Me había olvidado de que existía el mundo (muy propio de mi), cosa fácil de justificar con un olímpico "giro copernicano" de los hechos: es el mundo el q se ha olvidado de mi, ¡oh, pobre de mi!, me decía yo.
Parece ser, aún así, que la sensibilidad por el detallismo no se pierde, almenos en mi caso. La pasión por las pequeñas grandes ofertas que dá
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