¡Felicidades, Allalabeth!

Apr 21, 2008 14:51



- Deberías entrar.

Atobe se acercó a él con una sonrisa jugueteando en los labios. Shiraishi lo miró de reojo y siguió a lo suyo. Estaban a punto de llegar a la parte más interesante. Ya casi no le quedaban palomitas, pero daba igual.

- No era una sugerencia.

Shiraishi se apartó un poco a un lado, pensando que su amante quería ver también a aquellos dos en acción a través del pequeño cristal circular que había en la puerta. Sin embargo, lo que hizo Atobe fue girar el pomo y abrir la puerta, empujándolo al interior acto seguido. Chitose y Sanada se detuvieron y los miraron con incredulidad.

Atobe se adelantó antes de que ninguno dijese nada.

- Sanada, creo que le están haciendo algo raro a Yukimura. Deberías ir a verlo. Creo que Fuji se lo está pasando muy bien. Y Echizen es su ayudante.

Como era de esperar, Sanada no dijo nada y se limitó a recoger sus cosas para salir a toda prisa en dirección a la sala contigua, dejando a Chitose a medias. Atobe lo miró de arriba abajo cuando pasó por su lado. Shiraishi se terminó la bolsa.

- ¿Quieres que sigamos? - le preguntó a Chitose, sin esperar a que respondiera para comenzar a desvestirse.

- Esperadme. - le pidió Atobe, paseando la mirada de uno a otro, visiblemente emocionado. - Hay algo que no me puedo perder. No voy a tardar.

Shiraishi dibujó una media sonrisa y se acercó a Chitose tras ignorarle. Atobe resopló y salió de la habitación, cerrando la puerta. Ya volvería después. Echó un último vistazo por el cristal y se deleitó pensando en lo que podía esperarle.

- ¡Yukimura!

Sanada irrumpió de golpe en la sala, encontrando a Fuji inclinado a solo unos milímetros del rostro de Yukimura. Ambos tenían el mismo brillo en los ojos, lo que indicaba que estaban haciendo algo muy divertido. Al instante, Yukimura giró la cabeza y miró a Sanada con fastidio. Echizen escondió las esposas, sobresaltado.

- ¿Querías algo, Sanada? - respondió Fuji por Yukimura, después de intercambiar una mirada de consentimiento con él.

- ¿Qué se supone que hacéis?

De manera bastante extraña, Yukimura se había echado a reír. De no ser por la mordaza que cubría su boca, la habitación se habría llenado con sus carcajadas. Tenía el rubor marcado en las mejillas.

- ¿No estabas con Chitose? - preguntó Echizen, acercándose a Sanada y examinando descaradamente su torso desnudo.

- Déjamelo a mí. - Fuji interrumpió a Sanada antes de que abriera la boca para contestar.

Echizen frunció el ceño ante su tono autoritario. Sacó las esposas y se acercó a Yukimura, quien observaba la escena fascinado. De pronto, sintió los ojos de Sanada y Fuji clavados en su espalda.

- ¡No lo toques! - exclamaron a la vez. Yukimura volvió a reírse.

Echizen puso las manos en alto, molesto, y decidió salir hasta que la discusión terminara. Encontró un pasatiempo en el pasillo con Atobe, que acababa de llegar.

- Me lo voy a llevar. - sentenció Sanada con rotundidad, corriendo a coger a Yukimura con silla incluida.

- No. - Fuji cerró la puerta de un golpe, dejando a los otros dos fuera. - Tiene que aprender que Tezuka es mío. Me da igual que esté borracho.

Sanada no dijo nada y avanzó unos pasos, pero Fuji se puso delante de la salida. Yukimura se estaba desatando. No le costó demasiado. Probablemente él había colaborado un poco cuando lo secuestraron. Pero solo un poco; un secuestro era un secuestro y la tortura no era igual de placentera si se soportaba voluntariamente. Tenía que ser por las malas. Por eso lo había provocado todo.

- Mirad, no hace falta discutir. - habló, después de quitarse la mordaza. Sanada se estremeció cuando sintió sus dedos recorriendo su espalda. Fuji abrió los ojos de par en par. - Tengo una idea. Ya que, desafortunadamente, Tezuka no ha podido venir hoy, ¿por qué no hacemos una celebración en su honor? Seguro que Nanjiroh se sentirá orgulloso de que en su burdel se celebren fiestas así.

Durante unos instantes, Sanada y Fuji se miraron en silencio, sin moverse. Yukimura caminó hasta ponerse entre los dos, balanceando las esposas en una mano. Una palabra suya más fue suficiente para que se abalanzaran sobre él, olvidando la disputa por unas horas. Lo importante allí era divertirse.

- Chitose y Shiraishi nos están esperando dentro. - dijo Atobe, señalando la puerta. Echizen se asomó por el cristal. Sólo pudo ver un lío de piernas y brazos. - Podemos unirnos a la fiesta.

- No me gusta. Hay demasiada gente.

Atobe esbozó una sonrisa. Sabía perfectamente a lo que se refería. Bueno, de camino había visto un cuarto libre. Así que no esperaron más. Por los pasillos se escuchaban los sonidos que provenían de las diferentes habitaciones, entre ellas la de esos tres. Una fiesta inolvidable.

¡Muchas gracias por leer! ^^

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