Es la roca viva de una montaña más antigua que la Grecia clássica, el símbolo por excelencia en la capitanía de una época dorada, la Magna Grécia, tan magna y tan dorada que aún hoy la recuerdo, y la admiro, y la respeto. 2.800 años de roca pelada y formalizada, con el fin de ofrecer a la ciudadanía que hoy vive salvaguardada bajo la mirada de Santa Lucía, patrona de Siracusa, 2.800 años de espectáculo. Teatro y naturaleza, tragedia y humanidad [¿¿¿que te sugiere el emparejamiento de estos sustantivos???].
Y al salir de la pizzeria, por la mañana, con mi tia, mi madre y el novio de mi tia, hay un joven que me mira, y parece tener la cámara del móvil preparada para hacerme una foto en cuanto le parezca oportuno. ¡Y UNA LECHE! que me lo pida amablemente y yo accederé amablemente [amables sabemos ser
tod@s]. Por si acaso, me muevo mucho, no vaya a ser que verdaderamente le dé la oportunidad de ejercer de paparazzi y no cobrar mis derechos de imagen..................... Con un bellísimo y amable italiano, el chaval me pide permiso para hacerme una foto al tatuaje. Mi madre, risueña que es ella, se rompe en mil pedazos en una carcajada enormemente abierta, y mi tia, que no pierde ocasión, interpreta la situación de un modo tan cómico que le pide permiso al chaval para hacerle una foto mientras él me hace la foto a mi con su móvil.
A saber cuanta gente habrá pisado la roca, que no ha cambiado de lugar, sólo de forma. Roca original de la montaña, la montaña que picaron y picaron los presos que resultaron de la victoria griega sobre cartagineses. Trabajaron tanto y tan duro para construir algo que hoy piso con cierta inseguridad. Antes de pisar esa maravilla, patrimonio histórico de la humanidad, necesito un momento para pensar en lo que estoy haciendo, imaginar esas gentes que hace tropocientos años iban a disfrutar de una noche de Tragedia Griega al aire libre, libre, libre.... Y me siento en la roca viva, y la panorámica es una maravilla, casi tanto como lo que estoy pisando, imagina cómo era antes de nuestra civilización... sin carreteras, sin chimeneas, sin humo, sin contaminación acústica... ¡oh, Magna Grecia! Acaricio la roca pura con forma de colonicación civilizada como suelo acariciar las paredes de los lugares que más me gustan [¡quítenme la vista si quieren, como a Santa Lucía, pero el tacto ni me lo toquen!].
Cinco minutos sólo són los que necesito para reflexionar, 2.800 años són los que necesito para hacerme reflexionar.