Paseábamos con Coco (y Tuala) rumbo a la tienda de pain au lait cuando me fijé en el restaurante coreano de la esquina: era la primera vez que lo veía vacío y es que estaban limpiando alfombras al viento, mucho flus flus, paños amarillos y esas cosas. Siempre, y digo siempre, está lleno hasta la bandera. No es que sea bueno, más bien es cutre de
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