Feb 09, 2024 16:31
Paseábamos con Coco (y Tuala) rumbo a la tienda de pain au lait cuando me fijé en el restaurante coreano de la esquina: era la primera vez que lo veía vacío y es que estaban limpiando alfombras al viento, mucho flus flus, paños amarillos y esas cosas. Siempre, y digo siempre, está lleno hasta la bandera. No es que sea bueno, más bien es cutre de cojones, pero tiene algún trato con agencias de viajes de Corea que organizan tours all included a París y vienen turistas en manada a comer barbacoa y kimchi, por si lo echan de menos. Vamos, es como si te vas a Seul y te llevan a comer tortilla.
Me asomé por la ventana del sitio y dije:
-Esto es lo más cerca de Corea que vamos a estar hoy.
Me equivoqué. Seguimos el paseo. Giramos la calle. Pasamos dos manzanas. Cruzamos un parque. Otras tres calles y pasamos un pequeño puente. Diez o doce manzanas después me encontré, en perfecto estado, un mapa de Corea tirado en el suelo.
Jung, maldito.