Título: Sweet Dreams (are made of this)
AU:
Vampire: the Masquerade!AUFandom: EXO
Pairing: Chanyeol/Baekhyun
Rating: NC-17
Palabras: 7.264
Summary: La historia de un sueño que empezó con sangre y terminó con fuego. El cuento de un niño humano y un vampiro; de cómo todos, en el fondo, deseamos algo, y es ese mismo deseo el que puede conducirnos a nuestra propia perdición: Trasfondo de Chanyeol (humano) y Baekhyun (vampiro).
Notas: AU basado en Vampire: the Masquerade. Puede haber errores porque hace años que no juego.
Advertencias: Sangre, heridas, vampiros, etc. Gente muerta que no son los protagonistas.
Comentarios: Llevo retraso con responder los comentarios de todos los fics OMG. Juro que mañana lo hago /llora
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-No tengo tu libro.
La frase salió con suavidad de entre sus labios, con la aparente calma del que cree tener la situación bajo control, a pesar de que Baekhyun no estaba muy seguro de tenerlas todas consigo. Era siempre así: no podía negarse que él - al igual que Luhan y que toda su línea de sangre antes que él - estaba más que habituado a las fluctuaciones de poder del Elíseo, que se sentía cómodo manipulando y tratando de no ser manipulado, y que era bueno en ello, pero aquello era un juego muy distinto.
Jongdae había jurado, como todos los demás, pleitesía al Príncipe al instalarse en la ciudad pero era sabido que estaba, en cierto sentido, fuera de la ley. Era viejo, listo y los rumores decían que nunca se quedaba en el mismo sitio mucho tiempo pero, por algún motivo, había acabado haciendo de los suburbios de la ciudad su hogar, pasando a controlar por completo los sectores con los que el Príncipe no había querido tener nada que ver - el vicio, la prostitución, el contrabando, el opio. Decían que tenía trato directo con vampiros directamente opuestos al régimen, y pactos con seres tan degenerados como los llamados Seguidores de Set, pero nadie, nadie, sabía lo que quería en realidad, salvo que disfrutaba traficando con todo lo que pudiera traficar, incluyendo los secretos más profundos de la mitad de los Vástagos de la ciudad.
Ah, sí. Especialmente secretos.
Era sencillo, en cierto sentido, manipular al resto del mundo, porque Baekhyun podía llegar a saber lo que querían. Pero Jongdae no parecía necesitar nada, salvo control, caos e información, y era aquello lo que a él (por mucho que no quisiera admitirlo) le daba casi escalofríos.
-¿No has conseguido robarlo? Vaya, Baekhyun, me decepcionas.
Jongdae había establecido su centro de operaciones en un viejo teatro medio derruido, y el efecto era inquietante. Siempre que acudía a verlo, los sirvientes del otro Vástago lo guiaban hasta las primeras filas de butacas medio arrancadas, y se retiraban hasta fusionarse con las sombras mientras Jongdae aparecía sobre el escenario. Aquel día era igual, y mientras Baekhyun estaba ahí parado, pequeño e impecablemente vestido entre astillas de madera, montañas polvo y mugre, Jongdae lo observaba desde arriba con petulancia, sentado con las piernas colgando sobre el escenario. La luz de la luna se colaba entre los restos del tejado, dándole a su rostro un brillo sobrenatural.
-Me descubrieron -protestó-. Tenían fuego. Y agua bendita.
-¿Y te derrotaron con eso? ¿Con agua?
-Es agua que quema, Jongdae.
-Porque tú lo crees así. La realidad puede manipularse. Ser lo que tú quieras que sea. No quemaría si tú no quisieras que quemase.
Baekhyun no estaba seguro de aquello - habían utilizado aquel agua contra él más de una vez, y había dolido demasiado, tanto como si le estuvieran arrancando la piel a tiras - pero decidió no discutir. Había ido hasta allí para algo además de para informar, y no pensaba quedarse sin ello, ni mucho menos perder su tiempo cuando tenía un Elíseo al que acudir.
-He dicho que no he podido robar tu libro -repitió, forzando a su cuerpo a relajarse, a sus labios a sonreír-. Pero puedo, a cambio de la información que acordamos, conseguir el contenido para ti. Entero. Sin que la Sociedad de Leopoldo note que falta nada.
-No es divertido si no notan que falta -replicó Jongdae, fingiendo un bostezo que era más un gesto de burla que otra cosa-. ¿No van a llorar por mí, esos inquisidores? ¿No van a preguntarse quién les robó su precioso libro?
-El ladrón habría sido yo y no tú, en cualquier caso. Eso no debería importarte.
-Cierto -Jongdae se dio impulso con las manos y se dejó caer desde el escenario, aterrizando de pie y sacudiéndose el polvo de su chaqueta roja. Cada uno de sus movimientos resultaba extremadamente fluido, hasta el punto de parecer irreal y, por un momento, Baekhyun se sintió como un gatito sacándole las uñas a una pantera. Había dos posibilidades: que Jongdae necesitara el libro en sí o que únicamente quisiera la información que contenía. En el primero de los casos, ya podía ir despidiéndose de cualquier información, en el segundo quizás aún quedase esperanza-. Pero me sorprendes, Baekhyun. ¿No puedes robar un libro pero puedes entregarme una copia? ¿Cómo puede ser eso?
-Es algo que puede ser -replicó éste, sintiendo algo muy parecido a la satisfacción recorrerle las venas. Si Jongdae preguntaba, era porque tenía curiosidad. Si tenía curiosidad, era porque estaban hablando de algo que quería-. Tómalo o déjalo, no voy a decirte más.
Jongdae se rió en un murmullo casi inaudible, y se acercó a él lentamente, con una sonrisa en los labios.
-Ah, puede que acepte el trato -declaró-. Pero quiero saber cómo puedes llegar tú a cumplirlo. Sabes que me gusta estar informado.
-Te daré mis fuentes a cambio de un precio.
Ante esto, Jongdae soltó una carcajada limpia, fuerte, que perforó el silencio en el teatro en ruinas como un balazo.
-Veo que nos conocemos bien -dijo al calmarse, todavía sonriendo, como si lo estuviese evaluando. Y era cierto, porque Jongdae tenía una cierta adicción por la información, por los secretos; siempre aceptaría darle algo a cambio de un detalle que le produjera curiosidad, si Baekhyun se negaba a informarle gratis-. La información que tengo sobre el Príncipe es demasiado valiosa como para entregarte aunque sea una parte minúscula por algo así, pero puede que tenga alguna otra cosa que pueda interesarte. ¿Hay trato?
-Habla.
-Los Ventrue ya han encontrado un nuevo Primogénito después de que el anterior sufriera, ya sabes, aquel trágico accidente -Baekhyun hizo una mueca, recordando el modo en el que el traje del pobre desgraciado había aparecido con muchas cenizas y sin ningún desgraciado dentro en un callejón oscuro. Le había hecho gracia enterarse cuando Luhan se lo había contado, aunque dudaba que los Ventrue se hubiesen reído mucho-. ¿Recuerdas a Lord Suho? Su clan lo ha escogido a él, probablemente porque fue Abrazado hace el tiempo suficiente como para aguantar vivo, pero es lo suficientemente inexperto como para no dar problemas a los Antiguos. Su nombramiento será la semana que viene.
-¿Por qué me interesa eso a mí?
-Tenéis en común que a ninguno de los dos os gusta demasiado el Príncipe -Jongdae ladeó la cabeza-. Utiliza los datos como quieras. Ahora quiero mi parte de la información.
Baekhyun chasqueó la lengua, tratando de buscar el modo más neutro de explicar todo lo que le había ocurrido la noche anterior, antes de llegar a su refugio y esconderse en el rincón más oscuro, todavía viendo aquellas malditas llamas si cerraba los ojos.
-Cuando me enviaste a traición a una muerte segura, hubo alguien que me ayudó a escapar, un humano. Estaba con los inquisidores, pero no era uno de ellos. Se ofreció a copiar para mí el libro, noche tras noche, a cambio de ciertas... condiciones.
-¿Qué es lo que quiere? ¿Acostarse contigo? -Jongdae, parado frente a él, alargó dos dedos para apartarle un mechón de pelo oscuro de la frente, pero el chico negó con la cabeza.
-Hablar.
Los dedos de Jongdae se detuvieron en secó sobre su frente.
-¿Hablar? ¿Sólo hablar? Estás perdiendo facultades, amigo mío.
Baekhyun se sintió tentado a replicar, pero sabía que aquella era otra manera más de Jongdae para provocarlo, para hacerle revelar por su cuenta información a la que tal vez él quisiera poner un precio, así que decidió guardar silencio. Definitivamente, había habido apreciación, en los ojos del chico humano, un cierto deseo que tal vez ni él mismo identificase cada vez que lo veía moverse, pero su interés por lo que le había pedido parecía, simplemente, superior a su interés por la perfección absoluta de su rostro, o la gracia felina de sus movimientos. Eso y que el humano parecía más sorprendido que otra cosa porque decía conocerlo, aunque eso sí que era algo que Jongdae no necesitaba saber.
-Prácticamente, me estaba pidiendo que rompa las Tradiciones por él -respondió en su lugar-. Quiere saber sobre la Estirpe, sobre nosotros. Parecía interesado.
-¿Y vas a satisfacer su curiosidad?
-Puede ser. Si de verdad te interesa la copia del libro. Nuestro querido Príncipe no puede enfadarse conmigo si no se entera, ¿no? Y el chico tampoco supone mayor problema, una vez haya dejado de ser útil.
Jongdae se apartó un paso de él, riéndose de nuevo ante la sonrisa que vio aparecer en sus labios.
-Puede que me interese -admitió-. Pero, ¿qué es lo que vas a hacer con él, una vez te haya dado lo que quieras?
-¿De verdad tienes que preguntar? -por primera vez desde que había llegado allí, Baekhyun se sintió más seguro de sí mismo que inquieto, a pesar de los guardias entre las sombras y el Antiguo burlón ante él, porque sabía a qué estaba jugando, y estaba seguro de poder ganar-. Era un chiquillo humano encantador; no puede tener mucho más de veinte años. Sería una pena tenerlo vivo por ahí, en casa de los inquisidores y sabiendo demasiado después de que yo le dé toda esa información, especialmente cuando puede pagarme por ella en sangre, ¿no crees?
Jongdae asintió con la cabeza.
-Pobre criatura -dijo, aunque fue más una broma que una acusación, y Baekhyun se rió.
-Te avisaré cuando el pacto esté cerrado.
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Chanyeol le había dado a Baekhyun una hora, un período de tiempo durante el cual estaría en la ciudad, esperándolo para cumplir su parte del trato.
“Estaré en la fuente del distrito este de la ciudad, a medianoche,” le había dicho, justo antes de que Baekhyun lo mirara con aire hastiado y echara a correr hacia su refugio. “A partir de mañana. No tardes, ¿de acuerdo? Está haciendo mucho frío estos días.”
Y debía de ser cierto aquello de que hacía frío, porque Baekhyun notaba el golpe seco del aire contra su propia piel helada, veía arrebujarse a los transeúntes bajo sus abrigos de paño y sus sombreros de fieltro. Aquel año, el invierno estaba pegando duro en la ciudad. Y aún más en el distrito este, el distrito cercano a la vieja estación. El distrito pobre.
En aquellos últimos años, el mundo estaba cambiando, tan deprisa que muchos de los Antiguos del Elíseo apenas podían seguirle el ritmo. Los carruajes habían sido sustituidos por vapor y trenes, los callejones antes oscuros estaban ahora iluminados con el brillo fantasmal de las lámparas de gas y las fábricas, con sus siluetas monstruosas y las enormes chimeneas que parecían escupir humo a todas horas, estaban por todas partes. Aquella era una nueva era: una época en la que el ganado ya no se asustaba con la mera mención del nombre de la Estirpe, ni en la que trataba de racionalizar su existencia como algo imposible, sino un momento en el tiempo en el que todo podía ser, en el que el ser humano no dudaría en volverse hacia ellos y atacarlos como a cualquier otro animal más si era necesario para seguir sobreviviendo.
A Baekhyun le gustaba aquello. Siempre le había gustado, el riesgo. Puede que no fuera el más anciano, ni el más fuerte, pero era más listo que muchos, y siempre le había gustado codearse con los poderosos, humanos o no, aunque sólo fuera para ver cómo lo admiraban después de haberlo escuchado cantar.
Los lugares como el distrito este, sin embargo, siempre lograban ponerlo nervioso.
Tal vez fueran las calles estrechas, o las casas mal construidas amontonándose entre la vieja estación de ferrocarril y las fábricas junto al río, pero aquello le recordaba a un suburbio parecido, muchos años atrás, en los que el chiquillo humano que había sido, bonito, hambriento y ambicioso, le había rogado a Luhan que lo convirtiera en alguien como él, a cualquier precio, que lo sacara de allí.
Baekhyun sabía moverse con naturalidad entre los más favorecidos, pero lo incomodaban el hambre y la pobreza porque le traían recuerdos que no podía acabar de olvidar.
Por eso, quizás, esperó hasta bien entrada la madrugada para acercarse a la fuente en la que Chanyeol lo había citado, preguntándose - a pesar de que sabía lo que necesitaba hacer - por qué, exactamente, estaba allí.
Era tarde, mucho después de medianoche, y Baekhyun desembocó en la plaza de la fuente de un modo tan sigiloso que nadie habría podido oírlo, permaneciendo oculto, observando el paisaje a su alrededor con los ojos entrecerrados. No había nevado aquella noche, pero el agua del pilón estaba casi congelada y todo a su alrededor estaba quieto y silencioso.
O lo habría estado, al menos, de no ser por la figura desgarbada envuelta en un viejo abrigo gris sentada en uno de los bancos adyacentes.
“Así que sigue aquí, ¿eh?” se dijo Baekhyun, consultando el reloj de cuerda que llevaba en el bolsillo del chaleco y sintiendo que una sonrisa burlona se le dibujaba en los labios. “Menudo idiota.”
El pobre imbécil debía de llevar allí desde medianoche, y estaba lo suficientemente cansado como para haberse quedado dormido, con las manos enrojecidas, sin guantes, sobre el regazo y la cabeza echada hacia delante. A aquella hora de la noche, era la única fuente de calor en un mundo frío, y Baekhyun volvió a pensar en lo fácil que sería, acercarse a él, inclinarse sobre su pulso y matarlo. Despacio, sin que pudiera hacer nada, sintiéndolo tratar de rogarle y, al final, perder la consciencia en sus brazos.
Algo en su interior quiso hacerlo, librarse de lo que le esperaba y decirle a Jongdae que robase él mismo aquel libro si es que tanto lo quería, pero otro pensamiento lo contuvo.
Podía tenerlo todo, como le había dicho a Jongdae - y se lo repitió, mientras abandonaba las sombras y se acercaba un par de pasos al chico con cuidado - el libro, la información sobre el Príncipe, la sangre. Si tan sólo aguardaba el tiempo suficiente.
-¿Te duermes en la calle esperando a un vampiro? -susurró, cuando estuvo cerca de él-. ¿De verdad?
La única respuesta que el chico recibió fue un ronquido, y a Baekhyun se le escapó una risita, pensando en lo absurdo de aquello, en lo confiada que era aquella persona, en lo ilógico de toda la situación. Luhan siempre lo decía, y él estaba de acuerdo: que las mejores personas, las más cándidas, eran las más divertidas de tratar, las más satisfactorias de corromper. Y Baekhyun se preguntaba si podría ser corrompido, aquel chico, si habría algo que pudiera hacerlo dejar de confiar así, de sonreír en sueños como si estuviera esperando a su prometida cuando lo que tenía delante era a alguien que estaba peleándose con el impulso de matarlo.
-¿Durante cuánto tiempo -susurró-, me esperarías? ¿Durante cuántas noches, hasta odiarme?
La pregunta quedó en el aire durante un momento, hasta que el viento se llevó las palabras y Baekhyun sonrió.
-Vamos a jugar a un juego -murmuró, acercándose a él y rozándole la piel de la mejilla con los labios-. ¿Cuánto tardarás en cansarte de estar aquí, criatura? ¿Cuándo tardarás en creer que no voy a venir por ti?
Por segunda ocasión, no recibió respuesta y, tras consultar otra vez su reloj y lanzarle un último vistazo al chico dormido, Baekhyun dio media vuelta y se marchó de allí, con las manos en los bolsillos y el abrigo oscuro revoloteando detrás de él.
Aquella noche, se alimentó en un callejón, del cuerpo de una muchacha que había estado allí, envuelta en un chal de punto más grande que ella, esperando a su novio para dirigirse juntos hacia las fábricas, pero que lo siguió a la oscuridad tan pronto como lo vio sonreír. La sangre no le había sabido tan deliciosa en mucho, mucho tiempo.
--
El juego se prolongó durante días más; días que se convirtieron en semanas, y en los que Baekhyun, siempre antes del amanecer, abandonaba lo que quiera que estuviese haciendo y se dirigía al viejo sector este, observando desde su escondite a Chanyeol sentado siempre sobre el mismo banco, a veces dormido, a veces despierto, casi todas las veces temblando de frío.
En determinado momento, parecía haberse hecho medianamente conocido entre las ancianas que iban a cumplir el primer turno a la fábrica, que solían regalarle pan duro y prendas de abrigo viejas, como la manta de cuadros y llena de remiendos con la que el chico solía cubrirse ahora cuando el viento del invierno arreciaba.
Y Baekhyun había esperado que en algún momento se cansase, que decidiera que no iba a seguir haciendo aquello - momento que habría aprovechado él para aparecer de repente, para tratar de confundirlo, reírse de él o algo así - pero la fuerza de voluntad de Chanyeol parecía inquebrantable y, pasara lo que pasase, seguía regresando a la noche siguiente, con su abrigo oscuro y la misma expresión resuelta en el rostro.
Los momentos en los que tenía una buena noche, observar al chico dar cabezadas y saludar a las trabajadoras del turno nocturno de la fábrica - “¡no os preocupéis, estoy seguro de que la persona a la que espero vendrá hoy!” - era hasta casi divertido. En otros momentos, sin embargo, tanta perseverancia lograba hasta enfadarlo.
Como, cómo no, aquella noche.
Era lunes de Elíseo, aquel día; el momento en el que los Vástagos del Clan Toreador (y quien quiera que quisiese sumarse a la iniciativa) demostraban su talento ante una audiencia que se reunía a su alrededor para aclamarlos. Era esa ocasión de la semana en la que Baekhyun sacaba de su armario su capa, su sombrero de copa y su traje de gala hecho a medida, en la que ordenaba a sus criados humanos que lo peinasen y acudía al viejo museo que les servía de Elíseo en carruaje, puntual como no lo era nunca el resto del tiempo.
Aquel era su gran día. El momento en el que se sentía querido y adorado; en el que recordaba al vagabundo humano que había sido y sonreía para sí, porque gracias a su voz y a su belleza se había convertido en alguien hermoso y eterno, alguien que con sólo chasquear los dedos podía tener fama, dinero y amantes, mortales e inmortales.
En ningún caso podía parecerle muy adecuado, por lo tanto, que el Príncipe hubiera decidido presentar por sorpresa a su nuevo protegido a todo el Elíseo, precisamente en el momento en el que él se estaba preparando para cantar. Para cuando quiso darse cuenta de lo que ocurría allí, solamente quedaban en torno a él unas cinco personas, entre las que se contaban su sire, Lord Suho y parte de su público de siempre - principalmente Toreador y Ventrue que acudían a verlo todas las semanas - y era demasiado tarde para poder cancelar su actuación. Y no solamente es que hubiera tenido que cantar el repertorio que había estado ensayando ante una audiencia casi inexistente, sino que las Arpías del Elíseo se habían encargado de hacer correr los rumores tan pronto como había terminado su número: que Byun Baekhyun había estado cantando para nadie, que el ángel de la ciudad debía de estar perdiendo facultades, porque la suya había sido la actuación con menos relevancia en todo el mes.
-Está haciendo eso para boicotearme -le había susurrado después a Luhan, tratando de guardar la calma, pero sin poder camuflar la ira contenida que teñía cada una de sus palabras. El Príncipe había venido antes, con su traje a medida y sus zapatos brillantes, a preguntarle cómo le había ido el show de esa noche, y él había tenido que tragarse el orgullo y contestarle con fingida admiración y dulzura, pensando en lo que le gustaría clavarle su Alteza una estaca entre las costillas y arrastrarlo bajo la luz del amanecer-. Le divierte arruinarme. Lo hace para reírse de mí porque sabe que esto en el fondo es lo único que me importa.
Su sire era en general comprensivo con sus caprichos, pero en aquella ocasión estaba hablando con uno de sus contactos, un Antiguo Ventrue de cabello cano e impecable chaleco gris con el que mantenía negocios comunes en bancos y empresas, y únicamente le dirigió una sonrisita condescendiente.
-Piensa en que al menos las Arpías todavía te llaman Ángel -comentó, casi como si estuviera hablando de un cuadro, girándose hacia su contacto con los ojos brillantes-. ¿No le parece a usted que exagera, Lord Montgomery?
-Yo siempre encuentro a Baekhyun encantador -replicó éste con patente admiración en la voz, y el Vástago se preguntó de qué le servía aquello, contar con el apoyo de ancianos Ventrue medio tullidos que pasaban más tiempo en letargo que despiertos si incluso su propio sire se negaba a apoyarlo-. He tenido una vida larga, y escucharlo me calma. Da igual cuántos acudan a verlo; yo siempre seré uno de ellos.
Baekhyun aceptó con una reverencia cuidadosamente estudiada la copa de sangre roja que el Antiguo cogió para él con dedos frágiles de la bandeja de uno de los sirvientes que recorría la habitación y, tras saludar a algunos de los presentes - aquella antigua ex-amante, el Líder del Gremio Toreador, algunos neonatos prometedores y Lord Suho, entre otros - reclamó su capa y su sombrero y salió a paso rápido del Elíseo, más temprano de lo que lo había hecho en años.
Todavía estaba furioso, con el Príncipe y su protegido, con las Arpías y sus rumores, con Luhan y sus malditos negocios. Como cada noche de Elíseo, se había alimentado antes de salir de casa, y la sangre sobrenatural le borboteaba en las entrañas como agua hirviendo, quemándole en las venas.
No sabía ni a dónde estaba yendo, sólo que no quería pasar el resto de aquella noche humillante solo y derrotado en su refugio, y antes de darse cuenta, las calles se habían hecho más estrechas, los edificios eran masas apiñadas de piedra, metal y madera y a lo lejos se veía el humo de las fábricas y se escuchaba el sonido del traqueteo del tren en la vieja estación de ferrocarril.
El distrito este. La plaza de la fuente. El chico humano que lo esperaba allí noche tras noche.
Por supuesto.
Como de costumbre, Chanyeol estaba ya allí, envuelto en su abrigo raído y su manta, y con los ojos clavados en el pedazo de cielo estrellado que se veía más allá de los edificios.
“Eres un necio,” pensó Baekhyun, sin molestarse en ocultarse en aquella ocasión, demasiado enfadado con el mundo, el Elíseo y consigo mismo como para mantenerse oculto como un vulgar observador. “Eres un necio y alguien debería darte una lección alguna vez.”
Todo a su alrededor estaba sumido, como de costumbre, en un silencio casi absoluto, pero aún así el chico humano no lo vio llegar hasta que lo tuvo encima, frío y letal a menos de cinco pasos. Baekhyun, con los sentidos agudizados por la furia y el exceso de sangre, lo vio bajar la cabeza y mirarlo, con una mezcla entre admiración, sorpresa y miedo brillándole tras las pupilas. Antes de que hubiera podido reaccionar, Baekhyun se había inclinado sobre él, sobre el pulso cálido que le latía en las arterias del cuello y le había susurrado al oído.
-Boo.
Chanyeol tembló claramente, un escalofrío cargado de electricidad estática que lo recorrió desde la cabeza a los pies, pero no tardó en sujetarlo por los hombros, tratando de alejarlo de sí para mirarlo, aferrándose a su capa de gala nueva con unas manos grandes y sucias.
-Tú -murmuró, y Baekhyun le dedicó una de aquellas sonrisas falsamente angelicales suyas, con los caninos afilados al descubierto bajo la luz de la luna blanca.
-¿Me esperabas? -dijo, y se rió cuando Chanyeol lo apartó de delante de sí de una especie de empujón y se levantó del banco de golpe, como si la madera le estuviera quemando los pantalones.
-Has venido -respondió, y al ver que Baekhyun lo observaba, completamente quieto, frunció el ceño con reproche-. Llegas dos semanas tarde.
-He estado ocupado -replicó Baekhyun, todavía sonriendo y, en cierto sentido, maravillado porque aquel humano no le hubiera gritado todavía por haberlo tenido casi medio mes esperándolo en mitad del invierno. Él no era de los que toleraban una ofensa, y mucho menos una así, y la insistencia del chico mortal estaba empezando a parecerle hasta graciosa. Lo suficiente para olvidarse de que estaba enfadado con toda la sociedad Cainita de la ciudad, al menos, y para sentirse entretenido-. ¿Qué pensabas? ¿Que iba a aparecer de un día para otro para obedecer las condiciones que me impusiste a traición cuando estaba solo y débil en suelo sagrado? Tengo mi orgullo, chiquillo.
-Te ayudé a escapar -protestó Chanyeol.
-Y yo no te maté -no por ahora, no hoy, añadió en silencio-. ¿No es pago bastante? Estoy aquí, incluso. Hablando contigo.
-¿No necesitabas el libro que habías ido a la Sociedad a robar? Pensé que era la segunda parte del trato y que ibas a venir a por él.
A pesar de tener la espalda completamente recta y llevar un sombrero de copa encasquetado sobre el pelo oscuro, Baekhyun seguía siendo considerablemente más bajo que Chanyeol, que estaba plantado en la plaza mirándolo con una ceja arqueada, como si en el fondo estuviera - otra vez - hablando con un viejo conocido, y no con un monstruo en un cuerpo humano. Baekhyun hizo un mohín - le gustaba ser el centro de atención, pero también que lo trataran con un poco de respeto - y suspiró, inhalando un aire que no le servía absolutamente de nada.
-Puede que lo necesite -declaró-. O puede que ya no. Ese libro era un encargo para alguien, y tal vez ya haya tenido suficiente con jugarme el cuello una vez como para repetir violando las Tradiciones. Estamos atados al secreto, ¿entiendes? Por nuestro soberano. El Príncipe.
-Ya veo -Chanyeol parpadeó-. Hay un Príncipe. Era de esperarse. Supongo que si le eres leal, yo…
-¿Leal? -replicó Baekhyun, soltando una carcajada seca que resonó en la plaza vacía-. Si por mí fuera, el Príncipe podría meterse una estaca bien afilada por el…
Chanyeol pareció ligeramente escandalizado por el comentario - un niño grande, con el labio inferior temblándole ligeramente de frío a pesar de las muchas capas de ropa harapienta con las que se estaba cubriendo la piel - y Baekhyun ocultó los colmillos y le tendió una mano enguantada en blanco, que el chico miró con cierto recelo.
-No es que no haya venido hasta ahora por lealtad a nadie -explicó-, sino que he venido ahora por curiosidad. Por eso y porque me siento un tanto humillado esta noche. Siendo sinceros, ahora mismo el Príncipe puede hacer con sus Tradiciones exactamente lo mismo que con la estaca. Y, si quieres, tú y yo podemos renovar cierto trato.
La mano de Baekhyun seguía tendida hacia él en el aire, y Chanyeol tragó saliva visiblemente, en un movimiento que desvió los ojos del vampiro hacia su garganta, antes de carraspear.
-¿Es el trato del que yo creo que hablas? ¿Tu información por mis copias de las páginas del libro que quieres? -preguntó.
-¿Tenías planeada alguna clase de trato distinto?
Chanyeol negó con la cabeza y miró a su alrededor, dudoso, como si temiera que alguien fuera a aparecer de repente; que, a pesar de que la idea hubiera provenido de él en primera instancia, fueran a sorprenderlo allí, parado en mitad de la vieja plaza y a punto de cerrar un trato con un vampiro. Parecía más asustado de lo que Baekhyun lo había visto nunca, y el Vástago sabía por qué: era sencillo hablar con el diablo, proponerle condiciones, jugar al ratón y al gato, pero no era tan fácil hacer un pacto con él; firmar, finalmente, para que te diera algo que querías, cuando el diablo era más listo y más viejo que tú - una criatura perfecta, sonriéndote desde el rostro de un niño en mitad de un barrio en ruinas.
-No tengo todo el día, ¿sabes? -murmuró Baekhyun, flexionando los dedos levemente, entornando los ojos.
Chanyeol se mordió el labio, pareciendo muy joven y muy perdido, pero no tardó en aceptar, envolviendo su mano con la suya, que pareció engullir sus dedos, más pequeños, hasta hacerlos desaparecer en la oscuridad. Baekhyun podía sentir el calor, incluso a través de los guantes blancos que le cubrían la piel, y no pudo esconder la sonrisa que se le asomó a los labios.
No podía esperar a que el trato acabara, a tener su copia del libro en las manos y dar aquel estúpido pacto por finalizado. No podía esperar a darle la mano a Chanyeol otra vez, entonces, y ver cómo sus ojos lo miraban con miedo y desconcierto antes de que se lanzara sobre él.
No podía esperar, no podía esperar.
Porque, por primera vez en mucho tiempo, era imposible que nada pudiera salirle mal si jugaba, según sus normas, aquella partida.
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-Pensaba que vivías con la Inquisición -fue lo primero que dijo Baekhyun, tan pronto siguió a Chanyeol hasta su casa.
El chico se lo había preguntado por un momento - cómo podía alguien, que en apariencia parecía tan pequeño y tan frágil, haberlo seguido hasta su hogar en mitad de la noche sin poner pega alguna, como si caminar detrás de un desconocido que lo doblaba en tamaño hasta dios sabía qué lugar fuera algo normal, que pudiese permitirse hacer a diario. No había tardado mucho en caer en la cuenta de que probablemente aquello fuera así, de que muy posiblemente Baekhyun pudiera caminar justo a quien quisiera sin tener miedo de que pudiera llegar a pasarle algo, por muy peligroso que fuera el barrio en el que se estuviera moviendo. Porque Baekhyun, y por mucho que pudiera parecerlo, no dejaba de no ser humano.
-No -Chanyeol alzó la voz para que su acompañante pudiera oírlo desde la entrada a la buhardilla donde vivía, de la que no se había movido, y luego se reprendió mentalmente, porque estaba seguro de que Baekhyun también podía escucharlo, hablase en el tono en el que hablase-. Tengo un dormitorio en su base central en la ciudad, junto a sus otros aprendices, pero yo no estoy allí para ser un guerrero, así que puedo marcharme cuando quiera. Mi Maestro me ayudó a comprar este lugar. No es mucho, pero es algo, supongo. Ayuda cuando quieres estar solo.
-Está sucio -comentó Baekhyun con un mohín; dejando, por fin, la puerta atrás y deteniéndose en el centro de la habitación abuhardillada que hacía las veces de salón, estudio, comedor, dormitorio y cuarto de visitas al mismo tiempo. Chanyeol fue a reírse y a disculparse por el desorden, pero Baekhyun escogió aquel mismo instante para quitarse el sombrero y desabrocharse la lazada que mantenía la capa de invierno que llevaba en su sitio, quitándosela de los hombros con un movimiento que resultó demasiado elegante como para ser normal.
Había algo en el modo en el que la tela pesada y oscura se deslizó con suavidad sobre la seda - hoy blanca - de su camisa, en la manera en la que el cabello negro se le había revuelto un tanto al descubrirse la cabeza, enmarcándole unos ojos de un color azul casi eléctrico, delineados en kohl, que lo observaban con un brillo ciertamente burlón.
-Está desordenado -prácticamente graznó él, tratando de apartar de su cerebro la idea de que la tela de la camisa que llevaba Baekhyun bajo el chaleco era tan fina que podían intuírsele las líneas suaves de los brazos a través del tejido, ahora que lo observaba a contraluz. No es que aquel fuera un atuendo muy decente, claro, pero él había pasado los últimos años de su vida rodeado de sacerdotes, y suponía que no podía pedirle los mismos estándares de recato a un vampiro, por mucho que casi doliera mirarlo así-. Lo siento. No esperaba visitas.
-Eso está claro -Baekhyun lo miró con una ceja arqueada, pero no tardó mucho en observar su entorno, dedicándole una sonrisita perezosa antes de dejarse caer sobre el único sillón desvencijado de la habitación, pasando un dedo enguantado sobre el respaldo y torciendo el gesto al verlo manchado de polvo-. Pero ahora que estoy aquí, ¿no vas a ofrecerme, al menos, algo de beber?
A Chanyeol se le ahogó la disculpa en los labios, y no tardó en prácticamente salir corriendo hacia la pequeña cocina adyacente, maldiciéndose por ser tan mal anfitrión. Todo lo que tenía era una vieja botella verde llena de agua y un vaso descascarillado del mismo color, así que, tras dudar un momento, suspiró y los llevó hasta el salón, rogando para que fuera suficiente.
-No suelo cenar aquí, salvo los fines de semana -se disculpó otra vez, arrodillándose frente a Baekhyun para quedar a su misma línea de visión-. Lo siento, pero esto es todo lo que tengo.
El vampiro lo observó durante un momento con los ojos azules muy abiertos. Luego, simplemente, se echó a reír. Y Chanyeol consideró que tal vez tuviera que sentirse ofendido - parecía que su invitado se estaba riendo de él en su cara, lo cual no parecía muy decoroso - pero aquellas habían sido las dos primeras expresiones verdaderamente sinceras que había visto en un rostro que Baekhyun normalmente mantenía perfectamente bajo control y algo dentro de él lo impulsó a mirarlo, sin más, hasta que el otro chico hubo acabado de reírse.
-¿Me ofreces agua? -susurró éste, más incrédulo que burlón, como si estuviese contando un chiste que sólo él estuviera alcanzando a entender-. ¡Por la Sangre, Chanyeol, soy un vampiro! No puedo tomar comida humana. Ninguna comida humana.
-¿Ni siquiera agua? -dijera lo que dijera Baekhyun, dudaba que el agua pudiera clasificarse como comida, y mucho menos humana.
-Sabe a cenizas. Y la vomitaría. Bastante poco agradable -el Vástago se había semitumbado en el sillón como si fuera una cama, con la cabeza bajo uno de los reposabrazos y el otro bajo las rodillas. En lugar de zapatos, llevaba botas: cuero negro y cordones que le desaparecían bajo el pantalón de vestir de su traje de gala, probablemente para poder correr, cazar, si tenía que hacerlo-. Si quieres ser buen anfitrión, deberías ofrecerme sangre.
Chanyeol rozó el cristal verde de la botella con los dedos.
-No tengo… -comenzó a decir, pero la sonrisa de Baekhyun se ensanchó, convirtiéndose en algo íntimo, peligroso, al mismo tiempo que el vampiro se echaba hacia delante y le posaba dos dedos sobre el cuello. Aun bajo los guantes, estaban helados, como arcilla o metal más que como carne humana, y el chico no pudo ahogar un escalofrío.
-Podrías dejarme tu cuello un ratito -musitó Baekhyun, y Chanyeol negó con la cabeza.
-No -protestó, pero a pesar de todo le tembló la voz, y Baekhyun se echó hacia atrás con la expresión del que acaba de ver a un niño pequeño haciendo algo muy gracioso.
-Te pongo nervioso -declaró. Chanyeol habría replicado, pero estaba seguro de que Baekhyun tenía un instinto más que entrenado para saber cuando alguien mentía, y de haberlo acusado de hacerlo habría llevado razón. Estaba empezando a pensar que haber metido a una especie de demonio chupasangre a su casa no había sido buena idea del todo, sobre todo cuando éste tenía la cara de un ángel y parecía más que consciente del efecto que estaba empezando a causar en él-. No te preocupes, es normal. Hay ciertos efectos secundarios del poder de mi sangre que, digamos, no puedo controlar del todo. Bastante me estás sorprendiendo ya, no poniéndote de rodillas para pedirme que haga contigo lo que quiera.
-Vaya, cuánta humildad.
-No creo que ser humilde sea algo que necesite.
Chanyeol esbozó una sonrisa cansada y se incorporó para devolver la botella de agua a la cocina, tomando aire antes de regresar al salón. Cuando lo hizo, Baekhyun seguía en la misma postura, jugueteando con uno de los guantes que se había quitado mientras él no estaba, con los dedos largos y finos resaltando sobre la luz de la luna que se colaba por la única ventana de la habitación, apenas un ventanuco que desembocaba en una pequeña terraza, orientada al patio interior del edificio.
-Quieres saber sobre nosotros -le dijo, yendo repentinamente al grano, en un tono casi aburrido que no tenía nada que ver con el susurro ronco que había estado utilizando antes-. Te has comprometido a darme una copia del libro que busco, página tras página, a cambio de información sobre la Estirpe.
Asintiendo, Chanyeol se sentó sobre su propia cama, al otro lado de la habitación. Baekhyun era perfectamente visible desde allí, lánguido, y pálido, y perfecto. Fantasmal.
-Copié ya las primeras páginas para ti. Puedes llevártelas esta noche, como muestra de buena voluntad.
-Qué considerado, teniendo en cuenta que me has hecho venir hasta esta pocilga en mitad de la noche. Me extraña incluso que sepas escribir, viendo dónde vives -rezongó Baekhyun, en un tono lo suficientemente alto como para asegurarse de que él pudiera escucharlo-. ¿Qué quieres saber hoy, pues? ¿Qué quieres que te cuente? No tenemos mucho tiempo hasta el alba, más te vale ser rápido.
Era más que obvio que el vampiro, por mucho que pareciera perfectamente relajado sobre su sillón, no estaba precisamente muy predispuesto a revelarle sus secretos, pero lo que decía era cierto. La madrugada estaba ya avanzada - Chanyeol podía sentirlo, en el modo en el que la noche parecía menos cerrada, en el que las horas de insomnio se le acumulaban como una carga a la espalda - y Baekhyun pronto tendría que huir, a ocultarse en algún lugar donde el sol del amanecer no pudiera alcanzarlo. Tenía una hora, quizás menos; tiempo insuficiente para escuchar una historia larga, pero bastante (creía) para preguntar lo que quería preguntar.
-¿Sigues sin recordar quién soy? -quiso saber-. ¿Sabes por qué te ayudé a escapar, por qué te escogí para hablar de todo esto?
La pregunta pareció pillar a Baekhyun desprevenido, porque alzó la cabeza desde el reposabrazos del sillón y lo miró con unos ojos azules entornados que parecían brillar en la penumbra.
-Sigo sin recordar, si es que hay algo de lo que tenga que acodarme -confirmó-. Sorpréndeme.
Chanyeol se mordió el labio, tratando de encontrar las palabras adecuadas. Cuando habló, fue plenamente consciente de que Baekhyun lo observaba, con la gracia perezosa de un felino demasiado cansado como para plantear moverse, pero capaz de lanzarse sobre su presa en un instante de todas formas.
-Sé lo que sois -comenzó-. Sé lo que sois y he aprendido a teneros miedo. Pero no creo que… No creo que todos seáis igual de malos. No creo que tú seas tan malo como otros.
De repente, Baekhyun pareció increíblemente hastiado.
-Vaya, veo que sientes un notable aprecio por mi persona, pero lamento informarte de que te estás haciendo ilusiones si piensas que… -empezó a decir.
Chanyeol sacudió la cabeza.
-No. Déjame hablar. Por favor. Hace doce años… Hace doce años yo no vivía aquí, ni con los sacerdotes. Tenía una familia, ¿sabes? Una familia humana: mis padres y mi hermana. Eran comerciantes. Supongo que éramos felices.
-No entiendo qué tiene que ver todo esto con…
-No sé por qué pasó -Chanyeol tragó saliva. Sólo había hablado de aquello una vez, a los ocho años, acurrucado en el fondo de la nave de la iglesia de los inquisidores y temblando, demasiado asustado incluso para sollozar, por si ella, a pesar de estar muerta, podía aún escucharlo y venía a por él cuando estaba dormido-. Pero una noche algo entró por la ventana. Alguien. Una mujer. Tenía el pelo negro, desgreñado, la boca llena de sangre, y parecía estar huyendo de alguna cosa. Estaba loca, creo. Desquiciada. Habíamos estado cenando en el comedor y apareció de pronto, y cuando mi padre le preguntó qué hacía allí y si estaba bien y podía ayudarla, ella simplemente le… le saltó encima.
Baekhyun se había incorporado sobre el sillón y lo observaba con los labios apretados en una fina línea, pálido, silencioso y claramente sorprendido, y Chanyeol tomó aire de nuevo.
-Mi madre nos dijo que corriéramos, a mi hermana y a mí, que saliéramos de allí. Yo quería ir a la calle, pero la puerta de salida estaba cerrada y no sabíamos dónde estaba la llave, así que terminamos subiendo a la planta de arriba, escondiéndonos en mi habitación. Creíamos que ella no nos encontraría, pero lo hizo, ¿entiendes? Y mi hermana me había prometido que estaríamos los dos juntos, pero me empujó debajo de la cama de todas formas. Intentó distraer a la mujer cuando llegó, pero ella la tiró al suelo antes de que pudiera hacer nada, y creo que… creo que le rompió el cuello. Pude verlo, en ese momento. Cómo la mataba. Todavía puedo verlo.
Ahora sí, Baekhyun se había puesto en pie, observándolo como si acabara de ver un fantasma.
-Tú. Eres de la familia Park -susurró-. Los humanos muertos durante la última Caza de Sangre.
El chico asintió con lentitud.
-Mi nombre completo es Park Chanyeol -murmuró-, y en aquel instante creí que iba a morir. Y no quería morir, recuerdo eso. Son los dos únicos pensamientos que recuerdo con claridad de esa noche. Y fue entonces cuando llegaste tú.
Baekhyun tenía ahora el mismo aspecto que había tenido aquella vez: la misma piel blanca, los ojos claros y bordeados en negro, el pelo oscuro. Había parecido una especie de ángel de la muerte entonces, lanzándose sobre la mujer que había masacrado a todos los seres vivos en su casa con una sonrisa burlona en los labios. Chanyeol había sido capaz de entenderlo entonces, igual que lo entendía ahora: que la mujer y Baekhyun habían sido dos criaturas de una misma especie, que ambos tenían colmillos y ambos habían luchado como fieras en el centro de su habitación - pero mientras una de ellos sólo había traído destrucción, el otro le había salvado la vida. Incluso después, cuando había podido matarlo, le había perdonado la vida, le había permitido sobrevivir.
-Si has creído por algún momento que fui hasta tu casa para salvarte como un galán de novela, estás equivocado -replicó el vampiro, sin embargo, con una voz perfectamente controlada-. Esa mujer era un miembro del clan Malkavian, una pobre desgraciada absolutamente loca, como todos ellos, sobre la que pesaba una Caza de Sangre. Había una recompensa por traerle la muerte definitiva, eso es todo, y yo siempre he sido un hombre práctico. En ningún momento he tenido tiempo de ir preocupándome por salvarles la vida a niños desvalidos.
-Pero aún así me salvaste -Chanyeol habló con tanta vehemencia que incluso Baekhyun pareció sobresaltado-. Mi Maestro me encontró, escondido en el parque cerca de casa, antes de que lo hicieran los otros vampiros. Fue él quien me crió desde entonces, y es gracias a vosotros dos que sigo vivo.
-Y después de nombrarme tu héroe personal me pagas obligándome a estar aquí mientras quebranto mis Tradiciones milenarias porque…
-Tú no lo entiendes -Chanyeol tragó saliva, sintiéndose súbitamente muy desgraciado-. Toda mi vida cambió esa noche, por culpa de esa mujer, y gracias a mi Maestro, y a ti pude conservarla. Pero los inquisidores no quieren decirme nada. Piensan que es mejor que no me involucre en este mundo, que estaré mejor fuera de él.
-Y probablemente sea la única cosa en la que ellos y yo vayamos a estar de acuerdo en mucho tiempo. No sabes dónde te estás metiendo.
-Pero yo quiero saber. Saber sobre los tuyos, sobre el mundo que hay más allá, y que me quitó todo lo que tenía. Cómo vivís, cómo funcionáis. Quiero… quiero estar preparado, saber qué hacer si algo así vuelve a ocurrir. Ese mundo existe, y necesito enterarme de si hubo alguna razón para que colisionara con el mío, algo que podría haberse hecho…
Baekhyun se acercó a él, observándolo con unos ojos azules que parecían hechos de pura luz de luna, pura y fría.
-No lo hubo -le dijo, cruzándose de brazos-. No lo hay. Ni razón ni remedio. No te confundas, somos criaturas crueles. Todos nosotros, desde el primero al último.
La mano de Chanyeol se alargó, aferrando la manga de seda de la camisa de Baekhyun, que observó el punto donde los dedos sucios del muchacho se hundían en la tela suave y blanca, dejando una huella oscura una vez más.
-Aún así. Tenemos un pacto, y tú tienes que cumplir tu parte.
La luz tiño de plata la piel de Baekhyun, que frunció delicadamente el ceño. Sus labios, sin embargo, no tardaron en curvarse en la sombra de una sonrisa, que hizo que algo en el interior de Chanyeol doliera cuando el vampiro se inclinó sobre su regazo, con una mano en su hombro, para quedar a su altura.
-Claro que sí. Cumpliré hasta el final -susurró, y el aire pareció cargarse de una extraña electricidad; vibrante, que lo envolvía todo-. Mi pobre, pobrecito niño iluso.
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