Jan 21, 2008 16:32
Los truenos y rayos caían a diestra y siniestra, la lluvia azotaba la ventana produciendo un sonido aterrados -o eso consideraba un joven que dormía no tan plácidamente.
En la habitación había todo doble, dos camas, dos guardarropas. En una de las camas un niño de no más de seis años se movía inquietamente y sudaba, su ceño estaba fruncido y sus facciones se distorsionaban en una mueca de sufrimiento.
En sus sueños varios seres deformes lo perseguían por un lugar oscuro. Él gritaba pero nadie escuchaba sus súplicas, sus pequeños ojos color café claro estaban contraídos y empañados por las millones de lágrimas que escurrían. Repentinamente tropezaba con una piedra y caía abruptamente lastimándose en el trayecto; los monstruos le daban alcance, lo rodeaban y empezaban a acercarse lentamente. Uno de ellos, de su misma estatura y que parecía un duende, fue el que se le acercó. Sus orejas puntiagudas y arrugadas se alzaban a los lados de su sombrero chato, sus brazos delgados tenían al final unas enormes garras las cuales se enterraron en sus bracitos. Comenzó a zarandearlo bruscamente.
El niño lloraba más fuerte y lo empujaba pero no lograba quitárselo de encima. Empezaba a sangrar en donde tenía las uñas incrustadas; sus ojos se abrieron de par en par al ver que abría la boca y mostraba unos afilados dientes. Esperó la mordida.
-¡Tom!
Fue lo que salió de de su boca. Lo zarandeó otro poco y la voz empezó a tomar un poco más de forma, ya no eran un gruñido.
-¡Tom, despierta!
Abrió los ojos y miró a un costado la silueta de “algo” se dibujó y no pudo evitar gritar con todas sus fuerzas.
-Tranquilo, Tomi, soy yo -le tocó el hombro y acarició su frente-, Bill.
La respiración agitada del mayor de los gemelos se tornó más calmada, aunque sus nervios seguían destrozados. La tormenta había empeorada y los rayos caían no muy lejos de ahí.
-Tom -le llamó su hermanito-, tengo algo para ti -dudó un poco-, es como un amuleto para que los malos de vayan.
Hizo un ademán para irse de su lado pero Tom no le dejó que se marchara, apretando más su mano que en algún momento se habían entrelazado.
-Sólo voy por él y regreso.
Con reticencia le dejó ir. Los rayos iluminaban la habitación, logrando que las sombras de los objetos de la habitación de repente se tornaran bestias monstruosas. Empezó a sudar de nuevo.
-¡Ten! -Le extendió un gran osito café, con unos enormes ojos negros, su expresión era tranquila y sonriente, su nariz negra echa una bolita era mordible (como lo averiguaría después)-. Verás que él te ayudará, lo hizo conmigo, con el señor del armario.
Le confesó en un leve susurro.
-¿Tú… tú ya no lo necesitas? -preguntó débilmente y aún sin tomarlo.
-No, ya no -se infló de orgullo al decir eso.
Bill lo acomodó a un lado de Tom, cubriéndolo con la manta, le sonrió y le depositó un beso en la frente.
De ese día en adelante las pesadillas se fueron y Mr. Teddy como le había puesto se convirtió en su objetos “más preciado”.
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-Mierda, Tom -le reclamaba su hermano con el ceño fruncido-, ¿tienes que dormir aún con él? Es más, ¿por qué jodidos lo traes?
-No es tu problema, si lo quiero traer lo traigo. No tengo por qué pedirte permiso. -Declaró tranquilamente mientras veía como su gemelo se paseaba por la habitación del hotel.
-Es que, vamos, míralo -señaló al bulto que estaba en la cama. El brilloso color café se había convertido a uno opaco, los ojos grandes seguían casi intactos, sólo que uno de ellos estaba medio desprendido, colgaba de la cara…y a pesar de eso seguía teniendo esa expresión “alegre”-, está viejo y feo.
-¿Estás insultando a Teddy? -En lugar de molestarse enarcó una ceja divertido- ¿O será que estás celoso?
El caminar de Bill se detuvo y le miró.
-Parece que lo quisieras más que a mí. -Hizo un leve puchero-. Él duerme más contigo que yo.
-Vamos, no seas infantil. -Se levantó y caminó hasta él-. Él no puede hacer cosas que tú sí.
-Entonces, tíralo si yo te soy suficiente.
-Bill, no lo voy a tirar y tus celos son estúpidos.
Ante esto el menor se enojó.
-Pues jódete. Espero que él -señaló a Teddy-, te sirva para coger.
Sin más se fue azotando la puerta. Tom se sentó en la cama y tomó a Teddy.
-Será idiota -sonrió de medio lado-, tú eres especial porque él te regaló a mí.
Se recostó y puso a un lado al peluche.
-Cuando se pone así, es tan… desesperante, pero bueno no pienso recordarle jamás que fuiste un regalo. A pesar de todo me gusta molestarlo con eso.
Bueno eso fue lo jodido de hoy, espero que la perversión los acompañe xD(?)
obvios,
jodido,
elot,
amor,
ellos