Hoy llamé al banco para solicitar que me envíen una nueva tarjeta de débito, porque a la que tengo se le rayó la banda magnética.
Y la operadora me dice “Mientras completo el formulario de solicitud, ¿podría usted decirme qué opina de la ola de inseguridad que estamos viviendo?”
O sea, al margen de que esa es una pregunta que, en caso de responderla, no da para dos palabras, ¡ella ni siquiera iba a escucharme porque estaba llenando el formulario! Y fuera de eso, ¿qué carajos le importa mi opinión sobre este tema al Banco? ¿Qué va a hacer el Banco con mi opinión?
Debería haberle dicho que me encanta y me parece perfecta. A ver qué pasa… Seguro que Dioniso habría pensado que es una respuesta más que apropiada para una pregunta que, en el contexto, resultada estúpida (aunque no sea estúpida en sí misma).
Y hablando de Dioniso, creo que habíamos quedado en que el Olimpo estaba evaluando cambiar su enfoque de las cosas…
La Saga de las Musas - Operación Inquisición
Por Enia
El prado junto al río Alfeo olía a bosta de oveja y esa fetidez no era exactamente lo que Zeus consideraba una adecuada bienvenida para él.
Frunciendo la nariz, paseó la mirada por el paisaje circundante.
-¡Por Olimpo bendito! ¿Qué significa esto? Esas no son ninfas…
Los balidos de decenas de ovejas desperdigadas por los bien cuidados alrededores de su templo le confirmaron que, efectivamente, no eran ninfas. De hecho, no había nada ni remotamente parecido a las ninfas que Hefestos había mencionado como al pasar en una de sus misivas.
-¡¿Quién demonios ha traído todos estos bichos a mi prado!-bramó.
Escuchó pasos apresurados perdiéndose entre los árboles y atisbó dos sátiros huyendo a la carrera, pero antes de que pudiera lanzarles un rayo para chamuscarlos y luego interrogarlos, Hefestos apareció a su lado.
-Entiendo que madre les otorgó permiso esta mañana -dijo el dios con calma.
-¿Hera? ¿Y por qué?
-No sé… aunque escuché un comentario respecto a que ningún lugar sagrado dedicado a ella iba a estar lleno de idiotas con más tetas que cerebro. O algo parecido.
-Este lugar no está dedicado a ella. Está dedicado a mí.
-Ahora. Antes, estaba dedicado a ella-apuntó Hefesto quitándose pasto imaginario de su túnica-. Y cuando estaba dedicado a ella, le encantaba tener pastores y ovejas por aquí. Nunca vi otro tipo de… criatura.
Zeus observó un grupo de ovejas que decidió balar con todas sus fuerzas y luego clavó los ojos en el lisiado dios.
-¿Quién le dijo de las ninfas?
Hefestos levantó ambas manos, en un gesto de inocencia.
-Yo no. Pero bueno, tú sabes que ella tiene un cariño especial por este lugar, con el templo que le construyeron have tanto tiempo…
-¡Vamos! ¡No le prestó la menor atención hasta que levantaron un templo para mí!
Los hombros del dios de la fragua se elevaron, acentuando la diferencia de altura entre los mismos, al tiempo que varios truenos resonaban en la bóveda despejada de nubes.
-Tú sabes cuán quisquillosa es con estos asuntos… Oye, ¿y si le encargaras una tarea de importancia? Quizás si la involucras con algún tema interesante, dejaría de machacar con estas menudencias.
-Mmmm… sí… una tarea de importancia, compleja, que le lleve tiempo y la mantenga ocupada… Bien ocupada y lejos de mis asuntos…-se rascó la barbilla de trazos fuertes y anchos, pensativo. Y luego miró a su hijo con el ceño fruncido de nuevo- ¿Y tú, qué haces aquí?
Con su mejor cara de inocente, Hefestos se sentó en un colchón de flores y acarició la cabeza de un cordero que se encontraba mordisqueando margaritas.
-Pensé que quizás te encontraría en este lugar. Tengo una idea que quería comentarte.
Chasqueando los dedos, Zeus hizo aparecer un amplio y cómodo sillón, junto con una mesa repleta de bebida y comida. Se acomodó y clavó sus ojos en Hefestos, con una expresión especulativa.
-Bien, confiesa: todo ese rumor de que este prado estaba plagado de ninfas, ¿fue un verso para que viniera y pudieras hablarme en privado?
-No, por supuesto que no.
-Honestamente, Hefestos, ¿por qué no vienes a las reuniones del Olimpo?
El dios acomodó su pierna tullida y trató de erguirse, con gesto digno.
-Tú sabes que hay dioses allí que prefiero no cruzarme.
-¡Por favor! ¡Somos dioses, Hefestos! Tenemos sexo con quien nos place, hacemos lo que nos place, las únicas lealtades sagradas son al Olimpo y a mí…
-Y es por eso que he venido a hablarte-lo interrumpió, cortando el discurso que tantas veces había escuchado antes de que se pusiera a describir cuánto y de qué manera, él sentaba ejemplo en lo que a “hacer lo que les place, tener sexo con quien les place” refería.
Zeus suspiró, resignado.
-Cuéntame.
-Bien, estuve pensando en este problemita de la religión cristiana. Y se me ocurrió una idea que me parece que podría funcionar.
El Dios de los Dioses elevó sus cejas y cogió un racimo de uvas de un cuenco cercano.
-Te escucho.
Más relajado, Hefestos conjuró una serie de almohadones que se acomodaron a la extraña anatomía del dios y se sirvió una copa de vino.
-Una palabra: fanatismo.
Zeus se metió cuatro granos de uva y masticó con calma.
-¿Fanatismo a qué?
-Lo cristiano.
-Eso ya se intentó, ¿recuerdas? Persecuciones, torturas, muertes en los circos y arenas…
-No,no… no hablo de fanatismo contra. Hablo de fanatismo por.
Tras un momento de silencio, Zeus hizo un gesto cansino con la mano.
-Hefestos, ya hablamos sobre esta manía de ser críptico que tienes. No es atractiva.
-¿Qué le have una mancha más al tigre?-preguntó con sorna y bebió el resto del vino de un trago-En fin, a lo que iba: todos sabemos que los humanos tienen una marcada tendencia a obsesionarse con fervor. Lo único que necesitan es un empujón, algunas ideas, y caerán en el fanatismo como moscas sobre fruta podrida.
-No lo sé… el fanatismo siempre termina volviéndose contra el objeto de…-Zeus detuvo su argumento en la mitad y miró a Hefesto al entender lo que el dios había pensado-. ¡Claro! ¡Fanatismo por el cristianismo!
Hefesto le sonrió, esta vez con una sonrisa de verdad.
-Exacto.
Zeus asintió, pensativo.
-¿Y cuál es exactamente tu plan?
-¡Oh, ya sabes! Lo usual. Vamos con los hombres claves en la cúpula, comenzamos a dejar caer una palabra aquí y otra allá acerca de cómo deberían ser las cosas, cómo las personas no respetan lo establecido por su Dios Altísimo, blah, blah, blah.
-Hermes podría encargarse de esa parte-murmuró Zeus, sirviéndose más vino.
-Una vez que estén fanatizados, comenzaremos a sugerirle a los mismos sujetos que hay conductas inapropiadas por parte del pueblo.
-¿Inapropiadas cómo?
-Oh, ya sabes, lo usual… las mujeres se transforman en brujas porque pueden preparar medicinas que curan, o porque son demonios en forma de tentación carnal. Los hombres demasiado inteligentes o con deformidades son demonios… Todo aquel que tenga una mente inquisitiva, será visto como hereje y debidamente castigado.
-Interesante.
-¿Verdad que sí? Lo mejor es que todos pueden ayudar en esa parte-aclaró Hefesto, abriendo los brazos-. Dioniso puede ayudar con el tema de la bebida y el desenfreno. Afrodita estará en su salsa incentivando la lujuria. Ares puede intervenir en lo referido a trifulcas y violencia. Apolo puede darnos una mano con el tema de “los sanadores”…
Zeus asintió, acariciando con el dedo el borde de su copa de oro y piedras.
-Mhm… ya veo. ¿Y entonces qué?
-Entonces, les sugerimos a estos sujetos cómo corregir y purgar la situación adecuadamente.
-Y por purgar se entendería….
-¡Oh, ya sabes! Lo usual… Juicios, torturas, matanzas… imbéciles insistiendo una y otra vez que les confiesen algo que no existe… Tengo algunas máquinas pensadas que serán perfectas y Hades me comentó algunas ideas que seguro prenderán como pasto seco apenas alguien se las susurre a estas mentes inferiores. Básicamente, “la iglesia” -Hefestos dibujó comillas en el aire- se transformaría en un monstruo que espante a los hombres lejos de un dios intolerante para con la naturaleza humana.
-Y los lanzará de regreso al ceno del Olimpo-concluyó Zeus, pensativo. Tras un momento, asintió-. Me gusta. Elegante, simple, efectivo. Tiene potencial… Preveo problemas con Atenea y Afrodita. No les hará ninguna gracia que coloquemos a las mujeres y su sexualidad en la mira, y las trasformemos en el objetivo primario…
-Bueno, todos deberemos hacer sacrificios para conseguir nuestra meta-replicó el dios en tono inocente.
-¿Y el que justo sean Atenea y Afrodita las que tengan que hacer sacrificios es pura casualidad, verdad?
-Mi lealtad es para con el Olimpo, Padre. Mi propuesta está pensada en relación con el Olimpo.
Tras un momento de silencio escéptico, Zeus se respaldó:
-Tienes razón. Dime, ¿este plan tiene un nombre? Para el registro y los comunicados.
Hefestos se miró las uñas con aire satisfecho.
-No sé… como el punto culminante será la parte donde intentarán por todos los medios arrancar confesiones, pensé en llamarlo Operación Inquisición.
¡Besos!
Enia