Título: Adorable Crueldad
Fandom: EXO
Pairing: Chanyeol/Baekhyun. Broken!Chanyeol/Kyungsoo (resaltar para spoiler)
Rating: R
Palabras: 4.800 (parte 3)
Summary: Baekhyun nunca había sido precisamente desinteresado, pero estaba enamorado. Chanyeol no era una mala persona, pero era el ser con menos clemencia del universo entero.
Advertencias: Angsty
Notas: Adivinad qué fic ha pasado a tener cuatro partes porque se alarga y se alarga y no cabía en tres yay.
A/N: Este fic me va a matar.
[Parte 2].
Chanyeol no había podido decir ni una palabra mientras se llevaban a Baekhyun.
Había estado prácticamente histérico al sacar el móvil del bolsillo y llamar a Yixing, con la voz fallándole y los dedos temblorosos, y había tenido que forzarse a mantener la calma al llamar al hospital, pidiéndoles una ambulancia, lo que fuera, porque estaba con alguien que se había cortado las manos, que estaba sangrando, que había sufrido una especie de ataque y le gritaba cada vez que se acercaba a él, pero después se había quedado mudo.
Mudo cuando había llegado Yixing, con los botones del abrigo mal abrochados y le había preguntado qué había pasado. Mudo de nuevo cuando, después de recuperar la voz el tiempo suficiente como para tratar de explicarse - una explicación deficiente, que Yixing había conseguido entender después de todo - el personal médico había aparecido, cargando con un botiquín y una camilla, y habían rodeado a Baekhyun haciendo preguntas en alto, tapándolo, con sus cuerpos, de su vista.
Era como estar ahí, pero no. Observar, como si no fuera real, cómo aquel grupo de desconocidos hablaba de ataques de nervios, de posibles trazas de cristales dentro de la piel, de cómo sería mejor llevarse a Baekhyun al hospital aquella noche para ver si evolucionaba adecuadamente. Y Yixing estaba junto a ellos, dando explicaciones y haciendo preguntas en una voz muy seria pero muy suave mientras Chanyeol permanecía atrás, con los ojos muy abiertos y una avalancha de pensamientos desesperados en el cerebro.
“No me lo quitéis,” rogaba algo dentro de él, una plegaria de ideas sin palabras, incapaz de llegarle a la garganta. “Por favor, no me lo quitéis.”
Pero los paramédicos estaban haciendo su trabajo, y la figura pálida semitumbada en la camilla, con los ojos apagados y las manos enlazadas sobre el pecho apenas parecía el Baekhyun casi perfecto que lo había seguido a todas partes cuando eran niños.
Se preguntaba en qué momento exacto de todos aquellos años lo había perdido sin darse cuenta.
-Sería conveniente que uno de los dos lo acompañara en la ambulancia, al menos hasta el hospital -estaba diciendo uno de los desconocidos entonces, negando con la cabeza con un suspiro después de que Yixing le dijera que la familia de Baekhyun estaba fuera, y que probablemente no podrían regresar hasta el día siguiente-. Ahora mismo vuestro amigo está tranquilo, pero podría volver a reaccionar de manera violenta si se ve de pronto en algún lugar desconocido, o en alguna situación que considere estresante. Es mejor que hasta que hayamos llegado esté con alguien de confianza.
Y aquel, normalmente, habría sido su sitio. Su lugar habría estado con Baekhyun en aquella ambulancia, pero si su mejor amigo necesitaba a alguien de confianza, lo único coherente en lo que podía pensar era en que la última persona de la lista en aquellos momentos era, muy posiblemente, él.
-Iré yo -escuchó ofrecerse a Yixing, y Yixing era una buena persona, de esas que calmaban a la gente y hacían sentirse a todo el mundo mejor, pero Chanyeol no pudo evitar morderse el labio, cerrar los ojos como si acabaran de lanzarle encima un cubo de agua helada que consiguió hacerlo reaccionar, sólo un poco. Estaban sacando a Baekhyun por la puerta, fuera de su vista otra vez, y él sólo…
-¡Espera! -murmuró, encontrando su voz de pronto, perdida y ronca en el fondo de su garganta. Los paramédicos estaban ya en el descansillo, demasiado lejos como para haberlo oído, pero Yixing se giró.
-¿Chanyeol? -lo llamó con cuidado, casi como si estuviera considerando el qué decirle si le pedía ir con él. El chico, sin embargo, negó con la cabeza con vehemencia.
-Escríbeme. Por favor, escríbeme con lo que pase. Cualquier cosa que te digan, lo que sea. Llámame, o escríbeme o… Por favor.
Yixing le había dado una palmada en el hombro y lo había mirado, con unos ojos que implicaban que había sabido todo, siempre, mucho más de lo que nunca lo había sabido él.
-Claro que sí, con lo que sea -estaba sonriendo, pero hubo una marcada preocupación en su tono cuando volvió a hablar-. No te encierres solo en casa, ¿de acuerdo? Te llamaré, pero estate con alguien, ¿sí? Habremos arreglado esto para mañana.
A Chanyeol le hubiera gustado asentir, pero no estaba seguro de aquello.
-Baekhyun. ¿Va a… Va a estar bien?-murmuró, y Yixing volvió a suspirar, conocedor de que él ya sabía la respuesta.
-No lo sé, Chanyeol, no lo sé. Supongo que llevará tiempo.
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El restaurante que había reservado para aquella noche era un lugar lujoso, uno de esos locales con mesas redondas de manteles blancos, camareros impecablemente vestidos y música en directo en un rincón. No había sido del todo del gusto de Chanyeol en el momento de la reserva - había acabado llamando principalmente por la insistencia de sus amigos en que “debía dejar una buena impresión” - y ahora se le hacía un entorno casi irreal, con aquellos menús gigantescos escritos en francés pomposo y los cinco cuchillos diferentes que no sabía cómo demonios utilizar alineados junto a su plato.
Baekhyun se habría reído, probablemente. En una realidad distinta a aquella, una que ni era ni podría ser, le habría pegado con la servilleta en un hombro y se habría reído, preguntándole si por lo menos sabía en qué consistía cada uno de esos platos tan recargados, y ofreciéndole invitarlo a café después de cenar, aunque luego ninguno de los dos pudiera dormir.
Era una fantasía bonita, algo que casi podría imaginarse sucediendo, pero que no iba a pasar. Porque Baekhyun estaba en el hospital ahora mismo, y él estaba allí, con su mejor camisa oscura arrugada, sentado con expresión perdida en un restaurante ostentoso, enfrente de Kyungsoo.
-Chanyeol, ¿estás bien? -le preguntó su acompañante con una suavidad que no era del todo propia en él, y el chico se forzó a sí mismo a asentir, a fingir que tenía la cabeza allí tras echar un nuevo vistazo a la pantalla de su móvil.
Después de un año sin verlo, Kyungsoo era, pero no era, el mismo. Seguía siendo sorprendentemente pequeño, incluso con pantalones de vestir, corbata y americana; continuaba vistiéndose prácticamente sólo de negro y tenía el pelo oscuro y unos ojos demasiado grandes para su cara. Chanyeol lo había visto crecer, desde que era un niño con expresión enfurruñada hasta que se había marchado, en mitad de la universidad, y siempre había sentido aquella especie de ola de afecto incomprensible hacia él, la necesidad de quererlo y de que Kyungsoo admitiera, por mucho que le gruñera, o que lo apartara de sí, que lo quería también. Y mientras duró había sido un amor sencillo, un sentimiento continuo que, una vez correspondido, había crecido y continuado a lo largo de los años, convirtiéndose en una constante que había desaparecido de pronto, en el instante en el que Kyungsoo se había marchado de la ciudad casi sin avisar.
Chanyeol había esperado sentirse herido al verlo de nuevo, como se había sentido entonces, si en algún momento Kyungsoo volvía a aparecer. Había esperado sentirse completo, también, feliz a pesar de todo igual que se había sentido antes, pero al verlo delante de él, al observarlo fruncir el ceño consultar el menú y sonreírle tras su propio juego de copas vacías, las sensaciones dominantes habían sido la nostalgia y el afecto.
Se preguntó dónde había estado Kyungsoo. Si en el año que había estado fuera había pensado alguna vez en él.
-Yo… Perdona, tengo cosas en la cabeza -murmuró, carraspeando y bajando la vista hacia el menú. Estaban en algo parecido a un reservado, ocultos a la vista de la mayoría de los otros clientes, y el camarero no tardaría en venir a preguntarles si ya habían decidido qué pedir. Lo último que quería Chanyeol era tener que llamarlo por segunda vez por no haber escogido nada en el menú (sobre todo porque Kyungsoo tenía poca paciencia con la indecisión) pero tampoco era como si tuviera demasiada hambre, precisamente. Sin pensarlo, volvió a consultar la pantalla sin notificaciones de su teléfono una vez más-. ¿Qué era lo que me estabas preguntando?
-Quería saber qué tal te van los estudios -respondió Kyungsoo, arqueando las cejas-. Es tu último año, ¿no? Deberías estarte esforzando.
-Todos nos estamos esforzando. No me fue muy bien al principio, pero vuelvo a estar encauzado, creo. Si los últimos exámenes salen bien, me graduaré este año.
-Me alegro -Kyungsoo asintió, con la sombra de una sonrisa dibujándosele en los labios. Parecía un gesto sacado de otro tiempo, hacía lo que parecía una eternidad, y Chanyeol volvió a sentir una punzada de melancolía-. Yo he estado en el extranjero. Japón. Fue un programa especial de nuestra universidad, una decisión de última hora.
-¿Lo sabían los demás?
-Lo sabía Jongin solamente. Supongo que acabó confesando en un par de meses, porque para primavera los otros me estaban escribiendo a mi nueva dirección de email, amenazándome de cinco maneras diferentes para que volviese. Son insoportables a veces, pero en el fondo son buenos amigos.
-Nadie me avisó de todo esto.
-Fui yo quien les pidió que no lo hicieran.
Chanyeol se preguntó si aquel “los otros” que Kyungsoo había mencionado en voz baja incluía también a Baekhyun, si su mejor amigo había estado también en contacto con su antiguo novio o si se había enterado de lo que estaba haciendo por los demás. Había sido él quien había acabado confesándole que Kyungsoo estaba de vuelta, así que suponía que, como el resto, lo había sabido.
-Tenías que haberme dicho a dónde ibas -murmuró, en el mismo instante en el que el camarero llegaba para tomarles la orden. Kyungsoo pidió un par de platos, algo con un nombre muy francés, y Chanyeol, que se veía incapaz de recordar ni una sola cosa dentro de toda la carta, murmuró un “lo mismo” sin levantar los ojos de su copa de agua. En cuanto el camarero los hubo abandonado, Kyungsoo se inclinó hacia delante con un suspiro.
-No podía. Había cosas que no estaban funcionando entonces, Chanyeol, y había que cortar por lo sano. Es mejor así. Si te hubiera dicho dónde estaba, habrías venido a por mí, y eso era precisamente lo que no quería que hicieses, ¿entiendes?
Chanyeol asintió, porque, como de costumbre, Kyungsoo estaba en lo cierto.
-Pero -añadió-, estás aquí ahora.
-Era hora ya de volver a casa.
Su teléfono móvil vibró sobre la mesa, y Chanyeol bajó los ojos hacia la notificación en la pantalla. Era el segundo mensaje de Yixing que recibía aquella noche, después del que había llegado unos cuarenta minutos atrás para indicarle que ya estaban en el hospital. Chanyeol se había visto tentado - por enésima vez desde que había ocurrido todo - a cancelar aquella cita y esconderse debajo del edredón nórdico de su cama, pero Yixing le había insistido una vez más en que no se quedase solo, y el chico había terminado acudiendo allí. No sabía si aquello había sido buena idea, porque Kyungsoo siempre lo había conocido bien, pero con tan poca antelación, y al borde de acabar colapsando, no se le había ocurrido ninguna otra parte.
-¿Vas a quedarte aquí? -murmuró, desbloqueando la pantalla y leyendo con rapidez. El segundo mensaje de Yixing era corto, apenas un par de frases indicando que habían tranquilizado a Baekhyun, que iba a pasar aquella noche internado en observación, pero que creían que todo estaba en orden. Yixing estaba con él todavía, anunciaban las últimas palabras, pero pronto tendría que marcharse a casa.
-Ese es mi plan, sí. Acabar la universidad en Seúl.
-Ya veo.
El camarero no tardó mucho más en traerles el primer plato, una especie de sopa rojiza que Chanyeol empezó a comer sin ganas, notando el calor bajándole por la garganta como un peso muerto. Se sentía todavía entre el entumecimiento y el miedo, incapaz de reaccionar y de concentrarse del todo, y, cuando subió los ojos, vio a Kyungsoo observándolo con el ceño fruncido.
-¿Qué ocurre?
Chanyeol se obligó a sí mismo a enderezar la espalda, a introducirse una nueva cucharada de sopa en la boca y a tratar de sonreír.
-¿Eh? ¿Cómo? No ocurre nada.
Al otro lado de la mesa, Kyungsoo frunció el ceño levemente; lo observó como lo hacía siempre que sabía que le estaba ocultando algo.
-No es sólo que lleves mirando el móvil dos veces por minuto durante la última media hora, Park Chanyeol, sino que ahora mismo te estás dedicando a comer sopa picante a cucharadas, y los dos sabemos que nunca has podido soportar que tu comida pique. ¿Qué tienes?
El chico se sintió atragantarse con su propia saliva.
-Estoy bien -susurró una vez más.
-De acuerdo. Y yo me levantaré y me iré si vuelvo a escuchar otra mentira como esa.
Chanyeol suponía que nunca había sido demasiado bueno en ocultar cosas. Era lo que le decía siempre Baekhyun, por lo menos, cada vez que, siendo niños, se habían caído jugando y él se había hecho daño en una pierna. La idea casi lo hizo sonreír, una sonrisa triste antes de decidir que no iba a ganar nada quedándose callado, por mucho que le doliera hablar.
-Es Baek -respondió, en voz tan baja que apenas se lo escuchó entre el entrechocar de las cuberterías en las menos adyacentes, el murmullo de las conversaciones de fondo de los demás clientes.
-¿Baekhyun?
-Está ingresado en el hospital.
-¿Cómo?
Una parte de Chanyeol había pensado que tal vez Kyungsoo ya supiera lo que había ocurrido. No había sido la primera vez que sus amigos hablaban de cosas relacionadas con él a sus espaldas, por lo que parecía, y quizás Yixing hubiera preferido avisarle antes de permitirle quedarse a solas con él, pero a juzgar por la manera en la que sus ojos se abrieron incluso más de lo normal, era la primera vez que su interlocutor escuchaba algo al respecto.
-¿Qué es lo que le ha ocurrido? -preguntó-. ¿Ha tenido un accidente o algo así? ¿Por qué no me lo habías dicho? Podríamos haber ido a verlo, si aún dura la hora de visitas.
-Ha tenido un ataque de nervios o algo así -Chanyeol clavó la vista en la sopa roja en su plato, preguntándose si seguir hablando o no, antes de dejar salir las palabras-. Ha tenido un ataque de nervios por culpa mía.
-¿Qué?
Si lo pensaba, había varias cosas de los últimos días que tenían mucho sentido: cómo había sido Baekhyun quien le había confesado que Kyungsoo estaba de vuelta, cómo había desaparecido durante días, e incluso la aceptación con la que todos otros amigos habían afrontado su ausencia. Recordaba la expresión de resignación de Luhan al ver actuar a Baekhyun de modo extraño cuando por fin había vuelto a clase y cómo le había dicho que lo dejara tranquilo.
Y allí estaba él, ahora, sentado en una mesa para dos en un restaurante carísimo junto al ex-novio al que hacía un año habría dado cualquier cosa por recuperar, con la mente en otra parte y la pregunta menos propia del mundo en los labios, pero todo lo que había dado por hecho hasta entonces estaba en llamas, y él tenía que decir aquello en alto, porque necesitaba saber la verdad.
-¿Tú lo sabías? -dijo, sin alzar la vista-. ¿Sabías que Baekhyun estaba enamorado de mí?
Había habido siempre algo en la relación de Kyungsoo con Baekhyun. En el sentido de que los dos nunca se habían llevado mal, pero entre ellos había habido siempre una distancia. Podía tener que ver, también, con la manera en la que Baekhyun había empezado a alejarse de ellos dentro del encuadre de las fotos que se llevaban tomando desde niños hasta que había dejado de salir del todo en ellas. En cómo Kyungsoo sonreía y sacudía la cabeza cada vez que Chanyeol le decía que su mejor amigo lo había ayudado a escoger su regalo de navidad, pero nunca decía nada sobre el tema, ni para bien ni para mal.
El silencio que se extendió durante unos segundos fue respuesta suficiente, pero, aún así, el otro chico se limpió los labios con la servilleta y respondió.
-Creo que tú eras el único que no se había dado cuenta de eso, Chanyeol -repuso con cautela-. Todos lo sabíamos desde hace años, menos tú.
Si había algo que era Kyungsoo, era brutalmente honesto. Había preguntas que muy posiblemente ninguno de sus otros amigos tendría el valor de responder y que él contestaría sin dudarlo. De lo que no estaba muy seguro era de querer saber la verdad. O todo lo que conllevaba, al menos.
-¿Por qué nadie me lo dijo? -preguntó de todas formas. El camarero había venido a llevarse su sopa, y Kyungsoo esperó con el ceño fruncido a que se hubiera marchado para responder.
-Era el secreto de Baekhyun. Algo entre él y tú. Habría sido cruel decírtelo cuando él estaba haciendo tanto esfuerzo en ocultarlo y a ti nunca se te pasó por la cabeza. Era tu mejor amigo, Yeol, y de todas formas tú nunca preguntaste.
Era su mejor amigo. Era.
-Pero tú eras mi novio. Los tres nos conocemos desde pequeños. ¿Nunca pensaste que Baekhyun podía ser…?
-¿El qué? ¿Una amenaza? -Kyungsoo pronunció la palabra como si aquello fuese algo impensable, y Chanyeol sintió cómo lo poco que había comido se le revolvía en el estómago, cómo en la garganta le aparecía un nudo que no lo estaba dejando respirar-. Baekhyun te ha adorado desde que éramos pequeños, y eso es algo que yo siempre he tenido claro, desde incluso antes de nosotros empezáramos a salir. Era algo que… venía contigo, que tenía que aceptar si te aceptaba a ti. Habría sido perfectamente capaz de pelear por mi novio, llegado el caso, pero tal y como estaban las cosas no iba a apartar a Baekhyun de lo único que lo hacía feliz solamente porque los dos estábamos enamorados de la misma persona. Sobre todo teniendo en cuenta que tú nunca habías sentido nada remotamente romántico por él, y que Baekhyun lo sabía.
El ruido de fondo seguía siendo el mismo a su alrededor, pero Chanyeol se sentía como si todo lo demás se hubiera apagado de pronto. Sólo oía a Kyungsoo respirar, revolverse en el asiento, firme pero incómodo; los latidos extrañamente sordos de su propio corazón.
-¿Eso te lo dijo él? -musitó-. Que yo nunca…
-No es que no sentáramos a hablar de ti precisamente, Chanyeol. Era un asunto que ninguno de los dos tocábamos -replicó Kyungsoo, sonando ligeramente irritado. Debía de haber algo raro en su cara, algo que no era normal ver allí, porque su tono no tardó en suavizarse-. Si tanto interés tienes en saberlo, sólo hablamos de ello una vez, cuando vino a pedirme de tu parte que saliera contigo en el instituto.
Chanyeol recordaba ese momento, la conversación con Baekhyun. Su mejor amigo se había reído y había acabado aceptando hablar con Kyungsoo a regañadientes. Después de colgar, mientras había estado tumbado en su cama, nervioso y lleno de esperanza, le había agradecido el gesto mentalmente y había pensado que Baekhyun rezongaba demasiado por pura diversión, que ocho semanas de hacerle la tarea eran muchas y que aquella era otra forma de explotación, como cuando le hacía llevarle los libros a clase o copiaba las fechas de exámenes desde su cuaderno.
Ahora solamente quería enterrar la cabeza en las manos y preguntarse cómo había podido ser tan, tan, tan imbécil.
-¿Qué te dijo? -murmuró-. Cuando fue a hablar contigo, ¿qué te dijo?
-Que allí sólo había un problema, y no era que tú estuvieras enamorado de mí -respondió Kyungsoo con calma-, sino que nunca ibas a enamorarte de él.
Hasta aquel mismo momento, Chanyeol había estado viviendo todo aquello como si le estuviera pasando a alguien más. Como si fuese algo que estuviera viendo en una película, donde era extraño, y horrible, y lo hacía sentirse asqueado, disgustado y triste, pero no le hacía daño. Fue al escuchar aquella frase, sin embargo, cuando la realidad lo golpeó de lleno, cuando el mundo se le vino encima y lo dejó sin aire. Cuando los sonidos a su alrededor volvieron de golpe y sintió náuseas.
Baekhyun estaba en el hospital. Estaba en el hospital por su culpa, después de aguantar años y años enteros a Chanyeol restregándole su relación con Kyungsoo en las narices cuando llevaba desde siempre enamorado de él.
No sabía qué clase de amigo era, qué clase de persona. Lo único en lo que podía pensar era en que estaba temblando, que estaba a punto de montar una escena en uno de los restaurantes más caros de toda la ciudad y que dolía, dolía, dolía, y no sabía cómo hacerlo parar.
-Yo no quería hacerle esto -susurró-. Es mi mejor amigo, siempre ha sido mi mejor amigo. ¿Por qué estaba enamorado de mí, si yo sólo…?
-Uno no escoge de quién se enamora, Chanyeol. Y eso va por él, va por ti y va por mí. Va por todo el mundo.
-Puede -el chico levantó la cabeza, soltando una especie de carcajada que sonó más como un quejido-. Pero uno sí que escoge prestar atención a su mejor amigo. Se supone que es algo que hace. Y si yo me hubiera dado cuenta, si lo hubiera sabido, no lo habría forzado a acompañarme a comprar tus regalos de aniversario, ni le habría pedido consejo amoroso, ni lo hubiera enviado a pedirte salir conmigo, por dios, tendría que haber…
-Chanyeol.
-Le hice algo horrible, el día en el que tú te fuiste. Algo horrible de verdad. Y cuando me desperté él estaba allí porque yo estaba enfermo y llevaba dos días cuidando de mí. Siempre está ahí, y normalmente es tan bonito, pero hoy… Estaba caído en el suelo, gritando; y se había cortado las manos, pero yo no podía ayudarle porque lo único que repetía era que no le tocase. Oh, dios.
-Chanyeol. Escúchame.
El camarero volvió, sólo un momento, a preguntar algo relacionado con su segundo plato - “¿estará bien traer la carne en cuanto esté hecha? ¿La desean los señores al punto?” - y el chico se obligó a sí mismo a guardar silencio, a observar a Kyungsoo y a escucharlo sin decir nada más.
-Cuando me llamaste, al principio no supe si venir o no. Te debía una conversación, pero no quería darte una idea equivocada. No habría sido justo haberte dado falsas esperanzas, si era volver a lo que éramos antes lo que buscabas -comenzó-. Mi propósito al acudir aquí, lo que quería hacer, era cerrar viejas heridas, pero tú… ¿Qué es lo que estás haciendo tú aquí?
-No lo sé -murmuró. Y lo peor era que había algo en aquellas palabras de verdadero, un momento de duda que no habría debido tener, ni ahora ni antes ni nunca durante aquel último año-. Supongo que quería saber si seguía enamorado de ti.
-Ya veo. ¿Y bien?
-Yo… -Chanyeol no podía negar que había recuerdos; toda una vida de recuerdos entre los dos. Momentos buenos, momentos malos; toda una época entera llena de instantes que lo habían hecho feliz y que había recordado con nostalgia durante aquellos últimos meses. Durante mucho tiempo, había pensado que seguía enamorado de lo que representaba todo aquello, pero a la hora de la verdad, y después de un año de luto, los recuerdos eran sólo recuerdos, y el cariño y el agradecimiento no eran amor-. No. Ya no. Estoy enamorado de alguien, pero no eres tú. Lo siento.
La afirmación había sido directa, y tal vez otra persona se habría enfadado, pero en aquel momento Kyungsoo simplemente sonrió.
-Ya lo sabes, ¿no? Tienes lo que venías a buscar -dijo sin más-. Baekhyun está en el hospital, ¿verdad? ¿Qué haces aquí todavía?
No había notificaciones nuevas en la pantalla de su móvil. Tal vez eso quisiera decir que todo estaba más o menos en orden, pero él no podía quedarse allí ni un sólo segundo más.
-No lo sé -murmuró-. No lo sé. Pero tengo que irme.
Y eso fue lo que hizo, disculpándose ante Kyungsoo una vez más y echándose el abrigo sobre los hombros antes de dejar atrás el ambiente refinado y agobiante del restaurante y salir a la calle, a la noche de la ciudad con su nieve en las calles y un frío que se le incrustaba más allá de los huesos.
Tenía que llegar a donde estaba Baekhyun; necesitaba llegar como fuera, a pesar de que ya era tarde y por mucho que Yixing le hubiera insistido cuando lo llamó en que la hora de visitas había terminado hacía mucho y que probablemente no lo dejarían verlo.
No había absolutamente nadie en las cercanías del hospital cuando el taxi lo dejó allí, solo e increíblemente asustado, y el recibidor estaba también desierto, con la única presencia de una enfermera de guardia vestida de blanco y verde tras el mostrador de recepción. No había habido accidentes aquella noche, la zona de urgencias estaba tranquila. Y aquello era bueno, por supuesto, pero aquel silencio absoluto no le estaba haciendo bien.
-Buenas noches -susurró-, necesito ver a alguien.
Y la enfermera, tan joven que sólo podía tener tres o cuatro años más que él, le tomó los datos con calma, consultó lo que él le pedía en la vieja pantalla de su ordenador, pero no tardó en negar con la cabeza.
-Byun Baekhyun está estable y recibirá el alta mañana, pero la hora de visitas termina a las nueve. Lo siento mucho -añadió al ver que Chanyeol bajaba los ojos-. ¿Eres alguien de su familia?
-No, no. Soy… -hasta hace un par de días, el qué era para Baekhyun había estado muy claro, pero en aquel momento las líneas estaban tan borrosas que ni siquiera podía verlas. ¿Era su mejor amigo, si había una parte de él que no lo había conocido lo suficiente? ¿Era, tal vez, la persona con la que había crecido, la persona que le había hecho daño, la persona que había cruzado media ciudad hasta aquel lugar porque se había dado cuenta de que estaba enamorado de él hasta el punto de la desesperación? ¿Qué era?-. ¿No hay por aquí un lugar en el que pueda esperar, aunque sea hasta mañana?
-La sala de espera del final del pasillo está abierta veinticuatro horas, pero…
-Esperaré allí. Hasta que empiece la hora de visitas. No me importa.
Durante un instante, pareció que la enfermera fuera a tratar de persuadirlo para que volviera a casa, pero Chanyeol murmuró un “gracias” y comenzó a caminar pasillo abajo, con los ojos clavados en el suelo y las manos en los bolsillos.
La sala de espera era pequeña; una habitación diminuta con varias hileras de sillas de plástico y metal y un stand con revistas viejas en un rincón. El único sonido que se escuchaba era el ventilador de la máquina automática de cafés en una esquina, y uno de los fluorescentes del techo, prácticamente fundido, titilaba, encendiéndose y apagándose con un parpadeo. Fue en esa luz en la que Chanyeol, clavó los ojos, una vez sentado, preguntándose, mordiéndose el labio, qué demonios estaba haciendo allí.
Porque, aún ahora, se estaba repitiendo mil veces que no podía marcharse, que no iba a dejar a Baekhyun solo y herido ni un segundo más, pero ni iban a dejarle entrar a su cuarto por mucho que esperase ni creía que, aunque fuera así, su amigo quisiera verlo. Quizá aquello fuera, en el fondo, otra idiotez suya más; la manera de tratar de justificarse a sí mismo que estaba haciendo lo correcto, una excusa para rogar por el perdón, para no quedarse completamente solo en casa, a oscuras con aquel lado de su conciencia a la que no podía pararse a plantar cara. Había estado acostumbrado siempre a querer con calma, de manera constante, como si su manera de amar fuera una llama en el fondo del pecho que, a pesar de todo, pudiera controlar. Había sufrido por amor, se había sentido hundido y roto, pero jamás había estado desesperado hasta casi rozar la locura; nunca había sentido tantas ganas de deshacer algo que había hecho, de recuperar algo que había perdido y que ahora quería más que nada.
En su mente, podía imaginar a Baekhyun riéndose, sentándose a su lado en aquellos asientos de plástico y llamándolo idiota por estar allí sentado a pocos minutos de medianoche. Era una lástima que aquello, como muchas otras cosas, no fuera real.
A su lado, el ventilador de la máquina de cafés se detuvo un momento, antes de comenzar a funcionar de nuevo, con un zumbido ronco y constante. Era lo único que se escuchaba, lo único junto al titilar de la luz y el viento al otro lado de la ventana, porque él se había mordido la palma de la mano para ahogar el ruido cuando habían comenzado los sollozos. Porque no sabía si, después de todo lo que había ocurrido, y a pesar de que nadie pudiera oírlo, se mereciese estar llorando.
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