Título: Con una condición.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Claim: Lambo/Fran.
Para:
ligabiss.
Advertencias: TYL. Post-Future Arc con spoilers.
Notas: LO ODIO CON TODA MI ALMA ;________________;. SOB. Sry, Lug. T-tiene cierta conexión con el primer fic de Aquellos que sobrevivieron, pero es una conexión dork y tonta que sólo existe en mi cabeza (porque no la expliqué mucho para no deprimir a Lug |'D). Otro día hago otro fic de eso :'D.
Supo inmediatamente quién estaba de “visita” cuando encontró la pila de DVDs acomodados limpiamente sobre la cómoda de su cuarto. No necesitaba verlos para saber qué tipo de cosas contenían, pero aún así revisó los títulos.
“La máquina del tiempo”, “Volver al futuro”, “El efecto mariposa”, “Minutemen”, “La dimensión desconocida: La película”, “El planeta de los simios”, “Déjà Vu”, entre otras, y algunas series como “Doctor Who” y “Primeval”. Al lado del montón de DVDs había una pequeña pila de libros y comics también, algunos con títulos que reconocía de haber escuchado a cierto Guardián friki mencionarlos antes.
Admitía no haber visto ni la mitad de esas cosas (se negaba rotundamente a hacer caso a las recomendaciones de ciertas personas que lo rodeaban, tanto por orgullo como porque “no quería terminar como un nerd frustrado cuando mejor podía salir de fiesta”), pero se hacía una buena idea de lo que todas tenían en común: involucraban viajes en el tiempo en sus historias.
Sólo había una persona que se molestaría en hacer algo así. Soltó un suspiro, como pudo tomó el montón de “regalos” entre sus manos y salió de su habitación, encaminándose hacia el área donde estaban los cuartos para los invitados.
Golpeó la puerta con la punta de su pie, dado que tenía las manos ocupadas, aunque casi tropieza con esa acción. La persona dentro de la habitación se tomó su tiempo en abrir la puerta, pero finalmente lo hizo.
Desde luego, era Fran. Nadie más sería capaz de decirle “culturízate” y “deja de usar esa estúpida bazooka” de la manera en que él lo hacía cada vez que estaba en la Mansión. Sólo rogaba que esta vez la pila de “obsequios” no fueran material de la biblioteca personal de Gokudera. Había tenido suficiente con una vez de soportar la paliza luego de eso.
-Vaca. -Fue todo el saludo que le dedicó el ilusionista, sin verse sorprendido en lo más mínimo por la escena, posiblemente porque la estaba esperando. Tampoco se molestó en ayudar a Lambo a cargar con todas las cosas que le había dejado.
El joven Guardián frunció un poco el entrecejo al verlo. A diferencia de las raras visitas del último año, en aquella ocasión Fran no llevaba el uniforme de los Varia ni el ridículo sombrero que Belphegor le obligaba a usar.
En realidad, se dio cuenta, tendría que haber esperado eso.
-¿Finalmente te reemplazaron, rana?
-No. El Jefe dijo que iba a tener a quien quisiera en su equipo, y mi Maestro sólo se rió por eso.
Lo peor del caso, era que Lambo podía imaginar la escena a la perfección, aunque le diera algo de escalofríos. Mas no comentó nada, sólo arqueó las cejas preguntando silenciosamente por el atuendo del ilusionista.
-Están reconstruyendo el Cuartel y el Jefe está de malhumor porque no hacen las cosas como quiere. Así que el resto hicimos lo mejor para todos y huimos dejando al Capitán y al viejo pervertido encargarse de eso -explicó el joven con su típico tono de desinterés-. Técnicamente estamos de vacaciones.
Qué familia tan llena de amor.
Lambo negó con la cabeza. Lo que hiciera ese grupo de locos no era su asunto.
-Puedes quedarte con esto -dijo sencillamente, extendiendo la pila de DVDs, libros y comics.
Casi pone los ojos en blanco al ver uno de los típicos pucheros fingidos reflejarse en el rostro de Fran.
-Pero es un regalo.
-…Son de Gokudera, ¿cierto? -Aunque intentó que su voz tuviera cierto reproche, había más miedo y resignación en el tono que cualquier otra cosa.
-Claro que no -respondió Fran, fingiendo indignación-. ¿No sabes que colocó un sistema de seguridad especial a su biblioteca ahora?
Lo que en otras palabras significaba que no, no eran del Guardián de la Tormenta, pero sólo porque el ilusionista no había podido meterse a “tomar cosas prestadas” de la biblioteca.
(Desde luego, Fran no iba a decirle que podía haber entrado igual si hubiese querido).
-No voy a ver esto, rana. Ya te lo dije antes.
-Deberías, hay algunos clásicos entre esas.
Paciencia, alguien debería darle un poco de paciencia.
-Ya les he dicho que no caeré en su mundo friki.
Y tampoco dejaría de disparar la bazooka, aunque eso no fuese una cuestión de orgullo. Si fuera por él, dejaría los viajes en el tiempo para siempre, pero usar aquel aparato era más una especie de instinto que se desataba cada vez que la situación se ponía muy fea, más que una decisión propia.
Aún así, no comprendía por qué Fran, en aquellos últimos tiempos, se empeñaba tanto en hacer que dejara de usar la bazooka. Nunca se lo había preguntado, pero sabía que no valía la pena molestarse, el joven no le respondería (o al menos no con la verdad).
Lo conocía bien. Por eso esperaba que luego de aquella réplica, Fran se rindiera y sencillamente se dedicara el resto de la tarde a molestarlo (como era su costumbre). Mas el ilusionista simplemente se llevó una mano al mentón en gesto pensativo y guardó silencio durante un minuto.
-Pero hay muchas chicas a las que le gustan esas cosas, ¿sabes? -dijo finalmente, con un brillo peculiar en los ojos.
Lambo parpadeó. Aunque le costara mucho admitirlo, ese era un buen argumento. Y uno que sólo podía funcionar en alguien como él. Lo sabía.
Meditó su respuesta un instante, hasta que finalmente una idea (que la parte sensata de su cabeza decía que era completamente estúpida y peligrosa, pero que, sin saber por qué, le agradaba después de todo) llegó a su mente.
-Yare, yare. De acuerdo -contestó, evitando deliberadamente decir “tienes razón”-. Sólo si las ves conmigo.
Incluso si Fran se negaba (lo cual muy probablemente haría), la leve expresión de sorpresa en su rostro (casi imperceptible, no como cuando fingía estar sorprendido) y el “¿Eh?” que había soltado hacía valer la pena el haber preguntado.
-¿Te dan miedo este tipo de cosas también? -interrogó finalmente el ilusionista, medio perplejo, medio molestándolo.
Sabía que había sido una pésima idea preguntar. ¿Para qué se había molestado? No, de hecho, ¿de dónde había salido una idea tan estúpida?
Lambo volvió a extender la pila de DVDs para que el otro joven la tomara.
-Puedes quedártelo, entonces.
Fran entrecerró los ojos un poco, meditando alguna idea en su cabeza, pero el Guardián del Trueno no quería oírlo.
Sin embargo, el muchacho volvió a sorprenderlo esa tarde.
-Hmmm. De acuerdo, veré las películas contigo. -Se encogió de hombros, e igualmente tomó el montón de cosas que Lambo cargaba en sus manos-. Yo sí sé apreciar los clásicos.
Volvió a entrar en su habitación cargando la pila de películas, libros y comics, dejando la puerta abierta para que Lambo le siguiera.
El joven Guardián no pudo evitar sonreír un poco antes de adentrarse en el cuarto, sin comprender del todo por qué estaba tan feliz.