- Deberías entrar.
Atobe se acercó a él con una sonrisa jugueteando en los labios. Shiraishi lo miró de reojo y siguió a lo suyo. Estaban a punto de llegar a la parte más interesante. Ya casi no le quedaban palomitas, pero daba igual.
- No era una sugerencia.
Shiraishi se apartó un poco a un lado, pensando que su amante quería ver
(
Read more... )