonido.
Tarde se dio cuenta de que había sido la puerta de la habitación, siendo abierta de par en par con un fuerte golpe.
-¡Chicos! ¡¿Están bien?! ¡Escuché una explosión! -exclamó una preocupada voz femenina desde la puerta, tanteando a manotazos la pared en busca del interruptor de la luz.
Algo en esa voz se le hizo familiar, aunque no estaba seguro de poder decir que la reconocía.
Algo en ese “hmmm” adormilado que escuchó junto a su oído también se le hizo familiar. Y tragó saliva, cruzando los dedos por que no fuera quien creía.
Esa persona debió reconocerle, porque lentamente le soltó del abrazo, un segundo antes de que la mujer en la puerta diera con el interruptor de la luz, y el cuarto fuera rápidamente iluminado.
-…Oh. L-Lambo… -atinó a decir la joven, mirándolo desde la entrada de la habitación, sorprendida.
Entre los rasgos de una hermosa mujer adulta, el Guardián del Trueno pudo reconocer a su amiga de la infancia.
-¿I-Pin?
Escuchó un suspiro a su lado, pero aún así se negó completamente a mirar a la otra persona. No quería confirmar sus sospechas, no quería, no quería…
-¿No te dije que era insoportable?
Lambo tragó saliva y cerró los ojos. La voz y el tono monótono eran inconfundibles.
-Hm, sí, pero… No pensé que… -comenzó a decir I-Pin, nerviosamente.
-Ni siquiera se puede dormir ahora.
El más joven se decidió a abrir los ojos con eso y volverse lentamente para ver a la persona a su lado. No tardó ni dos segundos en reconocer el cabello de color verde, ni la mirada de aburrimiento que, específicamente en aquel tiempo, parecía ocultar muchas cosas. Pero era peor de lo que esperaba…
Porque esa persona no sólo estaba compartiendo cama con él. También estaba desnudo.
Oh. Oh. ¿Por qué no lo tragaba la tierra en aquel mismo instante?
-
-¡Tú! ¡¿Qué mierda haces desnudo?! -exclamó Gokudera, sin poder contener su temperamento ya. Esa vaca siempre lograba sacarle de sus casillas, aún cuando él ya había dejado de ser un adolescente impulsivo.
El hombre sentado en el suelo con expresión de sorpresa absoluta le miró extrañado…
…Para luego soltar una carcajada estruendosa.
¿Qué demonios?
-Parece que mi “yo” de este tiempo nunca falla en crear situaciones incómodas con la bazooka -dijo un Lambo de veintiséis años, pasándose una mano por el largo cabello oscuro, sin verse avergonzado por su estado.
-¡¿De qué te estás riendo, imbécil?!
-Gokudera-kun, p-por favor, baja esa dinamita… -pidió Tsuna desde la puerta, apenas reaccionando a lo que acababa de ver.
Lambo le sonrió agradecidamente. No estaba precisamente en condiciones de luchar.
El Décimo jefe de los Vongola no pudo evitar sonrojarse un poco, sintiéndose de nuevo como un niño de quince años (y sin notar que su Mano Derecha estaba en la misma situación). Estaban entre hombres y eso realmente no importaba, pero Lambo adulto era una como una persona completamente distinta y desconocida para él. Y ver “desconocidos” desnudos no era algo de lo que uno pudiera no avergonzarse.
Aunque supo que podría haber sido mucho peor.
-Uhm… -Tsuna, sin saber qué más hacer, se dirigió hacia el baño que había cerca, y le pasó una toalla a Lambo para que se cubriera-. Te traería ropa, pero…
No era como si el efecto de la bazooka fuera a durar mucho.
-No se preocupe, joven Vongola.
Tsuna sonrió. Definitivamente no iba a preguntar qué estaba haciendo Lambo para encontrarse en esa situación. (Aunque realmente, la respuesta no era nada más complicado que un “durmiendo”, a menos que quisiera saber qué estaba haciendo antes de eso).
-
El nudo en su estómago se intensificó luego de comprobar sus sospechas. Pero ninguno de los dos adultos junto a él parecía extrañado por aquella situación. Es decir, ni siquiera I-Pin. Eso no podía estar saliendo peor.
-N-no fue mi culpa esta vez -se defendió el menor, intentando no parecer perturbado por aquella escena.
-Nunca es tu culpa, ¿cierto? -respondió Fran, sentándose en la cama y suspirando.
Lo cual no ayudaba en nada, porque ahora las sábanas lo cubrían aún menos.
-Esta vez fue Ahodera -explicó Lambo, usando inconcientemente el apodo insultante, que ya casi había abandonado, por la pura irritación que sentía. Después de todo, era culpa de su “hermano mayor” que estuviera en una situación tan… tan…
Vergonzosa.
-Uno más estúpido que el otro -murmuró el hombre sin parecer sorprendido en lo más mínimo. Sonaba más irritado de lo que era normal en él, lo cual sorprendió un poco al joven Guardián. Sabía que era vago, pero no recordaba que se pusiera de tan malhumor cuando lo despertaban.
Aunque de nuevo, no era como si se fijase en esos detalles cuando tenía la oportunidad de estar con él. Claro que no. Justamente se dedicaba a ignorarlo.
-Uhm… -I-Pin no parecía estar muy segura de qué hacer. A pesar de que había aprendido a lidiar con la bazooka con el tiempo, nunca había estado en una situación similar.
Pero por suerte terminaría pronto. Sólo tendrían que esperar un rato más…
Sólo unos minutos…
Un poco más…
Un poco…
-¿No han pasado cinco minutos ya? -preguntó la mujer, mirando el reloj en la mesa de luz.
Oh, Dios. Era cierto.
Sintió la mirada penetrante del otro hombre, a quien estaba evitando ver precisamente.
-¿Cómo se disparó la bazooka, exactamente?
-
-¡¿La pateaste?! -exclamó Tsuna, comenzando a entrar en pánico.
-L-lo siento mucho, Décimo.
Lambo miró al suelo pensativamente.
-La bazooka es un instrumento muy sensible, ni siquiera en mi tiempo sé exactamente cómo puede reaccionar ante los daños.
Tsuna se dejó caer sobre el amplio sillón que había detrás suyo, llevándose una mano a la cabeza.
-No puede dejar a una persona atrapada para siempre en otro tiempo, ¿cierto? -preguntó, pensando en lo peor.
Gokudera frunció el ceño en lo que meditaba las palabras de su jefe. Había estado estudiando la bazooka durante algunos años, cuando el Lambo de su tiempo al fin había accedido (bajo amenazas) a prestársela. Aunque era un instrumento muy complejo incluso para él, había desentrañado algunos misterios sobre ella.
-No lo creo, Décimo.
-Se necesita de otro tipo de tecnología para retener a una persona fuera de su tiempo -añadió Lambo, utilizando un tono (casi como el de un maestro) que ninguno de los otros dos habría esperado oír en él-. Tarde o temprano volveré a mi época. Tal vez sólo tome un par de minutos más.
El hombre les dedicó una sonrisa tranquilizadora.
Pero desgraciadamente, no fueron sólo unos minutos más lo que se prolongó el efecto de la bazooka.